4 meses antes del primer incidente.
-Ésta será la fase final.-dijo un chico, de pelo castaño despeinado, con una barba que parecía de una semana, el chico iba por las nubes como si volara, pero no, caía, muy despacio, pero caía, y en medio de ese planeo parecía estar disfrutando, o al menos eso se veía en su expresión.
Voló a través de unas cuantas casas hasta que volvió a caer al acercarse a un ciudad, hasta que aterrizó con firmeza, doblando las rodillas y apoyando una mano en el suelo para elevarse de nuevo hacia las nubes y planear de nuevo. De esta forma se acercó a una casa, la que estaba buscando. Saltó al balcón y encontró a una chica durmiendo al otro lado, entró por la ventana, literalmente la atravesó; y esa era una de las ventajas del mundo onírico, si te acostumbrabas lo suficiente podías atravesar las cosas sin más; Una vez dentro observó un poco la habitación observó a su alrededor con la mirada y notó algunas cosas que le eran familiares, dio unos pasos hasta estar cerca de ella, la chica yacía en la cama, sumida en un profundo sueño. Sus facciones estaban relajadas, su respiración era suave y uniforme. Se acercó a ella con cautela y al tocar su frente, una corriente eléctrica recorrió su cuerpo. Los ojos de ella se abrieron de par en par, revelando un mar de asombro. Lo miró fijamente, sin pestañear. Él, con su chaqueta de cuero y sus guantes marrones, la observaba a ella, esperando su reacción.
—¿Qué pasa?- Preguntó Leon al percatarse de que lo miraba fijamente.
—no me acostumbro a despertar así— murmuró la chica, estirándose y bostezando. Sus ojos, aún adormilados, se pasearon por la habitación, buscando algo familiar en la penumbra. La gabardina blanca, arrugada por el sueño, colgaba holgada de sus hombros, contrastando con las botas negras que parecían ancladas al suelo. Sus grebas, desgastadas por el uso, crujieron suavemente al moverse. Con un gesto brusco, se acomodó la coleta, dejando escapar mechones rebeldes de su cabello rubio.
-Es porque sigues sin entrenar como entrar al astral conscientemente.
La chica levantaba los hombros tratando de evadir su responsabilidad.
-Por eso es que tu me vas a seguir ayudando a entrar, ¿no?- fingió una mueca de sonrisa.
León hizo una mueca, replicando con la lengua y se acercó a la ventana para saltar a través.
-¡espera!- Gritó la chica mientras salía tras él, quien ya lo veía en el aire, cayendo en la siguiente casa, ella dio un suave salto y empezó a volar en dirección de Leon, y cuando estaba a punto de reclamarle por dejarla atrás lo escucho hablar.
-Mira Pax- Leon señalo hacia el horizonte frente a ellos-nunca me cansaré de éste mundo.
Esto hizo que la chica, Pax, levantara la mirada y ver a unas cuantas personas más volando por ahí, observó el cielo, que parecía un mar de estrellas y una extensa aurora que adornaba el cielo hasta donde alcanzaba la vista.
-¡Vamos! Tenemos que ir a verlo de cerca!-gritó Pax mientras se adelantaba volando junto a uno de los espíritus gigantescos que atravesaba el cielo.
El mundo astral, un lugar que yace entre las costuras de nuestra realidad, invisible a la mayoría. Algunos lo visitan sin saberlo a través de nuestros sueños, nuestros espíritus vagan libres, explorando dimensiones desconocidas. Pero Leon, ha logrado trascender de ello, llevado nuestra conexión a otro nivel." Pensó Pax y sonrió levemente, sus ojos brillando con complicidad.
La chica rubia observo a Leon mientras pensaba en todo aquello ya que aquel hombre es quien le mostró ese mundo, mientras tanto Leon fue dando varios saltos al lado de Pax, hasta estar a una distancia prudente Pax preguntó.
- de verdad, ¿cuándo vas a volar? Siento que me mientes cuando no lo haces.
- Hablo en serio cuando te digo que no puedo volar, caigo, muy lento pero siempre lo hago.
Leon se detuvo en una terraza y empezó a dar pequeños saltos y caía lentamente para probar lo que decía, hasta que se detuvo y volteo, algo había llamado su atención como para quedarse callado y centrar toda su atención ahí, Pax hasta luego de ver a Leon con el ceño fruncido también lo había notado, una sensación extraña, tensa.
-¿Qué es eso?
- Un sitio peligroso... pero mejor nos vamos, es mejor evitar problemas por ahora.
-Pero, ¿qué es?
Mientras hablaban, Leon se inclinaba hacía enfrente y flexionaba las piernas para irse de un gran salto pero se vieron interrumpidos por la repentina aparición de una chica, delgada y mas bien pequeña, su cabello rojo parecía flamear en la brisa y unos hermosos ojos azules intensos. -Meave..!? -dijo Leon, su voz cargada de emoción. Pax, sorprendida por la aparición tan repentina, se apartó elevándose un poco, sintiendo una extraña sensación de desasosiego.
-¿Amm... te sentí cerca y decidí venir a ver qué hacías. Interrumpo?- La chica pelirroja miraba a Pax, tratando de examinarla y entender la situación-... ¿Entrenando, tal vez? -Dijo Maeve tratando de no hacerlo incómodo. Leon evitó su mirada. -Es más bien como un largo tutorial-respondió, su voz apagada. Meave se acercó un paso, sus ojos azules clavados en los de Leon. -¿Por qué me evitas?- preguntó, su tono suave pero firme.
La chica comenzó a descender a la terraza y Leon se acercó a la pelirroja antes de que Pax se aproximara más, rascándose un poco su barba al ver la pesada mirada de Meave.
-Ya sé que vas a decir pero escucha... - Si es quien creo quien es, vas a tener muchos problemas- interrumpió Meave estando a centímetros de la cara de Leon, aunque la altura era notable, aún levantándose sobre las puntas de sus pies, así pues, sus ojos azules clavados en los suyos. León sintió un nudo en la garganta.
-Es como una despedida y a decir verdad, tiene mucho talento sabes.- Leon tomó una postura más relajada y cruzó el brazo por encima de los hombros de la chica mientras le sonreía.
Mientras tanto Pax los observaba desde las alturas hasta que bajo, suavemente posando su pie derecho como si no quisiera hacer ningún ruido, pero rápidamente camino hasta ellos.
—Cambiando de tema, en realidad vine por tí. Ariel aceptó un trabajo que es demasiado para él y quería que tú estuvieras ahí por si ocurría algo.
Leon se quedó pensativo un momento, frotando su barba.
-¿Por qué lo aceptó?
-Escuché que fue un reto.
-¿Trabajo? -habló Pax para tratar de entrar en la conversación.
Leon exclamó profusamente antes de empezar a hablar.
-no es hacia allá, ¿no? -Leon señaló hacia donde hace unos minutos antes, habían observado el aura pesada.
-Pues, me temo que sí -La pelirroja dijo haciendo una mueca. -Traté de evitarlo pero sabes que es orgulloso.
-Por orgullo no se pone en juego la vida de personas, me sorprende que Yuri o Coralie lo permitieran.- Leon camino en dirección hacia la perturbación. -ese es un trabajo para alguien de primera clase como minimo.
-Bueeeeno, técnicamente Ariel ahora es de primera clase- dijo Meave mientras jugaba con sus dedos -pasaron un par de cosas mientras no estabas.
Leon volvió a suspirar, resignado mientras se ponía la mano en la cara.
-Bien, vamos. Pax, vamos a una perturbación así que quédate cerca y estarás bien.
Pax asintió estando un tanto confundida. Esta chica apareció y Leon estába mas serio también, ni siquiera se habian presentado pensó ella cuando ya iban en camino, justo hacia donde habían tenido esa extraña sensación.
-Me gusta tu nombre, Pax, es único- Meave sonrió amistosamente mientras volaba a su ritmo de ella.
-¿Tú crees? Yo pensaba que era raro pero gracias emmh...- la chica hizo una pausa, expectante a que la pelirroja le dijera su nombre
—Meave, mi nombre es Meave.
-Sin duda es mas lindo el tuyo, Meave.
Siguieron volando un rato mientras Leon iba saltando de vez en cuando.
-Puedo preguntarte, ¿qué es una perturbación?
Meave se quedó pensando por un momento mientras entrecerraba los ojos -Mmh, es algo así como una anomalía en la energía astral. Esto puede dar paso a la entrada de entes del bajo astral o algún ser incluso pero al ser así se convertiría en una grieta.
-¿Por qué pasa eso?- preguntó Pax con genuino interés.
-bueno, pueden ser muchas cosas pero básicamente es porque en el mundo físico, en ese sitio se ha cargado con mucha energía negativa u oscura.
Pax la miró con curiosidad mientras que Meave simplemente mantenía la mirada al frente, quería preguntar más pero la expresión de la chica decía que no diría mucho más.
-Y como sabrás, nosotros los onironautas somos quienes se lo toman seriamente y nos encargamos de estos trabajos- Meave le mostró una cara amable al terminar su frase en un esfuerzo de parecer más simpática.
Pax respondió a la sonrisa de la misma manera pero aún tenía varías dudas que hicieron que se ensimismara tanto que no se dió cuenta cuando ya habían llegado sino es porque Meave la sostuvo de la mano.
-Ya hemos llegado- Dijo Meave mientras la soltaba para descender.
Pax también observó hacia abajo, donde estaba una gran casa, de un estilo rústico y vetusto, exhibía una mezcla de madera oscura, piedra gris y amplios ventanales que luchaban por iluminar su interior. Sin embargo, no era la arquitectura lo que más la impresionaba, sino la atmósfera que emanaba: un aura pesada, deprimente aún a la lejanía y opresiva que parecía colgar en el aire como una niebla espesa.
En cuanto bajaron, vieron a un chico fuera de la casa y no fue hasta que recién se acercaron fue que lo notaron pero no porque el chico se escondiera o tuviera poca presencia, de hecho al contrario, su presencia era fuerte, es solo que fue opacada por la de la gran casa y junto a éste chico ya estaba Leon.
-Así que, ¿esta es la casa de la que se hablaba?- preguntó Leon mientras se iba acercando por detrás.
- si, la cantidad de energía negativa aquí reunida es impresionante, ¿no lo crees?
-¡hey! tu aceptaste el trabajo, no te estarás acobardando.. ¿o si?- grito Meave mientras sostenía una gran sonrisa.
La chica disfrutaba la incomodidad del chico y Leon quien estaba a su lado estaba sonriendo también le puso una mano en la espalda
-Vamos, ya estamos aquí, ve a despertar a la más lúcida, te cubrimos la espalda.
La duda se había apoderado por completo de la mente del chico, pero la necesidad de seguir adelante era más fuerte, así que se adentró en la penumbra. Pax lo perdió de vista y, tras unos instantes de incertidumbre, León señaló hacia una ventana. Allí estaba el chico, inclinado sobre una mujer dormida. Su mano se posó sobre ella, y en un abrir y cerrar de ojos, ambos habían desaparecido. Al instante, la mujer despertó, sus ojos llenos de confusión ante el extraño suceso.
-Hola, soy Ariel y somos a los que...
León interrumpió a Ariel adelantándose junto a la chica recién lúcida.- Espera, algo está mal...
La confundida chica miro a Leon un momento, poco después volteo a ver hacia su casa y pareció asustarse ya que sus hombros se tensaron y dió unos pasos hacia atrás tratando de cubrirse con Leon y Ariel.
- a-ahi están de vuelta..- dijo la chica tímidamente.
-Que pasá, Leon?- Preguntó la chica pelirroja al ver a Leon con el ceño fruncido.
Pax había dejado de prestar atención a Ariel y ahora estaba con la mirada fija al frente y no lo había visto antes, pero ahora, con una atención casi dolorosa, distinguía múltiples figuras. No eran personas pero unas tenían rostros grotescos, otras eran simplemente formas amorfas que se retorcían y se contorsionaban pero con ojos que se iluminaban como brasas en la oscuridad, siluetas oscuras, entes que parecían surgir de las sombras. Uno, corpulento y casi amorfo, se movía con lentitud; otro, esbelto y alargado, se deslizaba con una gracia inquietante. Y había más, muchos más, asomándose desde las esquinas, desde los árboles, desde cualquier recoveco. Eran como sombras hechas realidad, sus formas fluctuantes y amorfas.
Ariel, junto a ella, parecía a punto de desmoronarse. El sudor resbalaba por su frente, manchando su camisa, y sus ojos reflejaban un miedo atávico. Pax, sin embargo, sentía una extraña atracción. Era como si esas sombras la llamaran, la invitaran a adentrarse en un mundo desconocido. Se acercó un paso, luego otro, embelesada por la danza macabra de aquellas criaturas.
-La mitad de ella donde esta...-susurró Leon al mirar a la ventana y ver el cuerpo de la chica aún allá y en la periferia de su vista notó a Pax -¡¡NO TE ACERQUES!!
Meave reaccionó al grito de Leon y agarró a Pax del brazo con fuerza, sus ojos llenos de preocupación. -Pax, ¡no!- La jaló hacia atrás, alejándola de las sombras que las llamaban. -Sé que sientes esa atracción, pero es peligrosa. Te arrastrará a lugares oscuros.
-Es como un imán. Te atrae hacia lo desconocido, hacia lo prohibido, a veces te teletransporta ahí, como una pesadilla. Y una vez que estás ahí, es difícil escapar.- Sus ojos recorrieron las sombras, como si estuviera advirtiendo de un peligro inminente. -Pueden tomar cualquier forma, cualquier voz. Pueden hacerse pasar por tus seres queridos, manipular tus emociones.- reprendio Leon con un tono severo.
Pax se quedó mirando fijamente a León, su mente divagando y dudando de las palabras de él, la mente inundada de preguntas. ¿Eran tan peligrosos como decía León? ¿Acaso esas sombras eran las responsables de sus peores pesadillas? ¿Y si podía verse atrapada en ese mundo oscuro? El miedo se arraigó en su interior, mezclándose con una extraña fascinación. Pero antes de que pudiera profundizar en sus pensamientos, la voz de León la sacó de su ensimismamiento.
-Solo la mitad de ella está con nosotros, puede ser que esos entes estén usando a la mas lucida, para poder manifestarse en el mundo fisico o...
Un grito desgarrador interrumpio a Leon y todos se sobresaltaron, sus corazones latiendo a mil por hora. León fue el primero en reaccionar. En un abrir y cerrar de ojos, un abismo se había abierto en el suelo, tragándose a la chica. Con una agilidad sorprendente, León se lanzó hacia adelante, sus manos rozando el borde del agujero, pero fue demasiado tarde. La chica había desaparecido, arrastrada por una fuerza oscura e invisible.
-Mierda!!-dijo Ariel estirando el brazo al aire al tampoco poder alcanzarla.
-No la van a querer soltar-habló Meave con un aspecto sombrío.
-¡En su cuarto, ahí estaba la otra parte!- exclamó León, su voz cargada de urgencia.
El rostro de Meave se volvió pálido y antes de que pudiera reaccionar, León se había desvanecido, dejando tras de sí una estela de energía que vibraba en el aire, reapareciendo al instante frente a la ventana del cuarto. Con un movimiento rápido como un rayo movio su brazo al frente y con un destello blanco, la ventana se rompio en miles de pedazos permitiendo tomar a la chica por el cuello de la camisa y la lanzó por los aires haciendo que soltara un leve gemido por la impresion. Meave, con un grito ahogado, extendió sus manos, y de sus dedos brotaron hilos como seda roja que se desplegaron en el aire, envolviendo a la chica en un capullo protector. Los hilos vibraba con una rojiza luz tenue.
-Ariel, una barrera!- el grito de Meave había sacado a Ariel de su trance para reaccionar rápidamente y juntar sus manos, dando un aplauso, para que inmediatamente una luz empezara a emanar de sus manos.
-¿¡que está pasando..!?- preguntó Pax con un tono apresurado.
-Ariel, ¿puedes contactar a Coralie?- dijo apresuradamente Meave, ignorando la pregunta de Pax.
-No puedo tan cerca, la energía de aquí corta mi vínculo.
-Entonces ve a donde puedas, nosotros nos encargamos.
-¿Qué hay de ellas?- preguntó Ariel antes de marcharse.
-Crea una barrera para la chica, Pax despertará.
Un escalofrío recorrió la espalda de Pax y la chica de la casa, a su lado, temblaba incontrolablemente pero vieron como alrededor de ellas, un especie de energía color verde translúcida las empezó a cubrir. -Tranquilas, no salgan de este cubo y yo me encargaré de que no les pase nada. Pax, necesito que te vayas, despierta.- Mencionó Meave de la forma mas tranquilizadora que pudo, porque si bien confiaba en Leon, no podía arriesgarse a que les pasara algo a ninguna de las dos. Entretanto, Ariel ya se había adelantado.
-s-si, solo necesito concentrarme- Pax cerró los ojos con fuerza, con la esperanza de poder hacerlo más rápido, se concentró, intentando ignorar la creciente inquietud. De repente, una explosión sacudió el aire, enviando una onda expansiva que las hizo tambalear. Cuando el polvo comenzó a disiparse, Pax entrecerró los ojos, tratando de distinguir alguna forma a través del polvo. Tostía y con un sabor metálico, el aire se hacía cada vez más denso, dificultando la respiración, el polvo que picaba en la garganta y le llenaba los ojos de lágrimas. El aire estaba cargado de un olor a quemado y a tierra removida.
-Date prisa Pax!!- gritó la pelirroja mientras golpeaba un poco el cubo para llamar su atención.
-Perdona...
El polvo comenzó a asentarse lentamente, revelando un panorama desolador. La casa, antes imponente, ahora era un montón de escombros al igual que todo el sitio a su al rededor. Un fuerte impacto sacudió el cubo, era el cuerpo de Meave que se estrelló contra él. Un tentáculo negro y viscoso se había enredado en la pelirroja, tirando contra el cubo con fuerza. Pax y la chica se quedaron paralizadas del miedo al ver esa cosa atacarla y Meave, al igual que ellas, se lleno de miedo pero por algo diferente, era la sensación de encierro que se apoderó de ella, era como si una burbuja invisible las hubiera aislado del mundo exterior, cortando cualquier conexión con Ariel y con lo que ocurría más allá.
La explosión lanzó a León por los aires, girando y dando vueltas como una hoja seca en una tormenta, giró en el aire, sus ojos fijos en el tentáculo que se hundía en el cuerpo de Meave. Dos más se dirigían hacia él, serpenteando por el aire con una rapidez aterradora. Con un ágil movimiento, esquivó los ataques y se lanzó en picado, su cuerpo cortando el aire como una flecha. Al aterrizar, el impacto levantó una nube de polvo que se disipó rápidamente, revelando a León de pie sobre los restos de uno de los tentáculos aplastados bajo el peso de su cuerpo y con un movimiento rápido y preciso, agarró el tentáculo que sujetaba a Meave y, con una fuerza sobrehumana, lo partió en dos.
-Woah...
Exclamó Pax, su voz llena de asombro al ver al hombre de pie frente a ella, parecía haber salido victorioso de la batalla. Sin embargo, un grito desgarrador resonó desde los escombros de la casa, haciéndola temblar y el sonido vibró en lo más profundo de León, paralizándolo, el hombre luchó por moverse, pero un puño lo alcanzó, enviándolo al suelo. -mierda- murmuró, intentando girar pero aquello que lo derribó, apretó el ataque, haciendo que el suelo bajo él se rompiera.
Meave volteó a mirar a Pax con preocupación pero rápidamente cambió su expresión a una más tranquila. -Estarán bien mientras no salgan del cubo.
-estilo de Leo, Antares.- Leon recitó por lo bajo la frase antes de que sus ojos brillando con una intensidad sobrenatural. Un aura pálida comenzó a envolverlo, creciendo en intensidad hasta que su cuerpo entero se iluminó como una estrella. La luz se extendió por el suelo, creando un círculo brillante que cegaba al ente negro azabache y bajo esa luz el ente negro se retorció bajo la luz cegadora, emitiendo un chillido agudo. León, convertido en un faro de esperanza, se lanzó al ataque aprovechando la vulnerabilidad, sus movimientos fluidos y elegantes. La luz lo envolvía como una armadura, protegiéndolo de los ataques de las criaturas. Con cada golpe, la luz se intensificaba, debilitando a los entes hasta reducirlos a cenizas. De esta manera se pudo acercar hasta las chicas.
-No puedo sentir nada de afuera, ni siquiera a Ariel.- hablo para si misma la chica pelirroja.
-Tampoco puedo despertar...
-esto se ha vuelto peligroso, tenemos que acabarlo ahora Meave- hablaba Leon mientras salía de la explosión de luz pálida que había hecho hasta llegar junto a la chica pelirroja.
-¿Antares no será suficiente?
-Esa cosa está a punto de convertirse en un ser del bajo astral, si tomaba un día más energía de la familia, la perderíamos y eso se convertiría.- Explicó Leon mientras se acomodaba la chamarra y se ponía en guardia al lado de Meave.
El ente negro, que había sido herido de gravedad, se retorcía en el suelo, absorbiendo la esencia de los otros entes caídos. Sus heridas se cerraban ante sus ojos, y su forma se volvía más poderosa y amenazante. Pax y la chica sintieron un nudo en el estómago al presenciar semejante acto de canibalismo. El ente, ahora más grande y poderoso, se alzó, su forma distorsionada y amenazante y ahora no solo tenían que enfrentarse a un enemigo, sino a uno que se volvía más fuerte con cada segundo que pasaba.
-Ay mierda, eso no lo vi venir.- dijo Leon con cara sorprendida mientras dirigía la mirada a Meave. -¿Está comiéndose a los otros para robar su energía...?- mencionó Meave de forma incrédula, devolviéndole la mirada.
León se lanzó contra el ente, su figura envuelta en una aura de luz. Los otros entes, alertados por su movimiento, se abalanzaron y Meave, con una agilidad sorprendente, esquivó los ataques y se unió a la lucha. Los gritos resonaban y el polvo se levantaba en el aire. El ente, mientras tanto, se deslizaba por las sombras, absorbiendo la energía de los otros entes caídos. León, sintiendo la creciente amenaza, rugió y redobló sus esfuerzos. Sabía que si no detenían al ente ahora, sería demasiado tarde.
"¿Se están sacrificando?", pensó Meave, el sudor resbalando por su frente. Con un movimiento rápido, juntó sus manos y las separó de golpe, -¡Estilo de sangre!- proclamó. Sus venas pulsando con una energía invocó una espada carmesí. La hoja carmesí brilló intensamente bajo la luz tenue, cortando el aire y al ente que la atacaba con un silbido amenazador. Luego con una sonora exhalación se lanzó hacia los entes, dejando a su paso un rastro de destrucción.
"Quiero ayudar", pensó Pax, su corazón latiendo con fuerza, aunque veía que rápidamente se estaban abriendo paso y que Leon estaba cerca de alcanzarlo, pero pronto se percató que Leon se estaba tambaleando. Recordó las palabras de su mentor: "La transformación o aparición de un ser del bajo astral distorsiona tus sentidos, te hace perder el equilibrio y, a la mayoría de los onironautas, los fuerza a salir del mundo astral".
"No tiene sentido, ¿cómo es que se transformó tan rápido? la transformación ha sido demasiado rápida, demasiado completa. No, no fue eso, desde que llegamos ya lo era pero no había iniciado su metamorfosis.", Leon analizaba lo que pasaba mientras se sostenía sobre una rodilla en el suelo, por otro lado, los nervios de Meave se elevaron al ver a Leon arrodillado. Sin dudarlo, la pelirroja voló hasta tener una buena visión y altura, tomó una postura firme, concentrando su energía en sus manos. Levantó uno de sus brazos, apuntando directamente al corazón del ente, mientras que el otro se extendía hacia atrás, como si estuviera dibujando un arco invisible en el aire. En la punta de sus dedos que apuntaban al ente, una esfera de energía roja emano de ella y comenzó a formarse, pulsando con una fuerza creciente. Meave lanzó la esfera, que se transformó en una flecha carmesí al salir disparada. La flecha atravesó el aire con una velocidad increíble, dejando a su paso un rastro de luz carmesí.
Pax, junto con la chica de la casa seguían observando la batalla desde el cubo, pensaron que justo con ese último ataque acabaría todo pero en un abrir y cerrar de ojos, vieron a aquel ser completamente cambiado, ya no solo era una sombra sin forma, ahora se reconocía un cuerpo, su piel, de un color negro azabache, surcada por venas que brillaban como gusanos luminosos, una columna vertebral que se curvaba de forma antinatural y , parecía estar hecha de un material viscoso que goteaba una sustancia negra y reluciente. Ojos abismales, tan grandes y vacíos, brillaban con una luz interna que parecía devorar la oscuridad. Sus extremidades, largas y desproporcionadas, terminaban en garras afiladas como cuchillas. Una boca desdentada, una hendidura que se extendía de oreja a oreja, se abría en un rugido sordo que sacudía el aire pero eso no era lo mas grave, ya que ese ser se encontraba ahora a escasos centímetros de Meave. -¡No!- exclamó la chica junto a Pax, golpeando el cubo con fuerza.
Meave apenas pudo ver lo rápido que se había movido el ser y al haberla sorprendida con la guardia baja, simplemente pensó que no podría evitar el golpe y solo cerró los ojos con fuerza esperando el golpe pero eso nunca sucedió, en cambio, cuando los abrió estaba en un lugar completamente diferente, ahora en el suelo destruido.
¿Pero qué ha...? -Se preguntó Meave pero rápidamente se dio cuenta -¡LA TÉCNICA DE LEON!!
En cuanto se dió cuenta de ello, la pelirroja giró la cabeza hacia arriba rápidamente, Meave dirigió la mirada hacia dónde estaba antes y Leon se encontraba ahí, sosteniendo al ser de ambos brazos y también estaba con su pie en el torso del ser para alejarlo. El chico observó al ser con un ceño fruncido y, rápidamente dirigió su mirada hacia Pax, que lo miraba con una mirada expectante...
Hace más de un año.
Leon clavó su mirada en la chica rubia, sus ojos ámbar solo denotaban seriedad. El ceño fruncido solo lo acentuaba más, así como su mandíbula tensa. Ella, a su vez, lo observaba con una mezcla de incertidumbre y aprehensión; sus ojos, grandes y de un cafe intenso, parecían reflejar la incertidumbre que la embargaba; sus mejillas, ligeramente sonrosadas, delataban su nerviosismo. Tragó saliva con dificultad, el sonido seco de sus siguientes palabras resonaron en el aire cargado de tensión con un tono rasposo. -Pero yo no quiero que te vay...- comenzó a decir, pero su voz se apagó al sentir la intensa mirada de Leon clavada en ella.
—No— Leon espetó las palabras con un desprecio que heló la sangre a la chica. Su mirada, gélida y acusadora, la clavó en su lugar. -¿Por qué te importa ahora?-, escupió, la amargura rebosando en cada sílaba. -Te debió importar cuando estuviste con él- La chica se encogió ante sus palabras, la culpa y el dolor brillando en sus ojos. -Así no pasó-, murmuró en defensa propia, pero su voz aún con ese tono rasposo, era débil y temblorosa.
León recorrió con la mirada los cuadros que adornaban las paredes. Cada uno era un pedazo de su pasado, un recuerdo de los viajes que había compartido con ella. Sus ojos se posaron en una fotografía de ellos en la playa, sus rostros iluminados por el sol, sus sonrisas radiantes. Allí estaba París, con su Torre Eiffel iluminada; Roma, Venecia, con sus canales románticos. Cada imagen era una puñalada en su corazón, un recordatorio de lo que habían sido y de lo que habían perdido. Suspiró, un sonido profundo y doloroso que resonó en la habitación.
Su mirada se desplazó hacia la sala, un desorden que hablaba de una vida compartida. Ropa amontonada en los sillones, una taza de café olvidada sobre la mesita, eran vestigios de una rutina que ya no existía. Sus ojos se posaron en un libro abierto sobre el sofá, marcado con un post-it en una página que ambos habían leído juntos. Volvió la mirada hacia la chica mientras que él se quedó inmóvil en el umbral, quien lo observaba con una mezcla de esperanza y temor.
—regresaré por mis cosas después— dijo él con la voz ronca, como si cada palabra le costara un esfuerzo, así que solo se limitó levantar la mochila que tenía en el piso. Pax observó cómo se alejaba, levantó una mano temblorosa, como si quisiera alcanzarlo, pero se quedó quieta, paralizada por la incertidumbre. Sus labios se movieron, intentando formar palabras pero un nudo se formó en su garganta, impidiéndole pronunciar una sola palabra. Se quedó allí, inmóvil, atrapada en ese momento de despedida y de pronto la habitación se sintió enorme, vacía.