—Ella ni siquiera me avisó y me dio un puñetazo directo en la mandíbula —el golpe fue tan fuerte que perdí el equilibrio y caí de lado al suelo. No me dio tiempo y de nuevo lanzó un puñetazo a mi cara, y ahora estaba completamente en el suelo, desparramado como una estrella de mar—. Ella se puso encima de mí y comenzó a lanzar puñetazos uno tras otro... {tío, creo que tiene algunos problemas serios con mi cara}... Acepté esos dos primeros puñetazos pero luego bloqueé cada golpe protegiéndome con los antebrazos. Recibí algunos puñetazos más para estimar su velocidad. Después de unos segundos, en cuanto lanzó otro puñetazo, agarré su muñeca derecha. Sabía que se daba cuenta de cuál era mi estrategia, pero su velocidad era tan rápida que ya sabía que no podía detener su otra mano.