Estacioné el coche a un lado y me giré hacia atrás. —Dime exactamente qué pasó —él presionó el puente de su nariz con irritación.
Abrió la puerta y salió del coche; también abrí mi puerta para seguirlo, pero lo encontré ya inclinado exactamente a la altura de mi rostro. Todas las cosas que daban vueltas en mi mente desaparecieron, y todo en lo que podía pensar era en su rostro que estaba a centímetros del mío. Ninguno de nosotros dijo nada, durante no sé cuánto tiempo. Constantemente nos mirábamos, y lentamente, sus ojos pasaron de mis ojos a mi nariz y se detuvieron en mis labios. Estaba tan nerviosa que podía escuchar mi corazón latiendo fuerte y claro.
—Muévete... Puedo ver sus labios moverse, pero mi cerebro es incapaz de procesar ningún sonido o imagen. Lo único que sabía era que si él se acercaba incluso una pulgada más, la poca distancia entre nuestros labios también desaparecería. Él levantó su mano y tomó mi mejilla... {¿Va a besarme? ¿Quiero eso? ¿No lo quiero?}.
