Había muchas preguntas que surgieron en mi interior a las que escasamente tenía respuestas. Lo que más llamó mi atención fue lo que tenía delante.
[Notificación del sistema]
- [Misión]
*Participa en el examen de ingreso de NOVA academy
[Compensación: ¿?]
[Fracaso: pérdida del sistema]
Una ventana azul translúcida flotaba frente a mí, eché un vistazo a lo que parece ser una ventana de misiones y leí cuidadosamente.
¿Ir o fugarme? Esa es la cuestión…
Hay muchos problemas en asistir, pero así como las desventajas también abundan las oportunidades. Una de las mayores ventajas es que el credencial de NOVA academy funciona como licencia de cazador o mercenario, y eso en un mundo donde los monstruos y el peligro abundan. "Es una mina de oro" que te permite entrar en mazmorras y cazar monstruos para aumentar mis estadísticas, pero claro, está limitado a mazmorras de bajo nivel.
Aunque también podría ser mercenario, pero no es eficiente. Por otro lado, en ningún momento pensé en llevar una vida ordinaria. Más adelante, el mundo se va al diablo y es mejor tener habilidades para defenderse que esperar una ayuda que puede nunca venir. Luego de aclarar mis pensamientos, tomé una decisión.
Leviatán magnético, una carroza de acero de estructura alargada y fluida con bordes suaves y curvados para reducir la resistencia al viento, flotaba majestuosamente sobre las vías. Esta obra maestra compuesta de ingeniería mágica es un transporte muy común, utilizado en este mundo para realizar viajes en el menor tiempo posible. En términos de mi mundo anterior, sería algo similar a un tren maglev.
"Es una lástima", comentó el anciano frente a mí, con la mirada fija en la computadora. "Se prefirió la eficiencia sobre la belleza del paisaje, sacrificaron la armonía visual en aras de un progreso funcional."
"¡marido, marido!
"¡Ay, cariño! Cuando vengas de viaje, no te pases todo el día pegado a esa maldita pantalla."
"¡Bah, no exageres, mujer! Solo estoy echando un vistazo a las noticias. Ya te haré caso cuando lleguemos".
La anciana lo miró fijamente, con una mirada tan firme como su carácter. Le quitó las gafas de lectura con un gesto rápido y, con voz decidida, le dijo: "No sigas evadiendo las cosas, viejo. Ya tendrás tiempo para esas noticias, pero ahora me escuchas a mí".
Una leve sonrisa se asomó en la comisura de la boca del anciano, como si aceptara en silencio que, a su manera, ella siempre lograba tener la última palabra.
Miré desconcertado a la tranquila pareja de ancianos que disfrutaban su viaje en tren, con una atmósfera sacada directamente de una película romántica. Por un momento, las preocupaciones se escaparon de mi mente, dejando atrás solo esta feliz escena.
¡Tring!
-[Misión]
*Sobrevivir
[Compensación: rasgo aleatorio]
Con un ligero y agobiante sonido de notificación, la [misión del sistema] apareció ante mí. Mi corazón latía a mil por hora. Miré la ventana de misión con los ojos desorbitados: "¿Sobrevivir?" ¡¿Sobrevivir?! Confundido, mis manos temblaron mientras miraba a mi alrededor, tratando de entender qué estaba pasando. El aire estaba denso, y mi mente no dejaba de dar vueltas, ¿esto es una broma? Ni siquiera llevo tres días en este mundo y ya voy a morir. El miedo nuevamente invadió mi mente.
La anciana que estaba discutiendo con su marido me miró como si sintiera mi mirada.
"Disculpa… joven, por lo que veo parece que no te sientes bien. Tengo algunos medicamentos en mi bolsa, ¿te gustaría tomar uno?"
"¡Mmm! Puedes tomarlo, niño. A veces está bien recibir un poco de ayuda. ¿De qué sirve que un joven sea más problemático que un anciano?"
La anciana sonrió cálidamente y me ofreció el medicamento, y el anciano, que claramente se preocupaba por mi salud, aunque fingía no hacerlo.
Fue un pequeño pero desinteresado acto de bondad que me ablandó un poco el corazón, aunque segundos después retomé la compostura y miré fijamente la botella de vidrio.
Quizás al notar mi duda, la anciana agitó la mano suavemente.
"Si te sientes incómodo, puedes rechazarlo. Cuando era joven, tampoco aceptaba regalos de extraños".
En silencio, extendí mi mano.
"Gracias…" La anciana puso gentilmente la botella sobre mi mano.
Luego analicé lentamente el contenido de la misión, y mis ojos comenzaron a volverse cada vez más diferentes, un poco más agudos, porque aunque a primera vista parece un simple mensaje, esconde mucha información. Funciona como sensor para detectar amenazas, lo que indica que algo sucederá en los próximos minutos, además de que se pueden adquirir características.
De esta manera, podré acortar en un instante la ruta que había pensado para sobrevivir.
Aunque jugar con mi vida es un gran precio, las recompensas también son muy grandes.
¡Thum…!
El tren se detuvo de golpe, provocando que los pasajeros se sobresaltaran y algunos incluso perdieran el equilibrio. Dos hombres fuertemente armados, con rostros cubiertos y miradas intimidantes, descendieron del vagón contiguo. Sin mediar palabra, apuntaron sus armas automáticas hacia la multitud, provocando un pánico generalizado.
Los gritos de miedo y desesperación inundaron el lugar, mientras algunos pasajeros se lanzaban al suelo buscando protección. Uno de los asaltantes, con voz grave y autoritaria, se acercó a la anciana sentada cerca de mí y la agarró bruscamente del brazo, colocando el cañón de su pistola contra su sien. "¡Silencio o le vuelo la cabeza!", gritó, provocando que la pobre mujer temblara aterrorizada.
El silencio se apoderó del vagón, roto únicamente por los sollozos ahogados de la anciana. Su esposo, aterrorizado, permaneció inmóvil, con la mirada perdida, sin atreverse a hacer el menor movimiento. Lentamente, intentó acercarse a los asaltantes, levantando las manos en señal de rendición, y comenzó a balbucear unas palabras en un intento desesperado por negociar.
El mercenario sonrió con desprecio, miró al anciano con una mueca de desdén y, sin mediar palabra, apretó el gatillo.
¡Bang!
Un fuerte estruendo sacudió el vagón por un momento. En cámara lenta, vi cómo el cuerpo frágil de la anciana se desplomaba al suelo, como si la vida se le hubiera escapado en ese preciso instante. El sonido del impacto fue ahogado por el murmullo generalizado de los pasajeros, que, aterrados, miraban la escena. Sus ojos, abiertos con una expresión de sorpresa y miedo, comenzaron a perder lentamente el brillo. En ese momento, la luz se desvaneció de su mirada, y su rostro, antes lleno de vida, se tornó en una máscara de quietud y silencio. El vagón, que minutos antes había sido un lugar de bullicio, lo adornó un silencio sepulcral.