"Los dioses nunca fueron nuestros salvadores; ellos fueron nuestros carceleros."
La última pieza del tablero cayó. La humanidad estaba perdida. Las carcajadas de los dioses resonaron como un trueno en el vacío mientras las llamas consumían el mundo. El cielo se tiñó de negro, y la tierra, quebrada y sangrante, se tragó los restos de lo que una vez fue un planeta vibrante.
Kael, herido y tambaleante, contempló la escena con una mezcla de rabia y desesperación. A su alrededor, los cuerpos de sus camaradas formaban montones deformes, consumidos por monstruos imposibles y por las máquinas de guerra divinas. Alzó la vista hacia las imponentes figuras que flotaban sobre el campo de batalla. No eran salvadores, ni protectores. Eran apostadores satisfechos.
—Los humanos no eran rivales para mis monstruos —dijo uno de ellos, un ser envuelto en un halo de fuego ardiente, con una sonrisa arrogante. —Ni para mis guerreros elegidos —respondió otro, mientras movía una pieza en un tablero de ajedrez dorado que flotaba entre ellos.
Kael apretó los puños, impotente, mientras su visión comenzaba a oscurecerse. No quedaba nada por lo que luchar. El mundo estaba condenado. Cerró los ojos, dejando que el dolor se desvaneciera, pero su mente no se apagó. Una chispa de resistencia seguía viva en su interior.
Entonces, una voz irrumpió en el vacío. No era la de un dios, ni la de un humano. Era fría, mecánica, y resonaba en su mente como el eco de una campanada distante:
—Activando el Sistema de la Rebelión. Usuario identificado: Kael. Propósito: subvertir el dominio divino. —
El dolor desapareció. El vacío se transformó en luz, y el calor abrasador fue reemplazado por una brisa fresca. Abrió los ojos y, para su sorpresa, el paisaje frente a él era familiar, pero diferente. El caos y la destrucción habían desaparecido. Estaba en Zetheria, su tierra natal, pero el mundo estaba intacto. El cielo azul se extendía sobre colinas verdes, y las risas de los aldeanos resonaban a lo lejos.
—¿Cómo…? —murmuró, confundido. Entonces, su mente se llenó de información mientras una pantalla invisible se desplegaba frente a él.
[Sistema de la Rebelión activado]
Nivel: 1Habilidad desbloqueada: "Rompe-cadenas".Misión principal: Derrocar el dominio de los dioses.Tiempo hasta el Ascenso de los Dioses: 15 años.
Kael dejó escapar una risa amarga. Había regresado al pasado, antes de que los dioses desencadenaran su cruel juego. Esta vez, tenía una oportunidad de cambiar el destino de la humanidad. Pero no sería fácil. Los dioses seguían siendo poderosos, y sus apóstoles y monstruos pronto comenzarían a aparecer. Sin embargo, ahora tenía una herramienta que los dioses no habían previsto.
—Esta vez, no seré una pieza en su tablero —dijo, apretando los puños. —Esta vez, yo moveré las piezas.
La primera elección
Kael comenzó a explorar los alrededores de Zetheria, buscando respuestas sobre el "Sistema de la Rebelión". La pantalla seguía desplegada frente a él, mostrando una lista de opciones:
[Misión secundaria desbloqueada: Recupera tu fuerza perdida.]
Encuentra la Espada de las Cadenas Rota.Reúne un grupo de aliados.
Sabía que no podía enfrentarse a los dioses solo. Recordaba cómo sus antiguos camaradas habían caído en el futuro. Necesitaba aliados, pero también necesitaba poder. La "Espada de las Cadenas Rota" había sido un arma legendaria, destruida por los dioses para evitar que los humanos tuvieran un medio de resistir. Si podía encontrar sus fragmentos, podría comenzar a nivelar el terreno de juego.
Se dirigió al bosque cercano, donde, según sus recuerdos, estaba escondido el primer fragmento. A medida que avanzaba, el sistema le proporcionaba información sobre las criaturas cercanas.
[Alerta: Se detectan "bestias esclavizadas" en las cercanías.]
Tipo: Lobo espectral.Nivel: 3.
Kael no tenía armas ni habilidades ofensivas más allá de "Rompe-cadenas", que permitía debilitar las ataduras mágicas que los dioses usaban para controlar a sus creaciones. Debía ser cuidadoso.
El primer combate
Los lobos espectrales lo rodearon, sus ojos brillando con una luz sobrenatural. Kael sintió un nudo en el estómago, pero también algo más: determinación. Activó "Rompe-cadenas", y una energía oscura surgía de su mano, extendiéndose hacia las criaturas.
—Si quieren luchar, que sea bajo su propia voluntad —gruñó.
Los lobos se detuvieron por un momento, tambaleándose mientras las cadenas invisibles que los controlaban se rompían. Dos huyeron al instante, mientras que el más grande, ahora libre, se acercó a Kael con cautela. No era hostil; estaba agradecido.
[Misión secundaria completada: Liberar a una criatura esclavizada.]
Recompensa: Compañero desbloqueado.
Kael sonrió mientras acariciaba la cabeza del lobo.
—Te llamaré Umbra. Juntos, comenzaremos la rebelión.
Un nuevo comienzo
Con Umbra a su lado, Kael continuó su camino hacia el fragmento de la espada. Cada paso lo acercaba más a su objetivo, pero también a la atención de los dioses. Sabía que no pasaría mucho tiempo antes de que se dieran cuenta de su presencia.
Miró al cielo, donde las nubes comenzaban a oscurecerse, y juró para sí mismo:
—Esta vez, no ganarán. Esta vez, el tablero será mío.
[Fin del Capítulo 0]