El sol brillaba sobre la Academia de Eryndor mientras los estudiantes se reunían en grupos, ansiosos por el primer día de clases en el nivel de preparatoria. Entre ellos, caminaba Aelynn Draythorn, ahora con su uniforme perfectamente ajustado, irradiando una mezcla de elegancia y determinación que captaba la atención de todos.
A medida que avanzaba, escuchaba susurros a su alrededor.
—¿Es la señorita Draythorn? Es increíblemente hermosa.
—Dicen que es una Aetherblade, ¡una clase heroica!
Aelynn estaba acostumbrada a las miradas y comentarios, pero eso no significaba que no le resultara incómodo. Aceleró el paso hasta llegar a un rincón más tranquilo del patio, donde divisó a Kayle y Ragna. Kayle saludó con su habitual serenidad, mientras que Ragna, al verla, se puso completamente nervioso.
—¡A-Aelynn! —balbuceó, sonrojado, mientras buscaba las palabras adecuadas—. ¡Estás… estás… increíblemente hermosa hoy!
Kayle le lanzó una mirada exasperada y le dio un golpe en el hombro.
—Deja de actuar como un idiota, Ragna. Es su primer día de clases, no una coronación.
Aelynn no pudo evitar reír ante la escena.
—Gracias, Ragna. Y Kayle, como siempre, gracias por mantener todo bajo control.
La conversación tomó un tono más emotivo, con Kayle asegurándole que siempre estarían ahí para ella.
Caminando hacia el tablón de anuncios Los tres amigos se dirigieron hacia el tablón de anuncios donde estaban las listas de clases. Kayle fue la primera en encontrar sus nombres y dejó escapar una sonrisa.
—Bueno, esto sí que es una sorpresa. Parece que los tres estamos en el mismo salón.
—¡¿Qué?! —exclamó Ragna, mirando la lista con ojos brillantes—. ¡Espera, eso significa que estaré en la misma clase que Aelynn todo el año! ¡Es el destino!
Kayle rodó los ojos.
—Ragna, relájate antes de que alguien llame al servicio médico porque te dé un infarto de felicidad.
Sin embargo, la expresión de Aelynn cambió drásticamente cuando vio otro nombre en la lista: Darel Evroth. Sus manos se tensaron y su mirada se endureció.
—¿Qué ocurre, Aelynn? —preguntó Kayle, notando su cambio de humor.
—Darel… —respondió ella, su tono cargado de resentimiento—. Ese miserable también estará en nuestra clase.
Ragna se adelantó, cruzándose de brazos con una expresión seria, intentando parecer más confiado de lo que realmente estaba.
—No te preocupes, Aelynn. Si ese idiota intenta algo, lo haré morder el polvo.
Kayle soltó una risa irónica, girándose para mirarlo con una ceja alzada.
—¿Lo dices enserio, Ragna? Porque la última vez que intentaste algo similar, terminaste con un yeso en el brazo, ¿recuerdas?
El rostro de Ragna enrojeció al instante. Se rascó la nuca, buscando desesperadamente una excusa.
—¡Eso fue diferente! —protestó, levantando las manos en un gesto defensivo—. ¡Fue una táctica de distracción! Quería que el enemigo bajara la guardia mientras yo… eh… evaluaba su estrategia.
Kayle lo miró con incredulidad, mientras Aelynn reprimía una risa detrás de su mano.
—Claro, Ragna. ¿Y el yeso era parte de la táctica también? —añadió Kayle, con una sonrisa burlona.
Ragna infló el pecho, tratando de recuperar algo de dignidad.
—¡Exactamente! ¿Quién más se sacrificaría de esa manera por el equipo? —dijo con un tono grandilocuente, aunque el leve tartamudeo traicionaba su nerviosismo.
Aelynn, incapaz de contenerse más, dejó escapar una suave carcajada.
—Gracias, Ragna. De verdad, aprecio tus… esfuerzos tácticos.
Ragna se ruborizó aún más, pero una pequeña sonrisa de orgullo se asomó en su rostro.
Mientras caminaban hacia su salón, el destino les jugó una mala pasada. En un pasillo lleno de estudiantes, se encontraron cara a cara con Darel Evroth. Él los miró con su habitual aire de confianza, pero cuando sus ojos se encontraron con los de Aelynn, su expresión cambió.
—Aelynn… ha pasado tiempo. —Su tono no era burlón como antes, sino sorprendentemente respetuoso.
—Darel —respondió ella con frialdad, sin ocultar su resentimiento.
Darel continuó:
—Siempre has sido impresionante, y lo sigues siendo. Siento lo que ocurrió con Alexxt. Fue una tragedia… realmente lamento lo que pasó. Cuando dejaste de venir a la academia, pensé que no regresarías. Pero luego volviste, te pusiste al día en meses y lograste graduarte con honores. Fue algo… admirable.
Aelynn cruzó los brazos, tensando los labios antes de responder:
—No necesito tu admiración, Darel. Tampoco tus disculpas.
Darel suspiró, pero mantuvo su compostura.
—Lo entiendo, y sé que no hay forma de borrar el pasado. Sin embargo, hay algo que quiero proponerte.
Se inclinó ligeramente hacia Aelynn, sus palabras cuidadosamente medidas.
—Formemos un grupo para las misiones de la academia. Tú, Kayle y yo somos rango S, los únicos en nuestro nivel. Con nuestras habilidades combinadas, seríamos invencibles. Podríamos lograr lo que nadie más.
En la Academia de Eryndor, los estudiantes de rango A y S tenían el privilegio exclusivo de aceptar misiones oficiales. Estas misiones no solo ofrecían recompensas valiosas dentro de la academia, sino también reconocimiento en todo el reino. Los rangos de los aventureros y combatientes eran una medida de sus capacidades, y estaban organizados de la siguiente manera:
Rango D: El nivel más bajo, otorgado a principiantes.
Rango C: Intermedio, común para aventureros novatos.
Rango B: Competente, asignado a quienes demostraban habilidades destacables.
Rango A: Avanzado, otorgado a combatientes experimentados con gran potencial.
Rango S: Conocido como "rango Arconte", reservado para los mejores de los mejores. Solo aquellos que sobrevivían al "Torneo de Afinidad" y destacaban en todas las pruebas podían aspirar a este rango.
Sin embargo, existía un rango aún más alto: SSR. Este rango legendario solo se otorgaba a quienes cumplían ciertos requisitos excepcionales y se alzaban como vencedores en un torneo especial.
El "Torneo de Afinidad" era la puerta de entrada al sistema de rangos. Los participantes enfrentaban desafíos de diversa índole: desde limpiar mazmorras y derrotar monstruos, hasta superar pruebas de estrategia e inteligencia. La última etapa del torneo era un combate "todos contra todos", donde solo los mejores llegaban al final. Durar más de 15 minutos en esta batalla o ser el último en pie era la clave para obtener el rango S.
Darel continuó, sus palabras cargadas de ambición.
—Seríamos imparables, Aelynn. Tú y yo como una pareja de rango S. Ningún enemigo podría vencernos.
La frialdad en los ojos de Aelynn se intensificó.
—¿Una pareja? —dijo, casi escupiendo la palabra—. De ninguna manera. Jamás formaría un equipo contigo.
Darel alzó una ceja, sorprendido, pero antes de que pudiera responder, Aelynn continuó:
—Gracias a ti, Alexxt sufrió en toda la secundaria. Lo humillaste, lo destrozaste. Si no fuera por ti, él estaría vivo ahora mismo.
El rostro de Darel se ensombreció
—Lo que le pasó a Alexxt no fue mi culpa, Aelynn. Fue su afán de conseguir poder lo que lo llevó por ese camino. Se dejó corromper y.… asesinó al hermano del rey.
Las palabras de Darel encendieron una chispa de ira en los ojos de Aelynn, pero antes de que ella pudiera replicar, Ragna dio un paso adelante, furioso.
—¡Retráctate, Darel! ¡No tienes ningún derecho a hablarle así a Aelynn!
Darel esbozó una sonrisa burlona, mirando a Ragna de reojo.
—¿Tú? ¿El "gran guerrero" que apenas logró rango A? Qué curioso que, siendo el hermano mayor, tu hermana sea mucho más capaz que tú. Tal vez deberías dedicarte a tareas menos exigentes.
Ragna apretó los puños, claramente al borde de lanzarse sobre él, pero Aelynn colocó una mano en su hombro, deteniéndolo.
—No vale la pena, Ragna.
Se giró hacia Darel con una mirada llena de desprecio.
—Y para que lo sepas, ya tengo un grupo. Kayle, Ragna y yo somos más que suficientes.
Darel dejó escapar una carcajada sarcástica.
—Buena suerte con eso. Aunque deberías considerar rodearte de personas más... competentes. —Miró a Ragna con desdén y lanzó una ligera crítica hacia Kayle—. Aunque admito que Kayle tiene potencial, siempre lo ha tenido.
Kayle cruzó los brazos, imperturbable, mientras observaba a Darel.
—Gracias por tu "halago", Darel. Te aseguro que no lo necesitaba.
Darel lanzó una última mirada hacia Aelynn.
—Espero no te arrepientas de esta elección.
Con esas palabras, se dio la vuelta y desapareció entre los estudiantes, dejando a Aelynn y sus amigos con una mezcla de enojo y determinación.
El salón de clases estaba lleno de estudiantes, la mayoría emocionados por el inicio del nuevo año. En el estrado, Thariel observaba a sus alumnos con una sonrisa nostálgica. Su porte era imponente, con una túnica adornada con runas que reflejaban su experiencia como hechicero, pero su mirada era cálida, como la de un mentor que estaba orgulloso de sus pupilos.
—Veo muchas caras nuevas este año, pero también algunas conocidas —dijo, con un tono que logró captar la atención de todos. Su mirada se detuvo en Aelynn y Kayle—. Señoritas Draythorn y Silvershade, es un honor tenerlas nuevamente en mis clases.
Aelynn y Kayle sonrieron al unísono, asintiendo con respeto.
—El honor es nuestro, profesor Thariel —respondió Aelynn, con una voz serena pero llena de gratitud—. Gracias por todo lo que hizo por nosotros en el pasado.
Thariel hizo un gesto con la mano, como restándole importancia.
—Ver su progreso es la mejor recompensa. No solo lograron graduarse a pesar de las adversidades, sino que obtuvieron el rango S en el Torneo de Afinidad. Eso no es algo que se vea todos los días.
La clase estalló en murmullos, sorprendida por el comentario. Los ojos de varios estudiantes se llenaron de admiración hacia Aelynn y Kayle, quienes permanecieron tranquilas en sus lugares.
—Espero mucho de ustedes este año. No solo como estudiantes, sino como futuros pilares de Eryndor —concluyó Thariel, con un tono firme que dejó a todos en silencio, llenos de anticipación.
El salón de clases se llenó de murmullos emocionados tras las palabras de Thariel. El profesor observó a sus estudiantes con una sonrisa afable, dejando que la energía del grupo se asentara antes de alzar las manos para pedir silencio.
—Como mencioné, hay muchas caras nuevas este año, y creo que es adecuado que nos conozcamos mejor. —Hizo una pausa, evaluando las expresiones curiosas de sus alumnos—. Vamos a empezar con una presentación grupal. Les pido que se pongan de pie, digan su nombre, su rango, y su clase. Empiezo yo para darles un ejemplo.
Thariel se irguió en el estrado, su voz resonando con confianza.
—Soy Thariel Alverick, rango S, clase Wizard. Llevo más de veinte años enseñando en la Academia, y espero poder guiarles hacia su máximo potencial.
Los estudiantes aplaudieron suavemente, impresionados tanto por su rango como por su porte. Uno a uno, los alumnos comenzaron a presentarse, hasta que llegó el turno de Kayle.
Kayle se levantó con calma, ajustándose la gargantilla que llevaba en el cuello. Su postura era serena, pero su tono firme.
—Soy Kayle Silvershade, rango S, clase Wildweaver.
El salón quedó en silencio por un momento, antes de estallar en susurros sorprendidos.
—¿Una Wildweaver? —dijo una estudiante, claramente sorprendida—. ¿Esa no es una clase heroica?
—Pero su familia es conocida por ser guerreros… —comentó otro estudiante, perplejo.
—¡Es increíble! Una Wildweaver y rango S… y, además, ¡es hermosa! —añadió alguien más, provocando un ligero revuelo.
Kayle, sin inmutarse, simplemente volvió a sentarse. Aunque su tranquilidad no pasó desapercibida, en su interior apreciaba que ahora podía aceptar su clase sin preocuparse por lo que dijeran los demás.
Luego vino el turno de Ragna, quien se levantó con una energía desbordante, colocándose una mano en el pecho dramáticamente.
—¡Yo soy Ragna Silvershade! Rango A, clase Warrior. ¡El único y verdadero protector de los inocentes! —Exclamó, señalando hacia el techo como si estuviera en un escenario.
Los estudiantes estallaron en carcajadas, incluyendo algunos aplausos burlones. Kayle, por otro lado, se llevó una mano a la cara, claramente avergonzada.
Aelynn se inclinó ligeramente hacia Kayle, susurrándole con una sonrisa divertida:
—Es muy… auténtico.
Kayle bajó la mano de su rostro, murmurando con un tono seco:
—Un día de estos voy a matarlo.
Aelynn dejó escapar una risita suave antes de que Ragna volviera a sentarse, aparentemente orgulloso de su presentación.
Darel se levantó con calma, pero había un aire de superioridad en su postura. Se pasó una mano por el cabello antes de hablar.
—Soy Darel Evroth, rango S, clase Warrior. No puedo evitar sentirme honrado de estar rodeado de tanta... competencia. —Hizo una pausa deliberada, mirando a los estudiantes como si evaluara su valía—. Planeo formar un grupo pronto para las misiones, con el objetivo de alcanzar el rango SSR. Porque, como saben, el éxito no es algo que se hereda, sino algo que se gana.
Algunos estudiantes lo aplaudieron, aunque otros parecieron incómodos por su tono condescendiente. Kayle levantó una ceja mientras murmuraba a Aelynn:
—Si su ego fuera una habilidad, tendría rango SSR desde hace años.
Aelynn contuvo una risa mientras Darel volvía a sentarse.
Finalmente, llegó el turno de Aelynn. Se levantó con gracia, sus movimientos elegantes haciendo que todos en el salón guardaran silencio de inmediato. Su porte impecable capturó las miradas de todos los estudiantes, y cuando habló, su voz serena pero segura resonó en cada rincón del aula.
—Soy Aelynn Draythorn, rango S, clase Aetherblade. —Hizo una breve pausa, dejando que sus palabras calaran en los estudiantes, antes de añadir con elegancia—. Espero que este año podamos superar nuestras expectativas y demostrar que Eryndor está en buenas manos.
El salón quedó en silencio absoluto por unos segundos. Aetherblade. Una clase heroica que combinaba habilidades mágicas y marciales, conocida por su rareza y su poder. Los estudiantes comenzaron a murmurar, impresionados.
—¡Una Aetherblade! Eso es impresionante…
—Dos clases heroicas en el mismo salón, ¡es increíble!
—Eso explica por qué es rango S…
—Y es tan hermosa como poderosa…
—Definitivamente será la mejor del salón.
Kayle, al escuchar todo el revuelo, dejó escapar un ligero suspiro y, con un tono burlón, murmuró para que Aelynn la escuchara:
—Bueno, bueno, mírate. No solo arrasando con las expectativas de poder, sino también robándote toda la admiración del salón.
Aelynn, conteniendo la risa, le lanzó una mirada divertida.
—Tal vez deberías intentar robarte algo de este foco, Kayle. Podríamos compartirlo.
Kayle arqueó una ceja, sonriendo de medio lado.
—Gracias, pero prefiero mi paz. Te dejo las ovaciones a ti.
Una estudiante levantó la mano, curiosa.
—Señorita Draythorn, ¿es cierto que su familia tiene una larga tradición de héroes?
Aelynn parpadeó por un momento antes de asentir.
—Sí. Mi familia ha servido a Eryndor durante generaciones. Mi tío, Lord Kael Draythorn, lideró importantes batallas durante la invasión Voidspawn.
Antes de que la conversación pudiera continuar, otro estudiante masculino alzó la mano con una sonrisa algo tímida.
—Señorita Draythorn, por favor díganos, ¿tiene a alguien… especial?
El comentario provocó algunos suspiros y risas ahogadas entre los demás estudiantes. Sin embargo, mientras la pregunta era formulada, los ojos de Ragna se entrecerraron, mostrando una mezcla de molestia y curiosidad. En su mente, el caos reinaba.
"¿Cómo se atreven a decirle semejante tontería? ¡Es una pregunta absurda! Pero... ahora que lo mencionan, también quiero saberlo. ¿Aelynn tiene a alguien especial?"
Aelynn, sorprendida al principio por la pregunta, pronto recuperó la compostura.
—No, no tengo a nadie en ese sentido. —Hizo una breve pausa antes de continuar, su voz tornándose más melancólica, y sus ojos, habitualmente firmes, se suavizaron al mirar a la distancia—. Sin embargo, sí tuve a alguien muy especial… mi hermano Alexxt. Era todo para mí. Un modelo a seguir, alguien que siempre me cuidó. Pero lo perdí hace tres años debido a una tragedia que cambió nuestras vidas para siempre.
El salón quedó en silencio. Los estudiantes intercambiaron miradas incómodas, dándose cuenta de que habían tocado un tema sensible y doloroso.
Ragna, al escuchar la respuesta de Aelynn, sintió un alivio inesperado. Sus hombros se relajaron y en su mente se repitió una frase: "Ya veo así que no hay nadie... Solo su hermano. Alexxt debió haber sido un gran chico como para que Aelynn solo lo tenga a él, al menos eso significa que... aún tengo una oportunidad."
Thariel, al notar el ambiente, intervino con voz suave pero firme:
—Eso será suficiente por ahora. Es momento de comenzar con las clases.
Aelynn volvió a sentarse, y Kayle le dio una ligera palmadita en la espalda, un gesto que decía más que cualquier palabra. Ragna, por su parte, observó a los demás estudiantes con una mirada seria y protectora, como si les advirtiera en silencio que no volvieran a incomodar a Aelynn.
Mientras Aelynn acomodaba su uniforme y agradecía el gesto de Kayle con una leve sonrisa, Ragna se quedó mirando a su hermana y a su amiga. En su mente solo había una idea clara: "Voy a protegerte, Aelynn. Haré todo lo que esté en mi poder para devolverte esa felicidad que mereces y asegurarme de que tu sonrisa nunca desaparezca."
Después de un rato el sonido de la campana resonó por toda la academia, marcando el final de las primeras clases del día. Los estudiantes comenzaron a recoger sus pertenencias mientras hablaban entre ellos, algunos emocionados por los comentarios de los profesores, otros simplemente disfrutando el reencuentro con viejos amigos.
Thariel, que aún permanecía en el estrado, alzó la voz lo suficiente para captar la atención de todos.
—Antes de que se vayan a almorzar, quiero recordarles que esta tarde tendrán su primer combate de exhibición en el Bosque de Arcadia.
Los estudiantes intercambiaron miradas de curiosidad y emoción. Aelynn frunció el ceño ligeramente; aunque no era nueva en este tipo de actividades, no podía evitar sentir una ligera inquietud al imaginar lo que estaba por venir.
—El Bosque de Arcadia, como muchos sabrán, es un espacio creado por nuestra directora específicamente para prácticas avanzadas. Se trata de un entorno mágico lleno de desafíos: trampas, criaturas encantadas y más. El objetivo es encontrar tres runas mágicas que están ocultas dentro del bosque.
Thariel caminó hacia el centro del aula, observando a sus alumnos mientras continuaba con su explicación.
—Los estudiantes deben formar equipos de tres. Las runas están protegidas por guardianes mágicos, y el bosque no es pequeño, así que necesitarán trabajar juntos para sobrevivir y, si es necesario, enfrentarse a otros equipos para conseguirlas.
Kayle levantó una mano, rompiendo la tensión en el aula.
—Profesor, ¿qué beneficio obtendremos los vencedores? —preguntó, su tono mostrando más curiosidad que interés competitivo.
Thariel sonrió levemente.
—Una buena pregunta, señorita Silvershade. El equipo ganador recibirá un acceso prioritario a las Misiones de Excelencia, encargos especiales que ofrecen no solo reconocimiento en la academia, sino también en todo el reino. Además, estos encargos otorgan una gran cantidad de puntos que pueden usarse para avanzar en sus evaluaciones o incluso para solicitar recursos personales de la academia.
El aula estalló en murmullos emocionados. Las Misiones de Excelencia eran conocidas por ser uno de los métodos más prestigiosos para ascender en los rangos y ganar reconocimiento entre los mejores de Eryndor.
—Así que ya lo saben. Formen sus equipos durante el almuerzo, porque esta tarde deberán demostrar de qué están hechos. Nos vemos en el Pabellón de Pruebas a las dos en punto. No lleguen tarde. —Con estas palabras, Thariel se retiró del aula, dejando a los estudiantes inmersos en discusiones para formar equipos.
Aelynn, Kayle y Ragna ya tenían claro que trabajarían juntos. Mientras almorzaban, Ragna no podía contener su entusiasmo.
—¡Esto será increíble! Yo me encargo de aplastar a cualquiera que intente cruzarse en nuestro camino. ¡Confíen en mi espada! —dijo, señalando dramáticamente al aire.
Kayle rodó los ojos.
—Ragna, con ese entusiasmo es más probable que caigas en una trampa antes de que podamos hacer algo.
—¡Eso jamás pasará! —respondió él, visiblemente ofendido.
Aelynn rió suavemente.
—Tranquilo, Ragna. Tu determinación es admirable. Solo asegúrate de pensar antes de actuar.
—¡Siempre pienso antes de actuar! —exclamó Ragna, pero Kayle murmuró en voz baja:
—Claro, unos tres segundos antes, como máximo.
El grupo terminó su almuerzo entre risas y bromas antes de dirigirse al Pabellón de Pruebas.
El ambiente en el bosque era mágico y, al mismo tiempo, peligroso. Los árboles parecían moverse ligeramente, como si estuvieran vivos. Un brillo etéreo iluminaba el camino, y un leve murmullo se escuchaba en el aire, similar a un canto antiguo.
Thariel explicó las reglas básicas una vez más antes de dar inicio a la prueba. Cada equipo fue transportado a diferentes puntos del bosque mediante portales mágicos, y la búsqueda comenzó.
El equipo de Aelynn se movió con cuidado, liderado por Kayle, cuya habilidad como Wildweaver les permitió evitar varias trampas mágicas iniciales. Ragna, sin embargo, no tardó en pisar una placa oculta que activó una lluvia de dardos.
—¡¿Por qué siempre yo?! —gritó Ragna, esquivando los dardos con movimientos torpes.
Kayle se giró, claramente molesta.
—Porque no miras por dónde caminas, genio.
Aelynn levantó una barrera mágica justo a tiempo para detener los dardos restantes.
—Chicos, concéntrense. Apenas estamos comenzando.
Tras varios minutos de exploración, encontraron la primera runa, protegida por un golem de piedra. Ragna fue el primero en lanzarse al combate, golpeando con su espada, pero el golem apenas se inmutó.
—¡Es más resistente de lo que creí! —gritó Ragna, esquivando un golpe del golem mientras intentaba atacarlo de nuevo.
Kayle utilizó sus habilidades mágicas para crear enredaderas que inmovilizaron al golem por unos segundos, lo suficiente para que Aelynn conjurara una guadaña de energía y cortara las runas mágicas que le daban poder.
—Primera runa lista. —dijo Aelynn, guardando la guadaña mientras el golem se desmoronaba.
El grupo continuó avanzando hasta que se encontraron con el equipo de Darel, quienes tenían la segunda runa en su poder.
Darel avanzó con su espada larga en alto, su postura emanaba confianza y autoridad.
—¿Listos para perder?
Kayle arqueó una ceja, girando su guadaña con un movimiento despreocupado.
—¿Siempre tienes que hablar antes de pelear? — respondió con un tono mordaz.
El equipo de Darel no esperó. Uno de sus compañeros, un hechicero rango A, conjuró una serie de proyectiles de fuego que volaron directamente hacia el grupo de Aelynn. Con un rápido movimiento, Kayle giró su guadaña, cortando las esferas de fuego a la mitad antes de que alcanzaran a su equipo.
—Tendrás que esforzarte más que eso. —Kayle sonrió con un toque burlón.
Darel cargó directamente hacia Ragna debido a que era el miembro del equipo más débil, su espada larga ardiendo con un aura roja. El impacto de su primer golpe obligó a Ragna a retroceder varios pasos, las botas del guerrero dejaban marcas en el suelo.
—¡No dejaré que pases! —gritó Ragna, bloqueando el siguiente ataque con todas sus fuerzas.
Mientras tanto, Aelynn mantuvo la calma. Invocó una lanza de energía con un movimiento fluido y la lanzó hacia el compañero arquero de Darel. La lanza atravesó su arco, partiéndolo en dos y obligándolo a retroceder desarmado. Sin detenerse, Aelynn transformó la lanza en una espada larga y cargó hacia el hechicero, obligándolo a dejar de lanzar conjuros para defenderse con un escudo mágico.
Kayle, por su parte, levantó una mano y murmuró una invocación en un idioma antiguo. Desde el suelo, una bestia espectral similar a un lobo apareció, con ojos brillantes y dientes afilados. La criatura cargó hacia el arquero desarmado, acorralándolo mientras Kayle usaba su guadaña para enfrentarse cuerpo a cuerpo con el miembro del equipo de Darel
—¡Ven aquí! —gritó Kayle, esquivando unas pequeñas dagas que el arquero había lanzado y contraatacando con un arco de energía que su guadaña dejó en el aire.
Darel, mientras tanto, intensificó sus ataques contra Ragna, pero este aguantaba con determinación.
—¡Vamos, grandote, demuestra de qué estás hecho! —dijo Darel con una sonrisa despectiva mientras lanzaba un ataque lateral.
—¡Ya lo hago! —respondió Ragna, bloqueando el golpe y contraatacando con una estocada que obligó a Darel a retroceder.
El hechicero enemigo intentó lanzar un hechizo de área para detener a Aelynn, pero ella giró su espada y la transformó en un escudo mágico, bloqueando el impacto. Aprovechando la apertura, arrojó el escudo hacia el hechicero como un boomerang, rompiendo su concentración y derribándolo.
Kayle, al notar que Darel estaba demasiado concentrado en Ragna, decidió intervenir. Dejó que la energía de su clase fluya, transformando sus brazos en garras afiladas mientras mantenía su forma humana, se lanzó hacia Darel, obligándolo a defenderse de un ataque lateral que casi lo desequilibró.
—¿Qué pasa, Darel? —preguntó Kayle con una sonrisa depredadora—. ¿No puedes con dos al mismo tiempo?
Darel gruñó, usando la fuerza de su espada para apartar a Kayle y a Ragna momentáneamente. Sin embargo, Aelynn apareció detrás de él, invocando una guadaña de energía. Con un movimiento veloz, desvió la espada de Darel y le cortó el camino de escape.
—Tu arrogancia te dejó sin opciones —dijo Aelynn, su voz calmada pero llena de determinación.
El equipo de Darel, ahora inmovilizado por las enredaderas de Kayle y las barreras mágicas de Aelynn, no tuvo más remedio que rendirse.
Darel bajó su espada, apretando los dientes.
—Esto no termina aquí, Draythorn —dijo, mirando fijamente a Aelynn antes de alejarse con su equipo.
Con las dos runas en su poder, el equipo de Aelynn continuó hacia la última etapa del combate, enfrentándose a los guardianes mágicos restantes con una sincronización impecable. Cada ataque, cada defensa, era como una danza perfectamente coreografiada. Finalmente, se alzaron como vencedores de la exhibición, asegurando no solo la victoria, sino también la admiración de todos los presentes.
El bosque mágico comenzó a desvanecerse lentamente, los árboles brillando con un tenue resplandor antes de convertirse en simples fragmentos de energía que flotaban hacia el cielo. Los estudiantes fueron transportados de vuelta al punto de inicio mediante portales mágicos, cada equipo sosteniendo los objetos recolectados.
El grupo de Aelynn apareció en el centro del escenario principal, con las tres runas en su poder. Los otros equipos ya estaban allí, algunos con expresiones de resignación, otros con evidente frustración. Entre ellos, Darel y su equipo observaban en silencio.
Thariel se acercó con una sonrisa satisfecha. —Excelente trabajo. Han demostrado no solo habilidades excepcionales, sino también un trabajo en equipo digno de rango S. —Hizo una pausa, mirando al resto de los estudiantes—. Y para aquellos que no lograron obtener las runas esta vez, recuerden que cada fracaso es una oportunidad para aprender.
Los aplausos llenaron el lugar mientras Thariel explicaba el premio por la victoria: un incremento en los puntos de prestigio de la academia, que les otorgaría acceso prioritario a misiones especiales y privilegios en el uso de instalaciones avanzadas, como la sala de entrenamiento mágico y la biblioteca arcana.
Mientras los estudiantes comenzaban a dispersarse, Darel se acercó al equipo de Aelynn. Su rostro reflejaba una mezcla de frustración y orgullo herido, y su tono estaba cargado de un evidente resentimiento.
—Supongo que debería felicitarte, Aelynn. Aunque, si soy sincero, no esperaba que la victoria fuera tan contundente.
Aelynn sostuvo su mirada con calma, pero sus palabras fueron firmes.
—Gracias, Darel. Aunque tal vez deberías enfocarte en liderar mejor a tu equipo, en lugar de buscar excusas para justificar tu derrota.
Kayle, todavía limpiándose una pequeña herida en el brazo, giró hacia él con una expresión serena que escondía su usual sarcasmo.
—De todas formas, no te preocupes. Puede que perder sea un buen maestro si estás dispuesto a aprender algo de él.
Darel apretó los dientes, claramente molesto, pero antes de que pudiera responder, Ragna dio un paso al frente con una sonrisa burlona.
—Vaya, Darel, ¿te cuesta aceptar que tres personas, y una de ellas siendo yo, lograron vencerte? No te preocupes, todos tenemos nuestras malas rachas.
Eso fue suficiente para que Darel explotara. Dio un paso hacia Ragna, su voz alzándose con rabia contenida.
—¡No me hagas reír! Si no fuera por Aelynn y Kayle, no habrías durado ni cinco segundos en ese combate. ¡Eres solo una carga para ellas, y lo sabes!
El comentario hizo que tanto Kayle como Aelynn avanzaran un paso al unísono. Aelynn fue la primera en hablar, su tono helado.
—Darel, deja de proyectar tus propias inseguridades en los demás. Si perdieron, fue porque subestimaron al equipo contrario.
Kayle, por su parte, señalaba a Darel con el extremo de su guadaña.
—Y si no fuera por Ragna, yo habría tenido que gastar más energía cubriendo mi flanco. Así que, antes de seguir hablando, recuerda que él también contribuyó a tu derrota.
Ragna levantó una mano para detener a sus compañeras antes de que la situación escalara más. Dio un paso adelante, enfrentándose directamente a Darel.
—Tal vez tengas razón —dijo, con una sonrisa más seria—. A comparación de Kayle y Aelynn, soy el más débil del grupo. Pero, ¿sabes qué? No pienso quedarme así. Me esforzaré hasta que no haya una sola persona que pueda llamarme una carga.
Su voz ganó fuerza, y sus palabras resonaron en el grupo.
—Voy a ser más fuerte, no solo por mí, sino por ellas. Porque quiero que siempre puedan contar conmigo.
Kayle, normalmente reservada con los elogios, mostró una leve sonrisa de orgullo. Colocó una mano en el hombro de su hermano, dándole un apretón firme.
—Esa es la actitud que quiero ver, Ragna. Al menos en algo me estás demostrando que tenemos la misma sangre.
Aelynn sonrió con suavidad y puso una mano en el hombro de Ragna.
—Y no lo estás haciendo solo. Estamos contigo, y sabemos que puedes lograrlo.
Darel, al ver la determinación de Ragna y la unidad del grupo, optó por no responder. Dio un paso atrás, su mirada oscurecida.
—Hagan lo que quieran. Pero esto no ha terminado. Algún día, les demostraré quién es el mejor.
Con esas palabras, se dio la vuelta y se marchó, sus compañeros siguiéndolo en silencio. Aelynn, Kayle y Ragna se quedaron en el lugar, observando cómo se alejaba.
Ragna rompió el silencio con una risa nerviosa.
—Bueno… al menos no me golpeó, ¿verdad?
Kayle negó con la cabeza, rodando los ojos.
—No me hagas cambiar de opinión sobre darte un golpe yo misma.
Aelynn río suavemente, el ambiente tenso disipándose mientras el grupo se alejaba juntos.
Mientras el sol comenzaba a esconderse en el horizonte, tiñendo el cielo con tonos cálidos de naranja y púrpura, Aelynn, Kayle y Ragna se dirigían juntos hacia la salida de la academia. El día había sido largo y lleno de emociones, pero la satisfacción de su victoria aún resonaba en el grupo.
Ragna, caminando con las manos detrás de la cabeza, rompió el silencio con su típica energía desbordante.
—¡Somos los mejores! ¡¿Vieron cómo les dimos una paliza?! —Exclamó, inflando el pecho con orgullo antes de mirar de reojo a Kayle—. Aunque admito que tu guadaña fue útil. Tal vez un 10% del mérito es tuyo.
Kayle lo miró con una ceja levantada, sosteniendo la guadaña sobre su hombro. —¿Solo el 10%? ¿Sabes lo fácil que sería transformarme en un lobo y morderte ahora mismo?
Aelynn dejó escapar una risa suave mientras observaba a sus amigos discutir. En ese momento, el peso de la victoria no solo era un logro personal, sino una prueba de que, como equipo, podían superar cualquier desafío.
—Gracias a ambos —dijo finalmente, deteniendo su paso y girándose para mirarlos—. No habría podido hacerlo sin ustedes.
Kayle sonrió, esta vez con sinceridad, y Ragna se cruzó de brazos con una expresión orgullosa. —Ya sabes que siempre estaremos aquí, Aelynn —respondió Kayle.
Ragna asintió con entusiasmo. —Exacto. Así que no te preocupes, porque contigo siempre estaremos en la cima.
Mientras se acercaban a la entrada principal de la academia, el atardecer bañaba sus figuras con una luz dorada. El día había terminado, pero en el aire quedaba una sensación de camaradería y promesa. Sin importar los desafíos que enfrentaran en el futuro, sabían que podían confiar el uno en el otro.
Mientras tanto, el Salón del Trono de la Fortaleza de Eryndor era un espacio de majestuosa opulencia, pero en ese momento, el aire parecía cargado de tensión. El Rey Vaegon estaba sentado en su imponente trono, tallado en obsidiana y adornado con incrustaciones de oro y gemas oscuras que brillaban bajo la luz de los candelabros. A su lado, Vaelor permanecía de pie, con una postura relajada pero alerta.
—Aelynn Draythorn sigue destacando, como era de esperarse —informó Vaelor, su tono medido mientras señalaba un mapa extendido sobre una mesa cercana—. Su desempeño en el combate de exhibición fue sobresaliente. Ha formado un equipo con esa Wildweaver y el hijo mayor de los Silvershade. Juntos parecen ser más efectivos de lo que anticipamos.
Vaegon tamborileó los dedos contra el brazo del trono, meditando las palabras de su consejero. Finalmente, habló con un tono frío y calculador.
—El potencial de Aelynn es innegable, pero nuestra atención no puede desviarse por una niña obstinada. El incidente en la Prisión del Ocaso y la muerte de su hermano lograron que dejara de buscar pruebas para limpiar su nombre. Eso fue suficiente para apartarla del camino en su momento. Ahora, lo que importa son las piezas restantes. Con el Corazón de Eryndor en nuestras manos, el primer paso está completo. Sin embargo, aún necesitamos el Amuleto de Myralis y el catalizador para despertar al Primigenio.
Vaelor asintió, inclinándose ligeramente hacia la mesa.
—El Amuleto de Myralis es nuestra próxima prioridad. Según las leyendas, este artefacto tiene la capacidad de sincronizar el poder del Primigenio con su invocador, otorgándole control absoluto. Mis fuentes indican que podría encontrarse en algún lugar de las tierras inexploradas al este de Nymgard.
Vaegon dejó escapar un leve suspiro, sus ojos reflejando una ambición insaciable.
—¿Y qué hay de la última pieza?
Vaelor mostró una sonrisa calculada.
—El tercer elemento no es un objeto, sino un catalizador. Necesitamos una fuente de energía pura y estable para abrir el portal y estabilizar al Primigenio una vez despierte. Después de extensas investigaciones, hemos concluido que esta energía puede ser extraída mediante experimentos con receptores humanos.
Vaegon arqueó una ceja, interesado.
—¿Receptores humanos?
Vaelor explicó, desplegando un diagrama en la mesa.
—Al someter a ciertos individuos con una afinidad mágica única a un proceso experimental, podemos extraer su energía vital y almacenarla en cristales mágicos especialmente diseñados. Este método no solo nos proporcionará la cantidad de energía necesaria, sino que también nos permitirá experimentar con el control y manipulación de esa energía para futuros usos bélicos.
Vaegon se inclinó hacia adelante, su interés evidente.
—¿Y cómo planeas obtener estos receptores?
Vaelor sonrió de manera siniestra.
—Ya he tomado medidas al respecto. He contratado a un grupo de mercenarios especializados para buscar pistas sobre el Amuleto de Myralis, y al mismo tiempo, he hallado un sitio perfecto para llevar a cabo los experimentos, un edificio el cual posee un pasadizo secreto que conduce a unas instalaciones subterráneas. Los resultados iniciales son prometedores.
El Rey Vaegon asintió, satisfecho.
—Haz lo que sea necesario, Vaelor. Con el Corazón de Eryndor en nuestro poder, el tiempo está de nuestro lado. Cuando tengamos el amuleto y completemos el catalizador, no habrá fuerza que pueda detenernos.
Vaelor hizo una leve reverencia, su sonrisa aún presente.
—Todo marcha según lo planeado, mi rey. Y cuando el Primigenio despierte, Eryndor será solo el primer escalón de nuestro dominio.
El sonido de las botas de Vaelor al alejarse resonó en el salón, mientras Vaegon permanecía sentado, contemplando el vasto plan que se desarrollaba ante él. La oscuridad del salón parecía volverse más densa, como si el destino del mundo se hubiera entretejido en esos momentos de conspiración.