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Chapter 11 - Capítulo 11: El filo de la Verdad

Aelynn, Kayle y Ragna salieron de la oficina del profesor Gaelstrom en silencio. El pasillo de la academia estaba iluminado por la luz de la mañana que se filtraba a través de los altos ventanales, pero para ellos, la atmósfera se sentía extrañamente pesada. Sus mentes aún procesaban todo lo que acababan de escuchar.

Ragna fue el primero en romper el silencio, dejando escapar un suspiro antes de cruzar los brazos detrás de la cabeza.

—Así que no solo nos enfrentamos a un Wraithborn… también hay un Dreadreaver suelto. —Su tono era una mezcla de resignación e incredulidad—. Esto se está volviendo una maldita pesadilla.

—No solo uno —intervino Kayle, con el ceño fruncido—. El caballero mencionó que eran tres personas las que estaban en el pueblo. Aunque solo una sea un Dreadreaver, los otros dos también deben ser peligrosos.

Aelynn asintió lentamente.

—Y eso sin contar que podrían no estar solos… si realmente forman parte de algo más grande.

—¿Crees que podrían ser de una organización? —preguntó Ragna, arqueando una ceja.

—Si lo fueran, explicaría por qué destruyeron todo rastro del pueblo y por qué mandaron un Wraithborn para eliminar testigos —razonó Aelynn—. Es como si quisieran asegurarse de que nadie descubriera qué pasó ahí.

Kayle apretó los labios.

—Pero aún no sabemos qué buscaban en ese lugar. Si solo querían matar a todos, lo habrían hecho sin necesidad de invocar un Wraithborn. Algo más ocurrió allí.

Ragna chasqueó la lengua con impaciencia.

—Y nosotros ni siquiera sabemos qué diablos es. Lo único que tenemos claro es que el que invocó a esa cosa es increíblemente fuerte. Si su poder depende del Wraithborn que crea, eso significa que…

—Que el Dreadreaver que enfrentaremos es aún más peligroso de lo que pensábamos —terminó Aelynn, su expresión endureciéndose.

Hubo un breve silencio entre los tres, interrumpido solo por el murmullo de los estudiantes que pasaban a su alrededor. La academia, ajena a la verdad que ellos acababan de descubrir, seguía su rutina diaria como si nada hubiera cambiado.

De repente, el tañido de la gran campana resonó en toda la academia, anunciando el inicio de la segunda clase de la mañana.

—Supongo que ya es hora… —murmuró Kayle, sacudiendo la cabeza con un suspiro.

Ragna resopló, frotándose la nuca.

—Después de todo lo que acabamos de escuchar, se siente raro simplemente ir a clases como si nada.

—Pero no tenemos opción —dijo Aelynn con firmeza—. Hasta que sepamos más, tenemos que seguir con nuestra rutina. No podemos levantar sospechas ni actuar como si supiéramos algo que no deberíamos.

Kayle y Ragna intercambiaron miradas antes de asentir.

—Bien, bien… —dijo Ragna, alzando las manos—. Pero si en la siguiente clase tenemos que escuchar otra interminable charla teórica, juro que voy a perder la cabeza.

Kayle dejó escapar una risa breve.

—Dudo que sea más agotador que nuestra última misión.

Los tres comenzaron a caminar hacia sus respectivas aulas, pero el peso de lo que habían descubierto seguía aferrándose a ellos como una sombra.

Mientras caminaban hacia su aula, Aelynn, Kayle y Ragna aún tenían la mente inundada con todo lo que el profesor Gaelstrom les había revelado. Sin embargo, su recorrido se vio interrumpido cuando, al subir unas escaleras, se encontraron de frente con Darel y su grupo de siempre. Iba acompañado por dos chicos, conversando entre ellos, pero en cuanto los vio, su atención se centró en Aelynn y Kayle.

—Vaya, miren quiénes son —dijo con una sonrisa confiada, alzando una mano en señal de saludo—. Aelynn, Kayle.

Ragna, sin embargo, fue completamente ignorado. Este no dijo nada, pero se quedó observando a Darel con una expresión inescrutable. Aelynn, por su parte, no devolvió el saludo. Su mirada se tornó gélida y siguió caminando junto a Kayle y Ragna sin decir una sola palabra.

Darel arqueó una ceja al notar la indiferencia de Aelynn, pero no tardó en hablar con un tono de burla.

—Escuché que fueron a investigar el caso de ese pueblo en las afueras del bosque.

Aelynn se detuvo en seco y giró para mirarlo. Su expresión se oscureció al instante. Se suponía que solo ella, Kayle, Ragna, el profesor Gaelstrom y ciertas autoridades de la academia sabían sobre la misión.

Darel notó su reacción y sonrió con arrogancia.

—Ah, al fin tengo tu atención.

Aelynn entrecerró los ojos, su paciencia agotándose.

—Déjate de estupideces, Darel. ¿Quién te contó sobre la misión?

Kayle se quedó detrás de Aelynn, con los brazos cruzados, observando la situación sin intervenir. Ragna, en cambio, suspiró y le habló en voz baja a Aelynn, intentando que su tono sonara relajado.

—Aelynn, no armes un escándalo aquí —susurró, inclinándose un poco hacia ella—. No vale la pena que pierdas la cabeza por él.

Aelynn no apartó la mirada de Darel, pero se notaba en su postura que le estaba costando controlarse.

Darel soltó una leve risa y miró a Ragna con fingida simpatía.

—Es cierto, Aelynn. Deberías hacerle caso a tu perrito faldero.

Aelynn respiró hondo y reprimió el impulso de responderle con otra amenaza.

—¿Para qué te interesa nuestra misión? —preguntó, con el ceño fruncido.

Darel alzó las manos con fingida inocencia.

—Relájate. No estoy aquí para fastidiarte. De hecho… tengo información que podría interesarte.

Eso captó la atención de los tres, aunque Aelynn seguía sin creer ni una sola palabra que saliera de su boca.

—¿Y qué quieres a cambio? —preguntó con desconfianza.

Darel sonrió con suficiencia.

—Es simple. Ustedes me cuentan qué pasó realmente en ese pueblo… y yo les digo lo que sé.

Aelynn y Ragna se miraron con dudas. Ninguno confiaba en Darel.

—No me gusta —murmuró Ragna—. ¿Cómo sabemos que no está jugando con nosotros?

Kayle intervino antes de que Aelynn pudiera rechazar la oferta.

—No es un mal trato —dijo con calma.

Aelynn y Ragna la miraron, sorprendidos.

—¿Hablas en serio? —protestó Ragna.

Kayle asintió.

—Ahora mismo cualquier información puede ser valiosa, sin importar de quién venga.

Aelynn suspiró con frustración, pero acabó cediendo.

—Está bien… pero si nos engañas, Darel…

Darel levantó las manos en un gesto despreocupado.

—Tranquila. Yo siempre cumplo mis promesas.

Luego soltó una leve carcajada y miró a Kayle con curiosidad.

—Debo admitir que esto me sorprende. Pensé que Aelynn era la líder de su grupito, pero al final, la que toma las decisiones eres tú.

Kayle le sostuvo la mirada, inexpresiva, antes de responder con tono indiferente:

—No hay un líder en nuestro grupo. No necesitamos que alguien tome decisiones por los demás.

Darel silbó, divertido.

—Vaya, qué filosófica.

—¿Nos vas a dar la información o seguirás perdiendo el tiempo? —lo cortó Kayle sin inmutarse.

Darel se rió entre dientes.

—Bien, bien. Me gusta esa actitud.

Kayle suspiró y, sin más rodeos, comenzó a explicarles todo lo ocurrido: la masacre, el caballero moribundo, el Wraithborn y la batalla que casi los mata.

Darel escuchó con atención y, al final, dejó escapar una sonrisa.

—Ya veo… así que eso pasó —dijo en un tono que no dejaba claro si estaba impresionado o entretenido—. Bueno, aunque tampoco esperaba menos de ustedes dos.

Ragna parpadeó y su ceño se frunció en un instante.

—¿"Ustedes dos"?

Darel le dirigió una mirada burlona.

—No sé por qué te enojas. Según lo que explicó tu pequeña hermana, las que hicieron todo el trabajo fueron ellas. Tú solo serviste como un saco de boxeo.

Ragna sintió que le hervía la sangre.

—¡¿Qué dijiste, maldito…?!

Aelynn no soportó más y lo interrumpió.

—Ya fue suficiente —dijo con firmeza, su voz cargada de molestia—. Si logramos derrotar al Wraithborn, fue gracias a un trabajo en equipo. Kayle, Ragna y yo enfrentamos juntos esa batalla, algo que, por lo que veo, es un concepto que te cuesta entender.

Darel la miró en silencio por un momento. Su expresión perdió parte de su burla, pero no dijo nada.

Kayle aprovechó para intervenir.

—Ya cumplimos con nuestra parte del trato. Ahora, cumple con la tuya.

Darel suspiró, pero asintió.

—Tienes razón.

Se cruzó de brazos antes de comenzar a hablar.

—Desde hace unos días, ha habido un nombre que ha comenzado a resonar entre los altos mandos del reino. Una organización llamada Umbrakyn.

Los tres lo miraron con atención.

—No se sabe mucho de ellos —continuó—. Solo que están relacionados con asesinatos recientes en varios reinos. No son solo mercenarios… son asesinos.

Aelynn frunció el ceño.

—¿Cómo lo sabes?

—Lo leí en un periódico —respondió Darel encogiéndose de hombros—. Un alto funcionario de los Nymeris fue asesinado y mencionaron a Umbrakyn como los responsables.

Kayle lo miró con escepticismo.

—Ya veo… así que un grupo de asesinos está causando estragos en otros reinos. Pero, ¿qué tiene que ver con la masacre del pueblo que investigamos?

Darel hizo una mueca.

—Pues aquí viene lo interesante. Hay un testigo. O mejor dicho… había un testigo.

Aelynn se tensó.

—¿Qué dijo?

—Aseguraba que uno de los atacantes había invocado múltiples seres oscuros. Criaturas hechas completamente de sombras.

El silencio que siguió fue casi sofocante.

—Un Wraithborn… —murmuró Ragna.

Darel sonrió levemente.

—Pero quién sabe. Tal vez solo sea una coincidencia.

Los tres sabían que no lo era.

Darel se estiró y comenzó a caminar.

—De todos modos, he decidido investigar a Umbrakyn. Alguien tiene que detenerlos, y si nadie más lo hace, lo haré yo.

Cuando pasó junto a ellos, les lanzó una última mirada.

—Se está haciendo tarde. No querrán llegar tarde a clases, ¿o sí?

Y con eso, siguió su camino, dejando a Aelynn, Kayle y Ragna con más preguntas que respuestas.

Mientras tanto sentado en su trono, el rey Vaegon escuchaba con atención el informe de uno de los comandantes de los Caballeros del Alba Eterna. Su postura era relajada, pero su mirada, afilada y calculadora, no perdía detalle de cada palabra pronunciada.

—Mi rey, los caballeros novatos que enviamos al pueblo a las afueras del bosque lograron terminar con todo el sufrimiento de los aldeanos sin dejar ningún sobreviviente. Sin embargo… el escuadrón también fue completamente eliminado.

Vaegon entrecerró los ojos, pero su expresión permaneció impasible.

—¿Cómo? —preguntó en un tono neutral, sin una pizca de emoción.

El comandante tragó saliva y continuó.

—Según el informe dado por la academia, un ser oscuro apareció en el pueblo… junto a tres individuos. Se cree que ellos fueron los responsables de asesinar a todo nuestro escuadrón. Sin embargo, un grupo de estudiantes enviados por la academia logró derrotar a la criatura.

Vaegon apoyó un codo en el reposabrazos de su trono y tamborileó los dedos sobre su mejilla.

—¿Quiénes fueron los responsables?

El comandante revisó el pergamino que llevaba en mano.

—Aelynn Draythorn, Kayle Silvershade y Ragna Silvershade.

Un leve chasquido de lengua escapó de los labios del rey, aunque su rostro no reflejó el más mínimo cambio. El comandante, ajeno a ese pequeño gesto, se inclinó en una reverencia.

—Es todo lo que sabemos hasta el momento, su majestad. Espero sus órdenes.

Vaegon asintió lentamente.

—Buen trabajo. Puedes retirarte.

El comandante golpeó su pecho con un puño y se marchó con pasos disciplinados, dejando al rey en la quietud de su trono.

Tan pronto como la puerta del salón se cerró tras el caballero, una risa suave y burlona resonó en la habitación.

—Vaya, vaya… el pequeño grupito de Draythorn se está haciendo cada vez más fuerte —murmuró una voz desde las sombras.

Vaelor, el consejero más cercano del rey, emergió de la penumbra y se colocó detrás del trono de Vaegon, con una sonrisa ladeada en su rostro.

—¿No vas a felicitar a tu talentosa alumna, mi rey? —preguntó con falsa cortesía.

Vaegon no respondió de inmediato. Sus ojos se fijaron en la pared del frente, en un punto inexistente, meditando en silencio.

Vaelor suspiró y cruzó los brazos.

—Sin embargo, me sorprende el ser oscuro del que habló ese lacayo… ¿de dónde habrá salido?

Vaegon dejó escapar un leve suspiro y apoyó la barbilla en su puño.

—No lo sé.

Vaelor arqueó una ceja con diversión.

—Tienes ojos y oídos en cada rincón del reino, pero ni siquiera tú viste venir esto… curioso.

Vaegon no respondió, pero la tensión en su mandíbula era evidente.

Vaelor chasqueó la lengua y sonrió.

—Bueno, al menos ahora sabemos qué ocurrió. No esperaba que esto se complicara así.

El rey finalmente lo miró de reojo, con una expresión severa.

Vaelor continuó sin inmutarse.

—Enviar a esos caballeros novatos a asesinar a la gente del pueblo, con la excusa de que cargaban una maldición peligrosa para el reino, era parte del plan. Su sacrificio nos habría permitido recolectar la energía mágica que necesitábamos. Pero… —hizo una breve pausa, girando la cabeza con interés— no contábamos con la intervención de esos tres y, mucho menos, con la aparición de ese ser oscuro.

Vaegon cerró los ojos por un momento antes de exhalar lentamente.

—¿Tienes un plan B?

Vaelor sonrió de lado y se inclinó levemente hacia él.

—Por supuesto. De hecho… ya se está llevando a cabo.

Vaegon lo observó en silencio por un momento, pero esta vez, en su rostro se dibujó una sonrisa apenas perceptible.

El fuego de las antorchas parpadeó, proyectando sombras inquietantes en las paredes del gran salón.

La partida aún no terminaba.

Mientras tanto en la academia el murmullo del aula se disipó cuando el profesor Thariel alzó la voz, iniciando su explicación sobre los principios fundamentales de la magia elemental. La gran pizarra detrás de él estaba cubierta de símbolos arcanos y fórmulas complejas, pero Aelynn apenas les prestaba atención.

Frente a ella, su cuadernillo permanecía abierto, con algunas notas garabateadas en los márgenes, aunque su pluma apenas se movía. Sus ojos, fijos en el libro de texto, no estaban realmente leyendo. Su mente seguía atrapada en las palabras de Darel.

"Una organización llamada Umbrakyn."

Las palabras se repetían en su cabeza como un eco persistente.

"No se sabe mucho de ellos, pero están relacionados con asesinatos en varios reinos."

Apretó ligeramente la pluma entre sus dedos.

"Un testigo afirmó que uno de ellos creó varios seres oscuros."

El Wraithborn que enfrentaron en el pueblo.

Aelynn sintió una extraña sensación en el pecho. Había una conexión… lo sabía. Pero ¿qué relación tenía Umbrakyn con la masacre? ¿Acaso fueron ellos quienes atacaron el pueblo? ¿O el Wraithborn pertenecía a alguien más?

—…Como mencioné, el flujo de maná dentro del núcleo mágico de un individuo varía dependiendo de su afinidad elemental y su capacidad de canalización —continuó la voz del profesor Thariel, interrumpiendo sus pensamientos.

Aelynn parpadeó, sacudiéndose mentalmente y anotando de forma automática un par de frases en su cuaderno, aunque su mente seguía divagando.

Había algo más en todo esto. Un Dreadreaver… esa era la pieza más inquietante de la ecuación. Según Gaelstrom, la razón por la que no había registros recientes de personas con esta clase era simple: ninguno de los que la despertaron había logrado sobrevivir el tiempo suficiente. El Black Reaper consumía a sus usuarios, arrastrándolos hasta la locura o la muerte antes de que pudieran consolidar su poder.

Pero ahora, según Darel, uno existía dentro de Umbrakyn.

"¿Cómo es posible?"

Sus ojos se deslizaron momentáneamente hacia Kayle, quien parecía estar tomando notas con la misma calma de siempre. A su lado, Ragna tamborileaba los dedos sobre la mesa, con la mirada perdida en la pizarra, como si ya hubiera desconectado por completo de la clase.

Aelynn dejó escapar un leve suspiro.

"No podemos seguir ignorando esto."

El sonido grave de la campana resonó en los pasillos de la academia, indicando el final de la clase. Aelynn parpadeó y levantó la cabeza de golpe, dándose cuenta de que había pasado gran parte de la lección sumida en sus pensamientos. Sus dedos aún sostenían la pluma sobre el papel, pero apenas había anotado algo coherente.

A su lado, Kayle cerró su cuaderno con calma, mientras que Ragna dejó escapar un suspiro aliviado, como si hubiera estado contando los minutos para que terminara.

El profesor Thariel, que hasta ese momento había estado explicando el flujo de maná en los canales mágicos, dejó su libro sobre el escritorio y les dirigió una mirada evaluativa antes de hablar.

—Antes de que se vayan, escuchen con atención. Mañana realizaremos una práctica importante.

Varios estudiantes que ya estaban recogiendo sus cosas se detuvieron a escuchar.

—Mañana pondremos en práctica lo que hemos estado estudiando sobre el flujo de energía mágica y su canalización en la manifestación de vestimentas de combate —prosiguió—. No importa si son magos, invocadores, guerreros o exploradores, todos deben participar.

Aelynn arqueó una ceja con interés.

—Para los de clase mágica, esto significará proyectar su energía para reforzar y materializar sus vestimentas de combate. Para los de clase Warrior o Berserker, en cambio, la canalización es diferente —dijo, dirigiendo la mirada a los pocos guerreros en la sala—. En su caso, aunque no manipulan maná de la misma forma que los magos, la energía de su cuerpo sigue fluyendo. Ustedes aprenderán a sincronizarse con su armadura, permitiendo que esta reaccione mejor a sus movimientos y libere su verdadero potencial.

Ragna se cruzó de brazos y murmuró en voz baja:

—Ya decía yo que no nos iban a hacer lanzar bolas de fuego.

Kayle le dio un pequeño codazo para que guardara silencio.

Thariel prosiguió:

—Las vestimentas de combate no son meramente decorativas o símbolos de estatus. Cada una está diseñada para potenciar las habilidades de su usuario dependiendo de su clase. Un hechicero podrá reducir el costo de sus conjuros con la vestimenta adecuada, un explorador podrá aumentar su velocidad y reflejos, mientras que un guerrero o berserker puede obtener mayor resistencia y fuerza.

Aelynn apoyó el codo sobre el escritorio, asimilando la información.

—No solo es una cuestión estética… es una extensión de nuestras habilidades.

Thariel asintió.

—Exactamente. Elegir y dominar la vestimenta de combate adecuada para su estilo de pelea es tan importante como cualquier otra habilidad que desarrollen en la academia. Por eso, quiero que mañana estén preparados.

Con esa última advertencia, Thariel hizo un ademán con la mano, dando por terminada la clase.

—Pueden retirarse.

Los estudiantes comenzaron a levantarse y recoger sus cosas, mientras Aelynn, Kayle y Ragna intercambiaban miradas.

—Esto será interesante —murmuró Kayle con una leve sonrisa.

—Si no explotan cosas en el proceso, claro —añadió Ragna con una risa.

Aelynn, sin embargo, tenía otra cosa en mente. La práctica de mañana le parecía importante, pero aún sentía que la conversación con Darel y la amenaza de Umbrakyn estaban pesando en su mente.

Más tarde, cuando el sol estaba a punto de ocultarse y la noche comenzaba a caer, Aelynn llegó a su hogar. Al cruzar la entrada, fue recibida por Lyra, quien la esperaba con una cálida sonrisa.

—Bienvenida de vuelta, señorita Aelynn. Me alegra verla en casa. —Lyra inclinó levemente la cabeza en un gesto de respeto, aunque su tono reflejaba una cercanía más allá de su rol como sirvienta.

Aelynn le devolvió el gesto con una sonrisa cansada, pero genuina.

—Gracias, Lyra. Es bueno estar en casa.

Desde la sala, Kael apartó la mirada de unos documentos que leía y alzó la vista hacia Aelynn, observándola con una sonrisa relajada.

—Oh, bienvenida a casa, Aelynn. ¿Qué tal fue tu día hoy?

Aelynn se detuvo en seco, sorprendida. Hacía mucho que no veía a su tío vestido con algo que no fuera su armadura. Llevaba una túnica azul oscura de telas ligeras, con bordados plateados en los puños y el cuello, complementada con unos pantalones cómodos y botas de cuero gastado. La imagen le resultaba extraña, pero al mismo tiempo, reconfortante.

—Tío Kael, estoy en casa. Vaya sorpresa, hace mucho que no te veía sin tu armadura —comentó con una leve risa.

Kael dejó los documentos sobre la mesa y se acomodó en el sofá con un suspiro relajado.

—Incluso los guerreros más tercos necesitan un descanso de vez en cuando.

Aelynn sonrió y caminó hacia él, sentándose a su lado en el sofá. Se acomodó contra el respaldo y suspiró con tranquilidad, disfrutando del ambiente familiar.

—Hoy fue un día largo —comentó Aelynn, jugueteando con un mechón de su cabello—. En la academia anunciaron que mañana tendremos una práctica especial sobre el uso de nuestra vestimenta de combate.

Kael arqueó una ceja con curiosidad.

—¿Oh? ¿Así que ya van a realizar esa práctica? —dijo con un tono relajado.

Aelynn asintió con entusiasmo.

—Sí, y espero que mi vestimenta de combate sea llamativa y linda. Algo elegante, pero que también se vea impresionante en batalla.

Kael rió entre dientes y sacudió la cabeza con diversión.

—Eres muy linda, Aelynn. Cualquier vestimenta te quedará bien. Es más, me preocupa los miles de chicos que terminarán hipnotizados por tu belleza.

Aelynn rió suavemente y apoyó la cabeza en el brazo del sofá, disfrutando de la conversación ligera.

—Oh, vamos, tío. No es para tanto.

—Créeme, lo es. Voy a tener que preparar un escuadrón para espantarlos a todos —bromeó Kael, entrecerrando los ojos con fingida seriedad.

Aelynn soltó una carcajada y negó con la cabeza.

—Solo concéntrate en no espantar a mis compañeros también.

El ambiente se tornó relajado y cálido, y por primera vez en mucho tiempo, Aelynn sintió que su hogar realmente se sentía como tal.

—Pero sabes, tío… eso no fue todo lo que pasó en el día de hoy —dijo de repente, con un tono más serio y su expresión tornándose más decaída.

Kael la miró con curiosidad y dejó a un lado los documentos.

—¿A qué te refieres?

Aelynn tomó aire y comenzó a contarle todo. Le explicó la misión que el profesor Gaelstrom les había dado, el pueblo al que fueron a investigar y cómo lo encontraron convertido en un escenario de masacre. Describió la aterradora batalla contra el Wraithborn y la información que Darel les había dado sobre la organización Umbrakyn.

Kael escuchó atentamente, su expresión volviéndose cada vez más seria. Cuando Aelynn terminó su relato, él frunció el ceño ligeramente y cruzó los brazos.

—Ya veo… ustedes pasaron por mucho en un solo día. Es increíble que incluso hayan logrado sobrevivir al Wraithborn.

Aelynn asintió con la cabeza, pero en ese momento, su expresión cambió a una de sorpresa. Se quedó en silencio por un momento y luego miró fijamente a Kael.

—Tío… en ningún momento te mencioné que la criatura a la que nos enfrentamos era un Wraithborn.

Kael parpadeó y, dándose cuenta de su error, intentó cambiar el tema con una leve tos forzada, pero Aelynn no lo dejó.

—¿Sabes algo sobre los Wraithborn… o sobre Umbrakyn? —preguntó con insistencia.

Kael suspiró con resignación y se pasó una mano por el cabello.

—No sé mucho sobre la organización Umbrakyn, pero sí ha estado en boca de altos mandos y gente importante. De lo poco que se sabe, es que asesinan a personas con estatus económico alto. Nadie conoce su objetivo real, ya que no dejan testigos. Solo sabemos que son extremadamente peligrosos.

Aelynn procesó la información y luego preguntó con seriedad:

—¿Y sobre los Wraithborn?

Kael dudó por un momento, pero finalmente cedió.

—Los Wraithborn son seres creados por una clase peligrosa llamada Dreadreavers. Estas criaturas dependen completamente del poder de su invocador, y cuanto más fuerte sea el Dreadreaver, más poderoso será el Wraithborn. Son seres sumamente peligrosos porque están hechos de magia oscura pura, lo que los hace inmunes a los ataques físicos.

Aelynn frunció el ceño y asintió lentamente.

—Eso mismo nos explicó el profesor Gaelstrom.

Kael dejó escapar un suspiro y asintió con la cabeza.

—Ya veo. No quería contártelo por el nivel de peligro que representan, pero si Gaelstrom ya les dio la información, entonces está bien.

Aelynn aprovechó para mencionar otro detalle.

—También nos habló sobre la clase Dreadreavers y cómo es una de las más peligrosas. Nos contó la historia de Revenar, el guerrero que sucumbió ante el poder de su propia clase, y cómo se necesitaron varios reinos para poder sellarlo. ¿Tú conocías esa historia?

Kael guardó silencio por un momento antes de asentir.

—Sí… porque yo fui uno de los que ayudó a sellar su poder.

Los ojos de Aelynn se abrieron de par en par, totalmente sorprendida.

—¿En serio? ¿Puedes contarme más sobre eso?

Kael suspiró, pero al ver la expresión expectante de su sobrina, decidió hablar.

—Como dijo Gaelstrom, hace diez años había un guerrero formidable que poseía la clase Dreadreaver. Su nombre era Revenar. Era un combatiente respetable y sumamente hábil. Durante mucho tiempo todo estuvo bajo control, hasta que su reino fue invadido por los Voidspawn. No tuvo más remedio que usar su habilidad especial, el estado Black Reaper.

Aelynn se mantuvo en silencio, escuchando atentamente.

—Cuando entró en ese modo, su poder creció exponencialmente. Logró acabar con todos los Voidspawn que amenazaban su reino, pero cuando la batalla terminó… algo cambió. Perdió el control y empezó a destruirlo todo, como si algo más hubiera tomado posesión de su cuerpo. Y cuando obtuvo la espada Darkblade, su humanidad desapareció por completo.

Aelynn frunció el ceño.

—Darkblade…

—Era un arma maldita —explicó Kael, su voz más grave—. Su hoja era de un negro profundo, y a su alrededor flotaba un aura oscura y sombría, como si absorbiera la luz a su alrededor. Se dice que podía desatar el verdadero poder del Dreadreaver que la empuñara… pero al precio de su propia alma. Revenar cayó bajo su influjo y se convirtió en un ser de pura destrucción.

Kael hizo una pausa antes de continuar.

—Reinos enteros cayeron bajo su ira, pero el que más sufrió fue Sylvariel, el reino de los Sylfaen. Sus tierras quedaron devastadas. Como mencionó Gaelstrom, muchos caballeros de alto rango se unieron para detenerlo. Hubo muchas bajas…

Aelynn vio un cambio en la expresión de Kael. Su rostro, normalmente sereno, se ensombreció con melancolía.

—Entre ellos… estaba una guerrera Sylfaen.

Aelynn notó el tono en su voz.

—¿La conocías?

Kael asintió lentamente, con la mirada perdida en algún punto lejano.

—Era una de las más respetadas de su reino. Una líder nata. Cuando nos enfrentamos a Revenar, ella estuvo al frente de la batalla, guiándonos. Peleó hasta el último aliento… hasta que no pudo más.

Aelynn sintió un nudo en la garganta.

—Murió… ¿verdad?

Kael cerró los ojos por un momento.

—Dio su vida para proteger su reino.

El silencio se extendió por un momento antes de que Kael continuara.

—Su pueblo la recuerda como una heroína. En Sylvariel, construyeron un monumento en su honor. No querían que su valentía fuera olvidada.

Aelynn sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

—Tío… según Darel, en Umbrakyn hay alguien que podría poseer la clase Dreadreaver.

Kael la observó en silencio por un momento antes de acercarse y acariciarle la cabeza con gesto amable.

—No te preocupes, Aelynn. Ya estoy al tanto de la situación y estamos trabajando en descubrir más sobre ese grupo.

Aelynn suspiró y cerró los ojos por un momento, sintiéndose un poco más aliviada. La calidez del gesto de Kael le devolvió una sensación de seguridad que no había sentido en todo el día. Se quedó en silencio por unos instantes, disfrutando de la cercanía de su tío.

Por primera vez en mucho tiempo, se permitió sentirse como una niña de nuevo, aunque solo fuera por un momento.