Para lograr mi objetivo, necesito crear el caos. Y la forma más sencilla es provocar un conflicto.
Hay varias maneras de hacerlo: Japón contra China o Corea, un ataque terrorista, o incluso una guerra global en la que Japón se vea obligado a participar.
Pero volvamos a lo que estoy pensando... Puedo infiltrarme en el gobierno usando mi habilidad sobrenatural.
Ellos estarán ansiosos por investigarme, tratarme como una arma.
Tal vez incluso podría hacerles creer que vengo del futuro.
O tal vez... crear o unirme a una pandilla. Aunque lo ideal sería formar la mía propia.
"Cinco días después."
Durante este tiempo, me concentré en encontrar el lugar adecuado para mi base.
Un edificio abandonado se convirtió en mi refugio. Ahora, necesitaba reunir miembros y estudiar más sobre pandillas y yakuzas.
No olvidé a Miyuki. La he estado manipulando cada día. Es fuerte, pero no durará mucho.
Con Sora, ella era una sombra, una muerta viviente; pero con la Miyuki desgastada y más dispuesta a ceder, la utilicé para quebrar a Sora.
La obligué a complacerme frente a ella. Miyuki intentaba gritar, resistirse, pero le quitaba suficiente energía para que no pudiera moverse, solo para mantenerla consciente.
En mis caminatas por la ciudad, encontré personajes interesantes. Me crucé con referencias de animes que conozco: Kaguya-sama, Nisekoi, My Dress-Up Darling, Saekano. Los dos últimos días los pasé con Miyuki.
Ahora era más sumisa que antes, aún más dependiente de mí. Fui más duro, más implacable, pero también más cariñoso, amable.
Sora ya no puede luchar. La caída de su madre, su rendición frente a mis deseos, la quebró por completo.
- Ha perdido la esperanza~.
Izumi, simplemente lo mantenía dormido. No tenía ningún propósito en dejarlo despierto.
Ahora me encontraba en la sala, disfrutando de una gran felasion de mi querida esposa.
Sora observaba en silencio, ya sin decir palabra alguna.
El estrés y el dolor se habían acumulado tanto que, finalmente, estallaron.
"Ding, Ding..."
El sonido del timbre resonó en la casa. Miyuki se detuvo un instante, pero, con una mirada que me dirigió, siguió con su trabajo.
- Sora, ve y abre la puerta. - Ordené, con tono firme.
Ella se levantó sin decir palabra y se dirigió hacia la entrada.
Cuando Sora abrió la puerta, se encontró con nada menos que Marin, la heroína de un anime famoso.
- Sora-chan, ¿cómo has estado?. - preguntó Marin con su usual energía.
- No has ido a la escuela, y Izumi no responde mis mensajes. Estaba muy preocupada. - La chica insistió, aún sin percatarse del tono apagado de la situación.
Sora no contestó, simplemente la dejó entrar.
Marin, desconcertada por la falta de reacción de Sora, la siguió hacia la sala.
No tenía idea de que acababa de cruzar el umbral hacia algo mucho más oscuro de lo que imaginaba.
Cuando Marin entró en la sala, se encontró con Miyuki sentada en el sofá, con un niño muy lindo recostado en su regazo.
- Umm, Hola, Miyuki-san. - Marin la saludó tímidamente.
- Venía a ver cómo se encontraba. - Dijo en un susurro, notando el ambiente tenso.
- Y... también quería saber sobre Izumi. - Su rostro se tornó ligeramente rosado.
El silencio fue la única respuesta. Todos permanecieron callados, la atmósfera pesada, casi palpable.
- ¿Miyuki-san?. - Marin preguntó, sorprendida por el mutismo que reinaba.
Entonces, pequeñas lágrimas comenzaron a caer del rostro de Miyuki, y la confusión de Marin se intensificó.
- ¿Miyuki-san? ¿Dije algo?. - Marin estaba asustada, su preocupación creciente por las lágrimas inesperadas de Miyuki.
Antes de que la situación pudiera escalar, me levanté del sofá, interrumpiendo el silencio.
- ¿Cuál es tu nombre?. - Mi voz fue suave, pero firme.
- Eh... soy Kitawaga Marin, pero puedes decirme Marin-chan. - Respondió con su usual energía, aunque algo descolocada por mi tono.
- Bueno, Marin-chan, ¿te gustaría hablar en la cocina?. - Le pregunté.
- Oh, ok. - Marin parecía sorprendida por la madurez con la que había hablado el niño delante de ella.
Nos dirigimos a la cocina, donde ambos tomamos asiento en la mesa.
- Permíteme presentarme. Soy Haniel Osanai, sobrino de Miyuki. - Comencé, observando cómo Marin esperaba ansiosa.
- Lamento tener que darte malas noticias, pero… - Mi rostro se ensombreció con una tristeza evidente.
Al ver mi expresión, Marin se tensó, claramente preocupada.
- ¿Q-Qué pasó?. - Su tono temblaba, ahora completamente atenta.
- Hace tres días, Izumi, el hijo de Miyuki, falleció... y su cuerpo ha desaparecido. - Las palabras salieron de mis labios con una calma que contrastaba con el impacto que causaban.
- ¿Desapareció?. - Marin repitió, con la incredulidad escrita en su rostro.
- Sí... como si se lo hubiera tragado la tierra. - Mi mirada se endureció.
Marin apenas pudo procesar lo que acababa de oír.
- ¿Murió? ¡No puede ser! ¡Él me dijo que…!
- ¡Que yo le gustaba! Me dijo que seríamos novios… - Marin dejó escapar una risa entrecortada, mientras sus lágrimas empezaban a caer incontrolablemente.
Marin Kitawaga, una chica extrovertida pero solitaria, siempre buscando llenar el vacío de la ausencia de su madre con el amor, ahora se veía atrapada por una pérdida irreparable.
La tristeza la embargaba, como si de pronto todo lo que había creído fuera un sueño roto.
Pero la pregunta era: ¿cómo reaccionar ante lo irreversible?
Algunas personas caen en la culpa, otras en la adicción, y otras buscan amor en otros brazos, como si eso pudiera sanar un vacío tan profundo.
- (Marin Kitawaga, ¿qué harás? ¿Te romperás o lo superarás?). - Pensé mientras observaba a Marin, quien parecía perdida en un mar de emociones.
Sus ojos vacíos reflejaban la devastación.
- Yo... ya veo. - Dijo finalmente, con voz quebrada, alzando la mirada hacia mí.
- Gracias por informarme... - Marin se levantó lentamente, su rostro hundido en una tristeza palpable.
- Adiós. - Su voz apenas salió, mientras giraba y se dirigía hacia la puerta.
No se despidió de Miyuki ni de Sora. Parecía más un espectro que una persona, marchándose en silencio, con los pasos vacíos de quien ya no sabe a dónde ir.
Cuando Marin abrió la puerta y salió, el sonido de la cerradura resonó con un "click".
La puerta se cerró tras ella, y la casa volvió a sumirse en un silencio profundo.
Quedamos solo nosotros, la familia rota, atrapada en este laberinto de "dolor".
Pero, ¿qué ocurrió antes de que Sora abriera la puerta?
Fue simple: le pedí a Miyuki que actuara como si Izumi hubiera muerto, porque mi intención era que la gente olvidara a Izumi.
Sabía que esperaban un funeral, que todo el mundo pensaría que algo ocurriría... pero tenía un plan, un plan ideoneo para todo esto.
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Después del espectáculo vivido en la casa de la familia Osanai, todo regresó a la normalidad como si nada hubiera ocurrido.
Sora cambió de escuela por mi insistencia, y Miyuki volvió a su trabajo, sin mayores complicaciones.
Sin embargo, lo que realmente me sorprendió fue descubrir que Miyuki tenía acciones en YouTube, Google y otras grandes compañías.
Había olvidado que, en su momento, le proporcioné información para que se hiciera rica.
Gracias a su personal de confianza, Miyuki no necesitaba estar completamente enfocada en su trabajo; su presencia en la empresa era más simbólica que esencial.
Y hablando de su personal, el chofer la llamó un día, preguntando si seguía en el mismo empleo, ya que hacía tiempo que no había tenido noticias de ella.
Le pedí que lo despidiera, dejándonos solo a los tres y a Izumi en la familia.
Tres años después
Durante los tres años que pasé en este mundo, aprendí mucho. En primer lugar, sobre mis propios errores, sobre cómo rellenar los huecos en mis mentiras.
Un día, Marin llegó a casa preguntando si habría un funeral. Quería saber más sobre mis orígenes, estaba realizando una especie de investigación por su cuenta. Pero todo eso se arregló con dinero. No por nada Miyuki es tan rica.
Le pedí que falsificara un cadáver y organizara un funeral falso.
Le proporcioné a Marin pruebas falsas de la muerte de Izumi y de mi identidad. Como no era una experta en investigación, pronto aceptó la muerte de Izumi como un hecho irrefutable.
Marin siguió viniendo a casa, buscando más ocasiones para convivir con la familia, sin sospechar que todo lo que le habíamos dicho era una mentira cuidadosamente tejida.
Mi pandilla, por su parte, había crecido considerablemente. Se llamaban a sí mismos Tenshi Oboro.
Comencé reuniendo a personas que querían hacer cosas poco éticas, y cuando alcanzamos los 50 miembros, empecé a poner en marcha mi segundo plan.
"Un club de pelea."
Con el dinero de Miyuki, compré un lugar discreto con un gran espacio subterráneo, debajo de mi bodega. Allí comenzaron a celebrarse peleas clandestinas. No eran eventos de gran escala, pero se ganaba dinero fácil. Además, como mi pandilla se dedicaba a la venta de productos ilícitos, muchos de los peleadores compraban directamente en el lugar.
Con el tiempo, decidí ampliar el sitio para convertirlo en algo más digno de un club de pelea. La inversión valió la pena, y el negocio prosperó. A los dos años, Tenshi Oboro ya tenía un nombre bien establecido dentro de la jerarquía de pandillas.
Pero surgió un problema. Me enteré de que la pandilla TOMAN de Tokyo Revengers había comenzado a pelear con nuestros miembros. Eso podría desatar una guerra innecesaria. Decidí que lo mejor sería formar una alianza para evitar más conflictos, así que acordé una reunión con los jefes de ambas pandillas para una tregua.
"Flashback"
Ahora mismo, me encontraba en camino al lugar de reunión donde Tenshi Oboro y TOMAN discutiríamos. Al llegar a una pequeña casa de reuniones cerca de la base de TOMAN, los líderes ya me esperaban adentro.
Cuando entré, notaron que no traía a nadie como acompañante, y se sorprendieron por lo pequeño que era el grupo.
- Oye, ¿no trajiste a nadie? ¿No es eso arrogante?. - preguntó un tipo con los lados de la cabeza rapados y un tatuaje de dragón en la parte de su cabeza.
Era nada menos que Draken, segundo al mando de TOMAN.
- Me gusta, es genial. - comentó otro chico, con ojos negro-grises y cabello largo y rubio.
- No soy arrogante, Subcomandante Draken, solo confío en mi fuerza. - Respondí con calma.
- Y gracias por tu elogio, Jefe de TOMAN, Mikey. Tú también tienes estilo. - Traté de ser lo más educado posible.
- Lamento mi franqueza, pero quiero que esto termine rápido. - Dije, dirigiéndome a ambos.
- Estamos aquí para formar un pacto de no agresión entre nuestras pandillas.- Los observé con detenimiento, buscando una posible refutación, pero ambos asintieron en silencio.
- ¿Qué propones, Mikey?. - preguntó Draken, mirando al líder de TOMAN.
- Propongo que nadie se meta en el territorio del otro. Nosotros dominamos Shibuya y ustedes Ikebukuro. Si alguno de nuestros miembros entra de forma ilegal en el territorio del otro, será apresado por la pandilla correspondiente.- Mikey hizo una propuesta clara y directa.
- Me parece bien. Es una regla simple y fácil de seguir. - Respondí, asintiendo.
- Y si agregamos una condición más… Si alguno de nosotros está en problemas con otra pandilla, podremos pedir ayuda mutua, pero también tendremos que ayudarnos en reciprocidad cuando sea necesario. - Propuse, sabiendo que esa norma podría ser valiosa en el futuro.
Ambos se quedaron pensativos, evaluando la propuesta. Al final, concordaron sin objeciones; no teníamos nada que perder y una tregua beneficiaba a ambos.
Nos dimos la mano y cerramos el trato. Ahora solo faltaba comunicar la noticia a nuestras respectivas pandillas.
Fin del Flashback
Después de resolver el problema con TOMAN, surgió una nueva amenaza: la pandilla VALHALLA. Sí, Valhalla, la pandilla que no debería existir, pues había acabado con la vida de sus líderes.
Realicé algunas investigaciones y descubrí que ahora la lideraba Izana, el hermano adoptivo de Mikey. Es curioso cómo sigue existiendo la guerra entre TOMAN y Valhalla, a pesar de todo lo sucedido.
La Yakuza está liderada por el Sr. Ichijo.
Es la trama de Nisekoi, donde Raku y Chitoge deben fingir ser novios, pero las cosas no siempre son lo que parecen.
Y luego está la familia Shinomiya, una familia poderosa que, por su propia corrupción interna, inevitablemente caerá.
Oko Shinomiya, hijo de esa familia, contactó a Miyuki para comprar acciones de nuestras empresas. Pero no se quedó ahí.
Fue más lejos y le hizo una propuesta indecente: quería que Miyuki fuera su "mascota". Ese maldito hijo de perra pensó que podía jugar con mi preciosa Miyuki.
Cuando me enteré de sus intenciones, sabía que debía poner fin a esa situación. No lo pensaría dos veces.
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- No sabes quién soy. Soy de la familia Shinomiya. Si quiero, puedo destruir a tu familia. - Oko dijo con una sonrisa arrogante, seguro de su poder.
- Ahora tendrás que compensar mi enojo. Casualmente me enteré de que tienes una hija bastante hermosa. - Añadió, con una sonrisa cruel.
Escuché esas palabras desde la sombra, ya que la reunión se llevaba a cabo en la casa de Miyuki. Sentí un furor en mi pecho. Mi enojo no tenía límites.
No solo iba a golpearlo, también iba a demostrarle lo que pasa cuando te enfrentas a alguien que no tiene nada que perder.
Salí de la cocina y, al verme, Oko se confundió. Mi aspecto podría hacerme pasar por un Shinomiya más, lo que le dio una falsa sensación de seguridad.
- ¿Quién eres tú? ¿Otro hijo de Miyuki? Si querías un hijo Shinomiya, podrías habérmelo pedido." Oko dijo, sonriendo de manera arrogante.
- No, Oko-san. Él es mi esposo. - Miyuki respondió, manteniendo una calma que solo ella podía tener.
- ¿Tu esposo? Pff... jajaja. Si te entiendo. A veces uno se siente atraído por lo más joven. No está mal. Creo que podríamos llevarnos bien, Miyuki. - Dijo, extendiendo los brazos, como si tomara posesión del lugar.
Era repugnante. Su grosería no tenía límites. Y su arrogancia me desbordó.
Me acerqué lentamente a él, con una calma que no compartía. Oko seguía sin tomarme en serio.
- Escucha bien, idiota. Tienes dos opciones: o te sometes, o te mueres.
Cuando Oko oyó mis palabras, una sonrisa se dibujó en su rostro, como si fuera un juego para él.
- Me voy a foll-.
¡Golpe!
Un puñetazo directo a su mandíbula lo hizo tambalear, dejándolo mareado. Vi cómo el dolor aparecía en su rostro.
- Eres de la familia Shinomiya, pero eres un imbécil arrogante. - Le dije con frialdad.
- ¿Por qué no viniste con escoltas? ¿O crees que todo el mundo le teme a tu familia?"
- Aunque, pensándolo bien, tienes razón. Nadie normal se atrevería a desafiarla.
- Pero como te habrás dado cuenta... yo no soy normal. - Añadí, sonriendo de manera gélida.
- E-Eso... ¿qué eres tú?. - Oko tartamudeó, aún sujetándose la mandíbula, claramente aturdido.
- ¿Qué soy yo?. - Respondí con calma.
- Te lo diré. Soy Haniel Shinomiya. Y soy... del futuro. O algo parecido."
- ¿D-Del futuro?. : Oko me miró como si estuviera loco, pero también con un profundo resentimiento.
- Si vas a inventar una mentira, hazlo bien, idiota.
¡Patada!
Una patada directa a su estómago lo hizo caer hacia atrás, retorciéndose de dolor.
- Te mostraré, Oko. El poder de las personas del futuro.
Oko me observó, con los ojos llenos de incredulidad, cuando una extraña luz morada emergió de mi mano.
La energía que emanaba de ella parecía palpable, aterradora. Oko, instintivamente, sintió el miedo correr por sus venas. Sabía que, si esa luz lo tocaba, no habría retorno.
Pero no pudo hacer nada. Estaba completamente a merced de lo que estaba por venir.
- Oko, agradece que seamos familia. Si no lo fuéramos, te habría robado toda tu energía. - Le dije con tono frío, mientras su rostro comenzaba a perder color.
- ¿Q-Qué...?. - Oko no podía articular palabra, completamente desconcertado.
- ¿Qué... es este... poder?. - Finalmente logró preguntar, su voz temblorosa.
- Es fácil de responder. Es el poder de robar la vida y el alma de todos.
Hablé con absoluta seriedad, mis ojos reflejando una frialdad implacable.
- Vengo aquí para evitar la caída de la familia Shinomiya. - Dije, con una calma inhumana.
Oko, que momentos atrás se habría burlado de tales palabras, ahora no podía hacer otra cosa que aceptar la realidad.
La demostración de poder que había presenciado lo había dejado impotente.
La debilidad que experimentó lo obligó a tragar su orgullo y reconocer el peligro.
- Y una última cosa.- Añadí, mientras comenzaba a quitarme lentamente las vendas de los ojos.
Cuando las vi por primera vez, pensé que eran un simple gesto.
Pero ahora, con el ambiente cargado de tensión, entendí lo que representaban.
El miedo a lo desconocido es el más primitivo de los temores humanos. Y cuando sabes cómo usar ese miedo, sabes que has ganado.
- ¿Qué... es esto?. - Oko preguntó, con los ojos desorbitados, aterrados por lo que veía.
Mis ojos, demoníacamente hermosos y aterradores, lo paralizaron.
No eran ojos como los de cualquier ser humano. Eran ojos que reflejaban un poder oscuro, ancestral.
- Un placer trabajar contigo, Oko-san... - Dije con una sonrisa fría, mientras la atmósfera se volvía aún más densa, casi insoportable.
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Nota: Si tienen duda lo que sale de él gacha, es al azar, solo pongo en una ruleta lo que podría salir y listo.
Nota: Si sienten que está raro que Oko se someta así de fácil, pues.
Ver a un niño sacando luz por sus manos y que sus ojos sean muy raros, tiene que haber dos opciones.
Alienígena, Magia o drogas.
¡Gracias por leer!
¡Tchau~!
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Número de Palabras: 2,983
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