El mundo temblaba bajo el peso de las decisiones tomadas por Luffy y Kaneki. Ambos estaban exhaustos, con el peso de la responsabilidad aplastando sus corazones. Mientras las sombras dentro del cristal seguían agitándose, una luz deslumbrante iluminó el horizonte.
"¿Qué es eso?", murmuró Kaneki, girándose hacia la fuente de la energía.
Un aura dorada, vibrante y ardiente, se acercaba a toda velocidad. La figura que emergió de aquella energía era inconfundible. El cabello erizado, los ojos llenos de determinación, y una sonrisa confiada en el rostro. Goku había llegado.
"¡Luffy! ¡Kaneki! ¿Qué clase de problema se han metido esta vez?"
Ambos hermanos quedaron atónitos. Goku, el amigo inseparable de Naruto, había sentido su ausencia y la perturbación en el equilibrio del universo. Había venido a ayudarlos.
"Sabía que algo andaba mal. Esa sensación… Naruto no está aquí, ¿verdad? Pero su espíritu sigue llamándome."
Luffy, aunque débil, se incorporó. "Goku… es una larga historia. Naruto… se sacrificó. Estamos tratando de traerlo de vuelta, pero todo lo que intentamos parece acercarnos más al desastre."
"Entonces, no hay tiempo que perder", dijo Goku con una sonrisa. "Si alguien puede regresar de una situación imposible, es Naruto. Pero para eso, tendremos que enfrentarnos a lo peor."