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Chapter 23 - Camino a lo Desconocido

La mañana siguiente comenzó con un aire de expectación en el campamento del grupo. Aunque habían derrotado al monstruo en el claro, la advertencia inscrita en las runas seguía pesando en sus mentes. El cielo nublado, teñido de un gris pálido, reflejaba la incertidumbre que sentían.

Fenrir había pasado la noche estudiando las marcas que había logrado copiar del altar. Con el ceño fruncido y los labios apretados, estaba claro que no había logrado descifrar mucho.

"Es frustrante," murmuró mientras cerraba el cuaderno de anotaciones y lo guardaba en su bolsa.

"¿Algo útil?" preguntó Aratsuki mientras ajustaba su katana nueva en la cadera.

Fenrir negó con la cabeza. "Solo fragmentos. Pero estoy seguro de que estas runas están relacionadas con algo mayor. Podrían estar vinculadas a la magia antigua que controlaba a esa criatura."

Dargan, quien estaba limpiando su martillo, intervino. "Magia antigua, runas, monstruos más listos de lo que deberían ser… ¿Por qué nunca hay nada fácil?"

"Si fuera fácil, cualquiera lo haría," comentó Eryn con un leve encogimiento de hombros mientras revisaba sus flechas.

"Entonces, ¿qué hacemos ahora?" preguntó Aria, su tono suave pero preocupado. "No podemos simplemente seguir avanzando a ciegas."

Aratsuki cruzó los brazos, pensando por un momento. Luego habló con su tono frío y directo: "Volveremos al gremio. Necesitamos más información antes de avanzar. Ralford podría saber algo sobre esto."

El Retorno al Gremio

El viaje de regreso fue relativamente tranquilo, aunque el grupo no bajó la guardia en ningún momento. A medida que se acercaban a la ciudad, las tensiones comenzaron a disminuir ligeramente, pero el peso de su misión aún permanecía.

Cuando cruzaron las puertas del gremio, fueron recibidos por la habitual mezcla de ruidos: risas, el tintineo de copas, y conversaciones animadas. Sin embargo, el ambiente se tornó ligeramente más silencioso cuando el grupo entró. Las miradas de varios aventureros se posaron en ellos, algunas con admiración y otras con envidia.

"Aratsuki, estás llamando la atención otra vez," murmuró Dargan con una sonrisa traviesa. "Tal vez deberías sonreír un poco más. Podrías causar desmayos."

Aratsuki ignoró el comentario, avanzando directamente hacia el mostrador donde Lucy estaba revisando unos documentos. La recepcionista alzó la vista y sonrió al verlo.

"Bienvenidos de vuelta. ¿Cómo les fue en la misión?" preguntó con una mezcla de curiosidad y preocupación.

"Sobrevivimos," respondió Aratsuki de forma escueta.

Lucy asintió, acostumbrada a su brevedad. "Ralford está en su oficina. Me pidió que los enviara directo a él cuando regresaran."

La Reunión con Ralford

La oficina del maestro del gremio estaba llena de mapas y documentos dispersos. Ralford, con su usual semblante serio, se giró para recibirlos.

"Bienvenidos," dijo, observándolos detenidamente. "Supongo que por sus caras sobrevivieron, pero algo más ocurrió."

Fenrir fue el primero en hablar, colocando su cuaderno de notas sobre el escritorio. "Encontramos esto en un altar protegido por un monstruo. Las runas son antiguas, posiblemente relacionadas con una forma de magia de control."

Ralford tomó el cuaderno, examinando las marcas con atención. Su expresión se oscureció. "Esto es peor de lo que pensaba. Estas runas… son de una época perdida. Se usaban para controlar a las criaturas del abismo. Si alguien las está utilizando ahora, significa que tienen acceso a conocimientos que deberían haberse perdido hace siglos."

"¿Criaturas del abismo?" repitió Aria, alarmada.

"Bestias más peligrosas que cualquier cosa que hayan enfrentado hasta ahora," explicó Ralford. "Si estas runas están siendo usadas para controlar monstruos comunes, es solo cuestión de tiempo antes de que algo mucho peor aparezca."

"Entonces, ¿qué hacemos?" preguntó Eryn, ajustando nerviosamente la posición de su arco.

"Necesito que investiguen más al norte," dijo Ralford, señalando un mapa. "Hay un antiguo templo en esa región. Según los registros, es uno de los pocos lugares que podrían contener información sobre estas runas. Pero tengan cuidado. Esa zona es peligrosa."

Preparativos para el Viaje

El grupo pasó el resto del día preparándose para la misión. Dargan bromeaba con Eryn mientras revisaban sus provisiones, intentando aligerar el ambiente tenso.

"¿Crees que los monstruos del norte se asustarán si te ven?" preguntó Dargan con una sonrisa burlona. "Después de todo, no es fácil encontrar una elfa con tan poca… presencia".

"¡Dargan!" exclamó Eryn, visiblemente molesta. "¡Deja de molestarme!"

Fenrir intervino, colocando una mano sobre el hombro de Eryn. "Tranquila. Sabes cómo es. No lo hace con mala intención."

Aratsuki observaba desde una distancia, permitiéndose un pequeño respiro ante la dinámica del grupo. Aunque todavía prefería mantenerse al margen, empezaba a apreciar la conexión que habían formado.

Aria se acercó, sosteniendo un frasco de medicina en la mano. "Esto podría ayudarte en caso de otra herida grave," dijo con una sonrisa cálida.

"Gracias," respondió Aratsuki, guardando el frasco en silencio.

Un Presagio de Oscuridad

Esa noche, mientras el grupo descansaba en la posada, Aratsuki tuvo un sueño inquietante. Las runas del altar brillaban intensamente, y una voz susurrante llenaba el aire con palabras ininteligibles. Frente a él, una figura encapuchada se alzó, con ojos que parecían absorber toda la luz.

"Eres el elegido," murmuró la figura. "Pero también eres la llave para desatar el caos."

Aratsuki despertó sobresaltado, con el corazón latiendo con fuerza. Miró a su alrededor, asegurándose de que todo estuviera en orden. Aunque no dijo nada a sus compañeros, sabía que aquel sueño era más que una simple pesadilla.

Con el amanecer, el grupo partió hacia el norte, sin saber que el destino les deparaba pruebas aún más mortales que las que ya habían enfrentado.

Hacia el Templo Perdido

El viaje al norte comenzó bajo un cielo plomizo, con el viento helado soplando a través de las colinas cubiertas de escarcha. La misión hacia el templo perdido prometía ser ardua, pero ninguno de los miembros del grupo habló en contra. Había un propósito claro: desentrañar los secretos de las runas y prevenir un desastre.

Aratsuki lideraba al grupo, su postura recta y alerta, mientras sus ojos escaneaban continuamente el entorno en busca de peligros. Aunque el camino parecía tranquilo, el peso del sueño que había tenido seguía rondando su mente.

"¿Cuánto falta para el próximo pueblo?" preguntó Dargan, frotándose las manos para calentarlas.

"Si seguimos este ritmo, deberíamos llegar al atardecer," respondió Fenrir con calma. Llevaba un mapa en la mano, consultándolo periódicamente para confirmar la ruta.

"Espero que tengan algo caliente para beber," comentó Eryn, ajustando su capa. "No pensé que este viaje sería tan frío."

"Las grandes aventuras no vienen con climas perfectos, princesa," bromeó Dargan, provocando una mirada de reproche de la elfa.

Aratsuki, quien hasta entonces había permanecido en silencio, se detuvo de repente y levantó una mano, indicando al grupo que se detuviera.

"¿Qué pasa?" susurró Aria, acercándose a él.

El joven espadachín entrecerró los ojos, escuchando con atención. "Hay movimiento… al frente."

La Emboscada

El grupo avanzó con cautela, siguiendo la señal de Aratsuki. Tras unos minutos, llegaron a un área donde el bosque se cerraba alrededor del camino. Las sombras de los árboles eran profundas, y la atmósfera parecía cargada de tensión.

Fue entonces cuando se escuchó un crujido. Antes de que pudieran reaccionar, una docena de goblins emergieron de entre los árboles, gritando en su lengua gutural. No eran los goblins comunes que solían enfrentar. Sus armas eran afiladas y parecían estar organizados, una señal de que habían aprendido a adaptarse.

"¡Formación!" gritó Fenrir, invocando rápidamente un escudo espiritual que bloqueó las primeras flechas que los atacantes lanzaron.

Dargan se colocó al frente junto a Aratsuki, su martillo brillando con una runa activada. "¡Vamos, malditos! ¡Vengan a probar un buen golpe de enano!"

Eryn, desde atrás, desató una ráfaga de flechas que impactaron con precisión mortal en tres goblins que intentaban flanquearlos.

"¡Aratsuki, detrás de ti!" gritó Aria.

El espadachín giró justo a tiempo para desviar un golpe con su katana. El goblin, más fuerte de lo que esperaba, lo empujó hacia atrás, pero un rápido contragolpe lo cortó en dos.

"Esto no es normal," murmuró Fenrir mientras convocaba un lobo espiritual que saltó sobre otro goblin. "Están demasiado coordinados."

Aratsuki asintió, su respiración acelerada. "No es solo coordinación. Están siendo dirigidos."

El Líder Goblin

De repente, un rugido resonó desde el bosque. De entre los árboles emergió un goblin mucho más grande, con una armadura improvisada hecha de huesos y cuero, y un mazo que parecía haber sido tomado de algún desafortunado aventurero.

"¡Tengan cuidado!" advirtió Fenrir, sintiendo la peligrosa aura del nuevo enemigo.

El goblin líder rugió y golpeó el suelo con su mazo, enviando una onda de choque que derribó a Dargan y desestabilizó al resto del grupo.

Aratsuki se lanzó hacia adelante, enfrentándose al líder directamente. Su katana chocó contra el mazo en un destello de chispas. Aunque sus movimientos eran rápidos, el goblin demostraba una fuerza abrumadora. Cada golpe lo hacía retroceder, sus brazos temblaban por el esfuerzo de bloquear.

"¡Aria!" gritó Fenrir. "Prepara una bendición, rápido."

La sacerdotisa se arrodilló, sus manos brillando con una luz cálida mientras comenzaba a recitar un hechizo. Mientras tanto, Dargan se levantó con dificultad, su rostro lleno de determinación.

"¡Eryn, cúbreme!" rugió el enano antes de cargar hacia el goblin líder.

"¡Entendido!" respondió la elfa, disparando flechas que desviaron la atención de los otros goblins que rodeaban a Aratsuki.

Con un rugido, Dargan golpeó con fuerza el mazo del goblin líder, creando una abertura que Aratsuki aprovechó. Con un movimiento preciso, hundió su katana en el costado del monstruo.

El goblin líder rugió de dolor, pero aún no estaba vencido. Con un último esfuerzo, levantó su mazo para aplastar a Aratsuki, pero antes de que pudiera atacar, una explosión de luz lo envolvió.

"¡Bendición completada!" exclamó Aria, su hechizo finalizando justo a tiempo.

El goblin líder cayó al suelo, inmovilizado por la luz purificadora, y Aratsuki aprovechó para asestar el golpe final, atravesando su cuello.

Después de la Batalla

El grupo se sentó en el camino, jadeando y recuperándose. Las heridas no eran graves, pero el cansancio era evidente.

"Eso fue… demasiado," dijo Eryn, dejando caer su arco y limpiándose el sudor de la frente.

"Sí, y todavía no hemos llegado al templo," comentó Dargan, observando los cuerpos de los goblins.

Fenrir se acercó a Aratsuki, colocando una mano en su hombro. "Buen trabajo, pero tienes que cuidarte. No puedes cargar con todo solo."

Aratsuki asintió ligeramente, sin responder. Su mirada estaba fija en el horizonte, donde las montañas se alzaban como gigantes sombríos.

"Deberíamos movernos," dijo finalmente. "No sabemos si habrá más emboscadas."

Aria se acercó, tocando suavemente su brazo. "Estás herido. Déjame curarte antes de que continuemos."

"No es nada grave," respondió él, aunque permitió que ella comenzara a sanar las pequeñas cortadas en su rostro y brazos.

Mientras el grupo se preparaba para seguir adelante, la sensación de que algo mucho más grande los esperaba en el templo se hizo más fuerte. Aunque habían sobrevivido a esta batalla, sabían que las pruebas más difíciles aún estaban por venir.