El primer rayo de sol iluminó el cielo, desperezándose sobre las montañas de Terra. Aiden se encontraba en el campo de entrenamiento, donde los ecos de espadas chocando y los gritos de guerra resonaban como una melodía familiar. Era un día más en su camino para convertirse en el guerrero que su mundo necesitaba. Desde que había despertado en el bosque, sin recuerdos de su pasado, Aiden había dedicado cada hora de su vida a entrenar y fortalecer sus habilidades. Aquel día, mientras los primeros rayos del sol dorado se filtraban entre los árboles, se estaba enfrentando a un nuevo desafío: una serie de enemigos holográficos que simulaban las habilidades de los temidos guerreros oscuros que había oído mencionar en historias antiguas.
—¡Concéntrate, Aiden! —gritó su instructora, Lyra, una mujer de cabello dorado que había sido clave en su entrenamiento. Aiden asintió, respirando hondo. Con cada movimiento, sentía una extraña energía fluir a través de él, guiándolo y permitiéndole anticipar los ataques de sus oponentes. Había descubierto que no solo poseía habilidades físicas sobresalientes, sino que esa energía misteriosa. A medida que luchaba, podía oír susurros, guiándolo.
Sin embargo, el destino había decidido que su camino no sería tan sencillo. Un día, mientras exploraba un mercado en la ciudad de Lúmina, Aiden se encontró con una anciana de ojos profundos y sabiduría eterna, sentada en un pequeño puesto. Sus manos temblorosas sostenían un viejo libro cubierto de runas brillantes.
—Muchacho —dijo la anciana, mirando a Aiden con una intensidad que lo hizo estremecer—. He visto en las estrellas un futuro sombrío. Una sombra oscura volverá a caminar por este mundo. Yharim, el antiguo héroe conocido como el héroe carmesí retornara como el antiguo Señor de las Sombras, y su poder será más grande que nunca.
Aiden sintió un escalofrío recorrer su espalda. —¿Qué debo hacer?
La anciana cerró su libro y lo miró fijamente. —Debes prepararte. La oscuridad no espera, y aquellos que buscan el poder siempre están al acecho. Tu viaje apenas comienza, y el destino de Terra podría depender de ti.
Sus palabras resonaron en la mente de Aiden mientras continuaba su entrenamiento. Con la advertencia de la anciana grabada en su corazón, decidió que necesitaba más que entrenamiento físico; debía entrar en una academia para aprender a dominar sus habilidades. La Academia de Guerreros de Eldrath era conocida por sus rigurosos métodos de enseñanza y sus altos estándares.
Al llegar a la academia, Aiden se enfrentó a dos pruebas fundamentales: una física y otra mágica. Durante la prueba física, demostró su fuerza y agilidad, superando obstáculos y enfrentándose a otros aspirantes. Sin embargo, en la prueba mágica, se presentó un desafío diferente. Cuando Aiden se acercó al cristal mágico que revelaba habilidades, sintió una mezcla de ansiedad y esperanza. El cristal brilló, pero en lugar de una explosión de luz, se apagó. El examinador frunció el ceño.
—No posees habilidades mágicas, Aiden —declaró, y la decepción llenó el aire.
A pesar de ello, su destreza física le valió la aceptación en la academia. Durante los años siguientes, Aiden se sumergió en sus estudios y entrenamiento, forjando lazos con compañeros como Kael, Mira y Thorne. Juntos, compartieron victorias y derrotas, aprendiendo el uno del otro mientras crecían en poder y amistad.
Después de un par de años, la noticia de un nuevo peligro llegó a la academia: criaturas oscuras estaban atacando la aldea de Nochebruma. Aiden y sus compañeros decidieron que era su deber acudir en ayuda de la aldea, sin saber que Yharim también se acercaba. Al llegar a Nochebruma, se encontraron con un caos total. Las criaturas, más feroces de lo que habían imaginado, atacaban a los aldeanos, llenando el aire con gritos de terror. Aiden lideró a su equipo, luchando con valentía para proteger a los inocentes.
En medio de la batalla, un rugido resonó a través del campo de batalla. Yharim, con su imponente figura envuelta en sombras, apareció de repente. Con un movimiento ágil, se lanzó hacia uno de los amigos de Aiden, Thorne, quien estaba a punto de ser alcanzado por la espada de Yharim. Fue en ese momento, cuando la desesperación llenó su corazón, que Aiden sintió una intensa energía. Entonces una energía poderosa emergió de su ser, y su habilidad despertó. En un destello de luz dorada, detuvo y repelió el ataque de Yharim y en ese momento se reveló su poder: -Ecos de los Caídos-, una habilidad que le permitió manifestar y usar las habilidades de los héroes caídos, desatando una oleada de poder que repelió no solo a Yharim sino también a las criaturas.
Yharim, al ver el poder que emanaba de Aiden, retrocedió, asombrado. En sus ojos, Aiden vio el reconocimiento de un antiguo compañero, un guerrero que había luchado en el pasado. Pero la sorpresa no fue suficiente para detener a Yharim. Sin pronunciar palabra, se retiró, dejando a los héroes atónitos. Aiden, aún sintiendo el poder burbujear dentro de él, miró a sus amigos. La batalla había cambiado, y con ella, su destino. Sabía que su viaje apenas comenzaba, y que el camino hacia la confrontación con Yharim sería largo y peligroso.