La luna brillaba sobre la academia, bañando las torres y los patios en un resplandor plateado. Aiden no podía dormir, los ecos de los textos antiguos que había leído seguían resonando en su mente. Caminaba por los pasillos de piedra de la Academia de Guerreros de Eldrath, intentando procesar todo lo que había aprendido sobre los Vástagos de los Caídos. Cada paso parecía llevarlo más cerca de una verdad que aún no podía comprender del todo.
Finalmente, se detuvo en el patio de entrenamiento. Las antorchas que rodeaban el área parpadeaban suavemente, proyectando sombras que danzaban en las paredes. Aiden desenvainó su espada, una hoja que había sido su compañera desde que comenzó su entrenamiento. Sentía la necesidad de practicar, de desahogar la tensión que le oprimía el pecho.
Con un movimiento fluido, Aiden inició una serie de golpes y paradas, siguiendo la rutina que Lyra le había enseñado. Sin embargo, esa noche, algo era diferente. Mientras se movía, los susurros que había oído durante la batalla en Nochebruma regresaron, pero esta vez eran más claros, más insistentes. Voces de guerreros de épocas pasadas llenaban su mente, guiando sus movimientos con una precisión que le resultaba casi sobrehumana.
—No puedes descansar cuando las sombras se ciernen, joven Vástago —dijo una voz profunda, resonando en el aire a su alrededor.
Aiden se detuvo bruscamente, su respiración agitada y su mirada recorriendo el vacío del patio. Nadie estaba allí, pero la voz había sonado tan clara como si alguien le hubiera hablado al oído.
—¿Quién eres? —preguntó en un susurro, sintiendo que el frío de la noche se intensificaba—. ¿Por qué puedo escuchar a los caídos?
Las sombras que danzaban a su alrededor se espesaron por un instante, como si estuvieran tomando forma. Un guerrero de armadura oscura, su rostro oculto por un casco antiguo, apareció brevemente frente a él antes de desvanecerse en el aire nocturno. Aiden dio un paso atrás, el sudor frío corriendo por su frente.
—Somos aquellos que dieron su vida por un mundo que nunca llegó a conocer la paz —respondió la voz, ahora más tenue, como si viniera de un lugar muy lejano—. Y ahora, nuestro legado vive en ti. Pero ten cuidado, Aiden, porque la sombra que enfrentas también es un reflejo de tu propio corazón.
La presencia se desvaneció, dejando a Aiden solo en el silencio del patio. Se quedó allí un momento, tratando de entender lo que acababa de ocurrir. La advertencia de la voz resonaba en su mente: "La sombra que enfrentas también es un reflejo de tu propio corazón". ¿Qué significaba eso? ¿Acaso Yharim y él estaban conectados de alguna forma que aún desconocía?
Con el primer rayo de sol asomando en el horizonte, Aiden se dirigió a la sala común de la academia, donde sus amigos lo esperaban. Kael y Mira estaban revisando los textos que habían encontrado, mientras Thorne, siempre impaciente, hacía girar su espada entre las manos.
—Te ves como si hubieras visto un fantasma, Aiden —comentó Thorne con una sonrisa cansada—. ¿No dormiste nada?
Aiden les explicó lo que había experimentado en el patio, la aparición de la figura sombría y las palabras que había escuchado. Mientras hablaba, los rostros de sus amigos se volvieron serios, y una sensación de inquietud llenó la sala.
—Esto es más profundo de lo que pensábamos —murmuró Kael, pasando una mano por su cabello oscuro—. Si esas voces son de los antiguos guerreros caídos, entonces puede que haya más en juego aquí que simplemente el regreso de Yharim.
Mira asintió, su mirada fija en Aiden. —Pero si esas sombras están tratando de advertirte, significa que tienes un papel importante en lo que está por venir. Y si Yharim también está vinculado a ellas, entonces él debe saber algo que nosotros no.
—Podemos seguir investigando en los registros de la academia, pero no creo que encontremos todas las respuestas aquí —agregó Kael, cerrando el libro que tenía en las manos con un suspiro—. Si queremos saber más, tendremos que buscar a aquellos que todavía recuerdan la época de Yharim.
Thorne levantó una ceja. —¿Estás sugiriendo que busquemos a más ancianos misteriosos? Porque la última vez casi nos morimos de aburrimiento escuchando esas historias.
Aiden sonrió levemente, apreciando el intento de Thorne por aligerar el ambiente. —Puede que esta vez sea diferente. Si logramos encontrar a alguien que viviera en la época de la guerra contra Yharim, quizás podamos entender mejor qué es lo que está ocurriendo. Y mientras tanto, continuaré entrenando, dominando estos ecos... antes de que ellos me dominen a mí.
—De acuerdo, entonces tenemos un plan —dijo Mira, levantándose con determinación—. Vamos a buscar a los ancianos que vivan en las aldeas cercanas y a reunir toda la información que podamos. Y mientras tanto, Kael y yo nos ocuparemos de los registros mágicos. Hay que estar preparados para lo que venga.
Los cuatro intercambiaron miradas, sabiendo que se enfrentaban a un desafío que iba más allá de cualquier batalla física que hubieran enfrentado antes. Yharim estaba ahí fuera, planeando su próximo movimiento, y el tiempo no jugaba a su favor.
Mientras se preparaban para salir, Aiden sintió que la energía que fluía dentro de él se volvía más intensa, como una llama que crecía con cada paso que daba. Sabía que el camino sería difícil y que la línea entre la luz y la oscuridad sería cada vez más borrosa. Pero, rodeado de sus amigos y con la determinación ardiendo en su pecho, se prometió a sí mismo que no se dejaría vencer.
Y así, con la promesa de respuestas en el horizonte y un nuevo destino entrelazado con el legado de los caídos, Aiden y su equipo partieron de la Academia de Guerreros de Eldrath, adentrándose en un mundo donde las sombras y la luz luchaban por el control del futuro de Terra.