—Claro, supongo que no tengo que venir también —murmuré.
—No suenes tan triste. Prefiero quedarme en cama cualquier día antes que salir a conocer a todas esas personas al azar que mamá y papá quieren que conozca —dijo antes de reírse.
Su risa terminó en toses roncas que me hicieron creer que quizás no necesite fingir estar enferma para quedarse en cama.
—Deberías irte a la cama. Dormirás en mi habitación esta noche, ¿verdad? —pregunté aún sintiéndome incómodo.
—Sip, y tú dormirás en la mía. Cuando llegue la mañana, tú serás Diana y yo seré Dahlia —dijo antes de guiñarme un ojo.
...
—Pareces exactamente una princesa con este vestido. Sabía que te quedaría perfecto, ¡pero esto superó mis expectativas! —exclamó mi madre.