—Oh, ya volviste —Diana me saludó con una amplia sonrisa.
—Te ves mejor ya —respondí antes de devolverle la sonrisa.
—Permanecer en la cama es lo mejor —dijo, y luego su sonrisa se ensanchó.
—Me siento tan cansada... —me quejé suavemente.
—Gracias por asumir esto por mí. Estoy segura de que debió haber sido un día aburrido para ti —dijo mientras me daba palmaditas en la espalda reconfortantemente.
—Sentémonos. Necesito contarte todo al respecto —dije.
Tomé su mano y la guié hacia la cama. Diana parecía mucho más enérgica que antes al saltar sobre la cama y palmear el lugar vacío cerca de ella para que me uniera a ella.
—Así que, cuéntame todo al respecto —exigió con los ojos bien abiertos.