—Era tarde en la noche, un coche negro con líneas suaves estaba aparcado bajo el apartamento donde vivían Ámbar y Ashton.
—Las luces estaban tenues, y un cigarrillo parpadeante en el coche se reflejaba en la cara sombría de un hombre.
—El reloj de marca en su muñeca señalaba las tres de la madrugada, pero la mujer aún no aparecía.
—Habiendo esperado en el coche durante cinco horas, Rodney curvó sus labios.
—Cuando vio a la mujer y a Elliot salir juntos del hotel íntimamente, supo que ella se quedaría fuera toda la noche. Sin embargo, aún no podía controlarse de tener que venir a echar un vistazo.
—Aún había un rastro de fantasía en su corazón. Pero la realidad había demostrado que su fantasía no era más que una fantasía después de todo.
—Tirando el cigarrillo con brusquedad, arrancó el motor, y pronto el coche desapareció en la noche sin límites.