—Fobos —susurro intentando captar la atención del que no me presta ninguna. Sus cejas se fruncen para iluminar un mohín en su rostro mientras él está absorto en el libro que lo ata bajo su hechizo. Un hechizo del cual parece que no puedo despertarlo, sin importar mis intentos.
Mis ojos se cierran con mi creciente molestia mientras me acerco a su calor. Lo empujo con mi hombro.
—¿Fobos? —lo llamo intentándolo por sexta vez. ¿Qué tiene este libro que no puede ni prestarme una pizca de atención? Después de todo, lo visito solo para verlo y esto solo ocurre una vez al mes.
—Hmm —Él responde con un murmullo, su pulgar presionando el papel endeble y pasando a la siguiente página. Sus ojos se abren ligeramente como si la historia lo tomara por sorpresa. Quizás un giro, quizás un final abrupto.
Empujo mis dedos entre sus rizos capturando los gruesos mechones y tiro de ellos, su cabeza se inclina hacia mí mientras lo jalo del cabello. Se ha acostumbrado tanto a mis travesuras que nada lo sorprende. Me permite jugar con ellos como si no doliera cuando tiro.
Lo miro con furia desde debajo de mis pestañas deseando quemar ese libro que lo consume. Las ruedas en mi mente giran formando un plan para mi próximo intento. Otro para lograr que juegue conmigo. Mordisqueo mi labio inferior esperando que la bombilla se encienda, rápidamente viene en mi ayuda dándome una pista, más bien una idea fácil de acción.
Me levanto rápidamente sacudiendo mi trasero y entrecierro los ojos buscando a mi cómplice. Los fuertes rayos del sol me lo señalan con facilidad. Una roca con bordes afilados, se distingue entre las demás llamándome para que la tome como la elegida.
Dándome una decidida inclinación de cabeza, me preparo para poner mi plan en acción. Tomando mi posición con la espalda encorvada y los ojos bajos, tomo una profunda y lenta respiración calmado mi corazón palpitante.
La campana en mi mente suena y corro. Tan rápido como sea posible a pesar de la corta distancia. Corro de manera como si estuviera aburrida y simplemente jugando. Al alcanzar la roca, tuerzo mi tobillo a propósito para que mi cuerpo pierda el equilibrio y lo hace con perfección. Cayendo al suelo mis manos frenan mi caída, asegurándome de hacerlo junto a la roca para que él sepa qué lo causó.
Un chillido agudo deja mis labios seguido de lamentos bajos y tristes desde lo profundo de mi pecho como si mi caída fuera insoportable. Manipulo mis lamentos en dolorosos. Esto definitivamente captará su atención.
El libro es arrojado a un lado rápidamente sin dudarlo y Fobos se vuelve hacia mí inmediatamente con los ojos serios y cautelosos mientras escanea rápidamente cada centímetro de mi piel. Sus pasos son rápidos como si fuera un fantasma, silencioso y veloz. Mis ojos se abren por la cantidad de segundos que tarda en llegar a mí.
—¿Qué pasó? ¿Cómo te caíste? —pregunta tomando mi mano suavemente y presionando su pulgar en mi muñeca, revisando mi pulso. ¿Está comprobando si estoy enferma o no tengo energía? Quizás piense que estaba a punto de desmayarme. Su profunda preocupación nos envuelve en una burbuja cálida y trato de salir de ella con todas mis fuerzas.
—Yo-Yo... —balbuceo como la idiota que soy. Voy a meterme en problemas por esto. Su seriedad me lo dice. —La-La roca —señalo con un dedo tembloroso hacia la afilada roca que yace en el suelo gritando su inocencia.
Sus dedos recorren mis piernas y manos sintiendo mi carne con el calor de sus palmas en busca de sangrado o moretones. Ojos preocupados, labios con un ceño fruncido, su disgusto claramente visible. En efecto, se ha formado un corte en mi codo que ahora comienza a sangrar por mi antebrazo.
—¿No te he dicho que no seas tan torpe, Tea? Necesitas observar primero lo que te rodea —dice con voz severa y reprobatoria.
Él levanta la roca, volteándola de lado a lado, evaluando su masa con ojos agudos. Quizás debería haber pensado en mi plan fallido. Definitivamente va a ver a través de mi actuación.
Él frunce el ceño. Mi corazón se detiene. —Tea.
—¿Sí? —murmuro como una pequeña tortuga que solo desea esconderse de nuevo en su caparazón.
—¿Te caíste sobre esta roca? —pregunta a pesar de su incredulidad. Quizás para él es claro como el día.
—Sí. —miento entre dientes con confianza rezando para que no pueda ver más allá de mi mentira.
—Ya veo. Esta roca. Quiero que la sostengas en tu palma. —dice mientras la lanza al aire y la atrapa rápidamente.
—¿P-Por qué? —pregunto.
—Parte de tu entrenamiento. Abre la mano. —responde con sus ojos clavados en los míos. Un escalofrío lento sube por mi columna ante la mirada que me da.
Giro mi mano alrededor y le doy mi palma temblorosa abierta. Él deja caer rápidamente la roca en mi palma sin previo aviso. Mi palma se mantiene igual, sin bajar, sostiendo la roca con facilidad pues no tiene peso.
Él permite que un suave suspiro escape de sus labios. —¿Es pesada para ti cargar? —pregunta.
—No, —respondo con la verdad. Una verdad por una mentira. No creo que pueda mentirle sobre esto y salirme con la mía.
—Para tropezar y caer, la roca debe ser más pesada de lo que sostienes. Y debe ser una que la tierra levante, una que no pueda ser pateada o recogida a pesar de sus ásperas paredes. —dice. Me encanta escuchar sus explicaciones, pero esto... sé a dónde va y no quiero oírlo.
La situación juguetona desaparece, reemplazada por una tensión palpable.
—¿Por qué me dices esto? —pregunto mirándolo a los ojos sin vacilar. Su último entrenamiento para mí fue cómo sostener la mirada con el interrogador, un acto. Superar el cuestionamiento y la duda y probar la inocencia pues quien miente no puede sostener la mirada de otro.
Él inclina la cabeza hacia un lado, un apretón en su mandíbula como si estuviera decidiendo si aplaudirme por atenerme a su entrenamiento pasado o si continuar. Sacude la cabeza como si se reprendiera a sí mismo y llegara a una conclusión.
—¿Sabes por qué, Tea? ¿Simulaste tu caída y te lastimaste a propósito? ¿Por qué? —pregunta con sus ojos agudos e impactantes—. La forma en que me mira ya es un gran castigo para mí. Nunca había hecho esto antes, así que no sabía cuál sería su reacción. Pensé que se reiría y lo ignoraría, como mi familia, mientras me daba lo que quería desde el principio. Atención. Pero no esto. Definitivamente no esto.
—Caí de verdad. Tus dudas me desagradan —nunca he sido buena mintiendo. ¿Cómo podré escapar de esta situación? No esperaba esto.
—No me mientas, Tea. Detesto las mentiras —levanta la cabeza, sus labios en una línea recta.
—¡No estoy mintiendo! Mira, estoy sangrando, ¿te parece esto una mentira? Eres cruel, Fobos —le muestro mi codo que ahora ha dejado de sangrar, solo queda un pequeño corte abierto—. La decepción me inunda. ¿En serio? ¿Ahora deja de sangrar? Pensé que se vería sangriento y doloroso para ayudar a defender mi caso.
—Te daré una última oportunidad. ¿Planeaste tu caída para lastimarte o fue simplemente un accidente? —mira mi corte. Con otro suspiro, murmura.
—¿Por qué me mira así? Como si ya supiera la respuesta. ¿Por qué convertir un problema pequeño en uno enorme? Solo estaba jugando.
—Fue un accidente —también es mi último intento para escapar de los lazos que poseen sus ojos.
—Él toma una respiración profunda mientras desvía la mirada de mí. Muerdo mi labio inferior y miro mis pies. Sí, quería su atención pero no de esta manera. ¿Por qué siempre debe estar sumergido en un libro cada vez que vengo a visitarlo? Todo es su culpa.
—Él se empuja hacia atrás aterrizando de nuevo sobre su trasero mientras me observa con sus ojos descontentos. Decepción. Mis ojos se ensanchan ante su emoción.
—Nos sentamos allí durante un rato mirándonos el uno al otro. Me siento como un conejo huyendo de un lobo. Pero la trampa es que él ya me ha atrapado. La terquedad, un rasgo que no puedo eliminar. Uno podría decir que nací con ella. Mis padres no pueden doblegarla a su voluntad y Phobos tampoco. No le diré la verdad no importa cómo intente sacármela.
—Muy bien —dice y rápidamente lo miro—. ¿Estamos jugando ahora? ¿Lo está dejando pasar? Se levanta rápidamente, sus uñas rascando la parte posterior de su cuello—. Levántate, Tea. Sígueme.
—Comienza a caminar de regreso al castillo sin siquiera darme otra mirada. Muerdo mi labio más fuerte pues ahora estoy agitada. Corriendo un poco para alcanzarlo le sigo en silencio por las escaleras.
—Los sirvientes me saludan pero no les presto atención, mis ojos en su espalda. Está fríamente silencioso sin decirme una palabra. Me frustra porque nunca ha sido así conmigo. No sé qué está pensando. Me da demasiado miedo preguntarle. De pie frente a la habitación de Deimos, Fobos llama a la puerta.
—Aprieto mis palmas en puños, mis uñas clavándose en la carne, firmemente a mis lados. La puerta se abre rápidamente y Deimos asoma la cabeza.
—¿Hermano? —pregunta—. ¿Qué sucede? —la confusión se enciende en él.
—Deimos abre completamente la puerta permitiéndonos la entrada. Hay una tensión creciente que nos sigue al interior.
—¿Tea? —Cronos se levanta de su posición sentada en el suelo junto al tablero de ajedrez, frunciendo el ceño sin entender por qué estamos visitándolos. Normalmente paso todo el día con Fobos y muy poco con ellos.
—Cronos, necesito que lleves a Tea de vuelta a casa, asignaré a un lobo para que os lleve a ambos —dice Fobos. Mis ojos se agrandan mientras lo miro hacia arriba. ¿Casa? ¿Por qué? Acabamos de llegar hace unas horas.
—¿Por qué? ¿Está enferma? —Cronos inmediatamente viene a mi lado colocando su palma sobre mi frente revisando mi temperatura. Siempre he sido débil desde que nací. Puedo enfermarme fácilmente a diferencia de otros lobos que poseen una buena 'inmunidad' como dice mi madre.
—Se cayó hace un rato, supongo que realmente le dolió. Estaba gimoteando y quejándose. Fue un accidente —Fobos dice mientras me mira. Dice 'un accidente' con el mismo tono que yo como si me estuviera burlando. Burlándose de mis mentiras.
—Estoy bien. Honestamente, ya no me duele. Mira —digo empujando mis dedos sobre el corte que ahora ha comenzado a cicatrizar lentamente, aunque tomará algunas horas más cerrarse completamente.
—Gracias por venir hoy, Deimos y yo realmente lo apreciamos y disfrutamos de tu presencia —dice Fobos mirando a Cronos, terminando con una mirada hacia mí como si no me estuviera reconociendo en absoluto. Basta. Basta, Fobos.
—Iré a decirles que preparen el coche. Un sirviente vendrá a buscarte —Fobos pronuncia con un asentimiento cortante.
—No quiero ir. Estoy completamente bien —hablo levantando mi molestia.
—No, Tea. No estás bien. Estás herida. Te caíste —Fobos responde. Cronos asintiendo a sus palabras aceptándolo.
—Vamos, Tea —susurra Cronos a mi lado agarrando mi brazo inspeccionando mi herida.
—¡Te dije que no quiero irme! ¿Por qué me estás forzando? —grito levantando la voz mientras golpeo el pie en el suelo.
—Sabes por qué, Tea —murmura Fobos con voz baja, sus ojos rugiendo como si estuvieran en llamas. Está seriamente descontento con mis mentiras. Nunca he visto a Fobos enojado, ¿es así como es?
—¡Me caí! ¡Me caí! Fue un accidente —déjalo ir. Por favor déjalo ir. No podré venir aquí hasta el próximo mes. ¿No puedo pasar un día contigo? Eres el único amigo verdadero que tengo. Cronos frunce el ceño ante mis gritos sin entender por qué estoy tan emocional sobre esto. Deimos está al lado de su hermano viendo cómo se desarrolla la escena. Él no dice nada.
—Cronos, el próximo mes tu hermana no tiene permiso para entrar a nuestras instalaciones. Tú puedes venir, pero ella no —Phobos declara. Lo he enfurecido aún más. Yo...yo no quería.
Doy un paso atrás. Labios tambaleantes, rápidamente miro hacia abajo a mis pies. Me remuevo hasta que mi corazón se nubla y mi primera lágrima cae por mi mejilla. Pequeños sollozos salen de mis labios. Mis labios temblorosos, ojos borrosos. Injusto. Él es injusto.
—¿Estás llorando, Tea? —Mi hermano se acerca a mi lado, poniendo sus brazos alrededor de mis hombros, acercándome a su calor—. No es gran cosa. Silencio ahora —dice tratando de consolarme lo mejor que puede.
Veo el temblor de los puños apretados de Fobos desde debajo de mis pestañas, como si le picara consolarme igual que mi hermano lo hace.
—Eres malo. Eres realmente malo, Fobos. T-Tú sabes por qué hice lo que hice. Yo s-solo quería que jugaras conmigo —un pequeño gemido sale de mis labios. Es como si me hubiera robado mi muñeca favorita como castigo por mis mentiras.
—Te veré en dos meses, Tea —es todo lo que Fobos dice mientras sale de la habitación. Empiezo a llorar más fuerte, las manos apretadas en puños mientras me froto los ojos hasta que se irritan.
—No te frotes los ojos, Tea. Podría causarte daño —mi hermano captura mi muñeca llevándola lejos de mis ojos. Es un hábito cuando lloro.
—¿Qué hiciste, Tea? —pregunta Deimos acercándose a mi derecha—. Mi hermano no se enoja a menudo, debes haber hecho algo para irritarlo.
—M-Mentí —finalmente balbuceo mi verdad a través de mis hipidos. Tal vez él pueda ayudarme, venir aquí es lo único que espero con ansias. Me encanta aquí y si mis padres me dejaran me quedaría para siempre.
—¿Cómo?
—Simulé mi caída. Caí a propósito y mentí diciendo que fue un accidente. P-Pero solo lo hice porque él no estaba jugando conmigo —digo pasándole mi razón para que él pueda ver que no es mi culpa.
—Oh, Tea. Sí, le mentiste pero quizás lo que realmente lo enojó fue que... te lastimaste a propósito. Conozco a mi hermano —Deimos susurra. El silencio consume la habitación mientras digiero sus palabras.
Cuando el conductor abre la puerta del coche para mí, me vuelvo hacia un Deimos que me saluda con la mano y le ofrezco una sonrisa amistosa. Mis ojos están hinchados y mis mejillas infladas; puedo sentirlo cuando los toco con mis dedos. Busco al macho que me envió a casa, pero no está por ninguna parte. Fobos siempre se aseguraba de despedirme.
—Disculpe, ¿podría bajar las ventanas? A mi hermana le encanta el viento —Cronos le dice al conductor sentado cerca de mí. El macho inmediatamente baja la ventana de mi lado.
Viendo cómo el castillo desaparece en la distancia, comienzo a llorar una vez más, como si nunca pudiera regresar.
—Solo son dos meses, Tea. Lo verás de nuevo —Cronos susurra a mi lado limpiando mis lágrimas con el talón de sus palmas. Alejándome de su toque, mirando por la ventana, pequeños hipidos salen de mi pecho mientras me despido del castillo que tiene mi corazón.
Los dos meses pasaron tan lentamente como pudieron. Intenté llamar a Fobos solo para escuchar a su hermano decirme que estaba ocupado o entrenando. Colgué el teléfono, pero me sentí inquieta, no es una emoción fácil de manejar para una niña de seis años. No entiendo por qué, pero me he encariñado con él tanto como con Cronos. Comparto un profundo vínculo con él.
```
Reflexioné sobre ello durante varios días, sobre mi mentira. No sabía por qué Fobos lo había convertido en un gran problema ya que solo era una travesura juguetona. Mi codo sanó ese mismo día, sin cicatrices, nada. Pero lo que quedó fue mi cruel castigo.
Pasé noches protestando. Saltándome la cena para obligar a mis padres a influir en Alfa Ares y en Luna Afrodita para que me permitieran ir al castillo. Sin embargo, mis padres no estuvieron de acuerdo diciendo que era asunto entre Fobos y yo y que no debían interferir.
Y cuando llegó el comienzo del próximo mes, Cronos se marchó antes de que despertara del sueño, más bien huyó. No quería que lo viera partir y me pusiera triste y llorara. Sin embargo, lo hice. Lloré todo el día lanzando mis juguetes a mi puerta esparciendo mis lápices de colores por el suelo, señales de mi profundo malestar.
—¿Fobos ha preguntado por mí? ¿Cómo estoy? —pregunté cuando Cronos llegó después de la cena.
—No —respondió él con una sola palabra.
Eso me irritó. Fobos me envió lejos, me prohibió volver y luego no pregunta si estoy bien?
Pero entendí mi error. No debería haber mentido, no debería lastimarme para llamar su atención. Eso es lo que lo molestó. Él no es como mi hermano ni como mis padres. Él es estricto y serio y hay cosas que no le gustan, así que debo...comportarme.
Cronos me aconsejó preparar algo para Fobos como muestra de mi disculpa, así que hice lo que sé hacer bien. Hice una tarjeta y es muy especial. Usé todos mis crayones para decorarla y terminé mi botella de purpurina y confites. Nunca le he hecho a nadie una tarjeta así, espero que le guste.
Tiritando, sostengo esa tarjeta muy cerca de mi pecho mirando la entrada al jardín. Me vuelvo, lista para pedirle ayuda a Cronos, pero mi mente dice que debo hacerlo por mí misma, así que me giro de nuevo para enfrentar la entrada.
—¿Y si todavía está molesto? ¿O enojado? ¿Y si ya no quiere verme? ¿Y si ya no quiere ser mi amigo? —mi labio inferior se adelanta para formar un puchero triste. No quiero eso. No lo quiero.
—Theia. ¿Cuánto más me harás esperar? Ven —la voz de Fobos atraviesa mis pensamientos haciéndolos añicos. Me sobresalto y miro hacia abajo a mi tarjeta. ¿Cómo supo que estaba aquí? No hice ni un solo ruido. ¿Debería darle esta tarjeta, verdad? La hice para él, necesito disculparme. No quiero decepcionar a Cronos tampoco.
Doy pequeños pasos hacia donde él espera, de pie junto al árbol. Se para de puntillas mientras su mano derecha recolecta las manzanas del árbol. Las lanza a la cesta colocada cerca de sus pies.
—Hola —susurro mi saludo, mis ojos pegados a mis zapatos.
—Buenos días, Tea. ¿Quieres una manzana? —Pregunta, tomando una manzana de la cesta. Asomo la mirada hacia él desde debajo de mis pestañas hacia su voz siempre tan acogedora. Parece ser él mismo de siempre, ¿ya no está enojado?
—¿Estás segura? Son bastante frescas y jugosas. Definitivamente te gustarán —dice con una voz que me anima a decir mi verdad.
Miro la manzana en su mano, la piel roja que sostiene brilla como la manzana de Blancanieves y lentamente asiento con la cabeza. Él me ofrece una sonrisa suave y se sienta en el suelo. Sus manos buscan en su bolsillo para sacar una navaja. Comienza a pelar la piel con la hoja afilada para poder alimentarme con su pulpa.
Me siento a su izquierda, acercando mis rodillas al pecho, los brazos abrazando mis piernas, la barbilla apoyada sobre mis huesos de la rodilla.
```
Mientras el silencio nos consume, solo se escucha el sonido de la hoja hundiéndose en la manzana. —H-Hice esto para ti. Le entrego la tarjeta sin mirar su cara, mis ojos enfocados en la hierba recién regada.
La tarjeta es arrancada suavemente de mis manos. —¿Es para mí? —su voz es suave pero sorprendida.
—Sí —murmuro.
—¿La hierba es mucho más interesante de mirar que yo? ¿Tal vez más interesante? —se ríe entre dientes.
—No.
—Entonces, ¿por qué no me miras? —pregunta.
—Estás enojado conmigo —comento.
—¿Qué? No estoy enojado, Tea —responde como si no tuviera sentido lo que digo. Mis ojos se agrandan y rápidamente miro hacia él cruzando nuestras miradas. Fobos es bueno para ocultar sus emociones, puede manipularlas como le plazca, pero sus ojos... ellos hablan su verdad por él. Lo delatan.
—¿De verdad? —mi pregunta se hace con un susurro bajo de incredulidad.
—Sí, ¿por qué tendría que estar enojado? —se acerca más a mí dándome una señal positiva.
Dando una palmada en sus mejillas, tiro de su cara rápidamente hacia la mía. Sus ojos están justo frente a los míos y puedo sentir su aliento en mi piel. Está sonriendo, sus ojos están sonriendo.
Entrecierro los ojos como si intentara comprobar si está actuando, pero encuentro solo su verdad. Permitiendo que un suspiro suave pase por mis labios, retrocedo golpeando mi cabeza contra la corteza del árbol.
—Yo... lo siento. Por mentirte. Por lastimarme.
Él no habla durante unos segundos, solo se escucha el sonido de su respiración. Con su suave suspiro rompiendo el silencio, me atrae hacia su pecho, su palma acariciando suavemente mi espalda tratando de aliviar mi incomodidad y tristeza.
—No debes mentir a ningún lobo, Tea. Ni a tus padres que te crían, ni a tu hermano, ni a amigos, ni a ancianos ni a mí. Muchos podrían haber pasado por alto tus mentiras porque todavía eres una cachorra. Pero está mal y alguien tenía que enseñarte eso. Yo tenía que enseñarte eso.
—Está bien —le doy un asentimiento cortante de aceptación a sus palabras. Cumpliré con eso.
—No mientas, Tea. ¿Entiendes? —pregunta inclinándose para que pueda encontrarme con sus ojos.
—Sí —respondo.
—No mientas, pequeña —dice mientras captura mis dedos llevándolos a sus dientes para morder cada uno, igual que hace mi padre para hacerme reír.
Chorros de risitas brotan de mi pecho mientras actúa como si fuera a comerse mis dedos, abriendo su boca empujando mis dedos adentro. —No mientas —repito chillando mientras él sonríe hacia mí riéndose suavemente de mi reacción.
~~~
N/D
Hola, mis pequeños lobos,
Espero que hayan disfrutado de este capi. Fobos está enseñando a la pequeña Tea cómo ser una buena cachorra para que pueda crecer y convertirse en una hembra bondadosa, como pueden ver, Tea está un poco mimada por su familia :)
¿Qué piensan sobre Fobos?
Fobos todavía no sabe que Tea es su compañera. Todavía.
¡Gracias por su amor y apoyo! Significa mucho para mí, sepan que adoro y reconozco a cada uno de ustedes.
No olviden
UNIRSE AL GRUPO PRIVADO: https://www.facebook.com/groups/authorlizzyfatima
DARLE ME GUSTA Y SEGUIR MI PÁGINA DE FB: https://www.facebook.com/Lizzy-Fatima-110539484538446