Joanna se estremeció ante la crueldad de sus palabras, sus ojos se llenaron de lágrimas mientras intentaba mantener la compostura.
—Por favor, Miguel —susurró ella, su voz temblorosa—. Lo siento por lo que hice. No volverá a ocurrir.
Miguel se rio, un sonido áspero y burlón que resonó en la habitación. —¿Crees que me importan tus disculpas? —preguntó, apretando el agarre en su cabello—. Vas a pagar por tu error, y lo vas a pagar caro.
La levantó de sus pies, arrastrándola hacia la cama.
La arrojó sobre la cama, su cuerpo rebotando contra el colchón suave. Joanna soltó un pequeño gemido de dolor, sus brazos moviéndose instintivamente para cubrirse.
Pero Miguel no estaba interesado en su modestia. Agarró sus brazos, sujetándolos sobre su cabeza mientras él se montaba sobre ella, su peso presionando su cuerpo.
—Ahora vas a aprender lo que les pasa a las personas que me traicionan —dijo él, su voz goteando amenaza.