—Es la mujer que puso la bomba en el coche de Miguel —sus dientes estaban apretados, sus venas resaltando en su piel de la ira.
Los ojos de Joanna se abrieron de par en par cuando Carla se enfrentó a ella, sus ojos llenos de determinación mientras la jeringa caía de su mano.
Joanna oyó el estrépito de la jeringa al golpear el suelo y rápidamente la recogió.
Frunció el ceño al inspeccionarla, sus ojos se abrieron lentamente al darse cuenta de lo que podría haber pasado.
Rápidamente se movió hacia el cuerpo inmóvil de Miguel que yacía en la cama mientras inspeccionaba su brazo en busca de señales.
—¿Qué le hiciste? —le preguntó a Carla, sus ojos llenos de urgencia.
—Se merece morir por lo que le hizo a mi hermano y yo lo hice posible —ella respondió con una sonrisa maliciosa.
Joanna entró en pánico mientras presionaba el botón para llamar a la enfermera antes de salir corriendo de la habitación del hospital, sus ojos frenéticos mientras buscaba al doctor.