Era una mañana tranquila en la aldea, pero Masahiko sentía una extraña tensión en el aire. Al llegar al despacho del Hokage, se encontró con Hiruzen Sarutobi, quien lo miró con seriedad. A su lado estaba Yūgao, quien le dio una breve señal de asentimiento.
– Masahiko, –comenzó el Hokage–, el Equipo 8 necesita apoyo en una misión que ha subido de rango. Originalmente era de rango C, pero la situación ha cambiado. Creemos que ahora se enfrentan a una amenaza de rango B.
Masahiko tragó saliva; sabía que esa clase de misiones no eran fáciles. Sin embargo, también sentía una emoción que lo impulsaba a aceptar. Después de todo, era la oportunidad de probar sus habilidades fuera de los entrenamientos.
En el lugar de encuentro, Masahiko se unió al Equipo 8, compuesto por Kiba, Hinata y Shino, liderados por Kurenai. Rápidamente le explicaron la situación: su misión era capturar a un criminal llamado Gantetsu, un hombre conocido por su crueldad y habilidad en combate, que tenía una pequeña banda bajo su mando.
– Mantente alerta, Masahiko, –le dijo Kurenai–. Este hombre es peligroso y no dudará en hacer cualquier cosa para salir ileso.
El equipo se adentró en un bosque denso, donde los sentidos de Kiba y Akamaru guiaban al grupo. De repente, una sombra se abalanzó desde un claro: era Gantetsu, un hombre corpulento de mirada feroz. Con una sonrisa despectiva, observó al equipo.
– ¿Así que me mandan niños? –se burló, sacando una enorme espada oxidada.
Sin pensarlo, Gantetsu se lanzó sobre ellos. Masahiko retrocedió, recordando las lecciones de Yūgao. A medida que la pelea comenzaba, Kurenai y el resto del equipo lograron distraer a los subordinados de Gantetsu, dejando a Masahiko frente a su oponente principal. Masahiko sintió un nerviosismo desconocido, pero decidió confiar en su entrenamiento.
Gantetsu atacó primero, lanzando golpes rápidos y potentes. Masahiko logró esquivar algunos, pero uno de los golpes le alcanzó, cortando su brazo y dejando un rastro de sangre que le hizo estremecerse. Con cada golpe que esquivaba y cada técnica que lanzaba, notaba lo fuerte que era su oponente.
Tomó aire y se preparó para usar una técnica que había estado practicando: el Suiton: Mizu no Muchi (Látigo de Agua). Concentrando su chakra, formó un látigo de agua y lo lanzó hacia Gantetsu, intentando inmovilizarlo. El enemigo se sorprendió al ver la técnica, pero logró romperla de un tajo, haciendo que Masahiko retrocediera de nuevo.
A pesar de estar agotado y sangrando, Masahiko no se rindió. Recordó la disciplina y el control que Yūgao le había enseñado y decidió cambiar de estrategia. Con un último esfuerzo, formó varios clones usando el Bunshin no Jutsu, distrayendo a Gantetsu. Cuando el criminal intentó atacarlos, Masahiko aprovechó para acercarse, concentrando su chakra en un ataque de taijutsu potenciado, golpeando a Gantetsu con toda su fuerza.
El impacto fue suficiente para desestabilizar a su oponente. Aprovechando la oportunidad, Masahiko lanzó una kunai directo al corazón de Gantetsu, quien cayó al suelo, derrotado. Con la respiración agitada y cubierto de sangre, Masahiko miró a su alrededor y vio que el resto del equipo ya había terminado con los subordinados.
Kurenai se le acercó, dándole una palmada en el hombro.
– Buen trabajo, Masahiko. No todos los genin pueden enfrentarse a un enemigo como este y salir adelante.
De regreso a la aldea, Masahiko reflexionaba sobre la pelea. Sabía que aún le quedaba mucho por aprender, pero esta misión le había demostrado que su entrenamiento estaba dando frutos. Cuando se encontró con Yūgao, ella le dio una pequeña sonrisa de aprobación.
– Lo hiciste bien, Masahiko. Estoy orgullosa de ti.
Él, con una sonrisa, le respondió:
– Gracias, sensei. Pero todavía tengo mucho que aprender... especialmente de ti.
Aquel día, Masahiko había dado un paso más en su camino como ninja, y aunque estaba exhausto, el deseo de mejorar y proteger a sus amigos lo motivaba más que nunca.
Después de enfrentamiento regresaron a la aldea sin ninguna peligro