Después del desastre del festival y las resurrecciones accidentales, Rokugo decidió poner al tanto a Grimm sobre el estado de los demás:
—Así que, para que te hagas una idea, Snow va a quedarse en la cárcel por un buen rato —le explicó con una sonrisa burlona—. Y Rose… bueno, decidió quedarse en casa de un anciano en el pueblo. Parece que el abuelo le recuerda al suyo, y no tuvo problemas en "convertirse" en un peluche para hacerle compañía.
Grimm levantó una ceja, mirando a Rokugo con curiosidad.
—¿Así que Snow está pagando los platos rotos mientras tú te escabulliste? —comentó, sarcástica. Luego miró hacia el horizonte y sus ojos se iluminaron al ver una serie de máquinas de Kisaragi que se acercaban lentamente hacia el lugar—. ¿Y esas máquinas? ¿Ya han empezado a traer equipamiento?
Rokugo asintió, señalando el lugar donde se estaba construyendo la base de Kisaragi.
—Exacto. Estamos estableciendo una base operativa aquí. Y no solo eso… —Rokugo hizo una pausa dramática, mirándola a los ojos con una expresión de seriedad—. He decidido que es hora de conquistar este planeta.
Grimm lo miró sorprendida, sin palabras al principio, pero luego soltó una carcajada.
—¡¿Conquistar el planeta?! ¿Estás hablando en serio, comandante? ¿Este mundo ?
Rokugo sonrió con esa expresión traviesa que tenía cuando planeaba algo grande.
—Así es, Grimm. Esta será otra conquista en nombre de la Corporación Kisaragi.
Mientras Rokugo seguía hablando, el Destructor de Kisaragi, una máquina robótica gigante, avanzaba lentamente hacia el bosque cercano. Sin embargo, antes de que pudiera adentrarse demasiado, una explosión sacudió el suelo y detuvo el avance del coloso.
Grimm dio un salto hacia atrás por el impacto, mientras observaba el humo que salía del lugar de la explosión.
—¿Qué demonios fue eso? —preguntó, mirando a Rokugo alarmada.
Rokugo se encogió de hombros, pero en su expresión se reflejaba la sospecha de que había algo más en juego en ese mundo.
—No lo sé. Pero sea lo que sea, parece que alguien no quiere que avancemos. Quizás no sean solo los espíritus quienes están molestos con nosotros… —sus ojos brillaron con una chispa de emoción—. Tal vez alguien está protegiendo este mundo.
Grimm frunció el ceño, sintiendo una especie de energía ominosa en el aire. Algo sobre el lugar parecía… extraño. Como si escondiera secretos enterrados, ocultos por siglos.
—Este lugar… tiene algo raro, ¿no te parece? —preguntó en voz baja—. Como si hubiera una especie de… historia oculta en estas tierras.
Rokugo asintió, pero con una sonrisa en su rostro, ya que estaba más emocionado que preocupado.
—Sí, eso lo hace más divertido. Tal vez este planeta no es tan insignificante después de todo. Quién sabe, quizás incluso hayamos aterrizado en un mundo lleno de conflictos y leyendas antiguas. ¿Te imaginas si aquí existen guerreros legendarios o algo así?
Grimm rodó los ojos, pero no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa, contagiada por el entusiasmo del comandante.
—Bueno, mejor que estés preparado, comandante. Si estos espíritus y explosiones son alguna señal, parece que este mundo podría ser más peligroso de lo que pensamos.
Con una mezcla de inquietud y emoción, ambos observaron el humo en el horizonte.
Escena: El "Refuerzo" de Black Lilith
Mientras tanto, en las oficinas de la Corporación Kisaragi, la ejecutiva Black Lilith se encontraba compartiendo detalles sobre el planeta en el que estaba destinado Rokugo con la ejecutiva Astaroth, con la intención de ponerla un poco celosa.
—¿Sabías, Astaroth? —dijo Black Lilith con una sonrisa traviesa—. En ese mundo prácticamente no hay hombres jóvenes. La mayoría murieron o están atrapados en guerras interminables. ¿Te imaginas? Rokugo debe estar rodeado de puras mujeres desesperadas por algo de... atención.
Astaroth frunció el ceño, claramente molesta por la insinuación de Lilith.
—¿Hombres jóvenes? —repitió Astaroth, levantando una ceja y forzando una sonrisa—. Bueno, supongo que es lo que Rokugo debe enfrentar como su sacrificio en la misión, ¿no?
Justo en ese momento, el sistema de videollamadas sonó, indicando que Rokugo estaba intentando contactar la sede de Kisaragi. Astaroth rápidamente se acomodó el cabello y se puso una ropa algo provocativa antes de aceptar la llamada.
La pantalla se encendió, mostrando a Rokugo del otro lado, luciendo su sonrisa burlona de siempre.
—¿Qué tal, comandante? —Astaroth le saludó con una sonrisa, intentando atraer su atención—. ¿Cómo va todo en ese mundo?
Rokugo asintió, sin darle mucha importancia a los coqueteos de Astaroth.
—La base ya está terminada —anunció—. Según el protocolo, ahora necesitamos a una ejecutiva de alto rango para que supervise la nueva administración.
Antes de que alguien pudiera decir algo, Astaroth dio un paso al frente con entusiasmo.
—¡Perfecto! Yo me ofrezco. Estaré encantada de ir y ayudar a mi querido comandante Rokugo.
Pero Rokugo, astuto como siempre, tenía otro plan en mente. Con su habilidad para manipular la situación, comenzó a hablar con calma.
—Bueno, realmente necesitaremos a alguien con conocimientos científicos avanzados para manejar las operaciones técnicas. Creo que Black Lilith sería perfecta. Este mundo es algo… extraño, y sería mejor si tuviéramos una científica capaz de entender lo que está sucediendo.
Astaroth puso cara de sorpresa y frustración, mientras Black Lilith intentaba disimular una sonrisa victoriosa.
—Oh, comandante, es un honor que piense en mí —dijo Lilith, con un tono de falsa modestia.
Con la decisión tomada, Rokugo terminó la videollamada y regresó a su cita con Grimm, quien lo miraba con una sonrisa traviesa mientras le ofrecía una cucharada de su comida.
—Anda, abre la boquita, comandante, que te doy de comer yo —dijo con tono juguetón.
Rokugo, emocionado y sin dudar, abrió la boca con una expresión de expectativa. Sin embargo, justo antes de que pudiera probar la comida, Grimm retiró la cuchara y se echó a reír.
—¡Era una broma, comandante! —exclamó divertida.
Rokugo, furioso, le estampó la comida en la cara mientras ella soltaba un grito.
—¡Así aprendes a no hacerme esas bromas! —dijo él, molesto.
Grimm, ahora con la cara llena de comida, comenzó a llorar de forma dramática.
—¡Perdón, Rokugo! ¡Lo siento mucho! —sollozaba, aunque claramente era más un espectáculo que otra cosa.
Unas horas después…
Finalmente, la máquina teletransportadora trajo a Black Lilith al mundo donde estaba Rokugo. Sin embargo, su entusiasmo inicial se desvaneció cuando miró alrededor y vio el estado de la base de Kisaragi.
La base, que supuestamente estaba terminada, se encontraba destruida, con escombros y partes derruidas. Rokugo había "olvidado" mencionar que la explosión reciente también había cortado el acceso a internet en la base.
Lilith soltó un grito de desesperación, sus ojos llenos de lágrimas al darse cuenta de la realidad de su situación.
—¿¡Pero qué es esto!? —exclamó, mirando la destrucción a su alrededor—. ¿¡Voy a tener que dormir en carpas!? ¿¡Y SIN INTERNET!? ¿¡Por un mes completo!?
Rokugo, que había estado observando todo desde una distancia prudente, simplemente se encogió de hombros con una sonrisa.
—Vamos, Lilith, esto también es parte de la misión. Piensa en ello como… una experiencia de supervivencia.
Black Lilith solo pudo dejarse caer de rodillas, lamentándose en silencio mientras comenzaba a comprender la verdadera naturaleza de la misión en este planeta.
Escena: La "Aventura" de Black Lilith en el Mundo de Rokugo
Al día siguiente, Black Lilith, ya resignada a pasar un mes sin internet, se decidió a explorar el campamento improvisado de la Corporación Kisaragi en aquel mundo peculiar. Caminando por el lugar, su atención fue captada por un individuo que, para su sorpresa, estaba vestido con un traje de sirvienta. En sus reportes previos, Rokugo le había mencionado a una "chica" de apariencia extraña llamada Rose, así que Lilith asumió de inmediato que debía ser ella.
—¡Oh, Rose! —le saludó Lilith con una sonrisa amplia—. Así que tú eres la famosa mascota de Rokugo, ¿no es así?
El individuo se giró, revelando ser Russell la quimera de combate
Sin embargo, Lilith, aparentemente confundida, siguió hablando como si nada.
—Vaya, vaya, no esperaba que fueras hermafrodita
Russell se quedó sin palabras, mirando a Lilith con incredulidad, mientras Rokugo, que se encontraba cerca, se dio cuenta de la confusión. Para aclarar las cosas, suspiró y, con la poca paciencia que le quedaba, desnudó a Russell en pleno campamento para que Lilith pudiera ver claramente que no era una mujer.
—¡Por el amor de… Lilith! —exclamó Rokugo mientras señalaba a Russell—. ¡Mira! ¡Este no es Rose! Es Russell. ¿Ves? Es un tipo.
Lilith frunció el ceño y asintió, finalmente comprendiendo.
—Oh… ya veo… —dijo con desinterés—. ¿Entonces Rose es otra persona?
—Sí, y créeme, es muy diferente a este desastre —respondió Rokugo, sacudiendo la cabeza.
Esa noche, Lilith se fue a dormir a regañadientes en su carpa asignada, recordando que iba a pasar un mes sin las comodidades a las que estaba acostumbrada. Estaba comenzando a entender que este mundo no era un lugar normal. La ausencia de internet y las dificultades del entorno medieval eran una prueba de ello, y a pesar de sus habilidades, el hecho de estar lejos de su tecnología la frustraba profundamente.
Al día siguiente…
Rokugo decidió darle un recorrido a Lilith por la ciudad más cercana. Al caminar por sus calles, Lilith observó con detenimiento y rápidamente comenzó a analizar el entorno. Su mente de científica notó varios detalles que no encajaban con un simple mundo medieval.
—Esto es extraño —comentó Lilith mientras miraba a su alrededor—. La infraestructura parece rudimentaria, pero… hay algo en esta ciudad que sugiere que antes de que llegáramos, hubo una civilización avanzada aquí.
—¿A qué te refieres? —preguntó Rokugo, fingiendo interés mientras se enfocaba más en lo que podría almorzar ese día.
—Para empezar, el nivel de higiene es sorprendentemente alto para un lugar de este tipo —respondió Lilith, señalando varios edificios que parecían tener sistemas de alcantarillado—. Eso no se encuentra en cualquier lugar medieval. Es como si este mundo hubiese pasado por un colapso y estuviera tratando de reconstruirse.
Rokugo miró a Lilith y se encogió de hombros.
—Pues, tal vez tengas razón. Este lugar tiene algunos detalles… interesantes.
Lilith, sin perder más tiempo, comenzó a trabajar en la reconstrucción de la base. Gracias a sus habilidades tecnológicas, los procesos que normalmente tomarían semanas o meses avanzaron rápidamente. En cuestión de días, los brazos robóticos y otros artefactos que Lilith había construido aceleraron la construcción.
Sin embargo, la paz no duró mucho. Justo cuando la base estaba tomando forma, fueron atacados de nuevo, esta vez por una tribu local llamada los Kachiwari y una serie de animales colosales que parecían ser variantes titánicas de la fauna local. Era como si los Kachiwari estuvieran controlando bestias gigantes, similares a criaturas de leyendas.
Uno de los animales, una planta carnívora de aspecto humanoide, lanzó un rugido aterrador y se dirigió directamente hacia Lilith. Sin mostrar el más mínimo miedo, Lilith activó sus brazos robóticos.
—No tienen idea de con quién se están metiendo —dijo Lilith con una sonrisa confiada mientras extendía los brazos mecánicos, cada uno de ellos cargado con un misil.
Con una precisión milimétrica, Lilith disparó los misiles y destruyó a las criaturas una por una. Cada explosión fue precisa, y los Kachiwari que estaban en el área comenzaron a retroceder con terror.
—¿Y eso es todo lo que tienen? —preguntó Lilith, mirándolos con desprecio—. No estoy ni usando el 10% de mi poder.
Rokugo, observando desde la distancia, no pudo evitar sonreír. Lilith, a pesar de sus excentricidades, sabía cómo imponer respeto.
—Bien hecho, Lilith —le dijo Rokugo mientras ella terminaba de destruir a la planta carnívora y las bestias restantes.
Los Kachiwari retrocedieron, claramente aterrorizados por el despliegue de poder que acababan de presenciar.
Lilith, aunque cansada, se dirigió hacia Rokugo con una sonrisa triunfante.
—Bueno, comandante, ¿qué te parece mi "bienvenida"? —preguntó Lilith con una pizca de orgullo.
—Diría que es perfecta. Bienvenida oficialmente a este planeta… el cual, dicho sea de paso, necesitaba algo de limpieza —respondió Rokugo, con una mirada sarcástica
Escena: Una Conversación Reveladora y la Confusión con la Princesa Tilis
Después del ataque de los Kachiwari y de la exhibición de poder de Lilith, se retiraron al campamento para cenar. Lilith intentaba comerse una ración de emergencia en su tienda, un plato de "comida" que, para sus estándares, dejaba mucho que desear. Durante el silencio incómodo, decidió hacer una pregunta que le rondaba la mente.
—Oye, Rokugo, ¿dónde están los otros agentes de Kisaragi? —preguntó Lilith, mordisqueando su comida con resignación.
Rokugo se tomó un momento para responder, rascándose la nuca con una mezcla de incomodidad y desdén.
—Ah… bueno, ellos decidieron hacer cualquier otra cosa. Preferían no estar cerca de ti porque… bueno, verte les revive algunos traumas —dijo Rokugo con sinceridad, intentando suavizar sus palabras.
—¿Traumas? ¿Qué traumas? —Lilith arqueó una ceja, sintiendo cómo la frustración comenzaba a burbujear en su interior.
—Ya sabes, los experimentos… aquellos experimentos que hiciste en Kisaragi para convertirnos en supersoldados —explicó Rokugo con una sonrisa nerviosa—. No todos recuerdan eso como una "experiencia enriquecedora", ¿sabes?
La expresión de Lilith se volvió sombría mientras apretaba el puño, canalizando su ira de manera productiva. En lugar de perder el tiempo en discutir, decidió desahogarse de una manera mucho más eficiente.
—¿Sabes qué? ¡Ya basta de depender de este equipo anticuado! —dijo, levantándose con determinación.
Con un estallido de creatividad y determinación, Lilith se retiró a su laboratorio improvisado y empezó a construir un satélite. En unas pocas horas, con la ayuda de sus habilidades tecnológicas y algunos recursos de la base, completó el dispositivo y lo lanzó a la órbita del planeta. Su objetivo era obtener una visión más amplia y clara de su nuevo territorio.
Unas horas después…
Lilith, Rokugo y Alice se reunieron en una colina cercana para probar su nuevo equipo. Usando los datos del satélite, localizaron una iguana gigante que vagaba cerca del campamento, una criatura colosal que representaba un posible peligro para la base.
—Vamos a ver cómo se comporta nuestra última arma contra algo de este tamaño, ¿les parece? —sugirió Lilith con una sonrisa confiada mientras activaba uno de sus brazos robóticos.
La iguana gigante se acercaba lentamente, moviéndose torpemente pero con una fuerza evidente. Sin perder tiempo, Lilith disparó una ráfaga de misiles dirigidos que alcanzaron a la criatura en un abrir y cerrar de ojos. En cuestión de segundos, la iguana fue reducida a cenizas, y Lilith observó satisfecha el resultado.
-
Esto será demasiado fácil —comentó Lilith con una sonrisa victoriosa.
Rokugo se encogió de hombros, más preocupado por su próximo encuentro.
—Genial… Ahora, si ya terminaste de destruir cosas, tengo que llevarte a conocer a alguien.
Un rato después, en el Palacio de Grace…
Lilith, vestida con su uniforme de Kisaragi, se encontraba sentada junto a Rokugo en una mesa de té en el palacio, frente a la Princesa Tilis, quien parecía extrañamente calmada… al principio.
—Es un honor, Princesa Tilis. Estoy aquí para fortalecer los lazos entre su reino y nuestra… corporación —dijo Lilith con una sonrisa profesional, aunque algo forzada.
La princesa Tilis asintió y tomó un sorbo de té, aparentemente tranquila. Sin embargo, a medida que la conversación avanzaba, su expresión comenzó a cambiar, y Lilith se dio cuenta de que estaba entrando en un territorio delicado.
—Dígame, señorita Lilith, ¿cuánto sabe sobre… las "contribuciones" de su compañero Rokugo a nuestro reino? —preguntó Tilis, con un tono cada vez más tenso.
—Ah, bueno… supongo que algo, pero no mucho —respondió Lilith, lanzándole una mirada de advertencia a Rokugo, quien se hacía el desentendido.
Tilis dejó su taza de té en la mesa, su expresión de calma se desmoronó y se transformó en ira contenida.
—¡Por culpa de Rokugo, no tenemos agua porque la contraseña de la máquina generadora es una vergonzosa frase impronunciable! —exclamó, apretando los puños—. ¡Y gracias a él, nos vimos envueltos en una guerra después de que… le diera un golpe en la cabeza al príncipe de un reino vecino usando su… "miembro"!
Lilith abrió los ojos como platos, intentando contener su asombro, mientras Tilis continuaba, su tono subiendo de intensidad.
—¡Para colmo, los agentes de Kisaragi han estado colándose en mis habitaciones mientras duermo y, ¡por alguna razón inexplicable, usan mi baño personal como si fuera suyo! ¡Esto es una falta de respeto total!
Lilith, avergonzada y sintiéndose personalmente responsable de la situación, se inclinó con humildad y respeto.
—Princesa Tilis… en nombre de la Corporación Kisaragi, le ofrezco mis más sinceras disculpas —dijo Lilith, sintiendo un leve rubor en las mejillas—. Trataré de enmendar nuestros errores y le aseguro que Kisaragi hará todo lo posible para… mejorar.
Tilis suspiró, su furia aplacándose un poco.
—Muy bien. Entonces, ¿podrían ayudarnos con… tecnología? Algo que realmente pueda beneficiar a nuestro pueblo, sin más incidentes vergonzosos —dijo, mirando a Lilith con una mezcla de esperanza y desconfianza.
Lilith sonrió de manera diplomática.
—Lo consideraré, Princesa. Prometo que le daremos una respuesta pronto.
Al salir del palacio…
Ya fuera, Rokugo y Lilith estaban por marcharse cuando fueron interrumpidos por Snow, quien parecía furiosa. Al ver a Rokugo, avanzó hacia él con una expresión asesina.
—¡ROKUGO! —gritó Snow—. POR TU CULPA ESTUVE EN LA CARCEL
Antes de que pudiera hacer nada más, Lilith, con un movimiento rápido, activó uno de sus brazos robóticos y inmovilizó a Snow en el aire, levantándola ligeramente.
—Oh, querida Snow —dijo Lilith con una sonrisa seductora—. ¿Por qué tanto drama? Creo que tienes un gran potencial… uno que Kisaragi sabría apreciar.
—¡¿Qué… qué estás haciendo?! —gritó Snow, retorciéndose mientras intentaba liberarse.
Lilith se acercó, mirándola fijamente a los ojos, mientras susurraba suavemente.
—Si te unes a Kisaragi, nunca más tendrás problemas financieros. Te daríamos todas las espadas que deseas, y nunca tendrías que preocuparte por el dinero otra vez. Piénsalo bien, Snow… ¿de verdad quieres seguir sufriendo en un reino que no te da lo que mereces?
Snow, al escuchar esto, dejó de forcejear, considerándolo por un momento. La idea de obtener todas las espadas que deseara y vivir sin preocupaciones económicas era demasiado tentadora para alguien como ella.
—Yo… bueno… podría considerarlo —murmuró, su lealtad al reino de Grace empezando a tambalearse.
Rokugo observó la escena con una sonrisa maliciosa.
—Parece que Lilith tiene un don para… persuadir.
Lilith le devolvió la sonrisa, satisfecha de haber añadido una posible aliada a su causa.
—Simplemente sé cómo tocar los puntos débiles de la gente, Rokugo —dijo, mientras Snow asentía lentamente, claramente más tentada por la oferta de Kisaragi que por su lealtad al reino.
Escena: Exploración y Descubrimientos en el Mundo Ancestral
Para expandir las operaciones de Kisaragi en ese mundo, Lilith decidió construir una refinería petrolera. Había notado que este planeta contenía vastos recursos sin explotar y consideró que, mientras reconstruían la base, también podían aprovechar el tiempo extrayendo y refinando petróleo. Sin embargo, una sorpresa inesperada aguardaba en las profundidades.
Al excavar el primer pozo, en lugar de petróleo, lo que emergió fue una sustancia viscosa y gelatinosa que se retorcía y parecía tener vida propia.
—¿Qué demonios es esto? —exclamó Lilith, dando un paso atrás cuando la sustancia empezó a moverse en su dirección.
El "slime" se lanzó hacia ella, y Lilith apenas tuvo tiempo de esquivarlo. En lugar de ser un simple residuo, la criatura era claramente hostil y trataba de atacarla y a sus máquinas. Sin embargo, antes de que pudiera hacer mucho daño, el slime se deslizó de vuelta al suelo y desapareció.
—Eso… no era petróleo, ¿verdad? —comentó Rokugo, rascándose la cabeza mientras observaba el lugar donde la criatura se había hundido nuevamente.
Lilith pasó horas analizando lo sucedido y, tras revisar sus sensores, llegó a una conclusión.
—Este slime no es un residuo común. Al parecer, se alimenta del agua en este mundo.
—dedujo, fascinada y un poco frustrada por no poder explotar los recursos con tanta facilidad como esperaba.
Mientras tanto, Snow decidió aprovechar el momento para poner a Lilith al tanto de las particularidades de este mundo.
—Lilith, este lugar tiene muchas cosas que Kisaragi no espera. Más criaturas y culturas extrañas de lo que uno podría imaginar —comentó Snow mientras caminaban de vuelta al campamento.
Lilith, por otro lado, no pudo evitar notar algo.
—¿Sabes? Empiezo a ver cierta cercanía entre tú y Rokugo —dijo con una sonrisa juguetona—. ¿No me digas que le estás siendo infiel a Astaroth? ¿No es ella quien usualmente recibe esa "atención especial"?
Snow se sonrojó, parpadeando rápidamente.
—¡¿Qué?! ¡No, claro que no! ¡No se confundas! —protestó, aunque no pudo evitar mirar de reojo a Rokugo, quien observaba la conversación con su típica sonrisa burlona.
La atmósfera entre ellos era relajada, hasta que Snow decidió llevarlos a conocer algo aún más impactante.
—Bueno, basta de tonterías. Hay algo que quiero que vean… —Snow los guió hacia una zona oculta, cerca de los límites del reino.
Llegaron a una "granja" que parecía sacada de una pesadilla. En el lugar, había orcos esclavizados trabajando en los campos. Parecían desnutridos y agotados, y cuando uno de ellos alcanzaba cierta edad, los supervisores humanos lo apartaban y lo llevaban a una zona lejana, donde era sacrificado y utilizado como alimento para los otros.
Lilith y Rokugo observaron la escena con reacciones
—Este lugar tiene un pasado que no conocemos del todo. Algo me dice que esto no siempre fue así. —Lilith murmuró, observando detenidamente el trato cruel que los orcos recibían.
Más tarde, Snow les explicó sobre las criaturas gigantes que habitaban el planeta.
—Hay varios seres colosales en este mundo. Los llamamos "Reyes" porque dominan diferentes territorios y ecosistemas. Está el Rey del Desierto, que es un topo gigante. El Rey del Bosque, una lagartija colosal… —Snow comenzó a enumerar.
Lilith se iluminó al escuchar lo de la lagartija, recordando la que había derrotado previamente con su tecnología.
—Oh, ya la conocí. No fue difícil de eliminar —dijo, con una sonrisa de superioridad.
Snow la miró, sorprendida.
—¿En serio? ¿El Rey del Bosque? ¡Esa criatura ha aterrorizado a nuestros soldados durante generaciones! —exclamó.
—¿Generaciones? —Lilith levantó una ceja, dándose cuenta de que este planeta había soportado la existencia de esas criaturas durante mucho tiempo, al punto de haberse integrado en su cultura.
—Sí, y también está el Rey de los Cielos —continuó Snow—. Aunque quizás ese no te impresione tanto… es un gorrión gigante.
Lilith no pudo evitar una expresión de decepción. Ella esperaba enfrentarse a un dragón o alguna criatura mítica que le otorgara un título épico, pero… ¿un gorrión?
—Bueno, ¿y si lo cazamos de todas formas? No será un dragón, pero supongo que podría conformarme con el título de "Cazadora de Gorriones Gigantes" —dijo, rodando los ojos.
Sin embargo, el gorrión resultó ser más problemático de lo que parecía. Justo cuando se acercaron a su territorio, el enorme pájaro descendió de los cielos y, en un rápido movimiento, secuestró a Rokugo con sus garras, elevándolo hacia el cielo.
—¡ROKUGO! —gritó Lilith, sin poder contener su sorpresa.
Rokugo, atrapado y siendo elevado hacia lo alto, empezó a gritar maldiciones y a agitarse.
—¡Lilith! ¡Sácame de aquí! ¡No quiero ser la cena de un par de pajaritos mutantes!
Lilith, sin perder tiempo, usó sus brazos robóticos para disparar una serie de misiles, derribando al gorrión y rescatando a Rokugo antes de que el pájaro llegara a su nido. Finalmente, Rokugo cayó al suelo, jadeando y limpiándose el polvo.
—Y yo que pensaba que un gorrión gigante no sería tan aterrador… —murmuró Rokugo, recomponiéndose.
Mientras inspeccionaban el área después de la batalla, Lilith se encontró con un objeto brillante entre las rocas. Al recogerlo, se dio cuenta de que era una gema de un tamaño considerable, con una pureza y brillo extraordinarios.
—Espera un momento… estas gemas… —Lilith comenzó a hacer cálculos mentales, reconociendo el valor de lo que tenía en sus manos—. ¡En nuestro mundo, una sola de estas gemas podría venderse por una fortuna!
Rokugo la miró con una sonrisa ladina.
—¿Qué pasa, Lilith? ¿Acaso encontraste otro "recurso" que Kisaragi podría explotar?
Lilith observó la gema, y por un instante se quedó en silencio, pensando en cómo esta sociedad aparentemente medieval aún guardaba vestigios de una civilización más avanzada, una que quizás entendía el verdadero valor de esos recursos antes de desaparecer.
—Rokugo, este planeta tiene más de lo que imaginamos. Si aprendemos a explotar sus riquezas y sus secretos… podríamos hacer de Kisaragi la corporación más poderosa del universo —dijo, con una sonrisa ambiciosa.
Sin embargo, en el fondo, no podía evitar sentir una extraña familiaridad en este mundo. Como si, de alguna forma, los ciclos de guerra y destrucción en este lugar fueran parte de algo mucho más antiguo.
Escena: La llegada de Grimm al campamento
Mientras Lilith y Rokugo terminaban de inspeccionar la gema, una figura familiar irrumpió en el campamento. Era Grimm, quien había llegado especialmente para conocer a la famosa "Black Lilith". Grimm caminaba con una expresión soñadora y, al ver a Lilith, se acercó con emoción en los ojos.
—¡Oh, vaya! ¡La legendaria madre de Rokugo! —exclamó Grimm con admiración.
Lilith parpadeó, completamente desconcertada.
—¿¿M-Madre?? —Lilith le lanzó una mirada helada a Rokugo, quien de inmediato comenzó a sudar.
—¡Grimm! ¡Ella no es mi madre! —exclamó Rokugo, intentando corregirla antes de que las cosas se descontrolaran.
—¿No es tu madre? —Grimm inclinó la cabeza, aún confundida—. Pero… ¡Rokugo, nunca habías traído a una mujer tan importante contigo! Creí que… ella era la persona especial que tanto mencionabas…
Lilith cruzó los brazos, impaciente.
—Espera un momento… ¿A qué te refieres con "persona especial"? —preguntó con un tono amenazante.
Grimm, sin captar la creciente tensión, prosiguió.
—Bueno, ya que estamos todos aquí, quiero hacer el anuncio formal. —Grimm respiró profundamente y miró a Lilith con una sonrisa tímida—. ¡Rokugo y yo estamos comprometidos! Y quería pedir tu bendición, ya que claramente eres alguien importante para él.
Lilith abrió los ojos, sorprendida y con una expresión de absoluto disgusto.
—¿¡Comprometidos!? —exclamó, mirando a Rokugo con una furia apenas contenida—. ¡Así que, después de todo, le estabas siendo infiel a Astaroth! ¡Con razón te has estado comportando de forma tan evasiva!
—¡Espera, espera, Lilith! No es lo que parece. —Rokugo levantó las manos, desesperado—. Solo firmé un contrato con Grimm de que, si ninguno de los dos se casaba en diez años, entonces nos casaríamos. ¡Es un acuerdo a futuro, nada más!
Grimm miró a Lilith con una expresión seria y asintió solemnemente.
—Exactamente, Lilith. Sé que suena extraño, pero es un acuerdo para el futuro.
—dijo, con los ojos brillando de gratitud—. Rokugo ha sido un gran apoyo para mí.
Lilith le lanzó una mirada de advertencia a Rokugo, quien ya empezaba a sudar de nuevo.
—¿Así que… han estado "comprometidos" en secreto? Muy bien, muy bien. Esto es nuevo… —Lilith murmuró, molesta y con los ojos entrecerrados—. Más te vale que esto no llegue a oídos de Astaroth, Rokugo.
Rokugo tragó saliva, haciendo una seña desesperada a Grimm para que dejara de hablar. Pero Grimm, ignorando la situación, comenzó a acercarse a Rokugo con un aire cariñoso, intentando abrazarlo y darle pequeños "mimitos".
—Mi querido Rokugo, siempre has sido tan valiente. Me alegra que estemos juntos en este mundo extraño —dijo Grimm, tratando de rodearlo con los brazos.
Rokugo, intentando zafarse, puso resistencia al abrazo, nervioso ante la mirada de Lilith.
—¡Grimm, basta! ¡No es el momento ni el lugar para esto! —exclamó, intentando mantener su distancia.
Snow, quien había estado observando la escena con una sonrisa divertida, decidió intervenir.
—¿Sabes, Grimm? La única mujer de la que Rokugo debería depender aquí… soy yo —comentó en tono de broma, cruzando los brazos y arqueando una ceja.
Rokugo le hizo señas a Grimm desesperadamente, intentando que entendiera la situación.
—Grimm… te lo ruego… por favor, detente. Lilith no es alguien con quien quieras enojarte —murmuró entre dientes.
Grimm finalmente pareció entender la tensión, y rápidamente se acordó de algo importante que había venido a decirles.
—Oh, es cierto. ¡Casi lo olvido! —Grimm se recompuso y miró a ambos—. Vine a advertirles que… el Rey de Barro, el slime que se alimenta del agua del reino, está furioso y ha salido de su hábitat.
Lilith se detuvo un momento, recordando su intento fallido de extraer "petróleo" esa mañana.
—¿El Rey de Barro? —repitió con interés.
—Sí. Creemos que algo o alguien perturbó su fuente de alimento, y ahora está causando estragos. Podría ser algún ataque de los señores demoníacos, pero… algo me dice que puede haber sido otra cosa —dijo Grimm, mirando a Lilith con curiosidad.
Lilith esbozó una sonrisa tensa, comprendiendo la conexión.
—Ah, claro… ya entiendo. —Miró hacia el horizonte, recordando el slime que había intentado atacar su maquinaria—. Entonces, el "Rey de Barro" es responsable de esa extraña sustancia que apareció esta mañana.
Grimm, con una expresión resuelta, insistió en intentar apaciguar al Rey de Barro, creyendo que con rituales y rezos podría calmar al slime. Pero Lilith no estaba dispuesta a dejar las cosas al azar.
—No necesitamos rituales, Grimm. —Lilith sonrió, activando sus brazos robóticos—. Yo misma me encargaré de este asunto.
Momentos después, Lilith usó su armamento avanzado para solidificar al Rey de Barro, convirtiéndolo en una estatua inofensiva, incapaz de causar más destrucción.
—Listo. Problemita resuelto —dijo Lilith, satisfecha.
Sin embargo, a medida que inspeccionaba al slime petrificado, Lilith sintió una creciente frustración. A pesar de que los habitantes del mundo pensaban que vivían en un sistema medieval rudimentario, había demasiadas pistas de tecnologías avanzadas y seres biológicamente complejos. Los recursos que Lilith esperaba explotar eran ahora parte de un rompecabezas de misterios y secretos escondidos en el pasado de este mundo.
—Este lugar… —Lilith suspiró, dejando que la frustración la invadiera—. Pensé que sería un mundo primitivo, fácil de conquistar, pero parece que sus propios habitantes no se dan cuenta de lo que realmente tienen bajo sus pies. Este lugar es mucho más que una civilización medieval. Es como si tuviera escondida toda una red de… armas biológicas y tecnología avanzada.
Rokugo la observó, dándose cuenta de que Lilith se encontraba fascinada, pero al mismo tiempo inquieta. El descubrimiento de lo que realmente contenía este mundo solo hacía que su misión se volviera más complicada… y mucho más interesante.
—¿Qué piensas hacer, Lilith? —preguntó Rokugo.
—Lo que mejor sé hacer, Rokugo. Voy a desentrañar cada secreto de este lugar, sin importar cuánto tiempo me lleve. Y cuando termine, Kisaragi será la única beneficiada de todo esto —dijo Lilith, con una sonrisa ambiciosa, mientras miraba el horizonte, sabiendo que este mundo aún tenía mucho más que ofrecer y muchas más sorpresas ocultas.
Escena: La indignación de Lilith y la llegada de los eventos extraños
El campamento estaba tranquilo, pero Lilith sentía una creciente incomodidad. Se encontraba mirando a Rokugo, quien intentaba esquivar su mirada, claramente nervioso. Grimm, mientras tanto, seguía hablando alegremente, sin notar la tensión que se acumulaba en el aire.
—¡Madre! —Grimm exclamó, al acercarse a Lilith, dándole una palmada en la espalda como si de verdad la considerara una madre—. Estoy tan emocionada de conocerla. ¿Cómo está todo en la base? ¡Rokugo siempre habla de usted!
Lilith, completamente exasperada, dio un paso hacia atrás, con los brazos cruzados. El tono de su voz estaba lleno de irritación cuando finalmente explotó.
—¡Te he dicho mil veces que no soy tu madre! ¡Soy la jefa de Rokugo! ¿¿Por qué siempre sigues llamándome madre!? —Lilith gritó, mirando furiosa a Grimm, mientras el resto del campamento se quedaba en silencio ante la rabia evidente de la líder.
Grimm, como siempre, no captó la gravedad de la situación y continuó con su tono cálido.
—¡Pero, madre! ¡¡Es tan bonito tener a una madre que sea tan fuerte como tú!! —respondió Grimm, sin darse cuenta de que Lilith solo se estaba llenando más de frustración.
Rokugo, abrumado por la situación, se rascó la nuca, sin saber cómo calmar a las dos mujeres que lo rodeaban. Estaba atrapado entre el conflicto de su "compromiso" con Grimm y el tono dominante de Lilith.
—¡Grimm, por favor, basta! —rogó Rokugo, intentando mediar, pero sin saber cómo manejar la situación—. Ya te he dicho que Lilith no es mi madre. ¡Es una líder de Kisaragi!
Pero Grimm, como siempre, no parecía entender la diferencia.
—¡Ay, perdón, madre! —volvió a decir Grimm, sin inmutarse.
Lilith soltó un pesado suspiro, con la cara enrojecida por la rabia contenida, pero se contuvo y cambió de tema de inmediato, aún furiosa, pero tratando de centrar su atención en los eventos importantes que se avecinaban.
—No tienes idea de lo que realmente me molesta ahora mismo. —Lilith miró a Rokugo con dureza—. ¿Por qué me estás utilizando para exterminar esos malditos animales gigantes? ¡Esos monstruos que tanto te molestaban! ¡No me metí en esto solo para que ahora seas tú quien los mate, Rokugo! ¡¡Me molesta!!
Rokugo trató de defenderse, sin saber cómo apaciguar la furia de Lilith.
—No es eso, Lilith, es solo que necesitamos hacer esto para sobrevivir aquí, y necesitamos ayuda para lidiar con ellos. Tú tienes los recursos para eliminarlos de forma eficiente, ¿verdad? —dijo, intentando calmarla, aunque el tono de su voz temblaba ligeramente por el miedo.
Lilith levantó una mano, interrumpiéndolo.
—¡No te hagas el inocente! Sabes muy bien lo que estoy diciendo. Estás usando mi poder solo para tu beneficio y para tu pequeña guerra personal. ¡No lo haré más, Rokugo! —dijo con dureza, aunque una sombra de frustración se reflejó en su rostro.
Justo en ese momento, Grimm interrumpió con un entusiasmo absurdo.
—¡Madre, madre! Fui a investigar una supuesta mansión embrujada cerca de aquí. ¡Quería demostrar que los fantasmas existen! —comentó mientras sacaba una bolsa llena de polvo brilloso de su mochila—. Pero, resultó que… ¡era solo Alice! Ella estaba usando hologramas para hacer parecer que la mansión estaba encantada.
Lilith levantó una ceja.
—¿Hologramas? —preguntó, intrigada pero sin perder la compostura—. ¿Alice estaba jugando a ser cazafantasmas?
Grimm asintió con emoción.
—¡Sí! ¡Alice tiene un talento impresionante para crear ilusiones! Quería demostrarme que los fantasmas realmente existían, así que decidí invocar un ángel para comprobarlo. Pero lo que pasó después fue muy divertido… —Grimm sonrió, recordando la escena.
En ese preciso instante, Alice apareció, riendo por lo bajo.
—Vaya, Grimm. Siempre tan… confiada. —Alice se acercó con una sonrisa burlona—. Pero, ¿en serio pensaste que un ángel iba a ser tan fácil de invocar? ¡Mira cómo lo trataste!
Antes de que Grimm pudiera responder, Alice se acercó a la figura del ángel que estaba flotando en el aire y, con un gesto dramático, comenzó a cuestionar su naturaleza.
—¿Sabes qué? Me parece que este no es un ángel en absoluto. Parece más un tipo disfrazado, ¿no? —dijo Alice, mirando al ser celestial con escepticismo.
El ángel, claramente irritado, frunció el ceño.
—¡¿Qué dices, humana?! —gritó el ángel—. ¡Soy un ángel legítimo y lo vas a pagar por dudar de mí!
Lilith observaba con atención mientras el ángel, furioso, finalmente explotaba.
—¡Te maldigo! —gritó el ángel, apuntando a Grimm—. ¡Nunca podrás conocer a un hombre bueno, ni recibir su amor verdadero!
Grimm, sorprendida por la maldición, se quedó quieta por un momento. Lilith, con una sonrisa fría, observó el desastroso espectáculo mientras tomaba la oportunidad.
—Vaya, Grimm… ¿tan fácil de afectar? —Lilith caminó hacia ella con calma, mirando la expresión confusa en el rostro de Grimm—. Parece que te han dejado bastante vulnerable, ¿no es así? ¿Qué tal si dejas de jugar a ser heroína y te unes a nosotros?
Grimm, aún con la maldición resonando en su mente, no pudo evitar sentirse atraída por la propuesta.
—¿A unirme a ustedes? —preguntó, ligeramente aturdida, mientras trataba de procesar lo que sucedía. Pero la idea de pertenecer a algo más grande, a una organización que realmente podía ofrecerle poder y estabilidad, la tentaba.
Lilith sonrió, usando su influencia para ganar terreno.
—Sí, Grimm. Kisaragi puede ofrecerte mucho más de lo que te imaginas. No tienes que quedarte atrapada en este mundo desordenado. Si te unes a nosotros, podrías ser parte de una red poderosa que te proveerá de todo lo que deseas. Imagina… tecnología avanzada, poder sobre este mundo y el control de las fuerzas que lo dominan.
Grimm, aún desorientada por la maldición y el caos de la situación, parecía estar dudando. Pero las palabras de Lilith comenzaron a hacer mella.
—Lo pensaré… —murmuró Grimm, casi como una confirmación para sí misma. Estaba claramente más vulnerable que nunca y, en ese momento, Lilith sabía que había ganado una pequeña batalla más para Kisaragi.
Lilith le lanzó una mirada calculadora a Rokugo, quien estaba mirando la situación sin saber qué decir. La expresión en el rostro de Rokugo mostraba que estaba preocupado por el giro que tomaba la conversación.
—De todos modos, Alice —Lilith giró hacia ella—. ¿Tienes muestras del ángel que invocaste? Me gustaría analizarlas. Si realmente era un ángel, podría ser útil para nuestra investigación.
Escena: El Collar y la Revelación
En su oficina improvisada, Rokugo se recostaba en su silla con un aire pensativo. Miraba por la ventana los paisajes desolados de la superficie del planeta, mientras procesaba lo que había sucedido con Grimm, Black Lilith y, en especial, el nuevo contrato con Grimm. Las cosas estaban tomando un giro inesperado, y no estaba seguro de si realmente podía seguir jugando con el corazón de la joven sin que las consecuencias lo alcanzaran algún día.
—"Si juego con el corazón de Grimm, ganaré puntos negativos todos los días con el mínimo esfuerzo" —pensaba Rokugo, con una sonrisa traviesa pero insegura—. "Pero... ¿será que esto no se me va de las manos? Grimm es tan impredecible…"
No pudo evitar sentirse algo nervioso, incluso tenso. Podía ser una broma, algo para hacerla caer en su trampa, pero tal vez era demasiado. Sin embargo, su mente estaba ocupada en el plan, y en el momento en que vio el collar en una tienda local, no pudo evitar pensar en Grimm.
Al día siguiente, el ambiente en el campamento parecía más relajado. A pesar de las tensiones anteriores, Rokugo estaba decidido a seguir adelante con sus planes, aunque había una nueva sensación de incomodidad flotando en el aire. Grimm, por otro lado, había estado más callada de lo habitual, probablemente procesando lo que sucedió la noche anterior. Mientras tanto, Rokugo se acercó a ella con una sonrisa tímida, sosteniendo algo pequeño en sus manos.
—Grimm... —dijo Rokugo, algo nervioso. —Te compré algo.
Grimm levantó una ceja, mirando la pequeña caja que Rokugo le ofrecía. Al abrirla, encontró un collar bonito, con una piedra brillante que parecía cambiar de color dependiendo de cómo la miraras.
—¿Un collar? —preguntó Grimm, sorprendida, pero rápidamente sonrió al ver el gesto. —¡Es muy bonito, Rokugo! ¿Por qué me lo diste?
Rokugo, visiblemente avergonzado, miró al suelo, incapaz de sostener la mirada de Grimm.
—Bueno... —dijo en voz baja—. Es solo que... cuando vi el collar, me hizo pensar en ti. Quería regalarte algo, y... no sé, pensé que te gustaría.
Grimm, con una risa suave, lo miró fijamente. Un pensamiento de repente cruzó por su mente, y sus ojos se iluminaron con un brillo travieso.
—¿Estás... enamorado de mí? —preguntó Grimm, como si no pudiera creer lo que escuchaba, su voz mezclada con incredulidad y emoción—. ¿De veritas? ¿De veritas?
Rokugo se sonrojó hasta la raíz de sus cabellos, incapaz de ocultar su nerviosismo. Por un momento, no sabía qué decir, pero al final, con una pequeña sonrisa avergonzada, suspiró.
—Sí, Grimm, creo que... sí. —dijo con suavidad, casi como si se estuviera resignando a la idea.
Grimm se quedó en silencio por un momento, observando a Rokugo mientras procesaba lo que acababa de escuchar. Algo dentro de ella comenzó a hacer click, y su mente comenzó a dar vueltas. El Comandante... está enamorado de mí... pensó. ¿Quiere a una chica como yo? No puedo creer que este día finalmente haya llegado. Es como un sueño
Un rubor involuntario apareció en sus mejillas mientras sus pensamientos comenzaban a desbordarse. —"No puedo creerlo... El Comandante... está enamorado de mí... y quiere a una chica como yo, ¿quién lo habría pensado? Pensé que este día finalmente había llegado. ¡Es como un sueño!"
Grimm, incapaz de controlar la avalancha de emociones que la invadían, comenzó a sobrepensar la situación. Las preguntas invadieron su mente, y no pudo evitar divagar.
—Pero... ¿qué diferencia habría ahora que somos novios de verdad con lo que ya hacíamos? Y si no sé cómo hacerlo... ¿y si lo arruino? ¿Qué pasará?
Rokugo, viendo la confusión y la sobrecarga emocional de Grimm, no pudo evitar sonreír para sí mismo mientras la observaba. Si bien no esperaba que fuera tan obvio, la verdad era que la situación comenzaba a divertirse más de lo que pensaba. Sin embargo, había algo dentro de él que, por un momento, se sintió incómodo con el giro de los acontecimientos.
Con un suspiro, Grimm levantó la cabeza y sonrió, aunque con una mezcla de confusión y emoción. A pesar de sus dudas, el momento había llegado, y no iba a dejarlo escapar. No aún.
Escena: La Revelación de Rose y el Misterio de las Ruinas
Al día siguiente, Rokugo llevó a Lilith a conocer a Rose, quien, para sorpresa de todos, estaba disfrazada de peluche en la casa de un viejo. El hombre, un anciano que recordaba a su abuelo, parecía ser el único que conocía la verdadera identidad de Rose.
—Este es el lugar donde Rose ha estado viviendo todo este tiempo —explicó Rokugo con una leve sonrisa. —Nunca imaginé que ocultara algo así.
Rose, de pie al lado de la chimenea, observó la llegada de Lilith con una mirada expectante. No parecía preocuparse por la presencia de la líder, pero algo en sus ojos traía una sabiduría silenciosa.
—He estado aquí... como un simple peluche. —Rose se encogió de hombros, aunque su tono era más serio de lo esperado—. El viejo me recuerda a alguien que conocí en el pasado. Su sabiduría me ha servido bien.
Lilith, al escuchar la historia, frunció el ceño, sintiendo una extraña inquietud. No era solo el hecho de que Rose se hubiera ocultado tanto tiempo, sino también la forma en que lo había hecho. Algo no cuadraba.
—Rose, ¿hay algo más que deberíamos saber? —preguntó Lilith, mirando detenidamente a la quimera.
—Te lo diré cuando sea el momento adecuado —respondió Rose con calma—. Pero ahora, hay algo más que debemos ver.
Con un gesto decidido, Rose condujo a Lilith y a Rokugo hasta las ruinas que frecuentaba. A medida que caminaban, el paisaje parecía cambiar, tornándose más oscuro y extraño. El aire estaba cargado de electricidad, y Lilith no podía dejar de sentir que algo en este lugar tenía una conexión directa con la tecnología avanzada que había descubierto antes.
Al llegar al centro de las ruinas, Rose señaló con el dedo a un área particular, donde los restos de una estructura antigua se alzaban con lo que parecía ser tecnología avanzada. Lilith comenzó a examinar los informes, fotos y archivos dispersos por el lugar, y lo que encontró solo confirmó lo que sospechaba.
—Esto... —dijo Lilith, casi para sí misma, mientras observaba con creciente horror los detalles—. Estos animales gigantes... el slime... ninguno de ellos es propio de este mundo. Son... armas biológicas. Fueron creados con ingeniería genética y experimentos raros.
Rokugo, al escuchar esto, se mostró perplejo.
—¿Armas biológicas? Pero... ¿cómo es eso posible?
Lilith lo miró con una expresión grave, pero no compartió su descubrimiento con Rose en ese momento. La quimera estaba observando un mapa en la pared, concentrada en algo más.
—Aquí... —dijo Rose, señalando con su dedo—. Este es el lugar donde el Reino de Grace me encontró hace años. Estaba en un tubo criogenizado.
Lilith miró el mapa con interés, observando la ubicación del laboratorio que Rose señalaba. Un escalofrío recorrió su espalda al pensar en la magnitud de lo que estaba sucediendo. Ese laboratorio, esos experimentos... todo parecía conectar de alguna manera con lo que ya había sospechado.
Aún así, Lilith guardó silencio, sabiendo que no era el momento para revelar todo lo que había descubierto. La verdad aún estaba oculta, pero tenía la sensación de que las piezas del rompecabezas estaban comenzando a encajar. Y cuando todo estuviera claro, nadie podría detener lo que Kisaragi tenía planeado.
Escena: El Plan de Invasión
Después de varios días de planificación y recopilación de información, el satélite de Lilith finalmente localizó el castillo del rey demonio, un lugar que se había mantenido oculto por generaciones. Con la localización precisa en sus manos, Lilith convocó una reunión con sus aliados para discutir los siguientes pasos.
Rokugo, Rose, Alice y algunos otros estaban presentes en una mesa llena de mapas, libros antiguos sobre fantasía y planes de batalla que hablaban sobre la derrota de castillos de reyes demonios, pero todo parecía demasiado típico, como algo sacado de una novela de aventuras.
—¿Realmente vamos a hacer esto? —preguntó Rokugo, su mirada fijada en los informes. —Es… es el castillo del rey demonio, y nos está mirando todo su ejército. No es cualquier invasión.
Lilith se cruzó de brazos, mirando los papeles con una calma fría.
—Hemos planeado lo suficiente. Los demonios de su ejército nos subestiman, pero yo tengo un plan mejor.
Rokugo levantó la cabeza con una ceja arqueada.
—¿Qué quieres decir?
Lilith sonrió, y de repente, la sala se llenó con una energía extraña. Desde un compartimento secreto dentro de la fortaleza de Kisaragi, un avión de diseño futurista apareció en la pantalla. Era algo completamente fuera de lugar para ese mundo, un avión completamente diferente a cualquier cosa que pudieran imaginar.
—Voy a usar este avión para invadir el castillo —dijo Lilith con una calma que hacía que todos se quedaran en silencio por un momento.
Rose, que hasta ese momento había estado observando en silencio, no pudo evitar soltar una exclamación de asombro.
—¿Pueden... volar? ¿De verdad? —preguntó, con los ojos completamente abiertos por la sorpresa.
Lilith asintió sin perder su compostura.
—Claro que sí. ¿Qué, pensabas que todo lo que tengo son armas y robots? A veces es necesario un poco de innovación.
Rokugo, aunque todavía algo perplejo, asintió con la cabeza.
—Bien. Si dices que se puede, lo haremos.
Después de una breve pausa, Lilith miró a todos.
—Y para hacer las cosas más interesantes, montaremos un centro de telecomunicaciones justo al lado de su castillo. Lo último que sabrán es qué les ha llegado.
Escena: El Asalto al Castillo del Rey Demonio
Con el avión de Kisaragi en pleno vuelo, el grupo aterrizó cerca del castillo. A pesar de las defensas impresionantes, nada podía detener la velocidad y precisión del avión. Los demonios de Lord Demonio, al percatarse de la invasión, comenzaron a salir en grandes grupos, marchando hacia la ubicación de Lilith.
Sin embargo, Lilith tenía una oferta inesperada para ellos.
—¡Deténganse! —gritó, alzando la mano cuando los demonios se acercaban—. Antes de que intenten atacarnos, tengo una propuesta para ustedes.
Los demonios se detuvieron por un momento, sorprendidos por el desafío, pero la risa comenzó a llenar el aire. Sin embargo, una figura se adelantó, no riendo como los demás. Era Heine, la comandante demoníaca. Su mirada fija y desafiante se dirigió hacia Lilith.
—¿Qué tonterías hablas, humana? —dijo Heine, alzando una espada adornada con runas oscuras—. ¡Tú, un simple insecto, nos vas a dar órdenes?
Lilith la miró fijamente, sin amedrentarse. Sabía exactamente qué estaba a punto de hacer.
—Mi propuesta es simple —dijo con voz fría—. Únanse a Kisaragi, y todo esto podría terminar antes de que empiecen a luchar. Si no, verán lo que sucede.
Heine soltó una risa sarcástica.
—¡Nunca me arrodillaré ante ti, criatura! —gritó, lanzándose hacia Lilith con una velocidad aterradora.
Pero antes de que pudiera alcanzarla, Lilith levantó su brazo, y de los mecanismos ocultos en su cuerpo, salieron poderosos brazos roboticos que atraparon a Heine en el aire, elevándola hacia el cielo como una marioneta.
Rokugo, observando la escena, pensó que Lilith iba a humillar a Heine, desnudándola frente a su ejército como una señal de derrota. Sin embargo, Lilith, con una frialdad absoluta, no hizo nada de eso. En lugar de eso, simplemente la miró desde arriba.
—Se los advertí —dijo Lilith con calma.
En ese momento, una bomba de gran tamaño, lanzada desde el satélite de Lilith, cayó sobre el terreno alrededor del castillo, destruyendo los campos de batalla y la barrera que protegía al castillo del rey demonio. Heine, completamente impotente, observó cómo la barrera se desintegraba y el castillo quedaba al descubierto por primera vez en siglos.
La siguiente bomba cayó con precisión milimétrica, destrozando el castillo y, con él, al rey demonio que se encontraba dentro, reduciéndolo a escombros.
Heine, viendo el final de todo lo que había conocido, dejó escapar un rugido de impotencia, pero no había nada que pudiera hacer para salvarse.
Escena: Reflexiones y Consecuencias
De vuelta en Kisaragi, el equipo regresó tras la devastadora victoria. Sin embargo, no todo el mundo compartía la misma satisfacción. Grimm y Snow, al enterarse de que Rokugo había dejado fuera de la guerra final contra el rey demonio, se sintieron despechadas y excluidas.
—¿Por qué no nos llevaron? —gruñó Snow, mirando a Rokugo con irritación—. ¡Somos tan valiosas como cualquiera de ellos!
Grimm, más tranquila, pero igualmente frustrada, cruzó los brazos.
—Pensé que estaríamos en esto juntos, pero no parece ser así, ¿verdad?
Rokugo, visiblemente incómodo, intentó calmar la situación, pero antes de que pudiera hablar, Lilith apareció con un botín brillante de joyas, traídas del mundo del rey demonio. Al llegar a su planeta, se dirigió rápidamente a la sala de reuniones con Astaroth y Belial.
—He hecho lo que se me pidió —dijo Lilith con una sonrisa satisfecha—. El castillo del rey demonio ha caído, y ahora tenemos acceso a sus recursos.
Astaroth, sin embargo, no estaba complacido.
—¿Y el objetivo principal, Lilith? —dijo con voz grave—. ¿Dónde está mi amado Rokugo? ¿Por qué no lo trajiste de vuelta como te encargué?
Lilith, sin querer decir la verdad, guardó silencio, negándose a compartir lo que sabía de la relación entre Rokugo y Grimm. Sin embargo, al negarse a repartir su botín, la situación escaló rápidamente.
Lo que comenzó como una simple discusión sobre el botín de guerra pronto se convirtió en una batalla campal dentro de las oficinas de Kisaragi. Lilith, Astaroth, y Belial se enfrentaron a golpes y gritos, dejando claro que el caos dentro de la organización estaba solo comenzando.
La Videollamada de Astaroth a Rokugo
A la mañana siguiente, mientras Rokugo revisaba algunos informes de las tierras conquistadas, su dispositivo de comunicación comenzó a sonar. En la pantalla apareció el rostro serio de Astaroth, la líder de Kisaragi, con una expresión que dejaba entrever una mezcla de irritación y algo más profundo.
—¡Rokugo! —dijo Astaroth sin rodeos, apenas se estableció la conexión—. He tomado una decisión. Quiero que asignes tu misión de supervisión a cualquiera de los agentes que ya enviamos para la conquista. Es hora de que regreses a la sede.
Rokugo arqueó una ceja, sorprendido por la petición repentina y la urgencia en la voz de Astaroth.
—¿Por qué tanto apuro? —preguntó, tratando de sonar casual—. Según la constitución de Kisaragi, cualquier cambio de misión de este nivel necesita la aprobación unánime de las tres ejecutivas. No puedes simplemente pedírmelo.
Astaroth apretó los labios, claramente molesta, pero aún así levantó la barbilla.
—No te preocupes por eso. Traeré a Lilith para que dé su voto de aprobación —dijo, haciendo un ademán a alguien fuera de la pantalla.
Un momento después, la cámara se amplió y mostró a Belial arrastrando a una Lilith claramente inmovilizada, con los brazos atados y una expresión de resignación en el rostro. Tenía algunos rasguños y su ropa estaba algo desarreglada después de la pelea del día anterior. A pesar de su estado, Lilith sonreía de una forma astuta, como si estuviera disfrutando de la situación.
—Vamos, Lilith, vota —ordenó Astaroth, con una mezcla de impaciencia y desesperación en su tono—. Da tu aprobación para que Rokugo pueda asignar su misión y regresar a la sede de Kisaragi.
Lilith soltó una risita sarcástica, pero, después de un momento de tensión, asintió lentamente.
—Voto a favor —dijo, con una voz apenas audible, aunque su expresión dejaba en claro que estaba actuando contra su voluntad—. Rokugo puede transferir su misión y regresar.
Rokugo entrecerró los ojos, observando a Lilith con atención. Sabía que algo andaba mal, y que Lilith no era alguien que se dejara manipular fácilmente.
—No lo creo —respondió Rokugo con firmeza—. Claramente Lilith no está hablando por su propia voluntad, y esto va en contra del espíritu de la constitución de Kisaragi. No pienso cancelar mi misión sin un verdadero consenso.
Y, sin decir nada más, cortó la videollamada abruptamente.
Escena: La Reacción de Lilith y Astaroth
Al otro lado de la pantalla, Lilith sonrió con satisfacción y dejó escapar un suspiro de alivio, moviéndose apenas un poco en su lugar, como si celebrara su pequeña victoria. Belial la miró con confusión, mientras Astaroth se frotaba las sienes, claramente frustrada.
—¡Maldito Rokugo! —gruñó Astaroth, dándose cuenta de que sus intentos de hacer que regresara habían fallado—. ¿Cómo se atreve a ignorar mis órdenes?
Lilith, aún inmovilizada y claramente agotada, lanzó una mirada de burla hacia Astaroth.
—Te lo dije, querida Astaroth. Rokugo no es tan fácil de manipular —comentó Lilith con sarcasmo—. Además, creo que tus celos y tu falta de control están empezando a ser muy evidentes.
Astaroth frunció el ceño y miró hacia otro lado, intentando ocultar su expresión de frustración. Se levantó y se acercó a la ventana, desde donde se podía ver toda la ciudad bajo su dominio, extendiéndose hasta donde alcanzaba la vista. En un susurro, casi como si estuviera hablando con ella misma, murmuró:
—Por favor, Rokugo... vuelve pronto.
Mientras tanto, Lilith, en su silla amarrada, empezó a retorcerse un poco, como si intentara acomodarse.
—Por cierto... —dijo Lilith en tono de queja, interrumpiendo el momento de introspección de Astaroth—. ¿Podrían soltarme ya? No he ido al baño en todo el día, y creo que ya me he ganado un descanso después de toda esta… "pequeña discusión".
Astaroth suspiró profundamente y se alejó de la ventana, sin dignarse a responder, mientras Belial intentaba, con algo de cautela, desatar a Lilith sin recibir un golpe en el proceso.
Escena: En el Campamento de Rokugo
De vuelta en el planeta conquistado por Kisaragi, Snow entró apresurada en la tienda donde Rokugo, Grimm y Alice estaban reunidos discutiendo estrategias. Llevaba un grueso fajo de papeles en la mano, con una expresión de agotamiento y, quizás, un poco de desesperación. Parecía haber estado investigando durante días sin descanso.
—¡He encontrado algo sobre el Rey Demonio! —exclamó, poniendo los papeles sobre la mesa y respirando con dificultad—. Su nombre era Mehlmehl. Gobernó a su gente durante 200 años antes de intentar invadir el Reino de Grace. La razón de su invasión fue… desesperante. Buscaba un lugar donde vivir para su gente, ya que su tierra fue destruida por
el "Topo Titán Rey de Arena".
Rokugo levantó una ceja, interesado, mientras Alice revisaba los documentos. A pesar de las rarezas de este mundo, los "titanes" y sus misteriosos orígenes continuaban siendo una espina en la mente de los agentes de Kisaragi. El relato de Snow hizo recordar a Rokugo rumores sobre una civilización antigua y los conflictos bélicos que parecían haber devastado ese planeta, dejando cicatrices que se notaban hasta en sus propios mapas.
—Hm, ¿así que un "titan" fue el responsable de la desertificación de sus tierras? —murmuró Alice, claramente intrigada—. Interesante. Quizás no era más que una herramienta biológica, como otros tantos que hemos encontrado en ruinas y archivos. Tal vez sea una creación de los antiguos habitantes de este mundo.
Snow suspiró, abatida. Habían pasado meses desde que empezaron su misión, y aún no había ni rastro del "elegido", el hermano de la princesa Tilis, quien aparentemente había sido teletransportado aleatoriamente a algún lugar desconocido.
—¿Y el elegido? —preguntó Rokugo, dándose cuenta de que no parecía haber avance en ese frente—. ¿Alguna pista de su paradero?
—Nada… —respondió Snow, bajando la cabeza, derrotada—. No hay rastro de él en ninguna de las ciudades cercanas. Y el reino está demasiado ocupado con los demonios y los… esos otros "gigantes" como para buscarlo más a fondo.
Rokugo suspiró, y cuando Snow levantó la mirada, sus ojos parecían… vacilantes. Estaba cansada y desesperada. Y en un impulso, pareció dispuesta a llegar a medidas drásticas.
—Oye, Rokugo… —dijo con una voz temblorosa, mientras se desabrochaba el cuello de su camisa, revelando apenas un poco de piel—. Si… si me das algo de comida, puedo… mostrarte más.
Rokugo se quedó mirándola en silencio por un segundo, con una expresión de incredulidad.
—¿Eh? ¿Te estás ofreciendo a enseñar tus pechos solo por comida? —respondió, levantando una ceja con un toque de burla en su tono—. Muy bien, pero si voy a invitarte, entonces también debo invitar a Grimm y Rose. No voy a hacer un favoritismo aquí.
Snow, visiblemente avergonzada, apretó los dientes, pero al final accedió, sabiendo que Rokugo no iba a ceder sin incluir a los demás.
Escena: La Reunión de Kisaragi en la Cena
Durante la cena, en un ambiente más relajado, Rose dio un anuncio inesperado.
—Rokugo, he tomado una decisión —dijo Rose con seriedad—. Voy a renunciar a mi puesto como soldado en el Reino de Grace. Desde hoy, quiero ser completamente una agente de Kisaragi.
Grimm, al oír las palabras de Rose, asintió con determinación.
—Yo también renunciaré al ejército —agregó Grimm con una sonrisa—. Aunque, claro, seguiré siendo sacerdotisa. Mi devoción no puede ser abandonada.
Snow, al escuchar esto, se puso lívida. La idea de que sus amigas estuvieran renunciando a su lealtad hacia Grace le parecía una traición en toda regla.
—¡No puedo creer que estén diciendo esto! —exclamó Snow con indignación—. ¿Cómo pueden hacerle esto a Grace? ¿A nuestra gente?
Alice, observando la escena, aprovechó la oportunidad para expresar sus propias "ambiciones".
—Ah, es perfecto. Cuando lleguemos a la sede principal de Kisaragi, Rose podrá ser convertida en una súper mutante aprovechando sus habilidades de quimera. —Se giró hacia Grimm, sonriendo con una mezcla de burla y genuino interés—. Y a ti, Grimm… podemos hacerte nuestra mujer-zombie-mutante, perfecta para las misiones de Kisaragi.
—¡No me llames zombie! —protestó Grimm, ofendida—. ¡Y no me interesa ser una "mutante" tampoco!
Pero a Grimm en realidad le preocupaba otra cosa. Miró a Snow, que ya antes había mostrado interés en unirse a Kisaragi en un momento de vulnerabilidad. Sin embargo, cuando Rokugo habló, sus palabras le resultaron devastadoras a Snow.
—En realidad, Snow… —dijo Rokugo, encogiéndose de hombros—. No tengo planes de llevarte a la sede central de Kisaragi. No es que tenga algo en contra tuyo, pero… no tienes ningún superpoder ni habilidades especiales. Eres una chica común y corriente.
Las palabras golpearon a Snow como un balde de agua fría. Sintió una mezcla de humillación y rabia, aunque intentó ocultarlo.
—Así que… ¿no tengo nada que ofrecerles? —murmuró, bajando la mirada.
—Por lástima, si tanto insistes, te convertiré en una "mutante" cuando comience la conquista. —Rokugo soltó una carcajada, tratando de quitarle peso a sus palabras.
Escena: El Bar y la Borrachera de Snow
Más tarde, en el bar improvisado, las cosas se salieron de control. Snow, completamente ebria después de varios tragos, comenzó a soltar comentarios que no dejaban de sorprender y divertir a todos.
—Mira, Grimm… —dijo Snow, tambaleándose y señalando a Rokugo con un dedo inestable—. ¡Tu "novio" quiere emborracharme para aprovecharse de mí! ¡Hah!
Grimm, conocedora de las artimañas de Snow y ya acostumbrada a su manera de comportarse bajo el efecto del alcohol, ni siquiera mostró un atisbo de celos. De hecho, se limitó a rodar los ojos y dar un sorbo a su bebida.
—Sí, claro, Snow. Como si alguien fuera a tomar en serio tus tonterías de borracha —respondió con sarcasmo.
Finalmente, Rokugo, harto de los desvaríos de Snow y viendo que no se quería mover del bar, la cargó sobre su hombro como si fuera un saco de papas. Snow, colgada de su hombro, empezó a lloriquear.
—Rokugo… ¡No quiero irme! ¡No me trates como un saco de papas! —protestó, pataleando mientras el alcohol la llevaba a un estado cada vez más patético.
Sin embargo, poco a poco, sus protestas fueron disminuyendo hasta que se quedó completamente dormida, roncando sobre el hombro de Rokugo, quien suspiró con resignación.