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Chapter 48 - La Guerra contra Hiiragi

Poco después, en el corredor...

Mientras Rokugo reflexionaba sobre la conversación, Alice apareció a su lado, con su expresión habitual de calma y eficiencia. Sin embargo, la información que traía era inquietante.

Alice: "Rokugo, tengo un informe importante que quizás quieras escuchar."

Rokugo: "¿Qué sucede ahora?"

Alice: "El país de Toris, que hasta hace poco era el principal enemigo del Reino de Grace... ha desaparecido."

Rokugo frunció el ceño, incrédulo ante lo que acababa de escuchar.

Rokugo: "¿Desaparecido? ¿Qué quieres decir con 'desaparecido'?"

Alice: "Solo quedan ruinas. No hay supervivientes ni signos de combate reciente. Es como si algo los hubiera arrasado de la faz del planeta sin dejar rastro."

La expresión de Rokugo se volvió sombría. Algo extraño estaba ocurriendo en ese mundo, algo que ni siquiera Kisaragi podía prever.

Horas después, en el helicóptero, en camino hacia el sitio de las ruinas del desaparecido país de Toris...

El helicóptero volaba a través del cielo nublado, con Rokugo sentado junto a otro agente de Kisaragi y el Hombre Tigre. La atmósfera en el helicóptero era tensa, ya que ninguno de ellos tenía claro qué encontrarían al llegar. Pero Rokugo, con su típica actitud despreocupada, intentó relajar el ambiente.

Rokugo: "Anoche... tuve el mejor sexo que he tenido 

en años, ¿sabes? Casi había olvidado lo bien que se siente. Tanto tiempo solo leyendo ese montón de revistas que canjeo con mis puntos malos... No hay nada como la acción real."

El Hombre Tigre bufó con una mezcla de humor y desagrado, dándole una mirada de lado.

Hombre Tigre: "¿Ah, sí? ¿Y con quién estuviste esta vez? No me digas... fue Grimm, ¿verdad?"

Rokugo sonrió con suficiencia y asintió, como si estuviera orgulloso de su "logro". Pero el Hombre Tigre lo miró con una mezcla de desaprobación y preocupación.

Hombre Tigre: "Mira, amigo, te lo digo como alguien que te aprecia: Grimm es una chica que... bueno, está desesperada por algo de afecto. Aprovecharse de eso no es algo de lo que deberías estar tan orgulloso."

Rokugo (encogiéndose de hombros): "Vamos, no seas aguafiestas. Además, ella parecía disfrutarlo también. Y quién soy yo para negarle lo que quiere, ¿no?"

El Hombre Tigre suspiró y negó con la cabeza, sabiendo que no podía hacerle cambiar de opinión. Aun así, decidió darle una advertencia.

Hombre Tigre: "Te lo advierto, Rokugo. Si Astaroth llega a descubrir lo que haces... bueno, no quisiera estar en los zapatos de Grimm ni en los tuyos. Porque Astaroth no perdona. O Grimm acaba mal, o tú... bueno, tal vez ambos terminen en problemas graves."

Rokugo sonrió, como si todo fuera un simple chiste para él.

Rokugo: "Tranquilo, Astaroth no tiene por qué enterarse. Todo está bajo control."

El Hombre Tigre no pareció convencido, pero prefirió dejar el tema ahí. A veces, Rokugo simplemente no escuchaba razones.

Al llegar a las ruinas del desaparecido Reino de Toris...

Cuando el helicóptero aterrizó, el equipo descendió y se encontró frente a un paisaje desolador. Lo que alguna vez había sido un país floreciente y enérgico era ahora solo una extensión de escombros carbonizados. El suelo estaba cubierto de cenizas, y no quedaba rastro de edificios en pie. Incluso los árboles y las plantas habían sido reducidos a cenizas. Todo parecía haber sido destruido por una fuerza imparable.

Otro Agente de Kisaragi: "¿Qué clase de arma podría haber causado esto? Esto no parece un ataque común."

Rokugo (mirando a su alrededor): "No tengo idea. Pero parece que fue algo lo suficientemente poderoso como para arrasar con todo en cuestión de segundos. Algún tipo de onda expansiva... y además, parece que hubo un calor intenso que lo quemó todo."

Mientras avanzaban con cautela por las ruinas, de repente vieron a alguien acercándose. Era una figura humana, pero su presencia irradiaba una energía extraña y amenazante. El desconocido, que llevaba una especie de uniforme oscuro, se detuvo a unos metros de ellos y los miró con una sonrisa fría y despectiva.

Desconocido: "Así que finalmente llegaron los de Kisaragi. Bienvenidos a su perdición."

Rokugo entrecerró los ojos, sintiendo que algo estaba terriblemente mal.

Rokugo: "¿Y tú quién eres? ¿Qué clase de truco es este?"

El desconocido levantó la barbilla y los miró con superioridad.

Desconocido: "Este planeta... ya tiene dueño. Pertenece a la Agencia del Orden Hiiragi."

El grupo se quedó en silencio, observando al extraño con creciente desconcierto y cautela. Habían oído rumores de otras organizaciones, pero hasta ahora no habían encontrado resistencia de esta magnitud. ¿Quién era realmente este hombre? Y, más importante aún, ¿qué significaba para Kisaragi enfrentar a una fuerza tan desconocida?

El encuentro se tensó al máximo, y todos se prepararon para lo que podría ser un choque inevitable con esta nueva amenaza.

Rokugo (cruzando los brazos, desconfiado): "¿Agencia del Orden Hiiragi? Nunca he oído hablar de ustedes. ¿Qué son exactamente?"

Agente de Hiiragi (con una mirada fría y despectiva): "No necesitas saber más. Solo basta con entender que somos los verdaderos dueños de este planeta. Y ustedes, los de Kisaragi, no son más que invasores indeseados."

21 (confundido): "¿Invasores? Nosotros hemos estado aquí desde hace un buen tiempo. ¿Quién te crees para llamarnos invasores?"

Agente de Hiiragi (esbozando una sonrisa burlona): "La historia no la escriben los que llegan primero... sino los que sobreviven. Y pronto, ustedes no estarán aquí para contarla."

Con un movimiento rápido, el agente de Hiiragi activa un dispositivo en su brazo que emite una onda de energía. Al instante, los trajes de Rokugo, el Hombre Tigre y 21 se desactivan, dejándolos sin las funciones avanzadas de Kisaragi.

Hombre Tigre (gruñendo y preparándose para pelear): "No necesito tecnología para pelear. ¿Quieres pelea? Te mostraré cómo se lucha de verdad."

Rokugo (poniendo una mano en el hombro del Hombre Tigre): "Espera, espera. No tenemos un plan todavía. No nos precipitemos."

El agente de Hiiragi saca un comunicador y comienza a dar órdenes, indicando a sus compañeros que confisquen el helicóptero y cualquier equipo que encuentren. Aprovechando la distracción momentánea, Rokugo hace uso de sus habilidades en combate cuerpo a cuerpo. Con movimientos precisos y rápidos, logra propiciar un par de golpes al agente de Hiiragi, quien tambalea por un instante. Rokugo aprovecha el momento para liberarse y tomar una bazuca de emergencia que estaba almacenada en el helicóptero.

Rokugo (apuntando con la bazuca): "Veamos si tu traje aguanta esto."

Sin pensarlo dos veces, dispara la bazuca directamente al agente. Sin embargo, el proyectil impacta contra el traje blanco del enemigo y se desintegra, sin causarle daño. El agente de Hiiragi apenas se mueve, protegido por una barrera similar a los sistemas de defensa de Kisaragi.

21 (retrocediendo, asombrado): "¡Esos trajes... funcionan igual que los nuestros! ¿Cómo es posible?"

Hombre Tigre (sacando su espada y poniéndose en posición): "Si la tecnología no sirve, yo lo detendré con fuerza bruta. Rokugo, gana tiempo e intenta reactivar tu traje."

Mientras el Hombre Tigre se lanza contra el agente de Hiiragi en un intento de retenerlo, Rokugo empieza a manipular los sistemas de su traje, intentando sortear la desactivación. Los minutos pasan mientras el Hombre Tigre y el agente 21 hacen todo lo posible por mantener la situación bajo control, pero el enemigo parece estar un paso adelante en todo momento.

De vuelta en la base de Kisaragi...

Finalmente, Rokugo, el Hombre Tigre y el agente 21 logran regresar a la base de Kisaragi, heridos y agotados por el enfrentamiento. Rokugo, cojeando y con el traje dañado, se dirige al área de mantenimiento.

Rokugo: "Necesito un mantenimiento de emergencia para este traje. Revisen todo el software... parece que este 'Hiiragi' tiene tecnología que puede desactivarlos. No quiero que vuelva a suceder."

Mientras los técnicos comienzan a trabajar en su traje, Alice se acerca a él, notando la expresión sombría en su rostro.

Alice: "Rokugo, ¿qué pasó allá afuera? La misión era solo de reconocimiento, ¿cómo es que regresan tan malheridos?"

Rokugo (resoplando): "Alice, tenemos un problema. Nos enfrentamos a un tipo de Hiiragi... aparentemente una organización con tecnología similar a la nuestra. Nos trató como invasores y dejó claro que este planeta les pertenece."

Alice parpadea, asimilando la gravedad de la situación. Sin perder tiempo, Rokugo le hace una solicitud.

Rokugo: "Escanea el satélite en busca de actividad inusual. Algo no anda bien con este planeta. Hay más de lo que sabemos."

Alice asiente y comienza a trabajar en la computadora, revisando las lecturas del satélite. Un momento después, frunce el ceño, mirando con sorpresa la pantalla.

Alice: "Rokugo... parece que la misteriosa isla que detectábamos en el mar, esa que cambiaba de posición constantemente... ya no está ahí."

Rokugo (alerta): "¿Desapareció? ¿Qué es lo que aparece en su lugar?"

Alice (mirando fijamente la pantalla): "En su lugar... parece que hay un objeto de gran tamaño. Se asemeja a un submarino, pero... no es cualquier submarino."

Rokugo (frunciendo el ceño): "¿Qué quieres decir?"

Alice vuelve a ajustar las lecturas, realizando un nuevo escaneo. La imagen en la pantalla muestra que el objeto está elevándose lentamente hacia la superficie, revelando más de su estructura en cada escaneo. Con cada minuto que pasa, el objeto emerge más y más del agua, hasta que es evidente que no es solo un submarino.

Alice: "Rokugo... ese 'submarino' está saliendo del agua. No es solo una embarcación. Parece ser una nave espacial."

Rokugo (sintiendo un escalofrío): "¿Una nave espacial? ¿Qué clase de organización tiene algo así?"

Alice realiza un último escaneo antes de que la señal se corte abruptamente.

Alice (con una expresión de alarma): "¡El satélite! La nave en ascenso lo ha destruido al salir de la atmósfera."

Rokugo observa la pantalla en blanco, con la preocupación creciendo en su rostro. Ahora no solo se enfrentaban a una organización desconocida, sino a una amenaza que estaba armada con tecnología mucho más avanzada de lo que habían anticipado.

Mientras Rokugo intenta asimilar la situación en la base, Alice recibe una nueva alerta en el radar.

Alice (con voz tensa): "Rokugo… el radar está detectando múltiples objetos acercándose a gran velocidad. Y vienen directo hacia nosotros."

Rokugo (recobrando su compostura y gruñendo con determinación): "No voy a permitir que destruyan la base otra vez. ¡No después de todo el esfuerzo que nos ha costado reconstruirla!"

Sin perder tiempo, Rokugo activa una barrera defensiva alrededor de la base. Es un tipo de barrera avanzada, muy similar a la que el anterior Señor Demonio había usado antes de ser derrotado por Lilith, pero esta vez mejorada con la ayuda de Viper. Los pilares generadores de la barrera están colocados internamente dentro del escudo de protección, lo que les permite evitar daños directos desde el exterior.

Rokugo (murmurando mientras observa los generadores de la barrera): "Gracias, Viper…

Los objetos en el radar resultan ser misiles, y empiezan a impactar en la barrera una y otra vez. Cada explosión hace vibrar el escudo, y aunque la barrera está resistiendo, poco a poco comienzan a aparecer pequeñas grietas en la superficie.

Alice (alerta, observando las lecturas): "Rokugo, la barrera está empezando a mostrar signos de fractura. No sé cuánto más podrá resistir con estos impactos constantes."

Rokugo (frunciendo el ceño, evaluando la situación): "Espera… algo no encaja aquí."

Observando más de cerca, Rokugo nota un patrón extraño en el bombardeo. Aunque los misiles están golpeando la barrera, la mayoría parecen desviarse y terminar impactando en el bosque cercano. Y aunque las explosiones son potentes, la onda expansiva no es suficiente para devastar toda una región como sucedió con el Reino que visitaron.

Rokugo (pensando en voz alta): "Estos misiles… no parecen diseñados para destruir una base o una ciudad. Su potencia es demasiado baja para lo que se necesitaría para eso."

Alice (curiosa): "¿Entonces cuál es el objetivo de estos ataques?"

Rokugo (formulando una hipótesis): "Tal vez… no nos están atacando directamente. Estos misiles podrían estar destinados a otra cosa."

Alice (confundida): "¿Qué otra cosa podría haber en el bosque?"

Rokugo recuerda los meses que Kisaragi ha pasado exterminando monstruos gigantes en el bosque cercano a la base. Si la Agencia Hiiragi no estuviera al tanto de esa actividad, podrían pensar que los monstruos aún habitan el área.

Rokugo (asintiendo, mientras su hipótesis se aclara): "Los misiles no son para nosotros. Están programados para destruir a los monstruos gigantes que vivían en el bosque. Pero Hiiragi no sabe que los eliminamos hace meses."

Alice (mirando a Rokugo con admiración): "Entonces, si estamos en lo correcto… solo necesitamos mantener la barrera activa hasta que terminen de lanzar los misiles. No necesitamos enfrentarnos a ellos directamente."

Rokugo (sonriendo con confianza): "Exacto. Aguantemos hasta que este bombardeo termine. No vale la pena desgastar recursos en un ataque que ni siquiera es para nosotros."

Alice (mientras ajusta los controles de la barrera para maximizar su eficiencia): "Entendido. Mantendré el monitoreo de la integridad de la barrera. Haré lo posible por estabilizarla y reducir el impacto en las grietas."

Rokugo y Alice permanecen en tensión, observando cómo la barrera continúa recibiendo los impactos de los misiles. Aunque cada explosión provoca más grietas y el escudo sigue resistiendo a duras penas, Rokugo confía en que podrán soportarlo hasta que el bombardeo se detenga.

Finalmente, después de varios minutos de constante presión sobre la barrera, el bombardeo comienza a disminuir. El radar de Alice muestra que los misiles están disminuyendo en número, hasta que finalmente los ataques cesan por completo. La barrera permanece en pie, aunque gravemente dañada, pero la base ha logrado resistir.

Alice (dejando escapar un suspiro de alivio): "Lo logramos… La barrera aguantó."

Rokugo (con una sonrisa satisfecha): "Buen trabajo, Alice. Parece que nuestros amigos de Hiiragi necesitan actualizar su inteligencia si realmente piensan que todavía estamos rodeados de monstruos gigantes."

Alice (asintiendo con una sonrisa): "Esperemos que no descubran la verdad demasiado pronto."

Rokugo: "De todos modos, mantendremos el monitoreo en caso de que intenten algo más. No quiero que nos vuelvan a sorprender."

Después de la tensión del bombardeo, Rokugo decide que es hora de aclarar las cosas. Convoca una reunión en la sala de conferencias de la base, y llama a la Princesa Tilis para realizar algunas preguntas. Tilis llega acompañada de algunos de sus guardias, aunque su expresión demuestra que también está confundida y preocupada por la situación.

Rokugo (serio, mirando a la princesa): "Princesa Tilis, necesito entender más sobre la historia de este planeta y sus antiguos conflictos. Este supuesto enemigo, la 'Agencia Hiiragi', afirma ser el verdadero dueño de este mundo."

Tilis (sorprendida): "¿La Agencia Hiiragi…? No recuerdo haber oído hablar de ellos antes. Pero hay historias… relatos antiguos sobre guerras y catástrofes que sucedieron siglos atrás."

Rokugo (cruzando los brazos, expectante): "¿Historias? ¿Qué clase de historias?"

Tilis (pensativa, recordando): "Se habla de un antiguo ser conocido como el 'Demonio de la Tierra', alguien que poseía un poder increíble. Dicen que este ser podía transformarse en una criatura enorme, con una fuerza y capacidad de regeneración sin igual. Sus seguidores lo llamaban 'Titán'. Con su ayuda, se formó un imperio conocido como Eldia, que gobernó con brutalidad."

Rokugo (interesado, conectando piezas): "Eldia… ¿y qué le sucedió a este 'Demonio de la Tierra'?"

Tilis (asintiendo): "Según las leyendas, un héroe llamado Helos Ackerman lo derrotó. Pero no sé mucho más que eso, ya que la historia fue borrada o escondida durante generaciones. Las familias nobles han guardado algunos fragmentos, pero muy poco se conserva."

Luego de escuchar a la Princesa Tilis, Rokugo se dirige al laboratorio de la base donde se encuentra Viper, o como ahora es conocida en la organización, "Agente Mutante Víbora". Viper está trabajando en uno de sus experimentos, pero Rokugo interrumpe.

Rokugo (con tono serio): "Viper, hace tiempo mencionaste que tu padre

te contaba historias sobre tiempos antiguos, algo sobre un demonio y su descendencia… nunca te presté atención, pero ahora necesito saber lo que recuerdes."

Viper (arqueando una ceja y suspirando): "Oh, ¿ahora sí te interesa, Rokugo? La verdad es que ni siquiera yo escuché bien a mi padre cuando me hablaba de esas cosas. Pero recuerdo algo de lo que decía."

Rokugo (cruzando los brazos): "Cualquier detalle ayuda. Tenemos un enemigo que clama ser el verdadero dueño de este mundo, y parece estar relacionado con algo que llaman 'Titán'. Si hay algo que sepas, suéltalo."

Viper (haciéndose a un lado del experimento y pensando): "Mi padre solía contarme que mi abuelo era descendiente directo de este 'Demonio de la Tierra'. Supuestamente, este demonio poseía una habilidad especial que le permitía transformarse en un ser colosal. Durante su reinado, creó un imperio que sometió a muchas naciones, pero eventualmente fue asesinado por un tal Helos Ackerman, o al menos eso decían."

Rokugo (tomando nota mentalmente): "¿Y tu abuelo sobrevivió a todo eso?"

Viper (asintiendo): "Sí, aunque él mismo era un híbrido, nacido de la unión entre el demonio y una humana. Se mantuvo oculto durante años, hasta que las guerras finalmente le permitieron establecer un territorio propio. Fue entonces cuando tuvo a mi padre… y eventualmente, yo nací de él y otra humana."

Rokugo (pensativo): "Así que… eres parte de ese linaje. No sabía que tenías una conexión tan directa con esta historia."

Viper (con una sonrisa irónica): "No es algo de lo que hablo mucho. La mayoría de la gente no estaría interesada en escuchar historias sobre 'demonios' y 'titanes'. Pero si este enemigo afirma ser el dueño de este planeta, podría tener que ver con esas viejas leyendas."

Rokugo (murmurando para sí mismo): "El Demonio de la Tierra… Helos Ackerman… Agencia Hiiragi… Parece que estamos lidiando con algo que va más allá de una simple invasión."

Luego de la conversación con Viper, Rokugo comienza a armar mentalmente una teoría. Quizás la Agencia Hiiragi tiene alguna relación con el imperio de Eldia, o incluso con la misma familia Ackerman. Con estos nuevos conocimientos en mente, Rokugo se da cuenta de que está lidiando con un enemigo que ha estado latente en este planeta durante siglos, esperando su momento para regresar.

Rokugo (hablando consigo mismo): "Si esto es verdad… entonces podría significar que esta lucha por el control de este mundo es mucho más antigua de lo que pensábamos. Y nosotros, Kisaragi, apenas hemos arañado la superficie."

La escena se cierra con Rokugo mirando en dirección a la barrera que recientemente defendió su base. Sabe que la amenaza de la Agencia Hiiragi es real, y que su conexión con esta tierra y sus antiguas historias podría traer consecuencias más profundas de las que él imaginaba.

Rokugo se sube a una plataforma improvisada en medio de la base de Kisaragi, rodeado de los agentes y soldados que han estado trabajando en la defensa y expansión del territorio para la corporación. Todos lo miran con atención, conscientes de la gravedad de la situación después del reciente bombardeo y el descubrimiento de la misteriosa Agencia Hiiragi.

Rokugo (con voz firme): "¡Escúchenme bien! Lo que estamos enfrentando no es un enemigo común. Esta 'Agencia Hiiragi' afirma que son los verdaderos dueños de este planeta, y parece que tienen la tecnología para respaldar esa afirmación. Lo que eso significa para nosotros, Kisaragi, es que tenemos que estar preparados para una posible guerra."

Los agentes murmuraban entre ellos, asimilando la magnitud de las palabras de Rokugo. El ambiente se llena de tensión, pero también de determinación. Rokugo observa cada rostro, asegurándose de que todos comprendan la importancia de la misión.

Rokugo (continuando): "No sabemos mucho sobre ellos, y eso nos pone en una desventaja. Pero si algo hemos demostrado hasta ahora, es que Kisaragi no retrocede. Hemos establecido nuestra base aquí, hemos combatido monstruos y naciones, y no vamos a ceder solo porque aparezca un grupo que dice tener más derecho sobre este planeta. ¡Así que preparen sus armas, revisen sus trajes, y estén listos para cualquier cosa! La Corporación Kisaragi nunca abandona a los suyos, y esta vez no será diferente."

Los presentes aplauden y gritan con entusiasmo, mostrando su lealtad y disposición para enfrentar lo que venga. Mientras el entusiasmo empieza a bajar, Grimm se acerca a Rokugo, aprovechando el momento de pausa.

Grimm (mirándolo con una sonrisa nerviosa): "Oye, Rokugo… ¿te das cuenta de que apenas hemos pasado tiempo juntos últimamente? Tal vez después de esto podríamos… ya sabes… hacer algo especial."

Rokugo (suspira, poniendo los ojos en blanco): "Grimm, ¿de verdad crees que ahora es el momento para eso? Tenemos una posible guerra encima, y tú piensas en citas románticas."

Grimm (cruzándose de brazos, ofendida): "¡Para ti nunca es el momento, Rokugo! Siempre hay una excusa…"

Rokugo la ignora mientras sus pensamientos vuelven a centrarse en la amenaza. Justo en ese momento, un sonido de alarma resuena en la base, y todos miran al cielo, viendo una nave flotando en las alturas. No es la gigantesca nave que apareció del agua y que él reconoció en las últimas imágenes del satélite, sino una más pequeña.

Rokugo (analizando la situación): "Esa nave…Si es así, entonces la nave Hiiragi que salió del agua debe ser mucho más grande, una especie de nave nodriza… y esta, una de sus naves de exploración o combate."

Rokugo se apresura a iniciar una llamada de emergencia a la sede de Kisaragi. La pantalla holográfica proyecta la imagen de Lilith, quien responde con su expresión usualmente despreocupada, aunque claramente interesada en el informe.

Rokugo (con firmeza): "Ejecutiva Lilith, tenemos un problema mayor. La orden Hiiragi, un enemigo desconocido, ha destruido nuestro satélite y han enviado naves a sobrevolar nuestro territorio. Ahora mismo, no tenemos forma de espiar sus movimientos, pero ellos pueden monitorearnos con facilidad. Están operando en nuestro espacio aéreo."

Lilith parece sopesar la información, su expresión apenas mostrando sorpresa.

Lilith (con una sonrisa ligera): "¿Así que finalmente te encontraste con un desafío a la altura, Rokugo? Debo decir que esperaba que pudieras manejar esto con los demonios que enviamos. Los hemos capacitado y mejorado como agentes, deberían ser más que suficientes para contener cualquier amenaza."

Rokugo (resistiéndose a replicar con sarcasmo): "Sí, pero esto es distinto. Estamos hablando de tecnología que parece rivalizar con la nuestra. Necesitamos más recursos, y quizás alguna forma de apoyo externo para asegurarnos de que—"

Lilith (interrumpiéndolo, con una sonrisa burlona): "Oh, no te preocupes, Rokugo. Si los demonios no son suficientes, tengo un plan de respaldo. Y resulta que otra ejecutiva está interesada en ver de cerca a este rival. Así que no seré yo quien vaya…"

Antes de que Rokugo pueda responder, Lilith cuelga la llamada, dejándolo en silencio frente a la pantalla apagada. Su rostro palidece al considerar lo que eso significa. Si Lilith no viene, entonces…

Rokugo (sudando frío, murmurando para sí): "No… Astaroth…"

El miedo se refleja en sus ojos al pensar en la posibilidad de que Astaroth, la ejecutiva que tanto teme, llegue al planeta. No solo por lo formidable que es en combate, sino porque existe la posibilidad de que descubra su relación con Grimm. Desde que llegaron a este planeta, él ha estado… involucrado con ella de una forma que probablemente no le gustaría a Astaroth saber.

Rokugo (tragando saliva, con tono resignado): "Genial… como si no fuera suficiente lidiar con una agencia de guerra avanzada, ahora también tengo que preocuparme de que Astaroth llegue aquí y se dé cuenta de que le he estado siendo infiel."

Mientras Rokugo observa el horizonte, tratando de despejar su mente del posible desastre personal que se avecina con la llegada de Astaroth, Snow se le acerca rápidamente, apuntando hacia el cielo con cierta preocupación.

Snow: "¡Oye, Rokugo! Esos helicópteros han estado sobrevolando el país por días. ¿Qué está pasando? ¿Es que Kisaragi está bajo ataque?"

Rokugo (mirándola con desdén): "Snow, corrígete. No son helicópteros. Por su forma y maniobrabilidad, son claramente aviones de guerra. En este caso, prefiero llamarlos 'La Muerte'."

Snow (frunce el ceño): "¿'La Muerte'? ¡Eres tan dramático! No pueden ser tan malos, ¿verdad?"

Antes de que Rokugo pueda responder, un sonido fuerte retumba en el aire, y varios aviones de la Agencia Hiiragi comienzan a descender, lanzando a sus soldados al suelo en cápsulas reforzadas. Tan pronto como tocan tierra, los soldados salen armados hasta los dientes y con una precisión mecánica que hace evidente su entrenamiento avanzado.

Rokugo (tomando control de la situación): "¡Todos, prepárense! ¡Nos atacan de frente!"

Los agentes de Kisaragi rápidamente se ponen en posición de defensa. Rose, Russell, el Hombre Tigre, los demonios convertidos en agentes, y Viper avanzan hacia el frente, listos para enfrentar la primera ola de soldados Hiiragi. Rokugo observa cómo todos se preparan para la batalla, y al notar que Snow empieza a moverse hacia atrás, decide intervenir.

Rokugo (con tono severo): "Snow, ¿vas a marcharte de nuevo en plena batalla? Porque ya te he visto hacer esto antes. ¿Recuerdas el ataque en el castillo del Lord Demonio hace un año?"

Snow (sorprendida): "¿Qué? ¡Claro que no! Yo… yo estaba ahí para…"

Rokugo (interrumpiéndola, molesto): "No me hagas recordar la escena, Snow. Tú misma dijiste 'salva a Grimm y Alice', y mientras yo hacía el trabajo, tú estabas al lado… haciendo absolutamente nada."

Snow, sin palabras, se da cuenta de que Rokugo la había visto aquella vez, haciéndose la desentendida mientras él combatía. Avergonzada y sin más pretextos, se da la vuelta y corre hacia el campo de batalla, decidida a redimirse.

La lucha se intensifica rápidamente, con bajas en ambos frentes debido a que el equipamiento y las tácticas de los soldados de Hiiragi son sorprendentemente similares en eficacia a los de Kisaragi. Sin embargo, en medio del caos, Viper destaca. Con su tremenda fuerza y habilidad, comienza a destrozar las armas y vehículos de los soldados Hiiragi uno por uno, abriendo camino para que los demás agentes puedan avanzar sin tanta presión.

Viper (destruyendo una ametralladora Hiiragi con sus manos desnudas): "¡Esta es nuestra tierra! ¡No permitiré que nadie amenace a mi gente!"

Grimm, por otro lado, sigue siendo Grimm. Mientras intenta lanzar un hechizo de maldición hacia el enemigo

. Justo antes de que una de las balas Hiiragi la alcance, Viper se lanza en su ayuda, destruyendo el arma enemiga en el proceso y apartando a Grimm del peligro.

Rokugo (observando a Viper con una sonrisa de satisfacción): "Bien hecho, Viper. Sabía que podía contar contigo."

La batalla continúa hasta que los soldados Hiiragi, viendo que sus armas y vehículos están siendo destruidos por completo, optan por retirarse, subiendo nuevamente a sus cápsulas y siendo recuperados por sus aviones que desaparecen rápidamente en el cielo.

Cuando todo termina, Rokugo camina hacia Viper, quien respira profundamente, todavía llena de la adrenalina del combate.

Rokugo (con una sonrisa aprobatoria): "Buen trabajo, Viper. Gracias a ti, logramos repeler el ataque y evitar que Grimm se matara a sí misma en el proceso."

Viper (orgullosa pero cansada): "Es un honor luchar por Kisaragi y por mi gente, Rokugo."

Rokugo asiente y observa el campo de batalla, lleno de escombros y restos de equipo Hiiragi. Sus pensamientos ahora se dividen entre la amenaza de esta nueva agencia, los problemas personales que le esperan si Astaroth aparece, y el hecho de que la situación sigue escalando.

Rokugo (murmurando para sí mismo): "Si esto fue solo una avanzada, entonces no quiero ni imaginarme lo que será enfrentarnos a su verdadera fuerza… Pero al menos estamos listos para lo que venga."

La batalla había concluido, pero la tensión en la base de Kisaragi seguía palpable. Desde el cielo, varias naves de la Agencia Hiiragi seguían sobrevolando el área, manteniendo una presencia amenazante. Rokugo observaba el panorama, con la vista fija en esas naves. A pesar de la victoria en el enfrentamiento reciente, sabía que esto no era más que el comienzo de una guerra que prometía ser larga y brutal.

Rokugo (pensando en voz alta): "Incluso para ellos, la fuerza de Viper sin su traje de combate debió ser una sorpresa… Admito que hasta a mí me tomó por sorpresa. No esperaba que tuviera tanto poder."

Mientras Rokugo evaluaba mentalmente la situación, Grimm se le acercó con una sonrisa esperanzada, como si la reciente victoria fuera razón suficiente para bajar la guardia.

Grimm: "¡Rokugo! ¿Qué te parece si celebramos? ¡Ganamos la batalla, después de todo!"

Rokugo (mirándola con escepticismo): "¿Celebrar? Tal vez ganamos esta batalla, pero la guerra aún no termina, Grimm. Apenas estamos empezando."

A pesar de su seriedad, Rokugo notó la insistencia de Grimm en animarlo. Suspirando, decidió ser un poco más ligero, al menos por un momento.

Rokugo: "Aunque… oye, Grimm, ¿qué tal si brindamos por algo? Esta vez, al menos, lograste no morir en medio de la batalla. Eso ya es un logro, ¿no crees?"

Grimm (poniendo los ojos en blanco, aunque levemente sonrojada): "¡Oye, Rokugo! ¿Mi 'no-muerte' en batalla es motivo suficiente para una cita? Qué amable de tu parte…"

Rokugo (sonriendo con picardía): "Tómatelo como quieras. Al menos funcionó."

Grimm, aunque molesta por el comentario, no podía ocultar que la idea de pasar tiempo con Rokugo le hacía ilusión, así que finalmente aceptó. Después de todo, cualquier excusa era buena para estar cerca de él.

Terminada la "celebración", que consistió en una cena improvisada y un par de bebidas, Rokugo, con esa expresión traviesa que lo caracterizaba, miró a Grimm con intenciones bastante claras.

Rokugo: "Grimm… ¿Qué te parece si repetimos esa maravillosa noche que tuvimos la otra vez en tu casa? ¿Te acuerdas?"

Grimm lo miró, su rostro enrojeciendo instantáneamente al comprender las intenciones de Rokugo. Nerviosa y algo avergonzada, le lanzó una mirada entre incrédula y preocupada.

Grimm: "¿Eh? ¿Vas a…? ¿Vas a usar mi… mis pechos otra vez? Aún recuerdo que después de eso… me dolio la espalda durante dos días."

Rokugo soltó una risita al ver su reacción y se inclinó hacia ella.

Rokugo: "¿Qué pasa, Grimm? ¿Acaso también te gustó?"

Grimm, aunque avergonzada, no podía ocultar sus sentimientos. Después de unos momentos de silencio y mirándolo con ternura, suspiró y asintió.

Grimm: "Te amo, Rokugo, pero no intentes nada raro, ¿sí? Solo… llévame a casa."

Rokugo: "Como ordenes, señorita."

Con una sonrisa, Rokugo acompañó a Grimm hasta su casa, dispuesto a hacer de aquella noche una nueva aventura privada. Pero en el fondo de su mente, mientras disfrutaba de la compañía de Grimm, no podía dejar de pensar en la amenaza de la Agencia Hiiragi y en la posibilidad de que Astaroth apareciera en cualquier momento

Después de una noche intensa y divertida, Rokugo y Grimm estaban acostados en la misma cama, ambos desnudos, rodeados por el silencio de la habitación. Tanto Rokugo como Grimm estan adoloridos de esfuerzo fisico y no se pueden mover. Rokugo tenía un cigarrillo en la mano, encendiéndolo y llevándoselo a los labios mientras exhalaba lentamente. Grimm sobre Rokugo lo observaba con curiosidad y algo de desconcierto, sin poder evitar preguntar.

Grimm: "¿Qué es eso, Rokugo?

Rokugo (con una leve sonrisa): "Es un cigarrillo, Grimm. Lo fumo… bueno, para aumentar el placer después de una buena noche."

Grimm (curiosa y un poco confundida): "¿Más placer? ¿Y qué se siente?"

Rokugo sonrió de manera traviesa y le extendió el cigarrillo a Grimm. Con algo de duda, ella lo tomó y le dio una calada, solo para toser de inmediato, con una expresión de asco en su rostro.

Grimm: "¡Sabe a cenizas quemadas! ¿Cómo puedes disfrutar algo así?"

Rokugo (riendo): "Supongo que es un gusto adquirido. No es para todos."

Ambos rieron un momento, relajados, disfrutando de esa complicidad momentánea. Rokugo notó que Grimm seguía despierta, mirándolo con una expresión enamorada y completamente absorta en él. En el fondo, se sintió un poco atrapado por esa mirada tan sincera.

Grimm (sonriendo felizmente): "Rokugo… te amo."

Esa declaracion lo golpeó más de lo que esperaba. Dentro de su mente, las alarmas comenzaron a sonar.

Rokugo (pensando): "¿Qué hice? Se suponía que esto solo era una aventura de una noche…"

Rokugo miró de reojo a Grimm, que lo observaba fijamente, su rostro irradiando una mezcla de felicidad y amor. Él suspiró internamente, preguntándose por qué no se dormía ya.

Maldición, Grimm, ¿por qué no te duermes? Quiero ver los anuncios de Kisaragi… —pensó Rokugo, mientras fingía una sonrisa tranquila y relajada.

Al mismo tiempo, Grimm se encontraba sumida en sus propios pensamientos, incapaz de ocultar su felicidad.

No puedo creerlo, conseguí novio… y estamos aquí, en mi cama, adoloridos, sin poder mover un músculo. Podría quedarme así el resto de la noche, —se dijo a sí misma, sintiéndose completa y contenta.

Sin embargo, mientras pasaban los minutos en silencio, ambos comenzaron a notar el peso incómodo del insomnio. Rokugo comenzó a moverse un poco, frustrado y cada vez menos interesado en prolongar ese momento.

Maldito insomnio… ya no quiero estar despierto, —se quejó mentalmente, mientras miraba el techo con resignación.

Al ver que Rokugo no parecía muy animado a quedarse en silencio, Grimm decidió sacar un tema de conversación, aunque no estaba segura de cómo empezar.

—Oye, Rokugo… cuando viniste al Reino de Grace y nos conocimos, ¿te llamé la atención desde el principio? —le preguntó con una sonrisa torpe, claramente esperando una respuesta positiva.

Rokugo giró los ojos con cierta incomodidad, aunque trató de ocultarlo.

—Eh… bueno, sí, supongo que sí —dijo sin mucho entusiasmo, mientras ella seguía mirándolo con una expresión curiosa.

—¿De verdad? —insistió Grimm, visiblemente emocionada—. Pero… tú… también, digamos que… manoseaste o desvestiste a Snow en más de una ocasión.

El comentario de Grimm causó una pausa incómoda entre ambos. Rokugo suspiró, dándose cuenta de que no podría evitar esa conversación y, con resignación, decidió ser honesto.

—Bueno, la verdad es que, cuando conocí a Snow, pensé que sería una noble rica, con padres bien acomodados y toda la cosa… —comenzó, encogiéndose de hombros—. Ya sabes, alguien a quien podría conquistar y luego añadir a la lista de aventuras de una noche.

Grimm parpadeó, sorprendida y algo ofendida. La expresión soñadora de su rostro cambió a una de clara decepción.

—¿Qué…? ¿Entonces fue así como pensaste en Snow al principio? —preguntó con un tono algo amargo.

Rokugo asintió, sin percatarse de lo que sus palabras le provocaban a Grimm.

—Sí, pero estaba totalmente equivocado. Snow resultó ser todo lo contrario: una huérfana endeudada hasta el cuello, sin ni una moneda de oro para ofrecer —añadió con una risa sarcástica—. Cuando intenté algo con ella, Snow casi me decapita. Y no porque le disgustara, sino porque… digamos que le ofendió que yo solo la viera como otra aventura rápida.

Grimm bajó la mirada, decepcionada por su confesión. Su sonrisa enamorada se había desvanecido, y una sombra de tristeza aparecía en su expresión. Después de un momento en silencio, se limitó a decir en voz baja:

—Ya veo…

Grimm suspiró, pasándose una mano por el rostro mientras se reía de manera irónica.

—Eso me pasa por preguntar. ¿Qué más esperaba que respondieras? —dijo, más para ella misma que para Rokugo.

Rokugo la miró de reojo, sin estar seguro de qué decir, cuando ella rompió el silencio.

—Comandante, ya que hemos llegado a este punto… —Grimm lo miró con una pequeña sonrisa en el rostro, pero había algo desafiante en su mirada—. ¿Ya nos tenemos confianza, cierto?

—¿Confianza? —Rokugo alzó una ceja, sin tener idea de hacia dónde iba esa pregunta—. Supongo… ¿por qué lo preguntas?

Grimm se acomodó en la cama, mirándolo con curiosidad mientras jugueteaba con sus manos.

—¿Alguna vez has tenido algo con Alice? —preguntó de repente, con una mezcla de interés y algo de celos en su voz.

Rokugo parpadeó sorprendido, y luego dejó escapar una risa incrédula al captar lo que quería decir con "ese nivel de confianza".

—Alice… no está "viva", Grimm —respondió, todavía riéndose un poco de la pregunta.

Grimm frunció el ceño, procesando sus palabras. Después de un momento, una expresión de asombro iluminó su rostro.

—¿No está viva? —dijo, sonando casi triunfal—. Entonces… ¿es una especie de no muerta? ¡Lo sabía! ¡Es como una liche que reniega de estar muerta! Claro, eso explicaría por qué siempre desacredita la magia, y por qué no parece tener emociones.

Rokugo negó con la cabeza, levantando una mano para detener su entusiasmo.

—No, Grimm. Alice no es "ella"… es "eso".

Grimm lo miró, sin comprender.

—¿Eso? ¿Qué quieres decir con eso?

—Alice es en realidad un androide —dijo Rokugo, dándose cuenta de que tendría que dar más explicaciones al ver la expresión perpleja de Grimm—. Ya sabes, una máquina… algo así como un robot.

Grimm lo miró fijamente, frunciendo el ceño aún más, evidentemente sin entender el concepto.

—¿Robot? ¿Como una especie de golem o algo así? —preguntó, tratando de darle sentido a sus palabras.

Rokugo suspiró, sabiendo que tendría que simplificarlo.

—Mira, Alice es como una máquina de construcción de Kisaragi o como el robot destructor… una pieza de ingeniería compleja que simplemente sigue instrucciones programadas. No tiene alma ni emociones verdaderas.

Grimm finalmente pareció captar la idea y asintió con la cabeza lentamente.

—Ah… ya entiendo —dijo, aunque parecía aún procesarlo—. Es como una muñeca reanimada… sin alma, simplemente siguiendo órdenes establecidas.

Rokugo asintió, satisfecho de que al menos tuviera una comprensión aproximada.

—Exacto.

Rokugo suspiró, mirando a Grimm, que seguía recostada sobre él, abrazándolo con una expresión de ternura y posesividad. La situación empezaba a incomodarle.

—Oye, Grimm… no es que me queje, todo hombre disfruta del tacto de una mujer… especialmente aquí abajo —dijo, haciendo un gesto vago con la mano—, pero ya empieza a ponerse un poco incómodo.

Grimm hizo un puchero, abrazándolo aún más fuerte.

—No quiero moverme —murmuró, con una sonrisa satisfecha—. Además, eres mi primer novio, mi primer amor. Quiero quedarme así… para siempre.

Rokugo soltó una risa sarcástica y le acarició la cabeza.

—Sí, sí, soy tu primer novio, tu primer amor, lo que quieras… Pero si no te mueves pronto, vamos a empezar a sudar.

—¿Y eso qué? —dijo ella, encogiéndose de hombros—. No me molesta.

Rokugo la miró con escepticismo, frunciendo el ceño.

—Grimm, ¿acaso no tienes hábitos de higiene? Digo, ¿alguna vez consideraste… ya sabes, bañarte?

Grimm evitó el tema con un rápido cambio de conversación, mirándolo de reojo.

—Y dime… ¿alguna vez tuviste deseos… por la princesa?

Rokugo suspiró, pero decidió seguirle el juego. Era evidente que ella no tenía intención de dormir.

—Bueno, admito que pensé que sería una situación como en las novelas. Ya sabes, que algún día la princesa se me declararía, yo me convertiría en rey, y de paso tendría a Snow también. Pero, bueno, eso era antes de darme cuenta de lo que realmente pasaba con ellas.

Grimm puso cara de incredulidad y dejó escapar un suspiro.

—Mi novio lee demasiada ficción…

Rokugo se encogió de hombros, fingiendo indiferencia, cuando Grimm decidió llevar la conversación a otro nivel.

—¿Tú… vienes de otro planeta, verdad? —preguntó de repente, con una seriedad inusual—. Vamos, no creo ser la única que ha notado la tecnología avanzada que traes, ni el hecho de que hablas de "Kisaragi" como si fuera algo conocido. Además, el idioma que usas no es de aquí…

Rokugo la miró, notando que ya no tenía sentido ocultarlo.

—Sí. Japón está en un mundo más allá de las estrellas visibles —admitió finalmente, con una leve sonrisa.

Grimm hizo un falso puchero, llevándose una mano a la frente y fingiendo llanto.

—¡No lo puedo creer! Mi primer novio… ¡y resulta que mi primera vez fue con un extraterrestre!

Rokugo sonrió, sacudiendo la cabeza.

—Curiosamente, esa es una fantasía bastante común en Japón.

Grimm, sin perder el ritmo, le siguió la broma con una sonrisa burlona.

—Pero no estamos en Japón… ¿o sí? —dijo, mirándolo a los ojos y disfrutando del momento.

Rokugo negó con la cabeza, mientras ambos reían en complicidad.

Grimm tomó un respiro y miró a Rokugo con un brillo curioso en los ojos.

—Dime, ¿realmente eres un espía? —preguntó con un tono intrigante—. He escuchado rumores…

Rokugo arqueó una ceja, sin esperar esa pregunta.

—¿Por qué preguntas?

—Porque, verás… si yo terminé en la milicia del Reino fue solo como una palanca para conseguir novio. Pero, claro, todos los hombres huían de mí —dijo, haciendo una mueca—. Y sé que los altos mandos me mandaban a misiones suicidas para deshacerse de mí. Si sigo aquí, es porque Lady Zenarith me resucita cada vez.

Rokugo soltó un suspiro en japonés, sin preocuparse de que Grimm lo entendiera.

—Eres un espantaviejas, Grimm, y, además, si te has muerto ha sido por tu propia torpeza.

—¿Qué dijiste? —preguntó Grimm, frunciendo el ceño.

—Solo fue un poema en japonés, imposible de traducir al Marleyano —respondió Rokugo con una sonrisa.

Grimm, intrigada, entrecerró los ojos.

—Voy a aprender japonés con Alice, solo para entender ese "poema" —declaró con determinación. Luego, recordó de qué estaban hablando—. Ah, pero volviendo al tema… ya que conseguí un novio, o sea tú, claro, no tendría problema en traicionar al Reino de Grace. Solo tengo una condición: quiero asegurarme de que mi amiga Snow, la quimera, no salga lastimada. Aunque, sinceramente, Snow está en el ejército por sus propios motivos y no por lealtad. Si quisiera, podría poner a Snow de tu lado, de ese tal "Kisaragi".

Rokugo la miró un momento, sorprendido por la propuesta. Había un lado de Grimm que no conocía, y por la seriedad en su mirada, no parecía estar mintiendo.

—Bueno, en realidad, más que ser espía, trabajo para Kisaragi, que es… una empresa que conquista planetas y los anexa —respondió Rokugo.

Los ojos de Grimm se iluminaron, y un toque de fascinación apareció en su expresión.

—¡Increíble! —exclamó, claramente emocionada—. Entonces, he logrado enamorar a todo un… ¡conquistador! Eso me asegura mi supervivencia… y la de Rose también.

Rokugo levantó una mano, interrumpiendo su entusiasmo.

—Bueno, no tan rápido. Snow ya me descubrió una vez, y fue por eso que me exiliaron 

unas semanas. Pero, con la amenaza del ejército de Lord Demonio, la princesa Tilis en persona me pidió regresar para ordenar la defensa del reino.

La revelación hizo que Grimm se quedara en silencio unos segundos, procesando.

—Entonces, por eso "renunciaron" tú y Alice en su mejor momento, y "regresaron por lealtad al reino"… ¡Todo tiene sentido ahora!

Rokugo sonrió, satisfecho de que ella finalmente captara la situación.

—Así es. Pero recuerda, Grimm, por ahora, todo esto es un secreto entre nosotros.

Sin embargo, Rokugo no sabía cómo reaccionar, y aunque estaba cansado físicamente, parecía que el sueño no llegaría pronto. Decidió cambiar el tema para evitar cualquier conversación profunda que lo comprometiera aún más.

Rokugo: "Oye, Grimm… ya que estamos aquí, me estaba preguntando… siempre me intrigó cómo una chica que era hija de comerciantes terminó uniéndose al culto de Azathoth. ¿Te importa si te cuento mi historia?"

Grimm asintió, interesada. Rokugo respiró hondo y comenzó a contar su pasado.

Rokugo: "Verás… en mi planeta, yo era un huérfano. Un delincuente juvenil, para ser honesto. No era alguien con un buen futuro ni nada. Hasta que, por cosas del destino, me hice amigo de tres chicas de instituto. Eran unas chicas normales en aquel entonces… pero hoy, no tienen nada de normales."

Grimm lo escuchaba atentamente, fascinada por la historia.

Rokugo: "Una de ellas era Astaroth. La hija del presidente del conglomerado Kisaragi. Fue ella quien fundó la Organización Malvada Kisaragi, junto con Belial, la Gran Llama, y Lilith, la Oscuridad. Su objetivo era conquistar el mundo, todo como una forma de venganza por la guerra civil que había hecho que Lilith perdiera a sus padres."

Los ojos de Grimm brillaban mientras escuchaba. Sin embargo, comenzó a notar cómo Rokugo hablaba con una pasión especial al mencionar a Astaroth, lo que le generó cierta incomodidad.

Rokugo: "Astaroth era despiadada en un inicio. Planeaba colgar a todos los gobernantes corruptos y a los ricos que se aprovechaban del sistema. Sin embargo, con el tiempo, empezó a cambiar al pasar tiempo con sus subordinados. Se volvió más… humana, por decirlo de alguna manera."

Mientras Rokugo seguía hablando, Grimm empezó a fruncir el ceño, celosa. Finalmente, no pudo contenerse y comenzó a pellizcar a Rokugo en el brazo.

Grimm (molesta): "¡Ajá! ¡Así que esa Astaroth es tan especial para ti, eh? ¡Hablas de ella como si estuvieras enamorado!"

Rokugo (sobresaltado, quejándose del dolor): "¡Ouch! ¡Grimm! ¡Eso duele!"

Grimm (apretando aún más fuerte): "Pues más te vale que no tengas sentimientos por ella. ¡Esa es una historia del pasado y nada más, ¿entiendes?!"

Rokugo (suspirando, resignado): "Tranquila, Grimm. Solo te estoy contando la historia. Astaroth fue quien fundó Kisaragi, y yo le pedí que me dejara unirme. Quería hacer algo más con mi vida, ¿sabes? Pero eso no significa que esté enamorado de ella… en este momento."

Grimm (cruzando los brazos, celosa): "Hmpf. Más te vale. Porque yo… bueno… ya sabes."

Rokugo rodó los ojos, sonriendo un poco ante la reacción de Grimm. Aunque su historia había sido real y llena de recuerdos, no podía negar que ahora estaba viviendo un nuevo capítulo en su vida, uno en el que Grimm, de alguna forma, había comenzado a ocupar un lugar importante… incluso si él mismo no quería admitirlo del todo.

Rokugo: "Vamos, Grimm, no pongas esa cara. Eres tú la que está aquí ahora, ¿no? Además, tenemos una guerra que pelear, y Astaroth está en otro planeta. No tienes por qué preocuparte."

Grimm (algo más calmada, aunque aún molesta): "Está bien… pero nada de miradas sospechosas o menciones innecesarias, ¿entendido?"

Rokugo (riendo): "Entendido, entendidísimo."

Rokugo (mirando a Grimm con una sonrisa burlona): "Bueno, ya que estamos aquí, creo que también debería contarte sobre las otras dos jefas. Son bastante... interesantes."

Grimm (levantando una ceja, todavía recelosa por la mención de Astaroth): "¿Más mujeres en tu vida? Mejor que no te emociones demasiado."

Rokugo (riendo): "Tranquila, Grimm. Ninguna se compara contigo, por supuesto. Pero escucha, esto es parte de mi historia en Kisaragi, y además… si algún día llegamos a conquistar este mundo, probablemente también las conocerás."

Grimm se recostó, interesada pero con una pizca de cautela. Rokugo continuó, disfrutando de la oportunidad para contar su vida, algo que no hacía muy a menudo.

Rokugo: "Lilith, por ejemplo. Ella es la científica principal de Kisaragi. Desde que perdió a sus padres en una guerra civil, creció en un orfanato que, con el tiempo, fue absorbido por Kisaragi. En aquel entonces, nadie pensaba que Lilith terminaría siendo una genio excéntrica… y un poco loca."

Grimm (curiosa): "¿Excéntrica? ¿Qué tipo de cosas ha hecho?"

Rokugo (riendo): "Oh, más de las que puedo contar en una noche. Una vez trató de convertir el desierto del Sahara en un lugar verde… usando natto, frijoles fermentados japoneses. Imagina el olor y la reacción de la gente nativa. No fue… muy popular."

Grimm (riendo): "¡Eso suena horrible! No puedo imaginar cómo la gente reaccionó… ¿Y qué más?"

Rokugo: "Ah, y en una ocasión, intentó declarar el color negro como propiedad exclusiva suya. Nadie más en Kisaragi podría usar ese color. Causó tal revuelo que los agentes de combate, incluyendo a los que tienen trajes negros, se rebelaron. Y sí, lograron salirse con la suya. Lilith no pudo mantener su absurdo dominio sobre el color negro."

Grimm (sorprendida): "Vaya… realmente tiene ideas raras. Parece divertida… pero también un poco aterradora."

Rokugo (asintiendo): "Exacto. Y luego está Belial, o como la conocíamos antes… Yukari. Era hija de una familia noble, los Kazoku. Cuando fundó Kisaragi junto a Astaroth y Lilith, era una chica amable, confiable y con bastante clase. Pero, después de someterse a varias cirugías para convertirse en Belial, algo cambió en ella."

Grimm (interesada, aunque cautelosa): "¿Cambió cómo?"

Rokugo: "Bueno, para empezar, su cerebro sufrió algunos… daños. Perdió sus recuerdos, y su personalidad también se transformó. Ahora es brutal, impulsiva y un poco… irrazonable. Ah, y es completamente incapaz de hacer papeleo, algo que le frustra mucho."

Grimm (con una sonrisa divertida): "¿La implacable Belial… detesta el papeleo?"

Rokugo: "Sí, pero antes de eso, tenía su lado gracioso también. Yukari, en su época más calmada, era un poco pervertida. Una vez intentó espiarme mientras salía del baño. Y eso que en ese entonces yo era un don nadie en Kisaragi."

Grimm cambió su expresión de enamorada a una de sorpresa y diversión, mientras intentaba imaginar a las tres excéntricas líderes de Kisaragi. Mientras tanto, Rokugo continuaba su historia.

Rokugo: "Así que, cuando entré a Kisaragi, yo era un perdedor sin futuro, un tipo sin nada que perder. Pero ese día, todo cambió. Ellos vieron potencial en mí… y poco a poco, me convertí en lo que soy hoy. Aprendí a hacer bombas, a usar armas, y junto a Belial, eliminamos a mucha gente. Algunos lo merecían… otros, quizá no tanto."

Grimm (fascinada, acariciando el cabello de Rokugo mientras lo escucha): "Entonces… ¿eres el principal responsable de la conquista de tu planeta?"

Rokugo (con una sonrisa orgullosa y un poco melancólica): "Sí, y esa es la razón por la que me enviaron a este mundo desértico. Tengo la experiencia que necesitan para conquistar. Al final, es todo un honor para un tipo como yo."

Grimm lo miraba con admiración y una expresión soñadora. Acariciando el cabello de Rokugo, comenzó a fantasear, visualizando un futuro donde ellos conquistarían este nuevo mundo.

Grimm (sonriendo y ensoñadora): "¿Te imaginas, Rokugo? Tú serías como… el Virrey de Kisaragi en este mundo. Y yo… yo podría ser tu Vireina."

Rokugo sonrió ante la inocente y algo disparatada fantasía de Grimm, que seguía con una expresión feliz en su rostro. Mientras él jugaba con su boca de forma juguetona, 

La habitación estaba tranquila, salvo por los murmullos de conversación entre Grimm y Rokugo. Ambos seguían acostados, todavía desnudos, con las sábanas cubriendo sus cuerpos. La luz tenue de la luna iluminaba los detalles mínimos de la escena, mientras Rokugo, con una sonrisa en los labios, rompía el silencio.

—Bueno, Grimm, creo que ya estamos en un nivel de confianza bastante… elevado, ¿no? —dijo, apuntando con los ojos al espacio entre ellos—. Aquí estamos, sin armas, desnudos, revelando nuestros más profundos secretos. Así que, dime algo: ¿tu maldición es real?

Grimm se sonrojó de inmediato, desviando la mirada con vergüenza.

—Sí… sí, es real —admitió en voz baja—. Si usara zapatos… explotaría.

Rokugo arqueó una ceja, incrédulo.

—¿Explotarías? ¿Literalmente?

Grimm asintió con pesar.

—Lo sé porque ya me pasó en mi primer día con esta maldición. Decidí probar unos lindos zapatos… y fue un error. Morí… mis restos quedaron esparcidos por el campo de entrenamiento. Para mi suerte, Rose estaba cerca. Pensé que, siendo como es, se comería mis restos, pero en lugar de eso los recogió y me llevó al templo de Lady Zenarith para que me revivieran.

Rokugo la miró en silencio, procesando la historia, cuando de repente Grimm cambió de actitud. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, y su voz tembló al hablar.

—¿Vas a matarme? —preguntó entre sollozos, mirando a Rokugo como si acabara de comprender algo terrible—. ¡Claro que vas a matarme! Ahora que sé que eres un espía, que vienes a conquistar mi planeta… Me sedujiste, me enamoraste y me desnudaste para dejarme en esta posición vulnerable.

Rokugo suspiró, llevándose una mano a la cara con frustración antes de acariciarle la cabeza con suavidad.

—Grimm, estás exagerando. Te lo prometo, no voy a matarte.

Grimm lo miró con desconfianza, pero el tono calmado de Rokugo y la sinceridad en su expresión parecieron tranquilizarla. Poco a poco, dejó de llorar y, finalmente, el cansancio la venció.

—Está bien… te creo —murmuró antes de cerrar los ojos y quedarse dormida.

Grimm finalmente cerró los ojos, sucumbiendo al cansancio y quedándose dormida.

En el sueño de Grimm, el escenario comenzó a formarse lentamente en su mente, tan vívido como si lo estuviera viviendo. Se encontraba en una gran ceremonia en un vasto salón de mármol blanco, adornado con el emblema de Kisaragi. Una multitud de soldados y nobles se reunían a ambos lados de una larga alfombra roja, que llegaba hasta el altar de la iglesia de Zenarith, donde un Rokugo vestido elegantemente la esperaba.

Grimm, ataviada con un vestido de novia blanco y una tiara que brillaba como el sol, caminaba por el pasillo con una expresión de ensueño. A su alrededor, todos parecían reverenciarla.

Grimm (pensando en su sueño): "¡Ah, si me convirtiera en la Vireina de este mundo! Todos me respetarían y se arrodillarían ante mí. ¡Por fin, toda la nobleza de Grace dejaría de mirarme raro y reconocería mi verdadera grandeza!"

Imaginó cómo, en el altar, Rokugo le extendía una mano mientras el sacerdote pronunciaba solemnemente los votos. Grimm escuchaba apenas las palabras del sacerdote, totalmente concentrada en la imagen de ella y Rokugo como los gobernantes absolutos del planeta.

Sacerdote (en el sueño de Grimm): "...los declaro unidos en sagrado vínculo, para gobernar bajo el nombre de Kisaragi…"

Grimm (pensando): "¡Virreina Grimm! Qué bien suena. Tendría el poder de decidir quién vive y quién… bueno, tal vez no tanto, pero sí decidiría a qué misiones enviamos a los subordinados. ¡Y organizaría misiones de exploración a los pueblos más lejanos, solo para ver cómo se arrodillan y agradecen mi misericordia!"

En su mente, se veía ya sentada en un gran trono dorado al lado de Rokugo, mientras ordenaba a un par de soldados que le llevaran a Snow y Rose.

Grimm (hablando en su sueño): "¡Snow! ¡Rose! Ustedes serán mis generales de confianza. Snow, no puedes ser tan arisca, te daré entrenamiento para aprender buenos modales. Y Rose, ¡te pondré al mando de todo un ejército de criaturas mágicas y monstruos adorables!"

Snow, con expresión confundida, y Rose, con un entusiasmo infantil, le ofrecían una reverencia y prometían lealtad eterna en esta escena imaginaria de poder.

De pronto, Grimm se veía en un balcón alto, mirando a una multitud que aclamaba su nombre. En su fantasía, se dirigía a ellos como la benevolente y justa Vireina.

Grimm (en el sueño, gritando a la multitud): "¡Fieles súbditos! Bajo mi mando, ¡todos recibirán las bendiciones de Lady Zenarith! ¡Proveeré abundante comida, buenas misiones y sanación para todos los soldados caídos! ¡Y fiestas religiosas cada semana!"

La multitud en su sueño rompía en aplausos, lanzándole flores y alabanzas, mientras ella miraba a Rokugo de reojo. Él solo sonreía y asentía, complacido.

Entonces, la escena cambió, y de pronto estaba sentada a la mesa con Rokugo, cenando en un enorme banquete.

Grimm (en su mente, soñadora): "Y, claro, como Vireina, ¡podría tener todos los postres que quisiera sin que nadie me dijera nada! Que cada festín sea como una celebración en mi honor. ¡Ah, qué vida tan maravillosa!"

Justo en ese momento, la Grimm soñadora se inclinó hacia Rokugo, y en su sueño le murmuró:

Grimm (en el sueño, susurrando): "Rokugo, querido… ¿cuándo atacaremos el siguiente planeta? Como Vireina, sería un honor acompañarte en las conquistas."

Rokugo (susurrando con alivio): "Por fin se durmió…"

Con cuidado, Rokugo salió de la cama, caminando en silencio hacia la cocina en busca de agua para reponer líquidos después de la larga noche. Mientras bebía, reflexionaba sobre la conversación y sobre el vínculo que había comenzado a formarse con Grimm.

Rokugo (pensando para sí mismo): "¿Qué me pasa? Esto no es una misión normal… y definitivamente, ella no es una mujer cualquiera."

Al día siguiente, en la base improvisada de Rokugo

Mientras revisaba su brazalete Kisaragi, Rokugo se sorprendió al ver una notificación nueva. Al parecer, habían llegado algunos mensajes de la sede central de Kisaragi, y su contenido no era precisamente lo que él esperaba.

Mensaje del Cuartel General de Kisaragi:

"Situación en nuestro planeta: CONTROL ABSOLUTO. Los héroes han sido eliminados, y por primera vez, hemos alcanzado una conquista mundial completa. En respuesta a nuestra situación pacífica, una de nuestras ejecutivas será enviada inmediatamente para supervisar el avance en tu misión."

El rostro de Rokugo pasó de la confusión al pánico en cuestión de segundos. La notificación en su brazalete parpadeó nuevamente, alertándolo de que la máquina de teletransportación estaba activada y en proceso de traer a alguien al planeta.

Rokugo (sudando frío): "Me lleva el... ¡¿Una ejecutiva aquí?! No, no, no… No puede ser que hayan decidido enviar a Astaroth justo ahora…"

Rokugo miró de reojo hacia la cama, donde Grimm aún dormía profundamente, desnuda y enredada entre las sábanas. La imagen de Astaroth apareciendo de repente y descubriendo que él había pasado la noche con otra mujer hizo que su pánico creciera aún más.

Rokugo (pensando, en pánico): "Si Astaroth descubre que le fui infiel con Grimm… Me va a asesinar, ¡o peor aún, me va a castrar! Pero si Grimm se entera de que ella es la otra… ¿No me matará con una maldición? Aunque más probable es que ella misma termine explotando por accidente…"

La peor posibilidad cruzó su mente, y Rokugo sintió un escalofrío que recorrió su columna vertebral.

Rokugo (pensando): "Y si Grimm decide castigarme con una maldición de impotencia… ¡Eso sería una pesadilla!"

Desesperado, Rokugo buscó alguna manera de mantener a Grimm dormida y a salvo hasta que pudiera lidiar con la situación. Se le ocurrió una idea absurda y ridícula, pero en su mente estresada, parecía una opción viable.

Rokugo (murmurando mientras abre el menú de su brazalete): "Bueno… No me queda de otra. Tengo que hacer algo para que no se despierte. Vamos… canjear puntos malvados… ¡Aquí están!"

Con una serie de toques apresurados, Rokugo canjeó algunos puntos malvados para obtener un par de calcetines. Con cuidado, se los puso a Grimm mientras dormía. La maldición de Grimm, que le impedía usar calzado

hizo que ella comenzara a brillar inmediatamente.

Al ver que Grimm empezaba a moverse y a murmurar, Rokugo se levantó rápidamente de la cama y salió corriendo hacia la puerta, antes de que ella pudiera reaccionar.

—Vireina de Kisaragi… qué bien suena…

De repente, un calor intenso la despertó. Se incorporó de golpe, sintiendo cómo su cuerpo empezaba a arder desde dentro.

—¿Qué… qué es esto? —exclamó con desesperación, mirando hacia abajo. Fue entonces cuando lo vio: llevaba puestos unos calcetines.

Su corazón se hundió al no encontrar a Rokugo por ningún lado. El dolor comenzó a recorrer su cuerpo mientras la maldición tomaba efecto.

—¡Comandante! —gritó, entre lágrimas—. ¿Por qué me ha hecho esto? ¡Si yo lo amo!

Antes de poder terminar su lamento, su cuerpo explotó en una explosión interna que sacudió la casa

Rokugo ya estaba afuera de la casa cuando escuchó la explosión interna provocada por la maldición de Grimm. Respirando pesadamente, intentó calmarse mientras se alejaba rápidamente.

Rokugo (murmurando para sí mismo): "Lo siento, Grimm. Te enviaré al templo de Zenarith para que te revivan en cuanto Astaroth se vaya de este planeta."

Apresurado, Rokugo corrió hacia la base de teletransportación de Kisaragi, su corazón todavía latiendo con fuerza por el miedo. No estaba seguro de lo que le esperaba, pero sabía que tenía que actuar rápido si no quería terminar como un hombre marcado o, peor aún, mutilado.

Cuando finalmente llegó a la base, Rokugo se encontró con una sorpresa inesperada.

Rokugo (jadeando, mirando la figura que acaba de llegar): "…¿Belial?"

La figura frente a él era, en efecto, Belial, una de las otras ejecutivas de Kisaragi. Con su aspecto brutal y su personalidad impulsiva, Belial era alguien con quien no querría cruzarse, pero al menos no era Astaroth, y eso le daba un pequeño respiro de alivio.

Belial (cruzando los brazos y mirándolo con una ceja levantada): "¿Qué pasa, Rokugo? ¿Por qué luces como si hubieras visto un fantasma?"

Rokugo (tratando de actuar con normalidad): "Eh… nada, nada. Solo estaba… muy emocionado de verte, Belial. No esperaba… que fueras tú la que enviaran."

Belial (riendo con desdén): "Ya veo… Bueno, deja de temblar como un perro asustado. Estoy aquí para evaluar cómo va tu avance en la conquista de este planeta, así que más te vale tener algo bueno que mostrarme."

Rokugo tragó saliva, tratando de mantenerse calmado. Aunque Belial no era tan despiadada como Astaroth en el sentido de los castigos personales, tenía una brutalidad que él prefería no enfrentar. Además, el recuerdo de Grimm y su situación caótica seguía persiguiéndolo, y necesitaba idear rápidamente una manera de manejar todo.

Rokugo (sonriendo nerviosamente): "Claro, Belial… Te mostraré todo lo que hemos avanzado aquí. Créeme, este mundo está a punto de caer bajo el dominio de Kisaragi."

Belial (con una mirada escéptica): "Más te vale que así sea, Rokugo. Porque no vine hasta aquí para ver cómo pierdes el tiempo."

Rokugo forzó una sonrisa mientras su mente continuaba trabajando a toda velocidad, tratando de resolver la encrucijada en la que se encontraba. Sabía que no tenía mucho tiempo, pero ahora, con Belial aquí y Grimm enfurecida y probablemente calcinada por su propia maldición, sus problemas estaban lejos de terminar.

Rokugo (pensando, mientras camina junto a Belial): "Esto va a ser más difícil de lo que pensaba… pero primero, tengo que sobrevivir a esta evaluación sin que Belial o Grimm me maten."

Dentro de las instalaciones de la base de Kisaragi

Rokugo caminaba junto a Belial por las instalaciones, intentando mantener su compostura mientras le daba un recorrido a la ejecutiva. Cada tanto, echaba miradas nerviosas hacia atrás, temeroso de que Grimm apareciera de repente, pero al menos por ahora parecía estar a salvo.

Rokugo (mostrando una sala de entrenamiento): "Y aquí es donde se entrenan los nuevos reclutas. Estoy seguro de que quedarás impresionada con nuestra última promesa. Ella es Viper, la Mutante-Víbora. Kisaragi la rescató de una situación bastante... complicada, así que en teoría nos debe lealtad absoluta."

Al mencionar a Viper, una figura alta y esbelta, de piel escamosa y ojos rasgados de color ámbar, apareció desde una de las puertas de la sala de entrenamiento. Viper tenía un aire fiero, con una expresión de desconfianza en su rostro mientras observaba a Rokugo y Belial.

Viper (con voz tensa): "Comandante Rokugo. Ejecutiva Belial."

Belial (con una sonrisa interesada): "Oh, así que esta es la famosa Mutante-Víbora. Me habían hablado de ti. ¿Cómo te sientes trabajando para Kisaragi, Viper?"

Viper dudó un momento, sus ojos afilados lanzando una mirada fría antes de responder.

Viper: "Aprecio lo que Kisaragi ha hecho por mí, pero... el estilo de vida de la organización no es algo a lo que me acostumbre del todo. Aún me cuesta adaptarme a algunos métodos."

Belial soltó una risa corta, divertida, como si la actitud de Viper fuera algo entrañable.

Belial: "Oh, créeme, entiendo lo que dices. El estilo de Kisaragi no es para todos. Es… una forma de vida que requiere cierta flexibilidad moral. Pero al final, si eres leal, tendrás tu recompensa."

Rokugo observó cómo Viper parecía luchar entre mostrar gratitud y su incomodidad. A pesar de su lealtad, todavía había algo en ella que no terminaba de adaptarse del todo a Kisaragi, lo cual era comprensible dado su pasado.

Belial (mirando de reojo a Rokugo): "Por cierto, Rokugo, pensé que te interesaría saber algo curioso. En un principio, yo había declarado abiertamente que quería tomar esta misión. Pero... bueno, los dados decidieron, y aquí estás tú, disfrutando de esta experiencia en mi lugar."

Rokugo (forzando una sonrisa nerviosa): "Oh… ¿De verdad? Bueno, parece que la suerte estuvo de mi lado."

Belial: "Sí, o tal vez no. Tal vez la suerte fue no venir. Pero en fin, también he reclutado a algunos elementos interesantes para apoyar en esta misión."

Rokugo (intrigado): "¿Oh? ¿Quiénes son?"

Belial: "Encontré a alguien llamado Grace Reiss… ¿te suena? Según él, es un héroe en este mundo, aunque de lo más testarudo. Y además, tiene un apellido que me resulta vagamente familiar…"

Al escuchar "Grace Reiss," Rokugo abrió los ojos, su mente conectando rápidamente los puntos.

Rokugo (pensando): "¿Reiss? ¡Es el hermano de la princesa Tilis! Desapareció en combate por un teletransporte accidental… así que terminó aquí y ahora es agente de Kisaragi… ¡Qué golpe de suerte! Aunque supongo que será un problema si ella se entera."

Belial: "Ah, y también he reclutado a un villano local, el mismo tipo que teletransportó al príncipe. Pensé que su habilidad podría ser útil, así que ahora trabaja para nosotros."

Rokugo asintió, impresionado por la habilidad de Belial para manipular las circunstancias a su favor. Siempre había tenido un respeto profesional por la manera en que ella lograba captar gente "útil" para los fines de Kisaragi.

Belial (con un tono despreocupado): "Y ya que nuestro planeta está en paz por primera vez en años, pensé que no estaría mal visitar este mundo de fantasía. Además, hay una Tribu Hiiragi que está preparando un ataque. Creo que me divertiré ayudando a Six y los otros a ponerlos en su lugar."

Mientras caminaban, una figura familiar apareció en la sala: Heine, una demonio de pelo rojo y cuernos oscuros que había sido esclavizada en el pasado y ahora actuaba como asistente de Viper. Heine observó a Belial con una mezcla de respeto y confusión.

Heine: "¿Ejecutiva Belial? Es un honor tenerla aquí."

Belial la miró de arriba abajo, su expresión neutral, pero con una ceja levantada de forma notable.

Belial: "Ah, Heine, ¿verdad? Sí, ya escuché de ti. Pero… hay un pequeño problema. Tu voz y nombre se parecen demasiado a los míos. No puedo permitir que haya confusiones en la cadena de mando."

Heine (nerviosa): "¡Oh! L-Lo siento, no era mi intención…"

Belial (con un tono de mando): "A partir de ahora, cambia tu nombre y… modula tu voz. No quiero escuchar ni una pizca de parecido. ¿Entendido?"

Heine asintió rápidamente, temblando ligeramente. Era obvio que no quería contradecir a Belial, así que aceptó el cambio sin hacer preguntas. Rokugo observó la situación, sorprendido de cómo Belial manejaba a sus subordinados, y no pudo evitar sentir una extraña mezcla de respeto y temor hacia ella.

Rokugo (sin ironía, pensando): "Belial… sigue siendo una jefa confiable. Es del tipo cariñoso, al final del día. Aunque sea dura, realmente se preocupa por sus subordinados."

Belial (mirando a Rokugo con una sonrisa burlona): "¿Qué? ¿Te conmoví? Vamos, Rokugo, no me digas que me estás mirando como si fuera una santa."

Rokugo (rápidamente, sonriendo): "No, no… solo pensaba que eres… realmente confiable. Alguien en quien se puede confiar para manejar las cosas… incluso si a veces puedes ser brutal."

Belial (cruzando los brazos y riendo): "¡Vaya! ¿Eso es un cumplido? Casi suenas como si estuvieras enamorado de mí. Pero vamos, Rokugo, aún queda trabajo que hacer. No me has convencido de que esta misión esté en las mejores manos."

Rokugo (riendo nerviosamente): "No, claro, claro… estamos trabajando en ello. Te mostraré el resto de nuestras instalaciones y planes."

Dentro de las instalaciones de Kisaragi, el día continuaba con su ritmo habitual de actividad frenética, pero con un toque de calma por la presencia de Belial, quien supervisaba las tareas y aseguraba que todo estuviera en orden. Ahora, se encontraba revisando el rendimiento de los combatientes bajo su mando, un proceso que no solía ser tan sencillo, especialmente cuando se trataba de personajes tan... excéntricos.

Belial (con una mirada fija en su pantalla, revisando los informes): "Bien, veo que los demonios reclutados siguen siendo un dolor de cabeza... parece que no están motivados para avanzar como deberían."

Rokugo (cerca, observando los datos con cierta incomodidad): "Sí, los demonios no se interesan mucho por los puntos. Algunos ni siquiera los canjean. Parece que no tienen necesidad de nada... o simplemente no se molestan."

Belial (en tono seco): "Exacto, un grupo difícil de manejar. Pero en fin, veamos el informe de Rose… mmm, nada, como era de esperar. ¿Está comiendo todo lo que puede otra vez?"

Rokugo (sonriendo nerviosamente): "Sí... parece que Rose se ha centrado más en conseguir comida que en cualquier otra cosa."

Belial (resignada, suspirando): "No es que me sorprenda. Rose no tiene puntos, pero es capaz de canjearlos por comida cuando lo necesita. Una lástima. Es un buen combatiente, pero está claro que su prioridad es la supervivencia, no el sistema de puntos."

Rokugo (asintiendo): "Sí, como si el sistema no tuviera mucha importancia para ella."

Belial (pasando a otro informe): "Ahora, Snow… ¿qué tenemos aquí? ¡Oh, por Dios!" (Se ríe de forma amarga) "¿¡Se puso a spawnear espadas a lo loco!? ¿Para qué demonios gastó puntos en eso?"

Rokugo (un poco preocupado): "Sabía que Snow era… peculiar, pero no pensé que fuera tan despistado."

Belial (con cara de frustración): "Snow gastó una cantidad significativa de puntos en crear espadas que ni siquiera puede vender. Las espadas son tan caras que ni siquiera el Reino de Grace puede permitírselas. ¡Eso es un despilfarro total!"

Rokugo (suspirando, mirando a Snow, quien se encontraba al fondo de la sala): "Realmente no sabe lo que está haciendo con esos puntos."

Belial (en tono severo): "Eso se llama mala gestión. ¡Le daré una amonestación por no solo ganar pocos puntos, sino por malgastarlos de esa manera! Va a aprender a ser más cuidadoso con lo que canjea."

Rokugo (con una sonrisa nerviosa): "¿Amonestación? ¿De qué tipo?"

Belial (en tono serio): "Voy a hacerle entender que sus decisiones son importantes. Este tipo de comportamiento no se puede permitir en Kisaragi."

Justo en ese momento, Snow, con una mirada confundida, se acercó a Rokugo, claramente buscando algo.

Snow (con tono inocente): "Comandante Rokugo, ¿has visto a Grimm por aquí? La he estado buscando por toda la base, pero no la encuentro."

Rokugo (entrando en pánico, mirando alrededor): "¿A Grimm? Ah... no, no la he visto hoy. ¿Por qué? ¿Tienes algo que ver con ella?"

Snow (sonriendo con una ligera sonrisa burlona): "Pues, como su novio, debería saber dónde está, ¿no? ¡Vamos, que no me digas que no sabes nada! Seguro que ya la has visto."

Rokugo (con un sudor frío, tartamudeando): "E-eh... no, no... no sé dónde está. Es decir, no... no... ¿Qué? ¡¿Novio?! No, no soy su novio, claro que no."

Belial, que escuchaba la conversación desde un costado, soltó una risa interna, pero su rostro permaneció serio. Sin embargo, la expresión en sus ojos decía todo lo que necesitaba saber.

Belial (pensando, con una leve sonrisa en su rostro): Estúpido Rokugo... Astaroth te matará con sus poderes de hielo cuando se entere de tu traición a su relación amorosa. Pero claro, no me meto en asuntos personales... aunque me divierte ver cómo te enredas en tus propias mentiras.

Snow (mirando a Rokugo, suspicaz): "Comandante, ¿estás seguro de que no sabes dónde está Grimm? ¿Por qué tan nervioso?"

Rokugo (fingiendo indiferencia, pero claramente nervioso): "¡No, no estoy nervioso! ¿Por qué habría de estar nervioso? Solo... no la he visto, eso es todo. Y... bueno, ya sabes cómo es Grimm, siempre desapareciendo por ahí."

Snow (con una ligera sonrisa maliciosa): "Ya veo… no te preocupes, Comandante. Si no la has visto, supongo que es porque estaba demasiado ocupada con su 'novio', ¿verdad?" (Hace un gesto exagerado de preocupación) "Pobrecito, seguro que está buscando consuelo en otro lado. Si fueras su novio, seguramente lo sabrías."

Rokugo (con una gota de sudor cayendo por su frente, avergonzado): "S-sí, claro... bueno, voy a... a seguir buscando, entonces. Si me disculpan."

Belial (observando con atención, sin intervenir directamente): "Hmm, sigue metiéndote en líos, Rokugo. La que te va a matar no es Grimm, sino Astaroth, si se entera de todo este embrollo. Pero no me voy a meter. Lo que pase, pasará."

Snow (murmurando mientras se alejaba): "Seguro que no pasa nada... no te preocupes, Comandante. De todos modos, si la ves, avísame, ¿eh? Lo que sea que estés ocultando, lo sabré pronto."

Rokugo (con una expresión de pánico, mirando a Belial): "Dios, ¿por qué a mí?"

Belial (con una sonrisa enigmática, observando cómo Rokugo se desvanece por el pasillo): "Porque, querido Rokugo... las complicaciones no hacen más que aumentar con cada paso que das. Pero no te preocupes... me divierte ver cómo te enredas. Quizás algún día salgas de esta situación... o tal vez no."

Rokugo, mientras se alejaba, no podía evitar sentirse atrapado en una telaraña de mentiras y malas decisiones. La amenaza de Astaroth, su relación con Grimm, y la posibilidad de que Belial lo estuviera observando con una sonrisa de diversión… todo eso lo mantenía en vilo. ¿Cómo salir de todo esto sin que las cosas se complicaran aún más? Solo el tiempo lo diría.

En las instalaciones de Kisaragi, un aire de tensión se sentía en la sala donde Belial y Rokugo se encontraban discutiendo sobre los puntos acumulados por los agentes. Las pantallas de las computadoras parpadeaban con datos y estadísticas, y el sonido de teclas siendo presionadas llenaba el ambiente.

Belial (con una mirada fija en la pantalla, levantando una ceja): "Parece que no todo es tan fácil como pensabas, Rokugo. La agente con más puntos acumulados es Viper. De hecho, ha roto tu récord de puntos mantenidos."

Rokugo (con una sonrisa nerviosa, tratando de mantener su postura): "Eso no es justo... Si yo no tuviera que gastar tantos puntos en canjear armas, probablemente habría acumulado más puntos que ella."

Belial (cruzando los brazos, sin mirarlo): "¿Armas, dices? Sabes que los registros de los canjeos están en la base de datos, ¿verdad? Y lo que más canjeas... es pornografía y mangas, Rokugo."

Rokugo (con un rojo intenso en las mejillas, tratando de desviar el tema): "¡Eso no es relevante! ¡Lo que pasa es que soy un hombre de cultura, claro! ¡¿Acaso no puedo disfrutar de esas cosas?!"

Belial (con un tono de voz seco, sin inmutarse): "No se trata de lo que disfrutes, se trata de lo que gastas. ¿Realmente me vas a decir que no te das cuenta de que esos canjeos no te están ayudando a progresar?"

Rokugo (haciendo una mueca de frustración): "¡Esto no es justo! Viper, por ser semi-demonio, no necesita esos puntos. Es una ventaja innata que tiene, no como yo, que tengo que estar sobreviviendo con mis... aficiones."

Belial (con una mirada fija, como si estuviera calculando todo lo que decía): "Sí, sí, seguro... Pero, ¿sabías que Viper ha acumulado más puntos en mucho menos tiempo? Y por densidad, ha logrado más que tú."

Rokugo (incrédulo, frotándose la cabeza): "Eso es... eso es imposible. Viper, aunque sea una ex-reina demonio, no puede ser... ¡Ah, espera! ¡Esa es la verdadera razón! Viper, siendo hija de un rey demonio, tiene un historial que la hace acumular puntos sin esfuerzo, ¿verdad?"

Belial (sonriendo levemente, como si estuviera disfrutando el momento): "Exacto, Rokugo. Y, por cierto, creo que te olvidaste de un pequeño detalle... Ella también fue entrenada para ser una líder, y no se distrae con... sus intereses personales, como tú."

Rokugo (sonriendo a regañadientes, tratando de cambiar de tema): "Bueno... no puedo negar que tiene ventajas. Pero, ¿qué pasa contigo, Belial? Tú también has acumulado muchos puntos, y no soy tonto. No me engañas, sé que algo raro pasa contigo."

Belial (mirándolo fijamente, como si leyera sus pensamientos): "Oh, ¿me estás cuestionando? ¿Acaso no te das cuenta de que, por mi densidad y naturaleza, he logrado mucho más rápido que tú? Pero claro, debes estar acostumbrado a que siempre te pongas en el centro de todo."

Rokugo (poniéndose aún más incómodo, sin saber cómo seguir la conversación): "Eso... eso no es lo que quería decir, pero... ¿por qué tú eres siempre tan perfecta, Belial? ¡Eres como una máquina!"

Belial (desviando la mirada, con una sonrisa apenas visible): "Bueno, Rokugo, no todos somos unos perdedores como tú. Algunos sí sabemos cómo manejar nuestros puntos."

En ese momento, la puerta se abrió de golpe, y Snow entró, claramente irritada.

Snow (con una cara furiosa, cruzando los brazos): "¡Comandante Rokugo! ¡Grimm faltó a los planes que teníamos con Rose y conmigo! ¡¿Dónde está ella?!"

Rokugo (en pánico, intentando hacer la mejor cara posible): "E-eh... No sé, no la he visto. Quizás... salió a hacer algo por su cuenta."

Snow (mirándolo desconfiada): "¿En serio? ¡Eso no me lo trago, Rokugo! Sabes perfectamente que no puede irse sin darme una explicación. ¡Dime dónde está Grimm!"

Belial (levantando una ceja, observando la situación con una sonrisa pequeña, pero perceptible): "¿De verdad crees que no me he dado cuenta de lo que está pasando, Rokugo? Ya me di cuenta de tu pequeña traición. No hace falta ser un genio para ver lo que está ocurriendo entre tú y Grimm."

Rokugo (en un estado de pánico absoluto, entrecerrando los ojos): "¡Maldita sea! ¿Cómo lo supiste?"

Belial (sin dejar de mirarlo, en tono mordaz): "No soy tonta, Rokugo. Astaroth no será tan indulgente cuando descubra lo que has estado haciendo. Y tú lo sabes. Te van a hacer puré con sus poderes de hielo."

Snow (con una cara aún más confundida, mirando a Rokugo): "¿Oh, por Zenarith, la mataste? ¿De verdad lo hiciste?"

Rokugo (sin poder ocultar su derrota, respirando profundo): "S-sí... Lo admito... Creo que... la maté."

Snow (con una expresión de horror, mientras Belial sonreía de manera casi sadística): "Oh no... No puede ser

Rokugo (con una mueca, aceptando su destino): "Vamos a tener que ir a por su cuerpo... en el templo de Zenarith, a revivirla."

Belial (mirándolo con curiosidad, inclinando la cabeza): "Hmm... Así que eso de revivir a alguien en el templo de Zenarith es cierto... Siempre pensé que era una historia para que los agentes no se sintieran tan culpables por sus fracasos. Quiero ver cómo funciona todo eso."

Rokugo (con una expresión derrotada, bajando la cabeza): "Bien... Vamos. Aunque temo lo que nos encontraremos allí."

Cuando llegaron a la casa de Grimm, el caos era evidente. La explosión había causado más daño de lo que esperaba, y el lugar estaba hecho un desastre. A través del humo, Alice, el android de la base, apareció con una expresión lógica y fría en su rostro.

Alice (en tono mecánico, mirando los escombros): "Tal vez Grimm era un robot y tuvo una autoexplosión. Eso explicaría el daño."

Rokugo (mirándola en shock, tomando un par de respiraciones profundas): "¿Un robot? ¿Grimm... un robot? Alice, ¿de qué demonios estás hablando? ¡No! Grimm... no es un robot."

Belial (con una sonrisa de diversión al ver la confusión de Rokugo): "Bien, parece que esto se está poniendo interesante. Rokugo, este caos... es todo tuyo."

Después de una agotadora jornada que incluyó limpiar la habitación de Grimm, darle mantenimiento a la tubería e instalación eléctrica, y recoger lo que quedaba de "Grimm", Rokugo y Belial finalmente llegaron al templo de Zenarith

s. El templo, con su arquitectura solemne y su aire místico, parecía estar en completo contraste con el caos de la vida diaria de Kisaragi.

Rokugo (de pie frente a un altar en el templo, mirando el cuerpo inerte de Grimm): "Aquí estamos, Grimm. Un lugar lleno de misterio y… poder. Sigh... Espero que este rito funcione."

Belial (mirando la escena con cierto interés, pero con una expresión seria): "Nunca pensé que estaríamos aquí por algo tan… humano. Pero supongo que este es el precio de las complicaciones de Rokugo." (Se cruza de brazos, observando mientras Rokugo se prepara para la ceremonia.)

Rokugo (mirando el cuerpo de Grimm con una expresión distante, mientras coloca un cigarro en el altar como ofrenda): "Este es el cigarro que compartimos el día anterior… ¿Lo consideras adecuado para la ceremonia, zenarith? 

Rokugo (sonriendo levemente, encendiendo el cigarro antes de colocarlo sobre el altar): "Es más simbólico de lo que parece. Bueno, lo demás está en manos del templo. Sólo espero que Grimm no se resienta cuando se despierte."

Con la ofrenda en su lugar, Rokugo comenzó a recitar las palabras que había aprendido en los informes. La atmósfera se cargó con una energía que hizo que la habitación se sintiera más densa, como si las mismas paredes respiraran. Finalmente, un resplandor suave iluminó el cuerpo de Grimm, y después de unos instantes, la figura de Grimm comenzó a moverse lentamente.

Rokugo (con una leve sonrisa nerviosa): "Por fin…"

Grimm (despertando con un jadeo, mirando a su alrededor, confundida): "¿¡Qué demonios!? ¿¡Rokugo, me MATASTE!? ¿¡Por qué!? ¿¡Me mataste sin ningún puto motivo!? ¿¡Qué clase de maldito psicópata eres!? ¡¿Por qué hiciste eso?!"

Rokugo (aliviado pero algo nervioso, con una sonrisa incómoda): "Bueno, quería saber si de verdad no podías usar zapatos."

Grimm (con los ojos desorbitados, claramente ofendida): "¡¿Qué!? ¿¡Eso es lo que te pasó por la cabeza!? ¿¡Qué clase de mierda es esa!? ¡Me mataste! ¡Me mataste y te burlas de mí por un par de malditos zapatos! ¡Esto no es genial, Rokugo! ¡ESTO NO ES GENIAL!"

Belial (intentando calmar la situación, con su habitual tono de voz fría y calculadora): "¿Qué tiene de malo? Es genial. No puede morir. Eso la convierte en un sujeto valioso, ¿no? Si no puede morir, podemos aprovechar eso. Nadie quiere perder a un agente tan valioso."

Grimm (visiblemente furiosa, se incorpora y comienza a caminar alrededor, hablando de forma acalorada): "¿¡GENIAL!? Sabes lo que es ser apuñalada, fusilada, decapitada, molida, quemada, atropellada, comida viva, explotada... ¿¡Quieres saber lo que SE SIENTE!? Duele mucho, y nunca acaba. Nunca termina, porque cada vez que me recupero, tengo que volver a pasar por todo eso. Y, ¿¡por qué!? Porque nadie me quiere, porque me ven como una maldita zombie, 

, no como una persona. ¡Y no, no es GENIAL!"

Rokugo (con la expresión seria, sabiendo que ahora la situación se había descontrolado un poco): "Grimm… la situación no es tan sencilla. Lo único que hicimos fue revivirte, pero no pensaba que fuera a ser así... lo siento. Es... complicado, ¿sabes? Pero lo que quise decir con los zapatos es que... bueno, es un tema del que hablaremos después. No fue por maldad."

Belial (mirando a Grimm con una calma inquietante, como si no entendiera completamente la magnitud de su frustración): "Rokugo tiene razón. Si no pudieras morir, eso significaría que serías un activo valioso para Kisaragi. Lo que menos necesitamos es perderte. Aunque, claro, no te estábamos tratando como un objeto… pero tal vez Rokugo no haya considerado el impacto emocional. ¿Tienes algo más que añadir, Grimm?"

Grimm (completamente desencajada, mirando de un lado a otro entre Rokugo y Belial): "¿Emocional? ¿¡Qué impacto emocional!? ¿¡Acaso no has escuchado lo que acabo de decir!? ¡El dolor no se va, nunca se va! ¡Cada vez que renazco, tengo que recordar todo el sufrimiento y nunca acaba! Y lo peor de todo… es que me sigue pasando.

Rokugo (cambiando de tema rápidamente, para intentar apaciguar la situación): "Escucha, Grimm... ya lo sé, y de hecho he reportado algo en los informes. En realidad, me comprometí contigo, pero solo en un acuerdo. Si ninguno de los dos encuentra pareja en diez años, nos casaremos. Eso fue todo. No fue nada personal, sólo una manera de asegurarme de que sigas con vida."

Grimm (se queda en silencio por un momento, confundida): "¿¡Qué!? ¿¡Un acuerdo!? ¡¿Un acuerdo!? ¿¡Hace un año que hicimos ese trato!? ¡Eso significa que me quedan nueve años! Y... ¿qué pasa con las dos noches que pasamos juntos? ¿Y por qué esa chica está aquí? ¿¡Quién es ella!? ¿¡Por qué está con nosotros!? ¿¡Qué significa esto!? ¡No entiendo nada!"

Rokugo (mirando a Grimm con una leve sonrisa nerviosa, señalando a Belial): "Esta es Belial. Ella es la ejecutiva de Kisaragi. Es... bueno, una de las jefas. No te preocupes, no estamos en una situación rara. Es solo que… ella quería ver cómo funciona esto."

Grimm (recordando las historias que Rokugo le había contado anteriormente sobre Belial, y cambiando de actitud rápidamente, pasando a un tono más respetuoso): "¡Ah! Entonces... eres… Belial... la ejecutiva. Disculpa, no quería hacer una escena. Es solo que… bueno, las cosas no han sido fáciles últimamente."

Belial (observando el cambio de actitud con un brillo de diversión en sus ojos): "No te preocupes, Grimm. Todo está en orden. Y parece que Rokugo tiene un problema de... comunicación, pero eso no es nada nuevo."

Rokugo (suspirando aliviado, mientras la atmósfera se calmaba un poco): "Bueno, al menos ahora sé que te importa un poco menos el hecho de que te maté…"

Grimm (con una mueca, aún irritada pero menos explosiva): "¡Aún no te lo perdono, pero lo que sea... Solo que esto no acaba aquí, Rokugo! Ya veremos cómo manejamos esto."