Después de haber sido expuestos al suave pollo chillón de Xinxin y la bolsa mágica con cremallera de Nian que podía aparecer y desaparecer a voluntad, a Jin Jiuchi le resultó fácil adivinar que la antorcha en la mano de Zhi también era una propiedad. Por tanto, ya no jadeaba y se asombraba como un chico del campo. En su lugar, apuntó al hombre cuya figura estaba casi sepultada entre el laberinto de seda y preguntó a la gente detrás de él, incrédulo —¿Se le permite hacer eso?
Enseguida, los ojos de Tang Ye y Xinxin se clavaron en la Hermana Hong, quien mantenía sus brazos cruzados en una postura de superioridad como de costumbre. Alzó su barbilla y resopló —De cualquier manera, alguien tiene que revisar la habitación, ¿cuál es el problema con que él vaya? De lo contrario, ¿quieres reemplazarlo?
Jin Jiuchi parpadeó lentamente hacia ella y ladeó la cabeza, intentando y no logrando evitar que la comisura de sus labios se levantara —¿Yo puedo...?
Ahora que la Hermana Hong se lo ofrecía, ¿cómo podría Jin Jiuchi negarse? ¿Cuántas veces se podría encontrar alguien con una escena tan extrañamente hermosa en su vida? ¿Una? ¿Dos? ¡Si Jin Jiuchi no lo probaba, sería su perdida! Ya le picaban los dientes cuando posó su mirada por primera vez en los suaves mechones de seda negra.
¡Quería lanzarse a ello! ¡Quería revolcarse dentro y que el capullo de seda lo envolviera completamente!! ¿Sería tan suave y esponjoso como el cabello de Nian'er o sería lo suficientemente afilado como para cortar un pedazo de carne de su cuerpo? De cualquier manera, todo lo que se perdiera podría volver a crecer, ¡pero este tipo de experiencia era una oportunidad única en la vida! ¡Solo un tonto se la perdería!!
—Tú... ¿qué? —La Hermana Hong estaba tan impresionada que solo podía mirarlo boquiabierta —¿Quieres entrar? —Solo lo decía por sarcasmo, pero ¿quién hubiera adivinado que este bicho raro realmente lo tomaría en serio? No, no era solo un bicho raro, ¡sino también un completo lunático! ¿Acaso tenía un deseo de muerte o algo así?!
Aparentemente, Nian y los pensamientos de la Hermana Hong se alinearon por primera vez esta noche —Loco raro, ¿tienes ganas de morir o algo así? —escupió con rabia contenida.
Jin Jiuchi simplemente frunció el ceño en respuesta —¿Deseo de muerte? Por supuesto que no, aún quiero vivir mucho, mucho tiempo. Además, ¿por qué piensas que entrar significa la muerte, Nian'er? ¿Qué hay de Hermano Zhi, entonces?
Todos quedaron completamente sin palabras al escucharlo. ¿Qué demonios tenía su pregunta? ¡Con solo mirar, cualquiera con sentido común podría decir que esa habitación significaba grandes problemas!
Y el hecho de que Hermano Zhi se arriesgara tanto para explorar... todos sospechaban que tenía algo que ver con la Hermana Hong. De lo contrario, ¿cómo era posible que se pusiera en peligro por ellos? ¡No parecía alguien lo suficientemente noble para hacerlo!
Por miedo a la represalia de la Hermana Hong, no se atrevieron a decir nada. De cualquier manera, esto terminó beneficiando a todos...
—Tú... —De nuevo, Nian estaba tan furioso que solo pudo soltar una risa helada —Pero al final del día, había pasado más tiempo con Jin Jiuchi en comparación a cualquiera y por lo tanto había comenzado a entender bastante bien su temperamento —¿Quieres entrar? Bien —bufó —Pero, ¿puedes soportar el olor?
Jin Jiuchi:
—¡..! E—Eso es cierto, la habitación olía tan horrible que podría morir si tuviera que respirar eso...
Nian continuó con una mirada inexpresiva —Si el olor termina pegándose a ti, entonces no tienes permitido subir a la cama esta noche.
Jin Jiuchi:
—¡...!!
La amenaza hizo maravillas en Jin Jiuchi, quien había pasado una mañana dichosa despertando con la vista de un ángel durmiendo. ¡¿Cómo podría Nian'er ser tan cruel de privarlo de una visión tan divina?!
—Por supuesto —Nian extendió sus manos con una mirada de impotencia fingida—. ¿Qué derecho tengo yo de decirte qué hacer? Simplemente haz lo que te plazca.
Jin Jiuchi miró la habitación misteriosa y a Nian de ida y vuelta, lleno de dilema. Era como un husky al que se le pide elegir entre salir a jugar y una rara oportunidad de acurrucarse con su dueño. Por un lado, podría jugar y revolcarse en la nieve hasta saciarse, pero por otro lado, su dueño no le dejaría entrar a la casa por el resto de la noche...
Lleno de lágrimas y agravios, Jin Jiuchi solo pudo dar un paso hacia Nian, provocando que la muñeca de jade se pusiera una mirada de satisfacción.
Al lado, la Hermana Hong dejó escapar una burla —Un par de idiotas —. Se giró hacia la habitación y llamó:
— ¿Hermano Zhi, todo bien? ¿Encontraste algo?
Jin Jiuchi secretamente le mostró los dientes solo por despecho.
—Espera —el hombre respondió desde dentro—. Parece que hay algo aquí...
Para entonces, Apellidado Zhi ya había alcanzado la parte interior de la habitación, y si la disposición de cada habitación en este apartamento era la misma, entonces Jin Jiuchi suponía que debía estar en algún lugar alrededor de la cama ahora. Las demás personas no podrían ver lo que sucedía dentro debido a la falta de luz, ya que solo podían seguir el leve titilar de la llama de la antorcha de Zhi, pero era diferente para Jin Jiuchi. Entrecerró los ojos y vio que Zhi estaba inclinándose sobre la mesita de noche mientras rebuscaba en el cajón como si buscara algo.
Justo entonces, un sutil movimiento del lado captó la atención de Jin Jiuchi y cuando dirigió su mirada allí, sintió que todo su cuerpo se congelaba de impacto.
Los hilos se estaban moviendo.
Los hilos de seda se movían por su cuenta aaaah! ¡Estaban realmente vivos!
Completamente fascinado, Jin Jiuchi observó con ojos brillantes cómo el extremo quemado de los hilos se reparaba lentamente de nuevo para formar una cuerda completamente nueva; más gruesa, más fuerte y brillaban como metal afilado cuando la luz se reflejaba en ellos.
Lo más importante era que ahora se acercaban sigilosamente al desprevenido Zhi.
—Uh-oh... —atinó a decir Jin Jiuchi.
—¿Qué? —Nian se giró hacia él al escuchar eso. Sin embargo, no tuvo oportunidad de formular su pregunta porque en el siguiente segundo, un gruñido ahogado de dolor resonó desde dentro y la antorcha se apagó con un suave siseo.
Una repentina oscuridad envolvió toda la habitación. Todos observaron, atónitos, como los hilos de seda se movieron para llenar el espacio en la puerta al igual que una Venus atrapamoscas que finalmente cerró su boca después de devorar la presa.
Todo sucedió tan rápido que nadie pudo reaccionar. Para cuando salieron de su trance, ya no podían sentir la presencia de Zhi...