—Perfecto —gruñó mi ratón—. Vamos a hacer eso.
—No podemos —argumenté con un suspiro—. Necesitamos lidiar con el Consejo del Cambiante y con todos los cambiaformas liberados. Necesitan cuidados.
—¿Quién dice? —preguntó mi ratón, inclinando la cabeza hacia un lado—. ¿Quién dice que tú tienes que ser el que haga todo eso?
—Porque soy tanto una Luna como un Alfa. Es mi responsabilidad ocuparme de esas cosas —respondí, dejando escapar un largo suspiro—. Cuanto más hablaba mi ratón, más deseaba simplemente retirarme a mi laboratorio con mis compañeros y olvidar que el resto del mundo existía. Pero no podía.
A pesar de lo que dijo mi ratón, no podía.
—¿Realmente crees que a alguien en esta sala le importan los cambiaformas liberados? —preguntó mi ratón—. ¿Realmente crees que quieren estar en el Consejo del Cambiante si eso significa asumir más responsabilidades? No. Están aquí porque quieren que alguien les diga qué hacer. Y desafortunadamente para nosotros, ese alguien es Raphael.