Llegamos al último piso del hotel, dedicado a las Reuniones de Alfa, y Maribella se detuvo justo fuera del ascensor y esperó a que saliéramos.
—Hasta aquí llego yo —dijo con un gesto de cabeza—. Tienes mi número; siéntete libre de enviarme un mensaje con cualquier pregunta o solicitud que tengas.
Parpadeé por un segundo antes de asentir con la cabeza. —Gracias —respondí. No sabía por qué no entraba a la conferencia con nosotros, pero si así era como hacían las cosas los lobos, ¿quién era yo para decir algo?
—Solo los Alfas y los Betas pueden entrar en la sala —explicó Dominik mientras caminábamos por el pasillo—. El poder de tener a tantos Alfas en la misma sala es suficiente para lastimar a un cambiante normal, quieran o no.