—Travis —gruñí, girándome en la dirección general de mi pareja. Sabía que no lo estaba mirando, pero por alguna razón, sentí que eso no importaba. Mis parejas sabrían lo que necesito, ¿verdad? Y ahora mismo, necesitaba que Bane no estuviera sangrando.
—Te tengo, Problema —murmuró Travis suavemente.
—Yo me ocupo de Bane —continuó Caleb, colocando una mano en mi hombro—. Está bien. Es un poco bebé considerando que es el gran lobo malo de las pesadillas de los cambiantes, pero está bien.
—Escucha a tu pareja, cariño, estoy bien. Mira, ya sané —calmó Bane, y me giré para ver que estaba curado... pero la sangre que lo cubría no podía desaparecer como lo hicieron sus heridas.
Asentí con la cabeza porque eso era lo que se esperaba de mí, esperé hasta que Caleb acompañó a Bane fuera de la sala.