Lucien sintió cómo su cuerpo entero se relajaba al subir los cinco escalones hacia la puerta principal de la mansión de la manada.
Despiadadamente reprimió las nuevas emociones que sentía desde que Addy entró en su vida y volvió al monstruo frío y despiadado que era antes. No en vano era uno de los dos ejecutores principales de la manada más grande e importante del mundo.
Y no era por su encantadora personalidad.
Levantando la mano, ignoró el timbre y empezó a golpear la puerta con el puño.
—Esto no es... —empezó a decir el pobre alma que abrió la puerta. Aunque podría haber tenido un aspecto molesto en su rostro cuando se acercó al visitante no deseado, rápidamente se transformó en una expresión de terror.
—Ejecutor Dubois —dijo el hombre con dificultad. Quería mirar a su alrededor para ver si el resto de su manada personal estaba ahí, pero la manera en que el ejecutor lo miraba le hizo pensar que sería una mala decisión.