Solté un largo suspiro ya que no había nada más que silencio al otro lado del teléfono tras la declaración de Caleb. Esto era lo último que quería estar haciendo ahora...
La prioridad número uno en mi lista era estar jodiendo con mis parejas. Pero la manada de Raphael nos estaba bloqueando en cada turno.
No es que mi lobo realmente supiera lo que le esperaba.
—Me disculpo, Comandante. Sin embargo, cuando recibo una llamada de su teléfono, asumo que es usted. Por eso me sorprendí —gruñó el Consejero Anderson mientras recuperaba el control.
—Ah, ¿así que es mi culpa, eh? —preguntó Caleb, con su barbilla descansando en mi hombro mientras me acercaba más a su pecho—. Si ese es el caso, entonces estaré más que feliz de dejar de apoyar al Consejo del Cambiante.