—Lo mejor que se me ocurrió fue que estaba buscando a alguien a quien no le importara morir —fue lo mejor que pude improvisar.
La buena noticia era que Bane no lo tomó tan mal como pensé que lo haría. En lugar de gritarme que fuera un poco más sensible con los prisioneros a mi alrededor, se echó a reír a carcajadas.
—¿Y el traidor que tienes detrás no servirá? —preguntó, mirando por encima de su hombro hacia mí y Travis antes de abrir la puerta de su celda y entrar.
—Serviría si pudiera —gruñó Travis, pasando su brazo alrededor de mí mientras yo me detenía al otro lado de las rejas—. Pero no puedo.
—Lástima. No me importaría verte morir —reflexionó Bane mientras pasaba sus brazos por entre las rejas y apoyaba sus antebrazos en el frío metal.