{Armia}
Armia avanzaba por los pasillos de la academia, su mochila colgada sobre un hombro mientras se movía con determinación.
Era lunes por la mañana, el comienzo de una nueva semana, y se sentía inusitadamente audaz.
Cuando se acercó al aula, captó la vista de una oscura cabeza familiar en la última fila.
Melisa.
Y, como de costumbre, no estaba sola.
Isabella estaba toda encima de ella, las dos acurrucadas juntas mientras reían entre sí, el resto de la habitación visiblemente molesto por su demostración pública de afecto.
Usualmente, parecía que Isabella era la que tomaba la iniciativa. Hoy, no obstante, ambas estaban igualmente embriagadas de risas.
Armia instantáneamente se unió al sentirse molesta.
Pero lo reprimió, enderezando sus hombros mientras marchaba hacia su pupitre.
—Melisa —dijo, su voz saliendo un poco más aguda de lo que había pretendido—. ¿Puedo hablar contigo un segundo?
Melisa levantó la vista, parpadeando sorprendida por el tono de Armia.