Tres días.
Tres días para el torneo.
Los primeros rayos del amanecer se colaron por las cortinas. Melisa se despertó lentamente.
Se estiró lánguidamente. Bostezando, se sentó y descubrió que Cuervo aún no había regresado de su carrera matutina.
—Ah, dios, esa chica trabaja demasiado duro.
Era inspirador, de cierto modo. Después de todo, Melisa tenía su propio entrenamiento más tarde.
Mientras se vestía, su mente vagaba hacia el día que tenía por delante. Las clases, los hechizos y, por supuesto, el próximo torneo.
En su honesta opinión, ella estaba básicamente preparada.
De todos los otros estudiantes en la clase de Melisa, los únicos que podían competir con ella en el ámbito de la magia eran Isabella y Jaylin.
«Jaylin,» pensó Melisa de repente. «Vaya, no ha hablado conmigo en absoluto. ¿Realmente me odia tanto? ¿A pesar de que hemos vivido juntas durante años?» Melisa se encogió de hombros. «No hay mucho que pueda hacer al respecto, supongo.»