—Sasha, soy tu amiga. Si hay algo en lo que pueda ayudarte, no dudes en confiar en mí —Melissa alentaba a Sasha, ofreciéndole su apoyo.
—Sé que amas a Dominique profundamente. Pero puedo entender si tú–
—¡Mel, para! —Sasha interrumpió a su amiga—. No le estoy siendo infiel a Dominique. Estoy haciendo todo lo posible por que nuestro matrimonio funcione. No solo yo, sino también Dominique —lo negó.
—No te enojes conmigo, Sasha. Solo trato de ayudar. Soy una doctora sexual y terapeuta. Sé lo duro que fue para ti soportar tu complicada situación causada por la condición de tu esposo —Melissa la sostuvo de los hombros.
—No le voy a decir a Dominique sobre esto. No tienes que ocultármelo. Lo que quiero decir es que... si quieres mantenerte fiel a tu esposo, no tienes que buscar a otros hombres para satisfacer tus necesidades sexuales. Estoy aquí para ayudarte —Melissa le frotó suavemente el hombro, con una mano acariciando la mejilla de Sasha.