Como muestra de su recién encontrada amistad, Dominique compró una guitarra miniatura, regalándosela a Aaron como su recuerdo. El joven estaba encantado de recibir ese regalo de Dominique.
—Gracias, Sr. Dominique. Valoraré esto. La próxima vez que vuelva aquí, te traeré un recuerdo de mi país —prometió Aaron.
Dominique le revolvió el cabello suavemente y dijo:
—De acuerdo. Esperaré tu regreso. Pero por ahora, necesitamos encontrar a tu hermana y a tu tío. Podrían estar preocupados por ti.
Aaron asintió en respuesta:
—No te preocupes, Sr. Dominique. Si no podemos encontrarlos, puedo tomar un taxi a nuestro lugar. Sé la dirección. Pero tengo que pedirte dinero prestado. ¿Está bien?
Dominique lo miró divertido:
—No puedo permitir que un niño de cuatro años tome un taxi solo. Prefiero llevarte a casa.
—¿No estás ocupado? —preguntó el joven expectante. Por alguna razón desconocida, él no quería separarse de Dominique todavía.
