Enzo fue a buscar algunos bocadillos para Lanny, pero sus últimas palabras seguían resonando en su mente.
«No creo que sea nada. Ella nunca lo mencionaría sin una razón válida. ¿Alicia conoce a Dominique?», reflexionó, frunciendo el ceño.
Estaba tan absorto en sus pensamientos que se olvidó del café que estaba vertiendo en la taza. Se desbordó, derramándose sobre la encimera.
—¡Argh! —exclamó Enzo, volviendo a la realidad. Rápidamente agarró una servilleta para limpiar el desastre. —Concéntrate, Enzo —murmuró para sí mismo. Terminó de preparar los bocadillos, arreglándolos cuidadosamente en una bandeja junto con una taza fresca de café.
Yohan le echaba miradas de vez en cuando, sonriendo ampliamente. Incluso le susurró algo a su gerente.
—Tengo un mal presentimiento. Espero no ser de quien están hablando —murmuró antes de dejar el mostrador.