Ramsey
El fresco aire de la montaña hacía poco para calmar la frustración que hervía dentro de mí mientras me encontraba frente a la gran ventana arqueada, contemplando las extensas Montañas Blancas. Habían pasado días desde que traje a Nathan aquí, esperando extraer información sobre Lyla, pero él se estaba mostrando más terco de lo que había anticipado.
Me sentía avergonzado y enojado al mismo tiempo porque alguien más había mantenido en secreto el paradero de Lyla mientras yo la había rechazado sin pensarlo bien. No ayudaba que todos los intentos de localizarla en el mundo humano hubieran llegado a callejones sin salida.
Mis manos se apretaban en el alféizar de la ventana, mis nudillos tornándose blancos mientras repasaba en mi mente mi última conversación con Nathan anoche.