Hannah, con su corazón de serpiente, siempre llevaba una máscara gentil, pero Ella estaba cansada de seguirle el juego. Decidió enfrentarla.
Hannah adoptó una expresión de dolor. —Hermana, ¿por qué dices eso? Solo tenía curiosidad.
—No molestes a tu hermana cuando está de mal humor —dijo Brianna suavemente, mirando a Hannah. Aunque quería reprender a Ella, se contuvo.
—¡Papá, hoy no estoy de buen humor, así que no te rías de mí! —Ella le guiñó un ojo juguetonamente a Roberto, que estaba desayunando.
Roberto soltó una risita baja. Las pequeñas disputas entre mujeres no le concernían.
—Está bien, está bien, lo entiendo. Sal y diviértete. Si te quedas sin dinero, te enviaré más el próximo mes.
Debido al incidente anterior, Roberto era especialmente indulgente con Ella. No era un favor nacido de la obligación, sino de afecto genuino.
—¡Gracias, Papá! ¡Eres el mejor! —Ella le envió un beso a Roberto y se alejó saltando.