Los ojos de la Abuela Davis se iluminaron y su disgusto desapareció al instante. —Hannah, ¿estás gastando dinero otra vez? Soy tan vieja, ¿por qué comprar tales cosas para mí?
—Abuela, solo son cincuenta o sesenta mil. El dinero es solo una cosa material. Mientras te guste, estoy dispuesta a comprarlo. Además, gané este dinero con mis trabajos de medio tiempo, así que por favor no te preocupes —dijo Hannah con una risa ligera. Aunque solo tenía dieciséis años, había conseguido varios trabajos lucrativos de modelaje a través de las conexiones del Grupo Davis.
Hannah había perdido su mesada, pero su trabajo en anuncios había traído una pequeña fortuna.
Los ojos de Ella destellaron con una sonrisa burlona. Se levantó y salió a pasear, mientras la risa resonaba desde la sala de estar, indicando que todos se estaban divirtiendo.