—¿Vamos a dejarlos así nomás? —Zein miró hacia atrás en dirección al campamento temporal, pero su vista ya estaba obstruida por las cortinas de agua y las espumas blancas.
—Están bien hasta ahora, ¿no? —respondió Bassena con indiferencia—. Y yo dejé a mis niños allí, así que está bien.
—Mm... —Zein aún mantenía su mirada allá, sus ojos azules se endurecían ligeramente.
Bassena giró la cara del guía hacia él, presionando el botón en la máscara para revelar la cara preocupada. —Le puse especial atención a tus niños, así que no te preocupes demasiado. ¿No los has entrenado suficiente?
La mano del esper, que aún estaba en la cintura de Zein, tiró del guía hacia él, presionando sus cuerpos juntos. Zein puso sus manos sobre el hombro del esper a cambio, manteniendo una ligera distancia y mirando hacia arriba con una mirada impasible.
—¿Me traes aquí por esto?
Bassena sonrió con descaro. —Entre otras cosas...