—¿Estabas... celoso? —preguntó.
Zein se detuvo, girándose con los ojos ligeramente abiertos, luciendo asombrado y en un ensueño. No era lo que Bassena esperaba. Pensó que Zein se vería avergonzado o simplemente lo negaría rotundamente.
Pero el guía, apoyando sus caderas contra la isla de la cocina, se tocaba el abdomen. Los ojos azules parpadearon lentamente, mirando al vacío para digerir esa palabra. Llevó su mano hacia arriba y se detuvo sobre su pecho, reflexionando.
Zein conocía acerca de los celos, podía decir cuando las personas actuaban con celos. Después de todo, Bassena estaba codificado con ese rasgo. Pero Zein, a quien antes no le importaban los pensamientos de las personas, quien siempre era el perseguido y cortejado, no tenía idea de cómo se sentía.