—¿Por qué estás aquí? Estoy intentando alejarme de ti... —Bassena miró fijamente al hermoso par de zafiros que lo miraban, haciendo pucheros.
—¿Por qué intentas alejarte de mí? ¿Estás molesto otra vez? —Zein inclinó su cabeza hacia otro lado y perdió el equilibrio ligeramente, haciendo que sus rodillas cayeran sobre las piernas del esper, que se habían hundido cuando sintió los dedos de Zein en su cabello.
—No —Bassena miró hacia abajo, hacia las piernas que ahora prácticamente lo encajaban.
—¿No? —insistió Zein.
—No estoy molesto, estoy borracho —Bassena colocó sus manos en la cintura del guía, mirando a los ojos azules—. Eso me hace querer hacerte cosas.
—¿Qué cosas? —Zein alzó las cejas y luego soltó una risita, con una voz baja y tranquila, como un susurro.