Evena casi salta de alegría.
—Muchas gracias, su alteza.
—Pero con una condición —añadió la reina.
Evena tuvo una sensación sombría, inmediatamente supo que esa condición no le gustaría mucho.
—¿Cuál es la condición, su alteza? —preguntó.
—Te quedarás aquí en Salvatore y me servirás de la manera en que lo ha hecho Dreya —dijo la reina con una sonrisa triunfante en su rostro.
—Su alteza, Evena está a cargo del aquelarre Starlight desde que me fui a servirle. Si él le sirve ahora, no habrá nadie que lidere el aquelarre —dijo Dreya.
—Entonces tal vez sea hora de que regreses a tu aquelarre. Evena aquí permanecerá en tu lugar —respondió la reina.
—Pero... —Dreya intentó protestar.
—¿Ahora cuestionas mi autoridad? —preguntó la reina con enojo.
—Por supuesto que no, mi reina. No me atrevería a hacer tal cosa —, dijo Dreya apologeticamente.
La reina miró a Evena. —¿Qué dices Evena? Un pequeño sacrificio a cambio de salvar a tu amigo. ¿Lo harías?
