Esta era solo la segunda vez que Yan Zheyun se encontraba con la emperatriz viuda y la primera desde el banquete del festival de primavera. Se había incorporado de su postración anterior pero aún permanecía de rodillas, y por lo tanto, cuando todo el patio se apresuró a saludar a esta problemática mujer, no tuvo más opción que inclinarse de nuevo.
Los ojos de Liu Yao se desviaron brevemente hacia él antes de volver a mirar a su madre. No le dijo a Yan Zheyun que se levantara, lo cual Yan Zheyun ya sospechaba que sería el caso; incluso si Liu Yao hubiera sido lo suficientemente tonto como para hacerlo, él habría permanecido arrodillado en una muestra de súplica, para no darle a la emperatriz viuda ningún margen para criticar su relación.
No que eso la fuera a detener, parecía.