—¡Valerie! —gritó Islinda su nombre en el instante en que salió al exterior, pero el sonido se eco por el bosque sin obtener respuesta.
Eso no la disuadió y Islinda se alejó más de la cabaña, buscándolo y teniendo la sensación de que se había alejado solo para esconderse de ella.
—¡Sé que puedes oírme, Valerie! Por favor, solo sal para que podamos hablar! —Su voz resonó de nuevo a través del bosque, pero no había señal de él.
De pronto, Islinda sintió un miedo genuino correr por ella ante la idea de que Valerie podría haberse ido a su reino. ¿Y si estaba más enojado de lo que ella imaginaba por sus acciones y se hubiera ido para siempre?
¡Por los dioses, no!
—¡Valerie! ¡Valerie! ¡Lo siento! —Islinda aceleró sus pasos ahora, su corazón ahora latía fuerte mientras su pecho se apretaba con miedo. Esto no puede estar sucediendo.
—¡Valerie, por favor! —Se desesperó y en su prisa por encontrarlo, tropezó con una raíz y cayó por el camino entretejido de arbustos.