—Regresaron al carro de Marcos con Islinda siguiéndole y observándole con cautela, como si esperara que él la atacara en cualquier momento. Se le cruzó por la mente que este hombre podría ser un estafador y estaba tratando de engañarla para que comprara un arma de él. Pero por alguna razón, confiaba en él. Él estaba diciendo la verdad.
—Cuando llegaron al lugar, él comenzó a rebuscar entre sus cosas durante un rato hasta que Islinda se impacientó y estaba pensando en terminar con él cuando exclamó: «¡Ajá! ¡Lo encontré!».
—Marcos era todo sonrisas mientras levantaba orgullosamente la flecha en el aire e Islinda miraba el arma con ansias. ¿Qué tenía de especial?
—Él le entregó el arma y Islinda la tomó de él mientras empezaba a palparla. A diferencia de sus flechas hechas de maderas fuertes y ligeras, esta era diferente y parecía estar hecha de hierro tal como él había mencionado.