Liu Feng levantó una ceja, incrédulo.
El resto de los soldados se inclinaron hacia adelante, ansiosos por escuchar la explicación de Zhang Ping.
Todos habían estado curiosos sobre cómo había conseguido acceso a tales lujos en un mundo devastado por un apocalipsis zombi.
Zhang Ping, sintiendo la sospecha creciente, habló rápidamente, desesperado por limpiar su nombre.
—Yo... ¡Los conseguí de un pariente! —Zhang Ping soltó—. Él está en una base diferente, una donde acaban de abrir un supermercado.
Los soldados intercambiaron miradas de incredulidad. ¿Un supermercado? ¿En este páramo? Eso parecía imposible.
La expresión de Liu Feng se suavizó ligeramente, pero aún así presionó para obtener más información. —¿Un supermercado? ¿Cómo es eso posible?
Zhang Ping, ansioso por explicar, asintió con entusiasmo.