—¿De qué hablas? —susurró, con la voz temblorosa.
—¿Cómo—por qué... Cómo pudimos haber planeado todo esto? ¿Tú eras mi amante? ¿Por qué no me lo dijiste la última vez que nos vimos? ¿Dónde estabas?
La ira y los celos de Owen casi se extinguieron en un momento al ver su expresión de shock y sentir un sentimiento de culpa que lo invadía. Apresuradamente, tomó su mano y suavemente la llevó a la cama, instándola a sentarse.
—Ven aquí —dijo él, su voz ahora tierna mientras la ayudaba a acomodarse.
Ella se sentó sin reaccionar, mirándolo mientras él se arrodillaba frente a ella, apoyando sus manos en sus rodillas como para estabilizarla. Levantó la vista hacia sus ojos, suplicándole que entendiera.
—Pensé que esa gente te mantendría a salvo, Rena. Nunca habría imaginado, en mi más loca imaginación, que harían algo así por dinero. Yo...