—¡Alfa! ¡Has vuelto! —exclamó alguien.
—¡Bienvenido! —se unió otro.
Killorn lanzó una mirada justo cuando cruzaron un puente levadizo. El puente conducía a un enorme patio delantero flanqueado por guardias armados. Más allá había dos conjuntos de puertas de metal, una que se abría hacia abajo y otra de izquierda a derecha. Pasaron directamente a través de los dos conjuntos de puertas de metal, pero ya había gente saludándolos.
—O-oh, qué bonito... —Ofelia se quedó sin palabras ante la lujosa mansión ante ella. Había suficiente decoración dorada como para hacer sombra al sol. Sus ojos se abrieron ante la expansión de la finca de mármol pulido, columnas y ventanas relucientes. Cuando atravesó las puertas, el sonido sereno del agua fluyendo la recibió, pues la fuente corría incluso en medio del frígido invierno.