Hoy fue el día en que lo vi por primera vez: mi barco, el que me llevaría más allá de los confines del mundo conocido. La Reina Hista IV me había prometido un navío digno de la misión, pero ni en mis sueños más osados imaginé algo tan imponente.
El Explorum Nova Tevra. Solo el nombre ya evocaba aventura y descubrimiento. Mientras me acercaba al puerto, las velas ondeaban con orgullo, proyectando sombras majestuosas sobre el agua. Era un barco de cinco mástiles, alto y robusto, con una estructura de madera que parecía poder soportar las peores tormentas que los océanos pudieran arrojarle. En la proa, un mástil más pequeño se alzaba como un vigía, marcando el horizonte que pronto cruzaríamos. Cada vela, impecable y blanca, parecía preparada para capturar el viento y llevarnos hacia lo desconocido.
La reina estaba allí, de pie junto al muelle, con su habitual porte regio pero una pequeña sonrisa de satisfacción en los labios. Me acerqué, aún impresionado por la majestuosidad del barco que se encontraba ante mí.
—Sir Alaric, dijo con su voz clara y solemne, mientras señalaba la nave—. Aquí tienes, el barco que llevará tus sueños y los de Yamet más allá de los mares. El Explorum Nova Tevra es nuestra más reciente maravilla. La última tecnología en navegación. Construido para resistir, para surcar incluso las aguas más peligrosas y llevarte a tierras que ningún hombre ha pisado.
Mis ojos recorrieron cada parte del barco mientras la reina hablaba. Las velas estaban reforzadas con un tejido nuevo, más resistente al viento y a las tormentas. Los mástiles, altos y firmes, parecían hechos para aguantar el peso de los vientos más implacables. Era un barco que no solo inspiraba confianza, sino también asombro.
—Es magnífico, Majestad, logré decir finalmente, aunque las palabras parecían inadecuadas para describir lo que sentía. —Con este barco, sé que lograremos nuestro objetivo.
La reina me observó por un momento, su rostro inmutable pero con una leve chispa de orgullo en sus ojos.
—Lo sé, Alaric. Este barco es una extensión de tu misión. Hemos puesto todo nuestro conocimiento, cada avance que hemos logrado en él. Si alguien puede llegar a esas tierras, eres tú.
Sentí el peso de su confianza en mis hombros. Este no era solo un barco, era una declaración de la grandeza de Yamet, de nuestra ambición de conquistar lo desconocido. Toqué el costado del navío, sintiendo la madera fría bajo mi mano, y pude imaginarlo navegando a través de las vastas olas, rompiendo el horizonte.
—Lleva con orgullo el nombre de nuestra nación, Sir Alaric —continuó la reina—. Y recuerda, cada vez que ese barco se haga a la mar, estarás escribiendo una nueva página en la historia de Yamet.
Asentí, sabiendo que esas palabras eran una orden y una bendición al mismo tiempo.
—Majestad, no fallaré. El Explorum Nova Tevra regresará cargado de descubrimientos, y con él, traeremos la gloria a Yamet.
La reina asintió una última vez antes de darse la vuelta para marcharse, dejándome a solas con mi barco. Observé la enorme estructura durante unos minutos más, sintiendo una mezcla de emoción y responsabilidad.
Este barco era más que un medio para llegar a un destino. Era mi destino mismo.