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Chapter 18 - 18. Hotel

Emocionados, pero también muertos de hambre se dirigían a la pizzería. La banda se organizaba en varias parejas, algunos se llevaban bien, aunque otros no se conocían casi nada. 

William y John se volvieron amigos más cercanos a pesar de su estrepitoso inicio. Juxs y Casey comenzaron a hablarse después del ataque de Aiden que los dejó en el suelo. Y  Houston y Steve eran compañeros que ya se llevaban bien.

Fuera de todas esas relaciones, no había otro tipo de interacción, pues Casey no hablaba con William o John con Juxs.

Alguien restaba, y ese alguien era la única persona que no hablaba o tenía algún tipo de interacción con alguien en esos momentos... Ese era Max. Sintiéndose ignorado trató de ir con Houston, quien se supone era su mejor amigo, aunque también lo molestaba diciendo que era su novio.

Houston, antes de que Max apareciese, se mostraba molesto. Probablemente sea porque tuvieron el descaro de llamarlo líder cuando en toda la travesía de la batalla contra Aiden nadie le prestó atención o lo obedeció y, al contrario, obedecían y seguían a otras personas como William. Se supone que él era el líder que Aedus escogió y aún así nadie le hacía caso.

En consecuencia, ahora estaba de mal humor, demostrando su mal carácter.

—¡Yo no le pagaré a nadie! Aparte no es como que sea su líder—Houston (momentos antes de que llegasen a ese punto de la conversación), le exigió a todos que le cooperaran justo cuando se enteró de que habían pensado que el pagaría la cena—No puedo creer que nadie tenga dinero—reclamó.

—Deberías pagar tú la pizza, aunque no lo creas, de verdad eres el líder de esta banda—Steve no lo dijo con sinceridad, al contrario, parecía burlarse de Houston—Ñiji, ñiji, ñiji—se rió de una forma muy extraña, rápidamente se ahogó.

—¿Qué rayos fue eso?—Preguntó Houston extrañado por la espantosa risa que acababa de oír.

—Mi risa

—Ah... No lo vuelvas a hacer nunca—Dijo Houston con una expresión de preocupación

Acto seguido hubo un silencio incómodo de unos 30 segundos aproximados.

—Como decía, esta banda es un maldito chiste. Todo fue un error... Mi error—dijo Houston.

—Ey, no insultes a las personas que te protegieron. A lo que yo ví, tú no has hecho absolutamente nada, al menos agradece que tienes personas que luchan por ti

—Yo sé que no debería insultar a las personas, pero una vez me enojo me desquito con todos. Acostúmbrate a esta parte de mí...—suspiró—Solo soy un cobarde que ni siquiera es capaz de hacer algo por alguien...—comentó Houston algo deprimido.

—Hasta tú lo sabes, pero existe algo llamado cambiar, ¿Sabes, bobo?

—No me interesa cambiar ni nada, solo desearía volver a mi casa, tomar una cerveza del refrigerador y beberme toda para luego morirme

—¡Pero que vida tan miserable es esa! Siento que eras la clase de persona que se drogaba todos los días, ¿Lo eras? Es que se te ve en la cara, drogadicto

—¡Por supuesto que lo era! Lo era, ya que después de que empezó todo esto de Aedus no me he podido drogar ni tampoco beber. Cuando vayamos a la pizzería pasaremos por unas cervezas.

—¿De verdad quieres hacer eso de nuevo? Piénsalo, puedes volverte un mejor hombre

—Steve, no me veas cara de que tendré una redención o algo así. Soy un hijo de perra y vivo con eso todos los días

—Pues puedes emborracharte si quieres, pero recuerda que nunca es muy tarde para cambiar

—¡Esto no es ninguna película! Estas hablando muy raro

Steve rió, pues parecía que esa conversación fuese sacado de alguna película. Los labios de Steve eran algo largos, entonces su risa se veía extraña siempre; recordaba a una rana.

Y fue en ese momento que Max hizo su inesperada aparición.

—Amor, ¿Me estás haciendo la ley del hielo? ¡¿Estás enojado!? ¿Te la chupo?—Preguntó Max a Houston casi llorando.

—Oh, Max. No recordaba tu existencia, hola, ¿Qué quieres?—Preguntó Houston un poco más relajado (algo raro tratándose de él)

—Eh... ¿Ya casi llegamos? Quiero pizza hawaiana—Max se veía desesperado por la atención de Houston.

—En un rato. Oye, ¿Podrías irte a molestar a algún otro lado?—solicitó Houston a Max. De hecho fue el mayor tiempo que Houston había aguantado a Max: 8 segundos.

Max no se iría tan fácil, así que luchó por, según él, el amor de Houston.

—¡Te extraño, pitudo! Extraño cuando acariciaba tu enorme pene y me ponía a contar tus vellos en las noches. Tienes más de 300 allí abajo, ¡Vuelve conmigo, te lo ruego!

Steve volvió a reír, pero ahora en la cara de Houston.

—¿Más de trescientos, mi chico redención?—preguntó a Houston burlándose.

—¡Max, vete!—gritó Houston

—¡No, amor!

—Mira esto, Steve—Dijo Houston para después realizar un movimiento con sus manos a Max, similar a echarle insecticida a una cucaracha. Eso bastó para que Max se fuera corriendo como loco y gritando.

La conversación acabó con las exageradas risas de Houston, se estaba ahogando de tanto reírse al ver a Max actuar como una cucaracha recién rociada.

La enorme luna salió de su escondite de todos los días para invadir los cielos anaranjados y volverlos azules nocturnos . Durante esa noche las estrellas no se veían, causa de la exagerada cantidad de luces de la ciudad. Al menos el día estaba concluyendo.

Finalmente llegaron a la ansiada zona central de la ciudad, lugar donde buscarían una pizzería. Había varias personas transitando por las calles, cosa que molestó a William debido al ruido. Preocupado miró a John y acarició su cachete—Wow, eres muy suave, John, que lindo—Dijo William feliz pero aún preocupado por el gran ruido.

Cuando todos caminaban, él se detuvo porque vio un hotel—¡Houston! ¿Te parecería si rento varias habitaciones para todos nosotros?—preguntó William señalando el hotel con su cabeza—¿Chi?—volvió a preguntar—Es para que John descanse y no escuche todos estos coches—mencionó preocupado.

—¿Ah? Sí, como quieras, no me importa en realidad

—¿De verdad? Graciasss... Oye.

Houston se detuvo algo molesto—¿Qué quieres, William?—preguntó muy molesto

—¿Me das dinero para pagar las habitaciones?—solicitó William con inocencia.

—¿¡Qué!? ¡Claro que no, idio...!—Houston fue jalado hacia atrás por Steve, quien lo interrumpió antes de que dijera algo feo.

—¡Yo te doy, William! No te preocupes—Dijo Steve acercándose al mencionado y acercando su billetera—¿Dónde te la dejo?—preguntó, pues William cargaba a John.

—¡Vengase para acá, señora cartera!—William mordió su cartera, la cual se veía llena—Esh ta mu llena—comentó William con la cartera en la boca.

—Ja, sí, lo está. Ahorré mucho cuando era padre y gran parte la tengo allí—Comentó con una expresión algo desanimada—¡Pero ten!—cambió de actitud rápido.

—Wow, ¿Tú erash pare de verdad?—preguntó William

—Sí—contestó en seco

—Oigan, hermosos, yo me quedaré con William—comentó Max.

—Sí, Casey y yo también nos quedaremos acá—comentó Juxs—allí traen las pizzas.

—¿¡No irán!? Malditos, ¿Yo debo partirme el lomo por ustedes?—gritó Houston.

—Sí, deberías, Houston...—Empujo a Houston para ya irse de allí y evitar que Houston hiciera sentir mal a alguien—En fin, ¡Ya nos vamos! Volvemos al rato.

Steve y Houston comenzaron a caminar a la pizzería más cercana. Sin embargo, Steve regresó corriendo.

—¿A dónde vas?—preguntó Houston molesto

—¡Olvidé algo!—Dijo Steve mientras corría—¡Juxs!—llamó la atención del hombre .

—¿Qué pasa?—Juxs preguntó

—Ten, toma mi teléfono, necesito que lo pongas a cargar

—Seguro—Juxs lo tomó—Bye—se despidió sin darse cuenta de que Steve ya se había ido. Sí que era rápido.

Ahora sí, Steve y Houston se fueron.

Determinado de hacer que John descansara, William entró al hotel.

Aquel hotel se veía y se sentía muy deprimente. Su ambiente emanaba tristeza.

El olor que soltaba era pasable, similar a oler heno. Había una alfombra roja en el suelo que tenía un chicle pegado. Probablemente, era el tipo de hotel que los adolescentes visitaban para tener relaciones.

—Este hotel es una mierda—Comentó Juxs viendo alrededor del mismo.

—Sí, allá hay una cucaracha—También comentó Casey señalando la cucaracha.

—Pobre cucaracha, espero que haya muerto dignamente—Dijo William—Pero es lo único que tenemos por ahora—comentó.

—Es verdad—Dijo Juxs.

Una mujer roncando fue sorprendida por los toques constantes de William para levantarla. Aquella mujer era la encargada del área de recepción y, parecía ser, que era la única allí que "trabajaba". Pero parecía ser que se encontraba dormida, por lo tanto William cargó a John en uno de sus brazos y empezó a tocar varias veces a la mujer para que se levantara. —Oiga, despierte—pidió William.

Estuvo unos cinco minutos tratando de levantarla, hasta que Juxs se hartó.

—¡SEÑORA, DESPIERTE CON UN MALDITO CARAJO!—Gritó tan fuerte como para que se escuchase fuera del hotel.

Confundida, la mujer despertó. Traía una camisa manga larga blanca y una corbata morada que combinaba con sus mechones morados en su pelo castaño. Habló con cansancio—¿Eh? Hola, welcome, ¿Qué quieren?—preguntó molesta.

—Quiero habitaciones dobles matrimoniales, quiero... ¿Cuatro? Perdón, no sé bien de números—William contó con sus dedos imaginarios.

—¿Cuántas personas son?—preguntó la mujer babeando.

—Somos siete—contestó Casey desde atrás—Houston, Max, yo, Juxs, William, John y Steve, somos siete—repitió.

—Entonces quiero... Eh...—William se mostró un poco confundido.

La recepcionista gruñó, literalmente gruñó—Diablos, deja me encargo yo, coño—la mujer sacó cuatro llaves debajo de su mostrador de recepción y se las lanzó a William, cayendo al piso—Toma, allí buscan ustedes, estoy harta de los clientes estúpidos—dijo.

—Eso dolió. Gracias, señorita—Agradeció William con una cara de tristeza, continúo agarrando las llaves del suelo con una de sus manos—Vamos, chicos.

—Imbécil—insultó Juxs a la mujer para seguir a William.

Había un largo pasillo con varias habitaciones. —Chicos, agarren una de las llaves y vayan acomodándose—ordenó William.

Juxs tomó una llave al azar, la cual tenía un llavero dorado que tenía grabado el número de habitación "8". Así de simple.

De todo el pasillo solo habían 10 habitaciones.

—Bien, nos vemos, iremos a ver la tele o algo—dijo Juxs dirigiéndose a su habitación—Nos avisan cuando venga la comida.

—Sí, yo iré a acostar a John, chauu—William se despidió y sentó a John en el suelo para abrir la puerta. Una vez abierta lo cargó otra vez para meterlo.

La habitación no era tan mala después de todo. Había aire acondicionado y un colchón, ¿Qué más podías pedir? También había una televisión. El clima estaba encendido por alguna razón, pero mejor para William.

La cama era matrimonial, allí recostó a John suavemente. Lo quedó mirando un rato—Eres muy importante para mí, John—. William se sintió extraño, pero feliz. Se puso de rodillas para ver el rostro de John, quien estaba acostado de lado—Sé que no te gusta, así que aprovecharé a que estás desmayado, ji, ji—dijo. Acercó sus labios a la frente de John para después plantarle un lindo beso, tal y como lo hizo antes y que por eso John se enojó—Quiero que te mejores, iré a ver las estrellas afuera y pensar en ti, te quiero muchis, Johnsito—William era agradable y tierno con todos (en su mayoría), pero con John lo era más, por eso era su mejor amigo

Salió del hotel, pasando por la adormilada recepcionista sin problema. El cielo seguía sin tener tantas estrellas y aún así William salió.

—Incluso si hay una sola estrella en este cielo, la veré con amor—Dijo William sonriendo. En sus mejillas aparecieron dos hoyuelos, símbolo de que estaba feliz.

—Hola, guapo—Max apareció de la nada

—Oh, ¡Hola max!—saludó

—Iré a comprar frituras en una tienda, vengo en un rato, ¿Te parece?—Parecía ser que Max solo era raro con Houston, con otras personas era más calmado.

—Claro, no hay problema, ¿O quieres que te acompañe?—preguntó William

—Claro, vamos, aparte no tengo dinero—comentó Max

—Bien

Los dos se dirigieron a alguna tienda cercana para comprar frituras y si se podía alguna soda.

Al mismo tiempo, Juxs y Casey abrieron su habitación, que de hecho estaba algo lejana. Allí, de igual forma, había una cama matrimonial.

—¿Hay alguna clave de Internet acá?—Preguntó Juxs buscando algún papel escrito o algo, pero no encontró nada—Iré a preguntarle a William.

—Con cuidado—Dijo Casey.

Juxs salió a la habitación de William, que era la primera de una serie de diez habitaciones. Se detuvo enfrente de la puerta y tocó despacio.

Esperó un rato sin respuesta alguna—¿William?—preguntó sin volver a tener respuesta—Voy a entrar—abrió la puerta.

Allí no vio a William, solo a John recostado y descansando. Había un inmenso frío allí dentro, pero era por el clima—No creo que hayas muerto—analizó el cuarto—Aquí tampoco hay alguna clave, capaz ni hay internet en este hotel—dijo para después regresar a la habitación.

Entró y vio a Casey sentado tratando de encender la tele—Oye, mi amor, parece que estamos solos—dijo Juxs sarcásticamente. A Casey le brillaron los ojos por un momento.

—¡Muero de hambre!—comentó Juxs lanzándose a la cama junto a Casey—¿Qué vas a ver?—preguntó.

—Eh, pues, creo que no sirve

—No sé que esperaba, ja—analizando a Casey, Juxs se dió cuenta que Casey traía un suéter desde la mañana, incluso haciendo calor—Demonios, Casey, quítate esa cosa

—¿¡Qué!?—sorprendido se avergonzó

—Has estado con eso desde la mañana, además vamos a dormir juntos, ni de broma creas que te voy a dejar dormir en la misma cama con eso puesto

—¿Y no te molesta que me lo quite?

—¡Por supuesto que no!

—Bien—Casey procedió a quitarse el suéter

—No te preocupes, no estoy mirando—dijo Juxs irónicamente

Una vez quitándose el suéter, Casey dejó ver su gran y ancho cuerpo, aunque traía una pequeña panza. Traía una playera negra abajo que se le pegaba bastante.

—Dame tu suéter ahora—Ordenó Juxs

—¡Pero acabas de decir que...!

—No me importa—Juxs lo tomó, se quitó su saco, dejando ver su delgado cuerpo por un momento y se puso el suéter gris—Ahora soy tú. Oye, por cierto, que linda panza—comentó.

Casey ya no dijo nada, solo se quedó sentado en el borde derecho de la cama

—¿Casey?

—...

—¿Qué pasa?—se acercó a Casey

—Es que me dió vergüenza por lo que dijiste

—¿De verdad? ¿Lo de tu estómago?

—Sí...—Dijo rojo como un tomate, se veía raro, porque sí parecía un tomate

—¿Ya no quieres que vuelva a tocar el tema?

—No, me da mucha vergüenza

—¿Te avergüenza? ¿De verdad?

—Sí

—¿Te avergüenza tener un estómago tan bonito?—Juxs puso su mano en la panza de Casey para comenzar a acariciarla—¿Te gusta?—Preguntó riéndose un poquito.

Casey estaba demasiado avergonzado como para decir nada. Pero al acomodarse para que Juxs siguiera acariciando su pancita (como a un perro) demostró que si le gustaba, entonces dejó que el momento fluyera.

Luego de eso, se acostaron juntos, donde hablarían un rato. —Oye, Casey... Esto me está gustando mucho y es raro, ja—comentó Juxs.

—Eh... A mí también. Me da mucha vergüenza esto

—¿Quieres ir a ayudarme a buscar un cargador para el teléfono de Steve?

—Vamos

Los dos se fueron rápido de la habitación, ya que hasta Juxs sentía vergüenza.

Así, varias aventuras sucedían al mismo tiempo.

William y Max (un dúo bastante peculiar) salieron a comprar sodas y frituras, Houston y Steve iban a por las pizzas y de paso cervezas, Juxs y Casey buscarían un cargador  para el celular de Steve.