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Chapter 19 - 19. Aventuras en la ciudad

En la ciudad transcurrían varias aventuras al mismo tiempo. La banda se dividió.

John descansaba en el cuarto que compartía junto con William.

William acababa de salir junto a Max para comprar frituras.

Juxs y Casey trataban de hallar algún cargador para el teléfono de Steve.

Y Houston junto a Steve eran los encargados de traer la pizza y algunas cervezas para rematar.

JUXS Y CASEY

Encomendados a la misión de buscar aquel cargador, Juxs y Casey salieron de su habitación, algo avergonzados debido a su íntimo momento. Casey seguía pensando en como se quedó algunos minutos siendo acariciado por Juxs, se puso rojo de solo pensarlo.

Juxs de igual forma estaba atontado, ni siquiera supo porque hizo eso.

—Ehh, Juxs, ¿Crees que debamos pedirle a la recepcionista?—Preguntó Casey un poco nervioso.

—Deberíamos tratar, aunque me cae mal, maldita mujer—comentó.

—Bien

Ambos caminaron por el pasillo repleto de habitaciones. Al cruzarlo llegaron a la sala de la recepción, donde la mujer seguía allí durmiendo plácidamente.

Ambos trataron de despertarla. Intentaron de todo, la pellizcaron, movieron su cabeza a todos los lados posibles, movieron su cuerpo de forma aún más brusca, le hablaron al oído para luego gritarles, y con todo eso, la mujer no despertaba.

Aquella mujer de mechones morados traía en su ropa un gafete con su nombre. Al parecer ella se llamaba Lola.

—¡Oiga, despierte!—Gritó Casey a punto de volverla a agitar

—Espera...

—¿Qué pasa?—Preguntó Casey por el repentino comentario de Juxs

—No creo que sirva—comentó Juxs viendo a la mujer directo a sus ojos—Busquemos otra forma. Vamos afuera, allí vemos que podemos hacer—Dijo caminando a la salida.

El cielo seguía sin estrellas, si al caso había una que otra, pero las luces de la brillante ciudad tapaban toda la belleza que el cielo tenía por ofrecer.

Juxs pensaba en aquella mujer «Aquella mujer... Ella sufría. Quizá duerme mucho porque se siente triste. Aparte sus ojos se veían tristes cuando la logramos despertar hace rato» pensando en la mujer, Juxs no logró escuchar la pregunta de Casey.

—¿Entonces?

—¿Qué cosa?—Juxs se distrajo

—Que sí deberíamos entrar a los cuartos que solo son para personal autorizado... Es que, a lo que he visto, casi nadie trabaja aquí

—No es mala idea, vamos

De regreso al hotel, Juxs y Casey buscaron alguna puerta donde solo se admitían a personas autorizadas, es decir, trabajadores, pero como no parecía haber vida en ese hotel, entraron sin permiso.

—Allí hay una—observó Casey del lado derecho de la recepción, ya que esta se encontraba en medio del pasillo de las habitaciones, y en medio de la puerta para personal autorizado.

Fueron cautelosos

—Shh—chitó Juxs a Casey y fueron caminando de puntitas.

Parecían estúpidos, pero para ellos era un momento de vida o muerte, lo raro es que se cuidaban de que no los escuchara la recepcionista, quien parecía haber entrado en un coma en vez de dormir.

Entraron y observaron otro pasillo lleno de puertas, en estas había bastantes, con la diferencia de que había una placa dorada en las puertas que decía que eran.

Habías en total cinco puertas.

Una de ellas, y la cual estaba hasta el fondo, era la salida.

Otra era el salón del jefe, también una habitación para la seguridad y cámaras de vigilancias, y las otras dos eran salones de descanso.

—¿En dónde crees que haya?—Preguntó Juxs

—Quizá en el cuarto de seguridad, allí hay tecnología y esas cosas, ¿No?

—Me convence, vamos

Abrieron la puerta y observaron una pantalla llena de cuadros, lugar donde se supone que debía haber varias tomas del hotel, aunque todas decían "sin señal".

—Te digo, este hotel es un asco—Comentó Juxs.

—Sí, aparte ni hay nada

—Nop, vamos al cuarto del jefe, quizá allí haya algo

Ya sin esperar algo, fueron al cuarto del jefe.

Dentro había un escritorio de madera algo podrido junto a una silla medio rota, pero que cumplía su función.

—No, aquí tampoco hay nada—Casey miró todo el cuarto

—Mira en los cajones del escritorio

—Es verdad, voy—fue y los abrió. En el interior de estos solo había papeles—Nada—comentó.

—Mierda—Juxs se estresó.

—Pues queda ir a los salones de descanso, tú ve al izquierdo y yo al derecho

—Me parece bien—Dijo Juxs.

El dúo se separó.

Casey entró a la habitación izquierda, observando una mesa de centro al lado de unos sillones en pésimo estado lleno de manchas. —Juxs tiene razón, esto es un asco—comentó.

Sin embargo, notó en una mesita en la esquina, como había un cargador conectado junto a un teléfono. Casey se sintió un tanto mal, ya que robaría, pero pensó en que lo necesitaban.

Al final lo tomó.

Al otro lado de la habitación, Juxs revisó aquel salón de descanso, donde había una tele pequeña y un puff junto al aire acondicionado, un baño y un refrigerador.

—Mierda, no parece haber nada aquí—analizó el lugar sin ver algo—Mejor tomaré algo—fue al refrigerador para ver alguna bebida, encontrándose una botella de agua de sandía —me la llevo—la tomó y la abrió.

Mientras la bebía iba a la puerta para regresar con Casey y fijarse si él tuvo más suerte.

No obstante, se percató de un papel en el puff.

Dudoso, tomó la hoja de papel mientras seguía bebiendo el agua de sandía. Leyó atentamente.

"Lola, te dejo a cargo durante dos semanas en lo que yo y el personal estamos de vacaciones. Te quedas a cargo del hotel."

Debajo del texto venía otro más corto.

"Si no puedes manejarlo, tendré que considerar despedirte. Atentamente Frederick"

Aquello era una carta del que podía ser su jefe. Juxs dejó de beber—¿Así que estás siendo explotada, Lola? Eso explica tu cansancio... pero bueno, no soy quién para meterme en su vida—Dijo colocando el papel en el puff.

—¡Juxs!—Casey irrumpió en el cuarto—¡Encontré cargador! Vamos a conectar el teléfono.

—¿¡De verdad!? Vamos

Así ambos regresaron a su habitación emocionados de haber cumplido su misión. Se tumbaron a la cama con alegría—Pásame el cargador—dijo tomando el cargador de la mano de Casey, agarró el teléfono y lo conectó en un enchufe que había al lado de la cama, dejándolo en el suelo.

—Eso fue más rápido de lo que pensé—Dijo Casey

—Sí, Ja

Ambos se vieron con alegría.

—Me pregunto dónde estará William y Max—dijo Juxs para hablar de algo, ya que se ponía extrañamente nervioso, lo cual era raro, ya que Juxs era alguien de poco sentir, pero cuando Casey estaba allí se mostraba (al menos) más vivo.

WILLIAM Y MAX

Este par tan inusual de ver, se embarcó en una aventura para completar una importante misión: ¡Comprar frituras y sodas!

Por las banquetas, William preguntaba dónde era que iban.

—Cuándo fuí a decirle a Houston sobre ustedes, chicos, pasé por aquí para comprar un chicle—Max parecía confiado

—¿Entonces es ahí donde iremos?

—Sí, créeme que la señora que atiende es un amor de persona, merece vivir

—¿Por qué?

—Te digo, es un amor

Caminaron un rato más

—¿Y tú donde vives?—Preguntó William

—Ja, eso es un secreto, cariño

—¿Poooor?

—No quieres saberlo—Max le mostró la lengua a William, quien le devolvió el ataque

—¡Malito, me enseñaste la lengua!

—¡Mira, llegamos!

—¡Pero apenas avanzamos una cuadra!

—Sí, ¿Y qué? Ja. Compraremos aquí en esta tiendita—comentó Max.

Era una tiendita pequeña en una esquina, allí había una viejita a punto de cerrar.

—¡Señora López!—Gritó Max espantando a la anciana—¡Ja, ja! Perdone, pero queremos comprar algo—Max postró su codo derecho y puso su mano coquetamente en su rostro e hizo señas para que William le diera la billetera—¿Nos puede dar frituras y sodas, cariño?—Preguntó Max a la señora de, probablemente, más de 70 años.

—Que raro—Dijo William viendo lo que parecía ser Max coqueteando con una mujer de más de 70 años

—¿Entonces, dulzura?—Preguntó Max

—Oh, claro, hijo—contestó la anciana entre risillas

—Gracias, quizá y la complazca esta noche—Dijo Max pícaro.

—Ehh—William volteó y prefirió no ver

Breves momentos después:

—¡Listo! Toma, William—Dijo Max dándole 4 sodas gigantes, mientras él se quedaba con las 4 frituras enormes

—Eh, gracias, je—William se mostraba algo incómodo y disgustado

—¿Pasó algo?—empezaron a caminar

—No, nada—respondió

—Bueno

Cuando regresaron al hotel no vieron a nadie, solo la misma mujer durmiendo.

—¿En qué habitación las meteremos? Tengo dos llaves, la habitación cuatro y la diez—William dejó las bebidas en el suelo y sacó las llaves restantes de su bolsillo—¿Entonces? ¿En qué habitación?—volvió a preguntar

—Cuatro, suena bien

—Bueno, ¡Let's go!—gritó William feliz y dando un pequeño salto.

En el cuarto número cuatro había lo mismo que en todos los demás que ya habían sido abiertos por la banda. Había un colchón matrimonial, aire acondicionado y una tele, lo cual era lo más llamativo, además de los pequeños detalles como enchufes, alfombra o controles.

Colocaron las frituras encima de la cama, y las sodas en el suelo. —Yo enciendo el aire acondicionado—advirtió William, y, con ayuda del control remoto lo encendió—En 25 estará bien—comentó.

Orgullosos, desde la entrada de la puerta, vieron las frituras y sodas bien acomodadas.

—Oye, William—Dijo Max—¿Y los platos y vasos?

—¡Rayos! Ahora regreso

—Ni te preocupes, ya viste lo cariñosa que es la anciana—Soltó una pequeña risa—por cierto, toma tu cartera antes de que también quede olvidada—se la entregó.

—¡Gracias!—salió rápido del hotel—¡Allá voy, abuelita!—gritó como para que toda la ciudad lo escuchara.

Al llegar a la misma tienda, la señora iba a volver a cerrar, pero William logró llamarla a tiempo—¡ABUELA!—Gritó tan fuerte que hizo que la señora se cayera—¡Noooo, perdón!

—¡Abuela!—la voz de un hombre sonó y de inmediato el hombre, que se veía musculoso y aparte era calvo, la ayudó. Amablemente la metió a un coche sonriendo—tranquila, ahorita la llevaremos a la casa—dijo el hombre.

—Perdón—recalcó William

El hombre cerró la puerta del auto—¿Qué mierda quieres, estúpido?

—¿Me puede dar vasos?

—Agh—suspiró—Espero que te mueras—abrió la puerta del local y se metió. Luego de un rato salió con los vasos y platos—Tenga, imbécil—se los entregó—Son 60 dólares para ti, por tirar a la abuela

—Perdón—William le dio el dinero y avergonzado se fue.

El coche del tipo arrancó y pasó por enfrente de él. Allí vio a la anciana mostrarle el dedo de en medio—¡Qué abuela tan maliciosa!—exclamó ofendido y cargando los platos.

Llegó al hotel de nuevo.

—¿Y bien?—Preguntó Max

—Es todo un amor—Respondió William algo extraño

—¡Te lo dije!

Al final colocaron todo.

HOUSTON Y STEVE

—¿Tienes idea de dónde hay una pizzería en esta ciudad?—Preguntó Steve sin saber a dónde se dirigían—Es que soy nuevo en la ciudad

—¿No vivías aquí, idiota?

—No

—¿Entonces?

—Yo vivía en la ciudad de al lado—contestó—hace algunos años quedé con verme aquí con unos amigos de Internet, planeaba unirme a su banda de rock—relató—sé que es raro, pero yo estaba sufriendo mucho en esos momentos, hasta que conocí a Carnicero, Russ y Monstruo, que ahora que lo pienso nunca me dijeron sus nombres—comentó.

—¿Sufrías? Que extraño

—Sí, es una larga historia. Cambiando de tema, iba a contarte que esta noche los citaré para verlos mañana, ¿Te molesta?

—Me da igual realmente

—Ja, aparte así tendrás mas gente que cuide tu patético trasero de líder

—Lo que digas

Caminaron un rato más.

—Oye, ¿Y cómo quedaste dentro de aquel portal?—Preguntó Houston

—Me tropecé antes de salir

—¿Pero si tú ya sabías de eso por qué no avisaste de que iba a aparecer otro portal?—Preguntó

—Es que el de nosotros sí apareció en el mismo lugar. Ayudé a todos a salir, y cuando iba a salir yo, tropecé y cerró

—¿Entonces te creías un héroe?

—Obvio, lo soy. ¿Por cierto ya se te pasó el enojo?—preguntó Steve curioso

—Ajá

—¡Menos mal! Creí que te iba a dar un paro cardíaco con tanto mal humor

Ninguna palabra provino del barbudo de Houston. Finalmente llegaron a una pizzería.

—Aquí está—comentó Houston para luego darse cuenta de que él solo traía sus sesenta dólares—¡Tendré que pagar yo, mierda! Olvidé que le diste tu billetera a William

—Sipi

—Vamos pues

Al entrar vieron como un hombre le entregaba una pizza a una familia de una forma muy amable—Fue un gusto atenderlo—dijo mientras le decía adiós con la mano a esa familia, la cuál salió del local.

Houston era el siguiente en ordenar en la fila de la cual no se había percatado que estaba. Se acercó al hombre sonriente, quien apenas lo vió dejó de sonreír.—¿Qué quieren?—preguntó molesto.

—Tranquilo, acabas de atender muy amable a esa familia, ¿Por qué a mí no, cabrón?—exigió Houston

—Ajá, ¿Qué mierda quieren ordenar? Rápido, que no tengo todo el día

—Eres un idiota, ¿Sabes? Pero bueno, dame una de hawaiana, una de queso, champiñones, pepperoni y mexicana, gracias... Idiota—murmuró.

—Puto gordo idiota—exclamó el hombre quien sacaba las pizzas del horno con todo y caja—toma tus pizzas de mierda—se las tiró en el suelo.

Steve no podía controlar sus risas—adoro ver como te enojas—dijo entre carcajadas.

Houston se veía muy molesto por el horripilante carácter decidió tomar de una vez la primer pizza que encontró del suelo, sacarla de la caja y lanzarla al rostro del hombre.

El hombre sorprendido y con una pizza en el rostro, no esperó recibir un puñetazo de Houston.

Houston tomó las pizzas y se largó de allí lo más rápido que pudo—¡Vámonos, Steve!—gritó.

De igual forma, Steve se largó, no sin antes tomar una de las mesas del local y aventarla directo al señor—¡Ja, te lo mereces!—comenzó a reírse.

Aquel hombre no pudo escapar, ya que quedó atorado entre la mesa que le aventaron.

Lograron escapar y ocultarse en un callejón entre dos edificios cercanos.

—¡Ja! Eso fue increíble—Comentó Houston exaltado—No sé si es buena idea comprar cervezas, acabamos de cometer un crímen. Ni siquiera recuerdo porque dije que mi sueño era tener una banda criminal

—¿Ese era tu sueño? Eso me parece raro hasta mí—Dijo Steve

—Creo que lo fue en una noche de borrachera

—Ay, borrachito, ¿Entonces comprarás las cervezas o no?—Preguntó Steve

—No lo sé, no creo

—Uy, ¡Estás mejorando!

—Hasta crees, soy y seré el mismo hijo de puta de siempre, jamás me preocuparé por nadie, pase lo que pase

—Nunca digas nunca

—Lo que digas, ojitos pequeños

—Lo que digas, barbudo. Creo que es mejor volver ya

Una eterna caminata tuvo que ocurrir para que por fin llegaran al hotel, y como es costumbre con Houston, ellos fueron los últimos en llegar.

Primero fueron juxs y Casey, luego William con Max y por último Houston y Steve.

¡ERA HORA DE LA GRAN Y ANSIADA CENA!

La banda disfrutaría y tendría paz por una noche.

Uno nunca sabe qué puede pasar en el mañana.