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Chapter 3 - ¿Aquí comienza todo?

El sonido de cosas quemándose se podían escuchar..la cuidad de Tebas estaba en llamas, ruinas, como si una gran explosión hubiera ocurrido. Todos estaban en el suelo con quemaduras extremas, y más de la mitad de la cuidad estaba muerta consumida por las llamas.

En el centro de la cuidad, se podía ver un par de alas blancas tiradas en el suelo, como si de un ángel se tratase. Aquellas alas se movían y debajo de los escombros el cuerpo de una mujer de cabello rojo como la sangre, piel pálida con quemaduras y cicatrices, y ojos azules tan claros como el mismo cielo azul, con unas pequeñas alas en su cabeza. La mujer se movía débilmente mientras hacía sonidos de dolor, ella se levantó y poco a poco logró pararse de piel. La mujer tenía sangre en su ropa quemada y sucia.

Ella miró a su alrededor y se miraba..sorprendida. ¿que había sucedido en ese lugar? La mujer decidió explorar con una mirada determinada, molesta y...con remordimiento. La mujer encontró el cadáver de un guardia y agarro su espada aguantándola firmemente mientras caminaba sobre los escombros y cuerpos. Unos lloriqueos eran escuchados y ella de dirigió ante aquellos sollozos de esa persona.

Cuando llego, vio a un joven de unos 18 o 19 años sujetando una espada con quemaduras en su piel. El joven miró hacia arriba, su mirada encontrándose con la de aquella mujer. "Tu..¿como es que sigues viva? Te vi morir!"

La mujer miraba hacia abajo con una mirada llena de enojo y dolor. Ella se arrodillo frente al hombre y se río en su cara. "Tu me querías muerta...lo veo en tu mirada. Fuiste tu quien me acuso, ¿no?" Ella río.

El hombre miraba con miedo a la mujer, y sus manos temblorosas sujetaban la espada. "Si..yo fui quien te acuso, yo fui quien dijo que tu eras una traidora. ¿Por que? ¿Te dolió ver a tu amado con otra, Adara?"

Aquella mujer, no eta nadie más que Adara. Ella lo miró con desprecio y agarro la espada del hombre con sus propias manos y se la arrebato de las manos. Sus manos ahora sangrando ella puso su mano en su mejilla y sonrió macabramente. "Si, si me dolio..pero no me dolerá tanto verte morir."

Al decir eso, Adara levantó su espada y la puso en el cuello del hombre mientras se reía. "Eres un hombre patético, sin nada en el futuro por venir. Una muerte rapida..no te preocupes." justo cuando dijo esas palabras, la espada corto la cabeza de aquel hombre, dejando el filo de la espada ensangrentada.

Sus ojos no mostraban remordimiento, es mas, mostraban satisfacción. Adara decidió seguir su camino por la cuidad hasta encontrar aquel lugar al que llamaba su hogar. Aquella casa estaba en ruinas, nadie pudo haber sobrevivido dado al estado del hogar.

Al acercarse encontró el cadáver de una mujer, su cuerpo quemado y casi irreconocible. Se arrodillo ante aquel cuerpo y miró a la mujer fallecida y un sentimiento de dolor atravesó sus ojos. Era su querida madre. ¿Ella la había matado? ¿Que causó toda esta destrucción? ¿Era un castigo de los dioses?

Adara simplemente miro el cuerpo de su madre y hablo con una voz suave. "Lo siento, madre. Perdóname hoy y siempre."

Sus palabras mostraban tristreza y dolor. Ella se levantó y dejo la espada al lado de su madre mientras decidió dejar ese lugar. Era demasiado para ella ver y analizar lo que había causado. Adara no miraba atrás mientras caminaba en una dirección cualquiera, solo quería alejarse de aquel lugar que ella llamaba 'hogar'.

Sus pies descalzos tocaban desde los escombros, hasta llegar a un pastizal cálido y sin nada más alrededor suyo. Ya era de día, y ella sólo caminaba, sus alas arrastradas en el suelo sin querer levantarlas, oh sin saber como. El cielo era del mismo color que sus ojos, claros y llenos de luz.

El pastizal tenía un color verde hermoso, como las esmeraldas. Habían aves en el cielo y desde la distancia en aquel pastizal ella podría ver una cada a la distancia parecía abandonada pero igual bien cuidada. Adara decidió hacercarse y mirar alrededor.

"¿Hola? ¿Hay alguien aqui?" Pregunto, pero no había respuesta.

Adara decidió entrar a la casa sin decir más nada. El hogar tenía cosas esenciales que cualquier persona tendría, y había agua. Un suspiro dejó los labios de Adara y ella tomó el agua y la bebió con gusto y gracia. Para luego sentir algo filoso y frío en su cuello.

"¿Quien eres, niña?" Pregunto una voz masculina grave y profunda, mientras el hombre detrás de ella sujetaba una daga.

"Mi nombre es Adara. Adara Athanasiou. ¿Quien es usted?" Adara pregunto, con una voz suave sin querer alarmar el hombre y hacerlo usar su arma.

"Mi nombre es Aideen. Mercenario de él caos." Dijo. Mientras retiraba la daga del cuello de Adara, mientras volvía hablar. "¿Que haces aquí niña? Pareces perdida de tu hogar."

"Yo no tengo hogar, pero un gusto en conocerlo Aideen." Dijo Adara, soltando la jarra de agua y se voltio con las manos arriba a ver al hombre. Parecía mayor que ella. Unos 37 oh 45 años. Tenía la piel morena, cicatrices adornando sus brazos y cara. Y unas alas rojas grandes con unos cuernos rotos en su cabeza.

"Bueno, supongo que eres...una descendiente de una raza angelical oh algo?" El hombre preguntó entre risas. Burlándose de la apariencia de Adara.

"No se ni lo que soy, me ejecutaron quemandome viva y al otro momento me despierto con mi cuidad en llamas todos muertos, y yo viva viéndome rara!" Ella dijo, con un poco de rapidez y suspiro. "No se que soy."

Aideen río, y puso su daga en su correa. Mientras la miraba de arriba hacia abajo con duda en los ojos. "Bueno, pareces un ángel eso si, pero eras humana ¿no?.

Ella asintió. "Si lo soy, oh lo fui mejor dicho." Adara miró hacia abajo y suspiro sin saber que hacía viva oh por que seguía en este mundo que solo la quiso exterminar en otras palabras.

"¿No sabes usar esas cosas?" Pregunto el hombre, señalando a las alas de Adara. Ella sólo lo miró y movio la cabeza en sentido que no.

"Bueno estas en tu día de suerte. Mira niña hagamos algo, oh te largas de mi hogar antes de que te asesine y te use como carnada para los peces." Aideen se detuve antes de volver hablar. "Oh, puedes quedarte y te enseñaré lo que se. Tendrás un techo, agua y comida."

Adara miró a Aideen con algo de duda, no confiaba en este extraño para nada, no tenía una buena experiencia con los hombres que han estado en su vida pero... el pensar de tener un techo, agua y comida le parecía bien. Un suspiro salio de sus labios y ella decidió asentir.

"Bien, esta bien...pero me llegas a poner una mano encima y juro que te mataré en el nombre de Ares." Dijo con una mirada seria.

"Esta bien, me parece un gran trato. Come algo, prepararé una pequeña área de entrenamiento afuera." Dijo Aideen mientras caminaba fuera de la casa.

Adara lo siguió con la mirada y suspiro, ella miró hacia la caja qué tenía un par de frutas y sonrió mientras tomo una en sus manos, y la mordió.

Tal vez, aquí comenzaría todo.

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